100


Capítulo 100

"El rescate: Catalina mano a mano con la muerte"




Catalina, limpiando su katana estando muy atenta a sus alrededores, iba caminando junto a sus nuevos dos compañeros de ruta; Gabriel Miller y Hellen Schneider transformados en su forma animal. Juntos, siendo cautelosos, encaminaban a la parte trasera de la enorme fábrica mas ahora modificada por Luca transformándola en un laboratorio, y con suerte, pensaban encontrarse con Valerie y Adrián.

El paso era tranquilo, no divisaban peligro alguno.

Casi llegando, presintieron el andar de varios hombres; escuchaban detenidamente sus murmullos bajo la enorme tormenta que se presentó. Catalina desprendió su katana, Hellen gruñó rodeándola a aquella mujer y Gabriel se interpuso entre ambas indicándoles que se mantuvieran alerta y aceleren el paso, esos hombres no tardarían en llegar. 


—¡Bingo! —festeja Catalina encontrando una entrada subterránea con un candado, el cual no fue difícil quitarlo. —¡Mi padre tenía razón respecto a esta entrada!


Gabriel se detuvo detrás de Catalina cuando una flecha acechó en lastimarla. 

Hellen refunfuñó en su lugar y Gabriel escupe de su boca aquella flecha que pudo atrapar lanzada desde las profundidades del bosque. Catalina, desenvainando su katana, intenta divisar de dónde provino ese preciso ataque inteligente pero fue imposible deducirlo.


—¡Entren rapido! —ordenó Catalina ya viendo cómo siete hombres se acercaban alumbrando con sus linternas —. Son siete humanos con armas, podré con ellos. Intenten encontrar a mi hermano, a Ellie y una niña más llamada Ariana. 


Hellen asiente y se adentra sin pensarlo hacia aquella entrada subterránea. 

Gabriel dudó.


—¡¿Qué esperas?! —se exaspera la mujer —¡Entra de una vez! 


Gabriel entró acompañando a su pareja y Catalina cerró la puerta para quedarse afuera, impidiendo que aquellos hombres se entrometieran en la búsqueda de su hermano y compañía, y así también no alerten a más personas. 
La muchacha da una media sonrisa y guarda su katana. No era necesario para la ocasión. Antes de que uno de los guardias, quien llevaba la delantera, pudiera quitar su arma a fuego de la cintura, Catalina ya estaba delante de él dándole un puñetazo. Con una gran destreza y facilidad, comenzó a golpearlos dejando a la mayoría inconscientes. Sólo a uno mató. 

Antes de que pudiera resoplar, una flecha fue incrustada en su pierna.


Gimió ante el dolor y cae al suelo. —¿Qué... carajos?


Con profundo ardor, parte la flecha para poder quitársela de su pierna pero eso provocó que de una forma dolorosa e hiriente, se desangrara. Ella no comprendía quien tuviera esa gran habilidad para utilizar con maestría el arco y flecha y ser preciso en sus ataques. Sólo una persona con ojos específicos pudieran acertar a la lejanía. 

"A menos que..." pensó.


—Catalina Griffin —enuncia su llegada un hombre de alta estatura y piel morena —, he oído poco de ti pero para mí es un placer conocerla.

—¡¿Quién demonios eres?! —escupe sus palabras intentando levantarse pero en el intento, se tambalea —. No eres humano, ¿cierto?

—Mi nombre es Henry Fallengg. Seguro me habrás visto en el cartel de los desaparecidos —informó con una mínima sonrisa, reluciendo aquellos ojos esmeralda. 

—¡Ja! —ríe desenvolviendo su katana —¿Un humano convertido en Betha? Eres otro de los experimentos mas de Luca señor sin apellido ni historia. 

—Soy mucho más que eso, Catalina —se acerca mas a ella pero esta retrocede —. Tengo habilidades sorprendentes. Puedo escuchar el zumbido de una mosca a distancias, como las ratas chillan asustadas por el suelo e incluso siento los movimientos de las lombrices sacudirse por la tierra. Y también, puedo sentir como tu cuerpo se debilita a falta de sangre.

—Por favor, no seas modesto, puedo matarte en un abrir y cerrar de ojos —lo apunta con su katana firmemente. 

—¿Segura? —indicó al mismo instante que se posó frente a ella, y cuando intentó rebanarlo, Henry ya había esquivado con rapidez su arma posándose detrás —. Pienso que no deberías subestimarme. 


Catalina intentó de distintas formas cortarle, aunque sea esmerarse en sus ataques para provocarle una mínima cortadura pero ni de eso fue capaz. Ella, en cada movimiento perdía bastante sangre y sus movimientos se veían reducidos, el ardor de la pierna herida era una combinación del reciente asalto sumado a la mordida del previo enfrentamiento.

Henry, se limitó a mirarla y en ningún momento la atacó.

Sin embargo, su aburrimiento llegó al colapso.

Sin previo aviso, se adelanta sin temor para tomar la katana de Catalina, y por muy afilada que esta se encontraba, sólo provocó una leve cortadura en su mano y con su otra mano, le dio un golpe de puño cerrado en la boca del estómago para quitarle completamente el aire.


—Eres muy buena trabando el estómago —asimiló con una sonrisa —, a cualquier otra persona ese golpe lo hubiera desarmado. 

Catalina tose sangre y una línea de ese espeso líquido rojizo aparecía en la comisura de sus labios —¿Quién crees que soy? ¿Una simple humana? Soy una Griffin, y lamentablemente, descendiente de Luca.

—Hasta que eso se termine —la toma a Catalina del cuello, levantándola del suelo —, porque ustedes se revelaron contra su amo.

—Luca quiere generar una guerra para destruir todo a su paso, por años generó enfrentamientos provocando muertes y nos creó con la finalidad de ser una raza destructora —manifestó tomando la mano de Henry —, ¡Tienes que darte cuenta que toda su mentalidad está enferma!

—¡Ustedes le fallaron! —exclamó presionando el cuello de Catalina —¡Ustedes ya no le sirven y se deshará de todos los Alphas de ojos celestes!


Henry sacó una flecha de su espalda y sin misericordia, se la introduce en el lateral de la muchacha. Catalina, sofocada ante la falta de oxígeno y sintiéndose ahogada ante la cantidad de lluvia que empapaba su cara, juntó todas sus fuerzas para darle una patada a Henry en los genitales, con la finalidad de que afloje el agarre e incrusta sus dos dedos pulgares en los ojos del hombre presionándolos con furia.  

Él la suelta. 


—¡AAAAAAAAH! —grita desesperado tomándose de los ojos —¡Maldita perra! 


Ella intenta huir pero él la toma del pie con una mano y la lanza contra un árbol, rompiendo dos costillas de la muchacha. Catalina queda totalmente expuesta y debilitada ya que no sólo era su pierna la que se desangraba sino, uno de los costados de su estómago perdía demasiada sangre. Henry, sintiéndose desagradado por la joven, toma su arco, coloca una flecha y apunta a su cabeza. 


 —Fue un gusto conocerte, Catalina Griffin —separa sus brazos para soltar la flecha —. Jamás podría fallar a esta distancia. 

—¡Y yo tampoco! —anuncia una voz femenina y le lanza una daga en el cuello a Henry. 


Henry cae al suelo. Su cuerpo, al pasar unos segundos, yacía muerto.

Catalina no supo qué pasó luego de ver a su agresor desvanecido, sólo se permitió cerrar sus ojos y no pasaron unos minutos cuando alguien le cacheteaba el rostro. Al abrir sus ojos, se maravillo al ver una mujer de sedosa piel pálida, su mano, a pesar de la lluvia, estaba cálida tocando parte de su mejilla y sus caricias le eran familiares. 

Lo único que brillaba ante tanta oscuridad eran esos celestes ojos.


—M—mamá —susurró Catalina —. ¿L—Leannie? 

—¿Cómo supiste...? —se preguntaba Leannie que luego de observar sus ojos, se detenía a mirar la gravedad de sus heridas —¡Te voy a curar! 

—¿M—ma...? —musitó la muchacha para terminar de desmayarse. 

—¡Te vas a recomponer! —Leannie abraza a su hija intentando no llorar al descubrir que había dado a luz un segundo bebé —Te vas a recomponer.


En los túneles subterráneos, con Gabriel Miller y Hellen



Gabriel y Hellen tomaron la decisión de caminar en su forma "humana" para poder ser mas sigilosos en su andadura por pasos misteriosos. El piso donde caminaban era material hasta que se encontraron con un avistamiento subterráneo y fue ahí donde todo era tierra; un túnel de tierra cavado por lobos. 


—¿Estamos bien, no? —preguntó Gabriel mirando por el rabillo del ojo a Hellen. 

—Sí —asiente y se detiene para tomarle la mano —, perdón mi actitud. Es que... he vivido toda mi vida pensando en quiénes eran los buenos y quiénes los malos. Creí tanto en lo que mis abuelos postizos me decían que creé una imagen de ustedes basada en historias y leyendas y no en lo que yo misma descubría. 

—Ven —la toma rodeándola con sus brazos y la abraza —, te voy a dar todo el tiempo para que, a mi lado, crees tus propias historias de quienes somos en realidad. 

—Gracias —ambos se miran y se besan.


Tomándose el tiempo que estaban solos, comenzaron a besarse y acariciarse sus cuerpos desnudos. 


Hellen lo detiene. —C—creo que deberíamos continuar. 

—Sí, tienes razón —aseveró Gabriel limpiando sus labios. —¡Vamos! 







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