PRÓLOGO

NOTA: Debido a un error tonto, me he dejado los capítulos que eran unos pocos de Guardiana en mi chalet. Y debido al Covid no podré ir en un tiempo. Mientras, les traigo este fic corto pero entretenido (o eso espero).


Juvia había cambiado mucho en esos últimos meses debido a que Gray, el mago de hielo por el que estaba colada...tenía pareja. Fue como un golpe en el rostro y duro, resultó muy complicado para ella. Estuvo semanas deprimida pero poco a poco fue volviendo a ser la misma aunque ya no usaba su nombre en las frases como de costumbre.

Gray por su parte lo contó de la forma menos dolorosa posible para todos, sobretodo para Juvia, pero en el amor eso resulta tan duro que las formas, en ocasiones, es lo de menos.

—Hola Juvia—saludó Mira, la albina, limpiaba la barra como de costumbre.

—Hola Mira—se sentó a pedir un poco de zumo de fresa.

Entonces la puerta se abrió de par en  par dejando paso al mago de fuego quien venía todo sucio y con la ropa rasgada de haber luchado contra un gran monstruo.

—¡Natsu!—gritó el maestro haciendo que fuera hasta la barra.

—¡Abuelo!—saludó alegre.

¡PUM!, el gran puño le aplastó.

—¡Has quemado medio pueblo en tu misión!.

—¡Así es!, ¿qué te parece mi poder?—dijo con estrellas en los ojos.

Makarov le hizo sentarse en el suelo como los niños pequeños y le echó una bronca ante la mirada de Mira y Juvia.

—No cambiará nunca—comentó la maga de agua.

—Las cosas buenas nunca cambian.

Mira sonreía ante la escena.

—No es culpa mía, Gray esta con esa chica, Levy y Gajeel de padres, Romeo y Wendy saliendo a citas...Erza con ese joven y Lucy con ese escritor...son aburridos—infló los morros.

La albina miró de reojo a su amiga pensando en que le afectaría, pero en su mirada, solamente estaba el beberse el zumo.

—Todos maduran excepto tú. Deberías pensar en tu futuro.

—Meh.

—¿Qué quieres decir con eso?.

Natsu se puso en pie.

—Mi objetivo es luchar y volverme más fuerte. Seré parte del Consejo Mágico, el número uno—apretó los puños emocionado—¡estoy encendido!.

—¿Deseas ser más fuerte?—para su sorpresa, Juvia se acercó.

—¡Claro que si!.

—Te ayudaré.

—¿Eh?—Mira y Makarov se miraron.

La maga se giró a ambos.

—De niña, mis compañeros me marginaron y mis profesores no hicieron nada. Siempre he sentido cierta atracción por ser maestra de magia. Esta es una buena oportunidad.

—No me termina de convencer.

—Los monstruos dan pelea...pero debes manejar bien la magia.

—Bueno, por probar...

Ante la incrédula mirada de estos, se marcharon a casa de la maga quien tenía una buena vivienda a unos pocos minutos de Fairy Hills. Entre su negocio de galletas y las misiones, había ahorrado lo suficiente y vivía muy bien.

—Date una ducha primero—dijo.

—Si vamos a entrenar...

—Si ya has comido...¿para que quieres comer luego?.

No le quedó otra que ducharse. Juvia le regaló una ropa de entrenamiento que había comprado para Gray con algunos corazones  y la letra J. Iba a quitarlos, pero finalmente decidió dejarlos.

Lo primero era alimentarse bien y Juvia sabía cocinar comida de una forma muy deliciosa y nutritiva. A Natsu le sorprendió gratamente la seriedad que le ponía a la situación. Parecía una esposa experta ya que cuidaba de su casa, limpiaba, ordenaba y tenía todo bajo control.

—Eres una gran ama de casa.

—Solamente soy estricta conmigo misma.

—Deberías ser menos seria y reír más.

—Eso es de niños pequeños...

—La verdadera madurez no es solo actuar como adultos...sino vivir como adultos pero conservando el niño interior y no perder la sonrisa.

Aquellas palabras impresionaron a la joven.

—¿Qué?.

—Pues eso, tienes que reír...así—se estiró de los lados de la boca haciendo una sonrisa.

Juvia se echó a reír. No supo como lo había hecho, pero aquella cara le hizo tanta gracia que se tuvo que llevar las manos al estomago de la risa. Natsu también se reía.

—Ahora comprendo cuando Lucy me decía que Natsu era diferente al resto.

Eso hizo más amena la comida que devoró como era costumbre el mago. Como ese día llovía y no era por culpa de esta, se quedaría a dormir allí en una habitación para invitados. Esa tarde, Juvia le explicó en que consistiría el método de entrenamiento.

—Muy complicado.

—No, no lo es y deja de quejarte.

Aquel día lo tomarían de relax antes de darle duramente al entrenamiento. La escena era de película; Natsu leyendo unos comics infantiles mientras Juvia bebía de su taza de té de vez en cuando mientras ojeaba un libro con música clásica de fondo.

Al principio le resultaba raro porque se había acostumbrado a la soledad pero durante el paso de los minutos, tener a alguien a quien en un momento dado hablar, no era tan malo.

Juvia estaba con algo de frío y como la casa no contaba con calefacción hasta que vinieran a instalarla, Natsu prendió unas piedras mágicas que sustituían a la leña y que duraban mucho tiempo. De esta forma, muchas familias podían calentarse en invierno.

—Gracias por usar tu poder—dijo sintiendo como el calor llenaba la sala.

—No es problema.

—Pensé que me quemarías la casa...je, je.

Natsu no tardo mucho tiempo en dormirse aquella noche. Entre la lucha, la comida, la relajación aquella tarde y una buena cena, durmió como un niño pequeño.

Juvia miraba el fuego tapada de cintura para abajo con una pequeña, fina y suave manta. Tenía entre sus dedos dibujos de Gray que había hecho, de los pocos recuerdos que le quedaban. Y una carta preciosa donde confesaba todos sus sentimientos. Suspiró, se llevó la mano al pecho y sintió que ya no dolía. Pero cuando sostenía esa carta si, el dolor prevalecía.

—Es hora de dejar atrás todo—arrojó todo aquello y se quedó contemplando como eran pasto de las llamas.

La tinta se deshacía en pequeños caminos en el papel abandonando su figura y siendo carbonizado. Y aquellas letras nunca verían la luz de un nuevo día, la única luz, la del fuego que ahora se tornaban cenizas.

Era el adiós definitivo de aquella Juvia enamorada.


Continuara...

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