Capítulo 8.- Deseos insaciables.
Era la hora en donde la luna se posicionaba sobre la Ciudadela, las sirenas de las patrullas iluminaron la residencia echa destrozos con docenas de balas dispersas en la acera.
Se trataba de la mansión Wescott, tras los disparos y una alerta enviada por uno de los moribundos guardias de la mansión ante el ataque de aquella criatura, las autoridades arribaron minutos después cuando nadie respiraba en el sitio.
Entre los oficiales resaltaba uno, de mirada despreocupada y con una lata de energizante se acerca a ver la escena del crimen.
Era una masacre, una inmensa cantidad de cuerpos desmembrados junto a charcos de sangre seca ya habían cubierto de carmesí el pasto del patio delantero y trasero, el hijo de la familia no estaba junto a varias de sus pertenencias.
— Capitán, hay algo que quiero que vea — exclamó uno de los hombres señalando al interior de la residencia — Es mejor que las noticias no llegue al publico.
— ¿Quién haría algo así? — terminando su bebida aprecia el grotesco panorama.
— No parece que hallan disparado desde afuera, hay zarpazos en las paredes y techo además de salpicaduras de sangre en la sala — señalando la puertas rota muestra las inmensas marcas de garras.
— Necesito que venga los demás, coloca a todos en el caso — a unos momentos de que el noticiero arribará a la zona, un par de camionetas negra arribaron junto al E.C.P. entre los cuales estaba Nicholas y Casandra la cual seguía inconsciente.
— Caballeros, debo informarles que se trata de un asunto de la compañía Wescorp, pido disculpas y que sus hombres se retiren, capitán — una figura delgada arribó, llevaba una bata en su hombre y parecía tener serios rastro de insomnio en él pues las ojeras eran evidentes.
— Isaac, ¿Qué haces aquí? — exclamó el hombre a cargo del grupo policial.
— Hola, solo hubo un escape de las instalaciones, por favor, saca a tus hombres — con una sonrisa amale este se acerca para extenderle una faja de dinero.
— No, no pienso aceptarlo de nuevo, los demás empezaron a investigarme tras lo que ocurrió en el edificio Wescorp meses atrás — el rostro de capitán se mostraba indignado mostrando una mueca descortés hacia Isaac quien a su lado tenía aquella chica que se encontraba encerrada en las instalaciones.
— No quiero hacer esto pero no me dejas otra opción — chasqueando los dedos ante la chica esta reacciona dirigiendo la mirada al capitán — Reconstruye .
El tono y las palabras que brotaron de la boca de Isaac causaron un efecto en especifico en la chica, la cual reaccionó tomando del mentón al hombre para darle un beso; pasaron unos segundos, algo había ocurrido en él, su mente estaba vacía y reprogramada, con una voz mecánica dice:
— Vale, ¡muchachos, nos vamos! — confundidos, los policías obedecen retirando las patrullas para después desalojar a los reporteros de la zona dejando solo al E.C.P. junto a Isaac y la misteriosa joven que le acompañaba.
Una llamada entrante asesinó el silencio del lugar, se trataba del señor Wescott.
— Señor, ¿qué necesita? — caminando hacia el interior de la residencia la explora desde la sala — Gabriel no se encuentra, parece haberse escapado a las zonas bajas, mandaré al E.C.P. por él.
— Gabriel es lo de menos, el parasito no dejará que muera ni escape de la ciudad — sin escucharse la más mínima preocupación en la voz de Albert Wescott este da su nueva orden — Necesito que recuperen a los demás parásitos robados, no deben estar fuera de la ciudad sino el desintegrador se activaría.
Suspirando, el científico responde con un ¨esta bien¨ mientras entra a una de las habitación donde yacía el cuerpo de la bestia entrando en descomposición, junto al hombre se encontraba cual huésped en cuerpo ajeno la chica, esta no parecía perturbarse o muchos menos moverse lejos de Isaac.
— Usa los medios necesarios, solo quiero a los demás parásitos devuelta para poder completar el proceso, los clones no parecen durar más de 5 meses — percibiendo un olor a muerte en la recamara el hombre cubre su nariz mientras contesta a su jefe.
— Si señor, me encargaré junto al E.C.P. —
— Bien, te dejo el encargo, pronto se llevará a cabo la venta nocturna y quiero otro espécimen además de la señorita Jennifer, por cierto, ¿cómo se encuentra nuestra nueva residente? — refiriéndose a Jenifer, Isaac sale de la mansión para observar un monitor en su antebrazo que daba la visión de la celda de la chica.
— Su salud es decente y parece que podremos programarla apenas logremos extraer el parasito de su cuerpo, no a querido decirnos de donde lo consiguió —
— Excelente, te dejo a cargo la captura y no olvides traerme a todos vivos — la autoritaria voz de Albert recayó en Isaac quien respondió obediente para después terminar la llamada.
Dejando salir un bocanada de aire, el hombre da instrucciones de limpiar toda la zona al E.C.P. este observa a la chica en la camioneta del escuadrón preguntando su procedencia. Uno de los soldados contestó:
— Daño colateral, el cabo Nicholas olvidó eliminar a los testigos de la captura —
— Déjenla en su locación y sin levantar sospechas, no quiero más cadáveres por esta noche y no olviden sacar las muestras al cadáver del sujeto en la habitación — dirigiendo al grupo de hombres, se acerca al capitán Alexis quien fumaba con calma en una esquina del lugar.
—Capitán Martínez, quiero que para la próxima sus hombres no cometan otro error como esos — una tensión violenta había entre ellos pues este lanzó el cigarro al suelo para dirigir una palabras al hombre elegante.
— El señor Wescott nos contrató, usted no, así que mejor module su voz, solo fue un accidente, todos los cometemos — retirándose para ¨limpiar¨ la zona junto a los demás choca el hombro de Isaac sin mirar atrás.
Los hombres continuaron sus acciones mientras las cosas iban diferente para nuestro querido muchacho de aplacada mirada.
Dando saltos de edificio a edificio como si de otra corriente de aire se tratara, el joven Gabriel miraba la luna formar una corona, nombrándola como la reina de la noche que con su suave toque iluminaba el rostro del joven, tomando sus precauciones decide llevar una bufanda alrededor del cuello evitando dejar ver su marca de portador.
El helado viento asemejaba a un termostato desplazándose por todo su cuerpo y en las uniones de sus extremidades, sentado en el techo cierra por un momento los ojos reflejándose en su mirada una extraña preocupación.
— Tú, Wescott, tú me asesinaste — era esa voz nuevamente, pensó haberla dejado atrás pero parece que no siempre se escapa tan fácil esos problemas, como si de una sombra que acechaba a sus espaldas esperando cuando atacar.
Intentando controlar sus respirar desciende a las calles, caminando entre los barrios bajos de la zona nota con un paisaje muy diferente al que habitualmente se encontraba en su distrito.
<< Tranquilo muchacho, tan solo es otro ataque de pánico >> evitando ser reconocido por la multitud, Gabriel cubre su rostro con la bufanda hasta la altura de las orejas dejando solo ver sus ojos.
El paisaje era cálido, los suelos de concreto en vez de materiales alternos, los tonos rojizos a naranja de las calderas que mantienen la temperatura templada en estas zonas, las puestos de comercio y pequeñas tiendas abarrotaban las calles de la noche; la venta era constante como la gente, pasaban cientos en un par de segundos, acumulándose para conseguir las mejores ofertas nocturnas.
Si te mantenías un segundo quieto podía escuchar tanto idiomas y voces distintas, el aspecto de cada persona dejaba ver un rasgo de su origen desde los inmigrantes del norte con sus ropas de tonos arenosos hasta la gente del sur con su característico olor a mar y fruta fresca.
— Yul, todo esto es tan... hermoso — sonriendo sigue la señal que le marcaba la dirección a la zona departamental del Mónica, alejada de esos matices de colores cálidos, donde ella habitaba dejaba ver las calles inmensamente poblada de alimañas como ratas de inmenso tamaño y gente de aspecto deplorable.
— Espero encontremos a Mónica adentro — ingresando a la residencia casi despoblada, sube las sucias y poco iluminadas escaleras donde la poca luz provenía de los letreros de neón que daban a la calle.
Al fin, departamento K- 17, tomando unos segundos con los nudillos por tocar la puerta lo piensa para respirar y con algo de coraje en su interior decide hacerlo.
La puerta con lentitud se abrió dejando ver a una desarreglada Mónica, parecía haber estado durmiendo todo ese tiempo sus ojos estaban casi cerrados y llevaba tan solo su ropa interior junto a una blusa delgada.
— ¿Mónica? — la chica tomó unos instantes para reconocer al rostro frente suyo y decir:
— Gabriel... — el rubor en las mejillas era el punto central pues esta no parecía notarlo, pasados otros par de segundos observa su vestimenta, con un grito cierra abruptamente la puerta.
— ¡Espera un momento! — destrozos se escuchaban en el interior, pasados unos segundos la chica pareció nuevamente frente suyo, ahora si, vistiendo una pijama — ¡¿Qué haces aquí?!
La chica toma del brazo a Gabriel haciéndolo pasar, el interior era un desastre, variadas prendas de ropa en toda la habitación junto a algunos muebles nuevos, muy diferentes a los que se había distinguido de su anteriores visitas.
— Disculpa el desorden, estuve ausente buscando un informante estos días, ¿gustas? —extendiendo una taza de café al joven, este deniega con la cabeza, ambos sentados en el sillón se mantienen en silencio hasta que la voz de Mónica rompe el hielo.
— ¿Qué te trajo aquí? — mirando la mochila del chico deja ver un expresión curiosa.
— Pensé que... ¿podría aceptarme que me quede en tu casa por algunos días mientras encuentro una nueva ? — Gabriel parecía algo avergonzado, siendo recibido por una carcajada de la joven quien sigue hasta quedarse casi sin aire.
— No me digas, ¿quieres escapar de tu vida ¨acomodada¨? ¿quieres independizarte? — continuando su burla la joven simplemente se retira a la cocina por otra taza de café — No duraría una semana en las calles sin pedir limosna.
— ¿Entonces es un ¨no¨? — confundido el chico solo continua notando la sonrisa de la chica quien toma una cobijas y las lanza contra él sonriendo con ánimos.
— Me despierto a las nueve de la mañana, antes de esa hora no me molestes, si buscas trabajo te recomiendo cambiar algo tu aspecto o te reconocerán viniendo a recuperarte — exclamo la joven tomando los objetos distribuidos y dejando la residencia más decente al invitado — Aunque no creo que le importe mucho ahora a tu padre.
— No quiero molestarte, solo, siento que no hay felicidad donde vivía y mi única compañía esta en terapia — una mirada de perpetua tristeza de dibujaba en le rostro del joven quien se recuesta en un cojín que Mónica colocó para él.
Sentándose a su lado, la chica se acerca con una aparente mirada difícil.
— Gabriel, yo... — la mano de la joven comenzó a temblar al intentar tocar el rostro del chico — Tal vez no es la vida que quieres pero, no vale la pena llorar por ello.
— Entiendo... — suspirando ambos de colocan para dormir en sus respectivas localizaciones.
Un silencio gélido no dejo a ninguno sin un "Buenas noches", la chica de expresión confiada poco a poco volvía a dejar ver esa mirada descontrolada la notar que Gabriel se durmió en unos minutos.
— Gabriel... — mirando al chico dormir ella muerde su labio, esa incontrolable sensación catalizada por la luna llena hizo a Monica dejarse llevar por la situación comenzando con un silencioso escenario erótico entre sus pensamientos.
Pasados un par de minutos y sin crear ningún ruido ella rápidamente se retira al baño, su pijama estaba totalmente cubierta de sudor y de un viscoso fluido transparente, mirando su rostro en el espejo entra en razón murmurando con simple desprecio el sucio acto que perpetuo sobre si misma.
— Soy un asco — lavando sus manos se retira de vuelta a su cama.
El sueño cayó sobre ambos, Mónica entrando nuevamente a ese mundo donde el miedo ya no es un problema.
Débiles memorias comenzaron a manifestarse en su subconsciente, era nuevamente aquel escenario, sus ojos miraban los dos ataúdes con flores decorando.
Nadie tomó su mano en esos momentos, no tenía ninguna hombro en que apoyarse, tan solo era una niña de unos 12 años.
Una calidez se apegó a su cuerpo, era el suave y reconfortante ser de Gabriel quien intentando gesticular una sonrisa la abrazó extendiendo un flor del mismo ataúd.
— Vamos, sigamos adelante —
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Hola amigos, hoy me atreví a algo nuevo, os que entendieron lo de Mónica, son unos genios; por cierto, espero dejen sus votos y amables comentarios uwu.
Perdón si me desconecte, estuve ocupado con las clases.
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