1- "El Alfa guardian"
Solo podía correr, no sabía a dónde iba, sólo las palabras de mi madre retumbaban en mi cabeza.
—¡Corre Gulf! Solo escuchaba otra vez.
—¡Corre y no mires atrás, hijo!
—¡No importa lo que escuches solo corre!
Me puse a correr con todas mis fuerzas y los gritos de dolor hacían eco en el bosque, después de unos minutos se dejaron de oír, no me pude detener y volver para verificar si ella estaba viva o estaba muerta.
Solo podía escuchar Aullidos y mi corazón se acelera más. ¡Malditos lobos! ¡Ahora vienen tras de mí!
Las ramas al quebrarse bajo mis pies eran lo único que ahora podía oír, seguía corriendo sin un rumbo fijo, solo quería huir del bosque, quería que todo fuera una pesadilla. Quería despertarme de este sueño.
¡Que alguien por favor escuché mis gritos y me despierte! ¡No quiero seguir más aquí! ¡Es un sueño horrible! ¡Es espantoso!
Siento que tropiezo y caigo colina abajo, empiezo a golpear mi cuerpo, este arde demasiado, pero aun así como pude me levanté para seguir corriendo con las pocas fuerzas que ya me quedaban y mi respiración a punto de cortarse.
Observó un río y me tiré en él, solo me dejé llevar por la corriente de este.
Ya no me importaba si vivía o no.
El único ser que me quedaba ya estaba muerta y sé que yo fui el culpable.
Si no le hubiera pedido ir a acampar al bosque, esto no hubiera sucedido. ¡Soy un maldito estúpido!
El ruido de la corriente me avisa que voy a caer al fondo de un acantilado, espero golpearme la cabeza en una roca y morir rápido e ir a pedir perdón a mi madre dónde quiera que esté ahora.
Cierro los ojos listo para caer al fondo, pidiéndole perdón también a mi padre por no haber protegido a mi madre cuando me lo pidió. Su recuerdo en el hospital vuelve a mí otra vez.
—Cuida de tu madre, yo me tengo que ir, ahora eres el hombre de la casa, hijo mío.
¡Ja! Qué buen trabajo hice, también tendré que pedir perdón a él por no cumplir mi promesa.
—¡Aahh…!
Un último grito pegó al cielo, quitando mi pena y dolor, listo para morir.
Un fuerte aullido escuchó a mi lado, volteó a mirar y observo un gran Lobo negro corriendo en medio de las rocas, solo sonrió porque llegó tarde, la muerte del río es más digna que morir en su enorme hocico.
Le levanto el dedo del medio como señal de burla y ya mi cuerpo dejo de reaccionar, al último dolor de mi mano que siento que es mordida antes de caer y todo ya es negro.
—¡Traiga aquí a ese humano! —grita uno de los otros lobos que llegan al lugar.
—¿No ves que eso hago? —responde el lobo negro cambiando su forma y levantar a Gulf para llevarlo a la orilla.
—¿Está vivo Mew? —pregunta otro de los lobos.
—Sí, solo está desmayado, pero vivo —responde Mew mirando su muñeca—. Lo presioné mucho y lo dañé. Debo vendar su herida y curar las otras que tiene.
—Entonces vamos, está muy herido este chico.
—Humanos torpes, se les advierte no ingresar a estos territorios y lo hacen de igual forma —regaña otro de los lobos.
Una brisa en mi rostro y un pequeño ardor en mi cuerpo me hace abrir levemente los ojos y ver qué estoy sobre el lomo de un lobo, y a su lado hay varios más que corren.
No tengo fuerzas para protestar o gritar, solo quiero dormir, mi muñeca derecha se ve más dañada, muevo levemente mis dedos para ver si no perdí sus movilidades y logró moverlos, pero al hacerlo duele tanto.
Puedo sentir como de a poco se van deteniendo todos y quien me cargaba ya no parecía ser un lobo, ahora parecía ser humano. Me aferré a él, todo es tan confuso.
Al pestañear ya no había lobos a mi lado, ahora todos parecían ser solo humanos. Una gran fogata alcanzó a divisar y siento mi cuerpo ser llevado hasta lo que parecía ser una casa.
—Auch… —Me quejo cuando me colocan suavemente sobre una cama, arde mi cuerpo.
—Shhh… Tranquilo, no te muevas, no te haré daño —me hace saber aquel extraño quien empezó a buscar quién sabe qué cosa.
—¿D-onde estoy?
Pregunto, necesito saber dónde estoy, necesito aunque sea orientarme un poco, realmente me siento tan mal que no sé ya ni como me llamó.
—Tú y tu madre fueron imprudentes, no debieron entrar a estos territorios, soy Mew el Alfa guardian.
—¿Alfa guardian?
Suena como el título de uno de esos típicos libros que mi madre me leía, esos libros de fantasía que hablaba sobre manadas de lobos que en verdad eran cambiaformas y eran humanos.
Me los leía cuando me apoyaba en sus piernas a descansar después de un largo día agitado en la universidad y ella me acariciaba mi cabello para relajarme con su lectura.
¿Será posible que este chico sea uno de esos cambiaformas? ¿Este chico es un lobo? No lo creo, es muy normal, es tan humano como yo. ¿Verdad?
Toma mi mano y empieza a limpiarla, la verdad que duele, pero este dolor no es tan grande como el dolor de perder a mi madre. Empiezo a llorar y él solo me mira y se detiene.
—Lo siento si te duele, pero tengo que curarte, solo aguanta un poco más.
—No lloro por este dolor, casi ni lo siento, es solo el dolor de perder a mi madre. Yo fui quien le dijo que viniéramos a acampar por aquí.
—Tranquilo que tu madre está bien. Gracias a Dios logramos llegar a tiempo y salvarla de los Betas del Norte. Solo tiene su tobillo derecho torcido.
—¿¡De verdad?! ¿¡Dónde está?! ¡Es mentira! ¡Yo la escuché gritar cuando ella me dijo que corriera!
—Te curaré y te llevaré con ella. No gritó más porque se desmayó, pero antes de hacerlo nos dijo que tenía un hijo y por eso te buscamos y te encontramos.
—¡Déjame verla, te lo suplico!
—Primero déjame curarte y te llevo, esas son las reglas del juego.
No dije nada, pero mi corazón estaba como una abeja, no latía, este zumbaba ansioso por saber si lo que decía Mew era real.
Miraba el techo y mordía mi labio inferior aguantando el dolor de las curaciones. Jamás en mi vida había sentido tanto dolor, pero claramente el dolor me hace saber que estoy vivo, vivo, pero muriendo por la incertidumbre si realmente está viva mi madre.
—¡Listo! Fuiste muy obediente y tu recompensa será ver a tu madre. Seguro también está ansiosa por saber que estás vivo.
Mire como Mew dejo todo de lado y lavó sus manos, me miró y sonrió.
Se acercó a mí y me ayudó a ponerme de pie y luego a salir de la casa, al salir pude ver pequeños lobos jugando entre ellos y personas que le sonreían a Mew y de vez en cuando le hacían una reverencia.
Avanzamos un poco y llegamos a otra de las casas, escuché una voz que me era muy familiar cantando y como pude me solté de Mew y abrí la puerta.
—¡Mamá! —frente de mí estaba ella y como dijo Mew estaba con una torcedura en su tobillo derecho.
—¡Hijo!
Corrí a abrazarla fuertemente, parecía un niño pequeño de 2 años aferrado a sus brazos, ella me besaba una y otra vez mi frente y mis lágrimas.
—¡Estás viva! ¡Pensé que te perdería!
—Tranquilo hijo, también pensé que estaba perdida, pero estos amables chicos y en especial él me salvó. ¡Muchas gracias! ¡Gracias por traer a mi hijo!
—No es nada, es una alegría que estén reunidos. Ambos fueron irresponsables, cruzaron la advertencia de este bosque.
—Fue mi culpa y pido perdón. Gracias por ayudar a mi madre y a mí.
—Aún me debes una disculpa.
¿Una disculpa? Pienso el porqué debo dársela y nada viene a mi mente, además es la primera vez que lo veo, ¿por qué me debo disculpar?
—En el río cuando ibas a caer me levantas el dedo del medio. Eso fue ofensivo, la reflexioné dos veces antes de salvarte.
—¡Oh! Es que en ese momento pasaron tantas cosas por mi cabeza y creí que era más digna la muerte en caer aún acantilado que morir en el hocico de un lobo. ¡Perdón!
—Entiendo, quizás hubiera opinado lo mismo. Ya les traigo comida y abrigos, por hoy descansen tranquilos, mañana lo siento mucho, pero se deben ir olvidando lo que vieron aquí y olvidando mi manada.
—Descuida Mew, que así será —respondió mi madre y le dio una linda sonrisa.
—Gracias por todo Mew.
Él me da una linda sonrisa y se va dejándome solo con mi madre.
La vuelvo abrazar fuertemente y lloraba como niño pequeño, pidiendo perdón por lo ocurrido y por haberla puesto en situación de riesgo.
Ella solo me abraza y me pide olvidar la situación, la pongo en la cama y yo me acuesto a su lado.
La puerta se oye tocar y Mew entraba con comida y más frazadas qué recibo junto con la comida.
—Cualquier cosa estoy afuera, hoy hago turno cuidando mi manada, aunque estoy seguro de que los Betas del norte después de la advertencia no volverán por estos lugares.
—¿Por qué tanta rivalidad?, ¿cómo es posible que cambien su forma?, ¿cuántos años llevan aquí?, ¿cuántos años tienes?, ¿cómo eres un alfa?
—¡Huy! Muchas preguntas —me manifiesta Mew riendo—. Detente un poco, a ver Hmmm… Las voy a responder de a poco.
Veo como Mew se acomoda en el pequeño living y yo al lado de mi madre quien empezó a comer mientras yo la abrigaba más.
—La rivalidad con los Betas del norte empezó hace 4 años, cuando Fiat, que era Omega, quería este territorio que por ley y herencia me pertenecía. Al ver que no lo obtendría, reclutó lobos, pero solo Betas se fueron con él y atacan a cualquiera que cruce su territorio. Ahora la segunda pregunta, nací siendo un cambiaformas, mi padre era Alfa y mi madre Omega, por ende puedo hacerlo sin problema. Ahora contesto la tercera pregunta, aquí llevamos años, décadas hasta siglos. Cuarta pregunta, tengo 27 años y la última pregunta fue. ¿Cómo eres un alfa? Soy alfa por mi padre, hasta cierta edad somos personas normales, hasta que se presentan nuestros lobos y en mi caso fue un Alfa. (Ojos rojos)
Yo lo escuchaba atento, realmente es poco creíble, pero sabía perfectamente al mirarlo a los ojos que él no mentía en nada.
Los tres conversamos un buen rato hasta que mi madre cayó en sueño y seguí hablando con Mew, me parecía fascinante todo lo que me decía, no podía dejar de escucharlo hasta que también me gano el sueño y me dormí al lado de mi madre.
—Buenas noches, Gulf.
Nuevo día.
Empecé a abrir levemente mis ojos y mi madre ya no estaba, me senté y la busqué con la mirada y nada.
Como pude me levanté y salí, al hacerlo ella estaba riendo con otras personas, un pequeño lobito golpea mi pierna y lo levantó. Lo acarició levemente y este movía su colita feliz.
Lo dejo en el piso y digo: ¡Buenos días! Y todos me responden.
No veía a Mew por ningún lado y solo seguimos hablando entre todos y yo agradecí a cada uno de los que ayudaron a mi madre y a mí.
La tarde llegó y era hora de partir con mi madre y seguía sin ver a Mew, nos estábamos despidiendo cuando lo vi por fin.
—Gracias de verdad.
—No hay de que, no vuelvan a cruzar las advertencias. Yo cruzaré la mía, vuelvan cuando gusten, los estaremos esperando.
Mi madre lo abrazó fuertemente y yo también, le di una última mirada y sonrisa para tomar la mano de mi madre e irnos.
Sin mirar atrás pudimos escuchar los aullidos de lobos diciendo adiós. ¡Perdón! Hasta pronto.
continúa ----→
Palabras 2000
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