5-El amor es...efímero

El amor al igual que la felicidad es efímera. Pero este no era el caso de la pareja que disfrutaba de sus días en pareja caminando, comiendo o yendo de acampada a parajes tan hermosos como lejanos. El entrenamiento había sido completado, ya no quedaba nada de aquel Natsu que destrozaba todo, sino un mago más templado y relajado que controlaba a la perfección su poder haciendo que se volviera más fuerte.

—Natsu-sama, es hora—dijo la voz de la chica desde la sala de espera.

—Ya voy—respondió. Estaba cambiándose y recogiendo todo en las maletas.

Había sido unas vacaciones extraordinarias, lo habían pasado de maravilla y estaban tan contentos que lo único que les preocupaba era dejarse algo en los hoteles donde se alojaban.

Uno de esos días de descanso que se tomaban, la joven maga tosió un poco. Últimamente tosía mucho pero aquel día, por primera vez, vieron algo rojo en el pañuelo. Asustados, acudieron de inmediato al hospital más cercano donde le realizaron toda clase de pruebas.

—¿Y bien?—preguntaron.

—Me temo que se encuentra muy enferma. Es fuerte y el cuerpo aguanta...por ahora...

—¿Tan grave es doctor?—Natsu estaba sudando.

Este asintió atemorizando al joven, pero sobretodo a Juvia quien estaba quebrada por dentro. No podía creer que después de todo, su vida fuese a terminar de aquella manera, quería vivir el resto de su vida con él. 

—Hay una forma de curarla—eso cambió todo el panorama.

—¿De verdad?—preguntó este aliviado.

—No obstante, no podrá volver a luchar porque su cuerpo quedará muy agotado.

—Eso no importa, si puedo vivir junto a él—Juvia suspiraba.

—Ni tampoco...tener descendencia—eso les sorprendió.

—¿Por qué?—la maga no daba crédito.

El médico le explicó que después de la operación debería reposar mucho. Y además, el dar a luz haría que no soportase el parto, su cuerpo estaría demasiado delicado incluso con años y años de recuperación.

—Que así sea...—Natsu dijo muy firme aquello.

—Pero...—ella siempre había querido darle hijos.

—Tu vida es mi prioridad. Además, siempre podemos adoptar y darle el amor de unos padres a alguien—dijo con una sonrisa—los lazos de familia no se basan solamente en la sangre, sino mira nuestro gremio.

—Natsu—dijo secándose una lagrima.

Rellenaron los papeles para comenzar con la operación cuanto antes. Juvia sufrió mucho debido a la difícil terapia, pero resistió por ella y su pareja. Natsu no se despegó de ella en ningún momento además de recibir el cariño de los demás compañeros de gremio u otros gremios que les visitaban o enviaban flores.

La maga perdió algo de peso pero se sentía con fuerzas para andar. Aunque muy poco a poco, fue suficiente su fuerza mental y física para hacer algunas tareas. No obstante, tuvieron que encargar a alguien que cuidase de ella mientras Natsu realizaba misiones.

—Tranquila Janish, estoy bien—dijo acomodándose la almohada.

Aquella joven era maravillosa pues se hicieron amigas rápido. Juvia estaba viviendo una recuperación calmada, el médico le dijo que se había curado pero que le quedarían las secuelas ya comentadas. Sin embargo, en su interior aún sentía ese vacío de no poder darle hijos.

Pero Natsu no estaba mal, todo lo contrario, se sentía tan bien porque su pareja había salido curada de todo aquello. Estaba a solas en aquella colina, contemplando Magnolia, calmado y sin nadie a su alrededor salvo el cantar de los  pájaros. Entonces dejó salir un mar de lágrimas.

No había llorado en presencia de la maga, sabía que la operación podía curarla pero estaba tan sumamente preocupado que tuvo que dejarlo salir o reventaría. Una sonrisa en la cual las lagrimas entraban como si fuera su casa se dibujaba en su cara.

—Todo ha ido bien, gracias...gracias...—por primera vez sentía que algo ahí arriba le había escuchado.

Se tumbó y continuó llorando con el brazo cubriendo su rostro. Estaba tan aliviado. Y llorar lo único que hacia era vaciar todo el dolor que había guardado durante meses  y meses de sesiones de recuperación. El verla tan frágil, tan mal...le generó tal dolor y calor en el cuerpo que su magia era fría en comparación con ello.

El viento le removió el pelo mientras suspiraba, una y otra y otra vez. Había regresado pronto de la misión pero quería hacer aquello antes de regresar. Se levantó cuando la luz ya desaparecía en el fondo como una lamina ante sus ojos.

—Juvia, ya estoy en casa—dijo entrando por la puerta.

Tenía el pelo corto, pero seguía igual de hermosa. La besó, la abrazó y luego se sentaron a cenar. Él solamente podía pedir que nunca le faltase aquello, su compañía. Disfrutaron mientras charlaban alegremente. Ella con su sonrisa, hacia que él se perdiera en aquel rostro el cual le había cambiado la vida.

Aquella noche le leyó uno de sus libros favoritos. Natsu leía imitando y recreando las escenas mientras Juvia reía y reía ante la seriedad de este.

Finalmente, se tumbaron juntos en la cama, abrazados y diciéndose cosas el uno al otro hasta quedarse dormidos. Natsu le besó la frente, sintiendo su cálido tacto en los labios.

—Te quiero Juvia...—susurró feliz.

—Y yo...Natsu—dijo entre sueños.

La rodeó con los brazos, nunca iba a soltarla, no mientras tuviera fuerzas.


Por fin he tenido tiempo para actualizar, espero que les haya gustado y sacado una pequeña sonrisa :)

Un saludo.

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