105


Capítulo 105 (CAPÍTULO FINAL)

"El rescate: un final feliz para la manada"



NARRA ETHAN


Me sentí acorralado.

Si hacía un movimiento en falso, ellos podrían disparar y herir a Ariana y Owen. Y ninguno de ellos dos posee habilidades regenerativas como Hellen (el caso más reciente de disparo). ¿Qué hago? Los segundos están corriendo y me siento más presionado escuchando los gemidos de lucha de mi mamá, el hombre que dice ser mi padre y Luca. La tensión se siente al escuchar los acelerados latidos de Ariana y Owen. 

¿Qué hago?

¡Vamos, piensa rápido! ¡Anda, muévete! ¡Haz algo!

Es en este momento que me sentí paralizado; como cuando un lobo me atacó por primera vez y Catalina fue a por mi rescate, como lo hizo este último tiempo donde sólo me metía en problemas. Estoy inmóvil, sin reaccionar viendo cómo los guardias uniformados de negro nos apuntaban y amenazaban. Sí. Evidentemente, soy un completo idiota. Levanté mis manos intentando hacer que ellos bajaran sus armas pero, al contrario de hacerlo, uno viéndome vulnerable se acercó para patear mi pierna y hacerme caer de rodillas al suelo.


—¡Damian! —sentí el llamado de Ariana. 


Mientras uno me agarraba, cuatro avanzaron a tomar a mis amigos.


—¡Ya, suéltame bastardo! —se quejaba Owen a mis espaldas con molestia —¡A ella ni se te ocurra tocarla! 

—¡Owen! —reclamaba Ariana pasando por mi lado para arrodillarla tambien junto con Owen. 


El ruido de una ametralladora me taladró los tímpanos cuando comenzaron a disparar como locos cerca a la entrada. Los hombres que estaban sujetando a mis compañeros enseguida se dieron cuenta que necesitaban refuerzos y acudieron inmediatamente. El guardia que sostenía de mis hombros solo contempló indignado sin saber qué estaba ocurriendo. 
Estabamos igual que él. No sabíamos qué pasaba hasta que mi vista pudo distinguir dos lobos; Gabriel Miller y Hellen Schneider. 

Ellos acabaron sin dificultad con casi todos los guardias. 

En su mayoría huyeron despavoridos y aterrados. Como para no hacerlo.

El guardia que estaba a mi lado saco un revolver e intentó dispararle a Hellen pero Ellie apareció y lo atacó de costado al momento que Hellen, esquivó el balazo corriendo. Ariana y Owen enseguida se levantaron y yo intenté hacer lo mismo aun sintiéndome mal por mi parálisis. 

Estabamos todos menos... ¡Catalina! ¡Mi hermana!


—Ellie, Hellen, Gabriel —susurré mirando como los tres lobos se reunían —, me alegra que estén bien.


En cuanto nos giramos, vimos la pelea que tenian ambos Alphas con Luca.

Mis padres estaban agitados, casi sin aliento. Luca, fisicamente, pareciera estar igual que ellos pero lo ocultaba. No obstante, se le nota una respiración áspera, su frente estaba sudando, al igual que su cuerpo se mostraba húmedo y de repente, para sorpresa de todos los que estabamos de espectadores, le oímos gritar desgarradoramente.

Todos nos agachamos para taparnos los oídos con todas nuestras fuerzas.

¡¿Qué diablos pasa con este hombre?!

Él parecía adolorido, sus ojos estaban totalmente rojos —tal y como los vi anteriormente— , hasta parecían intimidar a cualquiera que quisiera hacer contacto visual de forma profunda. Sus ojos como la sangre mostraban apenas una pequeña pupila negra en su totalidad. Unas venas negras se fueron arrastrando por todos sus brazos hasta casi llegar a sus codos y sus manos dejaron de ser humanas; ahora tenían unas largas uñas negras. Las manos de un demonio, pensaba. Luca seguía gritando ahora emitiendo chillidos más agudos. Incluso su voz cambió. Este, retorciéndose sobre el suelo entre sus rodillas, de su espalda salieron dos huesos (también negros) y, a medida que pasaban los segundos, carne comenzaba a rellenar esos huesos. ¿Acaso son unas alas?

Todos estabamos anonadados viendo su dolorosa transformación. 

Una flecha.

Una flecha le atravesó el pecho. Aquella vino dirigida de arriba y sí, había un encapuchado con un arco y una flecha. Este cargó su arco para volver a disparar ahora dándole en la garganta. ¡Vaya, que puntería!
Las alas que se estaban formando tras la espalda de Luca, desaparecían, al igual que su aspecto inhumano volviendo en él, su color natural y pálido de piel. 


—Asi queríamos verte, Luca —dictó el encapuchado el cual, era un hombre adulto con aparente barba. No era humano, era un Betha también —¡La nueva asociación Gul'Kah acabará con tu existencia!

—¿La asociación Gul'Kah? —preguntó mamá mirando a papá —¿Reabriste dichosa...?

—Sí —afirmó demandante —, pero no es momento de discutirlo ahora —dirige su mirada a Luca —, ¡Y tú! —lo señala áspero —¡Vas a pagar todo lo que le has hecho a mi manada durante tantos años y a mi familia!


Luca, aun con la flecha atravesada en su garganta, comienza a reírse como un demente. Y enseguida, la luz se apagó por completo dejándonos en una completa, tétrica y fría oscuridad. Frío... esa era la palabra correcta para describir qué estaba sintiendo mi cuerpo. Estaba helándome. Como si de repente, fuera invierno y nosotros estuviéramos desnudos bajo una capa de nieve.

¿Qué es esta sensacion?

En cuanto regresó la luz, como era de esperar, Luca desapareció, al igual que ese frío.



NARRA LEANNIE


Después de nuestro encuentro con Luca, nos miramos y tomamos el mismo rumbo: volver a casa. Quienes estaban transformados en lobos, volvieron a su forma humana. En el camino, todos iban abrazados, dándose muestras de apoyo y unión y sonreí al ver cómo mi hijo acogía entre sus brazos a Ellie Morgan, su novia actual e hija de Arthur Morgan. Gabriel, ese hombre sin remedio parece que no se queda atrás pues estaba muy cariñoso y meloso con la hermana de Ellie, Hellen Schneider de Morgan.
Volvimos con dos humanos que, aparentemente uno ya no lo era. Estaban siendo custodiados por el ¿Sr. Lobo? Así lo llamo la niña. 

Ethan se acerca a mí. Lo ignoro.


Él me codea el brazo. Continúo mi camino junto a él. Habla: —¿Está todo bien?

—¿Realmente crees que está todo bien después de desaparecer casi dos décadas? —refunfuñé con ira en mis palabras.

—Lo siento, tienes razón. Pero debes entender que era—

—¿Qué? ¿Peligroso? —lo interrumpí con ímpetu —Te he extrañado todos estos años y en nuestra manada, todos perdieron la fé de que algún día volverías. Todos menos Gabriel.

—¿Y tú, verdad? —me preguntó y no le respondí, ni siquiera pude verle a los ojos. Realmente me estaba sintiendo muy vulnerable.


Al salir de aquel horripilante lugar, los primeros rayos del sol comenzaron a salir. 

Nos miramos ya que no sabíamos a dónde encaminar, qué rumbo tomar.


—Yo iré a llevar a Ellie a su casa, —tomó la iniciativa mi pequeño hombrecito —¿vamos?

La joven Morgan asintió con timidez y un cierto rubor se formó entre sus pómulos. El siguiente en hablar fue Gabriel —Vamos, tengo el auto. Hellen, tú tambien te vienes. 

—Ariana, Owen —llama ahora Adrián —, venga. Los alcanzaré hasta su apartamento. ¿Viven juntos, o no?


Y me dejan a mí sola con Ethan. ¡Que bárbaro!

Lo miro de reojo y veo cómo este sonreía a como venía la mano. ¡Maldita sonrisa! ¡Esa mísera sonrisa que me hace temblar! Es obvio que a pesar de todo este tiempo, siempre seré para un solo hombre: Ethan Griffin. ¡Lo odio! ¡No quiero que se salga con la suya!

En cuanto salí de mis pensamientos por un abrazo de mi hijo, me acordé de tirar mi as bajo la manga.


—Recordé que tengo que ver cómo está Catalina —procuré decir.

—Vamos —indicó Ethan con serenidad —, ¿dijiste que la dejaste junto con Valerie cuando se encontraron, no? Te llevaré hasta donde está nuestra guarida. 


No me queda de otra.

Suspiré con fuerzas y accedí. 

Todos se fueron y me quedé completamente sola con Ethan. No sabía cómo enfrentarme a esta situación. No la planeé. No la esperaba para nada y jamás imaginé encontrarme con este hombre aquí, ahora mismo. Siento dos sensaciones; la primera es querer abrazarlo, besarlo y probar nuevamente esos labios, quiero sentirme viva junto a él pero, 

¿Cómo saco de mi mente que no estuvo por veinte años?

La debil luz solar estaba pegando nuestro rostro con sutileza. Ya estaba amaneciendo. Ethan se quita su campera de cuerina y sus gastados jeans negros con roturas sueltos. Queda completamente desnudo ante mí y desvío la mirada observando el paisaje. Este acerca su húmedo hocico a mi mano e indica que me suba encima de él.


—¿Tan lejos queda la dichosa guarida? —añado —Bien. Subiré. 


Al sentir su pelaje tan suave y grueso con mis tersas manos, me sentí una adolescente nuevamente. Recordé aquel momento que él me cargó al escaparnos de la mansión donde me tenía prisionera Arthur Morgan.

Comenzó a recorrer el bosque pero al contrario de donde previamente salíamos de la fábrica. Nos acercábamos a unas lejanías impresionantes. Y ahí lo supe. El maldito me tendió una maldita trampa. No está llevándome a ninguna guarida ni a ver a Catalina. 
¡Esta llevándome a donde él quiere!

El recorrido duró una media hora masomenos. 

Y llegamos a una cabaña. Ethan entró y yo aguardé afuera hasta que regresó en su forma humana. Yo le tendí su ropa casi revoleándosela. 


—¿Y ahora? —pregunté de brazos cruzados. 

—Quiero que hablemos —murmuró acercándose a mi, corriendo un mechón de cabello detrás de mi oreja —. Que seamos solo nosotros dos ahora mismo. Por favor. 

—Ethan, yo—

—Shh —me silenció apoyando sus enormes manos en mi rostro y entonces, me besó.


Sentí, después de tantos años, el calor que desprendían sus ardientes besos. Se sintió un viaje al pasado, pero pronto, recordé una vez más su ausencia y corté con su candente beso lujurioso. 


—Quiero que me des una oportunidad, —él intentaba buscar mis ojos pero no me atrevía a verle. No aún —por favor. Solo una oportunidad te pido a cambio de quedarme para siempre a tu lado y no irme jamás. Ni aunque Luca volviera a aparecer. Necesito corregir mi ausencia, conocer a nuestro hijo asi como tú, necesitas conocer a nuestra nena.

—E—es... complicado —mis palabras salieron en un hilo de voz y maldecí mi debilidad.


Él nuevamente volvió a tomarme desprevenida y aprovechó para besarme. Primero, simplemente apoyó sus labios contra los mios y al ver que no hice el mínimo movimiento de correrme —ni moverme— , tomó la iniciativa para darme un beso más... fogoso. 

Sus manos comenzaron a acariciar mis brazos dando círculos relajantes. Esto se estaba sintiendo mejor de lo que alguna vez soñé en mis deseos de estar una vez más con este hombre. Noches enteras imaginaba sus manos recorrer cada parte de mi cuerpo antes de hacerme el amor, pero ningún sueño puede compararse con la realidad que estoy experimentando. 

Sabe cómo tocarme y dónde. 

Acaricia la línea de mi espalda haciéndome arquear y aprovecha eso para besarme en el cuello. Mientras una de sus manos me sujetaba de la espalda para que no perdiera el equilibrio, la otra estaba masajeando el recoveco libre entre medio de mis pechos y suspiré con fuerzas.


—Oh, —gruñe peligrosamente cerca de mi boca —vuelve a hacer ese sonido. 

—Llévame a la cabaña, por favor —supliqué deseosa —, no me tortures.


Me tomó de la mano con dulzura y me llevó hasta adentrarnos a la cabaña. No estaba abandonada, pues no estaba sucia ni tampoco había muchos muebles, mas que una cama bastante amplia con sabanas con aroma a moho, una mesa con un mantel estilo navideño y una estantería con cuatro o cinco libros empolvados. 

Entonces, su dulzura se acortó cuando sin previo aviso, me estampó contra la pared arrebatándome un pequeño gemido de asombro. Sin contener su piedad, bruscamente besa mi cuello, deja algunos chupetones marcados —estoy segura— y también se abre paso a unas pequeñas mordidas. Yo me limito a arañar su espalda desnuda y escuchar detenidamente cómo gruñía cuando lo hacía.

Recuerdo que le encantaba cuando lo arañaba en la cama.

Ahora besó con deseo mis pechos y murmuró: —Han aumentado de tamaño. Me gustan. 

—No digas... esas cosas tan vergonzosas —musité con mis ojos cerrados.

—Quiero darle a tu cuerpo el placer que se merece —me dijo mientras mordisqueó una de mis orejas —, ¿me vas a permitir ese privilegio?

Solo asentí tímida. 

Cuando me presiona con su cuerpo pude sentir algo... ¿erecto?

Hay cosas que nunca cambian. 

Me alza a upa mientras continuamos besándonos hasta apoyarme delicadamente sobre la cama y subirse encima mío. Inmediatamente, me di cuenta que estaba desnuda y como dije; hay cosas que nunca cambian. Me abre de piernas y comienza a lamer debajo a lo que, es una sensación mucho más placentera de lo que recordaba, me retuerzo como un insecto bajo las garras de una feroz araña. 


  —Ah... Ethan, Dios —me limitaba a gemir sin temor alguno, y terminé viniéndome antes de lo previsto. Mi cuerpo se estalló en una gran oleada de placer que bombeó con fuerzas cada parte de mi ser. Me quedé sin aire. —E—Ethan... 


Estaba intentando regular mi aire cuando sentí cómo el miembro de Ethan acariciaba mi entrada. Seguramente esperaba una respuesta certera de mi parte y cuando asentí, se acomodó y de una estocada se profundizó en mi interior.


—¡Oh, Ethan! —grité y trague saliva casi quedándome seca, mi espalda se arqueó y... ¿es idea mía o su miembro está mucho más grande? 


No me di cuenta hasta que Ethan, limpió una lágrima que se me escapaba por mi mejilla.


—¿Estás bien? —me preguntó besando mi sudorosa frente.

—S—sí es que, se sintió como...

—¿Cómo la primera vez? —se adelantó a cuestionar.

—Sí —afirmé y por instinto, lo besé al mismo tiempo que mis caderas, rogaban movimientos de su parte. 


Así lo hizo.

Se movió de una forma brusca, pero no me costó acostumbrarme. 

Sus movimientos hacían que la cama rechinara y cada vez, lo hacía más rápido tanto que mi temor era romper esta vieja cama de madera añeja. Elevó mis piernas hasta colocarlas sobre sus hombros y fue ahí donde más sentí su miembro entrando y saliendo en mi interior. Aquellos ruidos de nuestras pieles chocando y mis gemidos sin contención alguno hacían que él disfrutara de aquello.

Hasta que se vino. Fuera, por cierto.

Ambos, jadeando, nos acostamos en la cama desplomados.


—¿Viste? —habló entrecortado —Aprendí a no dejar mi semen dentro tuyo.

—Pervertido —regañé disimulando mi sonrisa y él, me toma del rostro para que lo mirara. 

—No he hecho el amor en veinte años porque esperaba poseer tu delicado cuerpo una vez más.

—Y yo esperaba de ti, Ethan —pronuncié, y no sé si sonó defraudada o triste o contenta.

—Y aquí estoy, mi amor —me besa —. No pienso dejarte sola. 






¡Buenas! ¿Cómo están?

ESTE ES EL CAPÍTULO FINAL. ¿Les ha gustado? Me encantaría que me lo hagan saber con un voto y un comentario expresando el casi haber llegado hasta el final... Sí, CASI, porque aun falta el EPILOGO y los AGRADECIMIENTOS + EXTRA (NUEVA HISTORIA) 🥳


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top