Una cita y algo más


El sol les saludó con sus rayos y Rengoku se levantó con toda la energía, después de quedarse un rato tranquilos y en paz, decidieron darle comienzo a aquel día que prometía ser muy interesante. El pilar de agua ya empezaba a sentirse mucho mejor cuando entró en la habitación de Tsutako para despertarla.

- Buenos días. ¿Dormiste bien? - Preguntó la niña con una sonrisa mientras se frotaba los ojos.

- Sí, ¿y tú?

- Soñé que podíamos convertirnos en animales.

- ¿Ah, sí? - se acercó a ella después de cogerle los lazos y el cepillo.

- Papá era un león, su melena era muy grande, ¡realmente enorme! suave y de colores vivos como su pelo, Senjuro también era un león pero su melena era más pequeña y fina. Tú eras un enorme gato negro que Kiyo, Naho, Sumi y yo vimos en un libro que nos prestó Shinobu nee-san, etto... se llamaba... su nombre era....

Mientras la niña se esforzaba por recordar el nombre del animal, Tomioka le trenzaba el pelo con dedicación, como recordaba haber hecho con su hermana.

"A Tsutako le ha crecido mucho el pelo, casi le llega a las piernas. Me pregunto si debería cortárselo un poco" Pensó admirando el brillo de su pelo cuando una exclamación le sobresaltó.

- ¡Pantera! Ese era su nombre, eras una pantera. - declaró continuando con el sueño - Tyojuro y Ryu eran unos cachorros de león muy bonitos y esponjosos, Tyo tenía el pelaje amarillo con la cola roja y Ryu era negro con una cola que parecía una llama. Haruki y yo éramos cachorros de pantera como tú. Él era rosa, pero en lugar de ser suave, su pelaje era super brillante y liso; yo era exactamente igual que tú, pero mis bigotes eran rosas como mis pestañas.

- ¡No es justo, yo quería ser una pantera como mamá! - Gritó Ryu frustrado.

Ambos morenos se giraron sorprendidos en dirección a la puerta y se encontraron a los niños sentados sobre sus piernas a la entrada de la habitación con Rengoku apoyado en el marco de la puerta y Senjuro tapándose la boca con las manos evitando reírse, los cinco escuchaban atentamente el extraño sueño de Tsutako.

- ¡Yo también tengo el pelo negro! No es justo nee-san. - Refunfuñó Ryu.

- Pero los leones son geniales. - replicó Haruki. - A mí me gustan mucho.

- ¡A mí también me gustan! - exclamó Kyojuro feliz.

- Una pantera rosa o un león serían animales muy bonitos. - comentó Tyojuro cerrando los ojos e imaginándose a los felinos con claridad. - Una pantera con bigotes rosas sería muy llamativa.

- ¿Bigotes rosas? - preguntaron sus hermanos confundidos.

- Eso es lo que dijo Tsutako nee-san, ¿no se acuerdan? - exigió Tyojuro indignado por su falta de atención.

- Sólo tú eres capaz de recordar eso Tyo. - Señaló Haruki.

- Eso es porque yo SÍ presto atención a lo que dice la gente. - Respondió el pequeño.

- Yo nunca recuerdo nada de lo que me dicen. - Comentó Ryu pensativo.

- Por eso siempre te metes en líos. - respondieron todos los presentes al unísono.

Aquella pequeña discusión provocó la sonrisa de Giyuu y las risas de todos los demás. Fueron a preparar el desayuno, Kyojuro y Tomioka hicieron varias bolas de arroz mientras Senjuro preparaba algo de pescado, ambos hermanos charlaban animadamente mientras el de pelo negro escuchaba de buen humor.

Tsutako volvía a hacerle la coleta a Tyojuro porque el chico la había hecho fatal, restando importancia a la cara roja de su hermano pequeño que mostraba lo avergonzado que estaba por no poder arreglarse bien su rubia melena.

Haruki intentaba evitar que Ryu se sacara un ojo con los palillos con los que debían comer, persiguiéndolo mientras su hermano corría imprudentemente por el lugar sacando mucha más ventaja de la usual.

Una vez que todo estuvo listo comenzaron a comer disfrutando cada bocado, en especial Kyojuro junto con Tsutako y Ryu, los tres reunidos eran el mayor peligro para las reservas de comida de la casa.

- ¿Ya tienes una idea de a donde ir, aniue? - preguntó Senjuro, limpiando suavemente con una servilleta los granos de arroz del onigiri que rodeaban la boca de Tsutako.

- Sí, ¡lo tengo todo planeado! - exclamó Kyojuro con una de sus mejillas llena de comida-. - En cuanto dejemos a los niños con Tengen, iremos al pueblo que está cerca de la residencia Rengoku, quiero llevar a Giyuu a ese lugar antes de que anochezca.

- Ya veo. Creo que le gustará mucho - dijo Senjuro cerrando los ojos, feliz de saber donde había planeado su hermano llevar al pilar de agua.

Giyuu y los pequeños entrecerraron los ojos desconfiados sin saber de qué lugar estaban hablando, el pelinegro tenía mucha curiosidad pero prefirió no decir nada.

- Estoy deseando ver a Uzui nii-san, haremos muchas cosas increíbles con él. - Declaró Ryu emocionado mientras miraba la comida de Haruki, quien con un suspiro le ofreció el onigiri que había sobrado.

Tsutako sonrió al verlos, ambos eran muy generosos pero si se trataba de comida, Ryu podía abusar un poco de la amabilidad de su hermano, la pequeña se dio cuenta que su plato aún tenía algo de pescado así que lo tomó con los palillos y se acercó a la boca de Haruki, el cachorro abrió la boca y recibió la comida feliz.

- Quiero que Makio-san me enseñe a usar un kunai, dijo que cuando fuera un poco mayor me enseñaría, ¡y ya soy un poco mayor! - exclamó Tyojuro con entusiasmo.

- Hinatsuru-san me prometió que los dos daríamos un paseo la próxima vez que nos viéramos. - comentó Haruki irradiando felicidad.

- Suma-san y yo practicaremos varios peinados. - Informó Tsutako, dirigiendo una mirada divertida a sus hermanos que inmediatamente fingieron no darse cuenta, aunque los tres sabían que aquella indirecta para un sujeto de pruebas iba dirigida al único de ellos con el pelo largo.

- Es bueno saber que los cuatro lo pasarán bien con Uzui y sus esposas. - Dijo finalmente Kyojuro ayudando a Senjuro a limpiarse.

Los niños se entretuvieron un rato mientras se preparaban para partir, Tsutako y Haruki daban de comer a los peces mientras Ryu y Tyojuro acariciaban el plumaje de Kanzaburo, que estaba feliz con tanta atención de los hijos de su joven dueño.

Rengoku observó durante un rato al cuervo de Giyuu sintiéndose triste al recordar al suyo, le habían asignado un nuevo pájaro pero echaba mucho de menos a su anterior amigo.

Dejó de lado su tristeza para admirar al omega que estaba ocupado amarrando su cabello oscuro en su típica coleta desarreglada. En algo tan sencillo se volvía hermoso de contemplar. 

Solo había algo que podía hacer aquel plan de cita mucho mucho mejor, y Kyojuro esperaba que todo saliera bien, no iba a ser cualquier cosa, al menos no para él. Incluso se estaba preguntando por qué no lo había hecho antes, ¿Había estado dando por sentado que las cosas siempre estarían bien en su pequeña familia?

Desde la última experiencia que estuvo a punto de terminar en tragedia en muchos sentidos, no quería dejarlo pasar más tiempo.

De uno de sus bolsillos sacó un objeto alargado con algunas piedras incrustadas. No pudo evitar suspirar nervioso, ¿Le iba a gustar? ¿Era demasiado para un omega que no deseaba lujos ni excentricidades?

Rengoku suspiró y luego palideció cuando vio a Tyojuro de pie a su lado mirando con total interés lo que había metido en el bolsillo por instinto de sentir a alguien cerca, el alfa abrió la boca para decir algo pero su hijo se limitó a soltar una adorable risita y a colocar el dedo índice sobre la alegre curva de su boca indicando que el secreto estaba a salvo con él.

El niño vislumbró la expresión de agradecimiento de Rengoku antes de volver corriendo al lado de Ryu, que se había unido a sus hermanos observando de cerca a los peces.

El pilar de llamas no tenía miedo, no tenía motivos para dudar que el omega diría que sí, pero la acción en sí le producía una extraña sensación en el estómago y el pecho.

La familia se puso en marcha, después de un largo rato caminando llegaron a la finca del sonido y varias voces familiares les saludaron.

- ¡RENGOKU-SAN! ¡NIÑOS! ¡HOLA! - Gritó Suma con entusiasmo.

Sus gritos hicieron que Makio la silenciara de un golpe mientras Hinatsuru corría a separarlas y Uzui se acercaba a saludarlos.

- ¡Campeón! Veo que sigues tan extravagante como siempre. - aclamó el antiguo pilar del sonido.

- ¡Uzui nii-san! - exclamó Ryu corriendo a su encuentro.

- Así me gusta, ¡energía por encima de todo! Eres un cachorrito único en su especie. - aprobó Uzui, alborotando el pelo del niño con bastante fuerza.

Ryu soltó una risita de satisfacción mientras se aferraba a la pierna del hombre de pelo plateado. Cada pequeño tenía su persona favorita y lo hicieron evidente cuando fueron a abrazarlos, tardaron un par de minutos en despedirse pero Giyuu y Kyojuro ya se alejaban con la mirada fija en ellos.

- No se preocupen chicos, ¡nosotros cuidaremos bien de ellos! - aseguró Makio, cargando a Tyojuro, que se despidió de ellos con un gesto insistente.

- ¡Rengoku no juegues tan duro! ¡Espero que los dos puedan andar cuando regresen! - Gritó descaradamente Uzui, estallando en carcajadas cuando ambos se encogieron de hombros mientras se les ponían los pelos de punta y se giraban para verle acusadoramente más rojos que un tomate.

El antiguo pilar del sonido no era tonto, sabía que los niños aún no lo entendían y se había aprovechado de que sus esposas les distraían al hablar con ellos.

- Giyuu sabes que lo dijo sin pensar. - espetó Rengoku, deteniendo a Tomioka antes de que se diera la vuelta para golpear a Tengen.

- Bueno, con un solo golpe haré que se lo piense dos veces antes de decir eso delante de los niños - murmuró molesto.

Uzui los vio alejarse y comenzó a sonreír pícaramente de nuevo, negando con la cabeza mientras dirigía el camino hacia el interior de su finca seguido por sus esposas, si había algo que disfrutaba además de pasar tiempo con Rengoku, era observar las escasas reacciones del pilar de agua, sobre todo porque tenía una cara bonita que se veía muy bien adornada de rojo.

Los pilares de agua y llama llegaron al pueblo cerca del mediodía y fueron en busca de algo para comer, aunque se distrajeron viendo algunas cosas que vendían allí.

- Giyuu date la vuelta un momento por favor. - pidió el pilar de llamas.

El de pelo negro le hizo caso y se sobresaltó cuando le puso delante de la cara cuatro lazos para el pelo, dos en cada mano, analizando detenidamente la compatibilidad de los diseños y colores con su rostro.

Rengoku se dio la vuelta hablando con el que vendía, Giyuu trató de ver cuál se había decidido a comprar, pero rápidamente se lo guardó en el bolsillo del uniforme y le sonrió ampliamente provocando una cara de intriga en el pilar de agua.

"Kyojuro es muy considerado y dulce, probablemente sea un regalo que me hará al final de nuestra cita". Se dijo a sí mismo para tratar de explicar aquella acción.

Entraron en un establecimiento que Shinobu les había recomendado para la ocasión basándose en las opiniones de Kanroji sobre el lugar. Tomioka no conocía prácticamente ninguno de los platos y se dio cuenta de que estaban en un lugar de comida extranjera.

- Vaya, Shinobu tenía razón, ¡todo tiene un aspecto tan delicioso que no puedo elegir!

- Por favor, hazlo, no tengo ni idea de qué es qué. - preguntó el pilar de agua antes de que el otro se ofreció a elegir.

- Bueno, en ese caso vamos a tener ... ¡Esto! y por si acaso un poco de soba.

Rengoku habló todo el tiempo que esperaron y Tomioka escuchó con gran atención mostrando cortas reacciones en respuesta. Cuando les trajeron la comida, empezaron a comer con buen apetito.

- Está muy buena. - Alcanzó a decir el moreno antes de seguir comiendo aquella pasta que no había probado antes.

- Tienes razón, ¡todo está delicioso! ¡Deberíamos darles las gracias a Shinobu y Kanroji cuando las veamos!

El pilar de agua estuvo de acuerdo con él mientras disfrutaban de lo que la deliciosa comida que tenían frente a ellos, al final hasta tuvieron espacio para probar algo dulce y esponjoso que enloqueció a Kanroji en su momento, le encantaba tanto que hasta había conseguido los ingredientes para hacerlo en casa, identificaban la comida por las alabanzas que sus hijos hacían incesantemente de ese platillo cada vez que iban a la casa de la pilar del amor, simplemente lo adoraban.

Normalmente se servía por las mañanas pero por alguna razón estaba en la sección de postres así que decidieron probarlo, una pila de tres tortitas bañadas en miel, un cuadradito de mantequilla encima y varias fresas al lado para acompañar fue lo que llegó a la mesa. Giyuu cortó un trozo y se lo acercó a Kyojuro que abrió la boca para probar aquel manjar esponjoso que tanto le gustaba a Mitsuri.

- ¡Sabroso! ¡Sabroso! - exclamó apresurándose a cortar otro trozo, colocando una fresa encima y acercándoselo a Tomioka en aquella ocasión.

En cuanto lo probó, al omega le encantó cómo el sabor de la fresa atenuaba el sabor intensamente dulce de la miel. Rengoku lo había hecho a propósito porque sabía que, aunque a su compañero le gustaban ciertas cosas dulces, Giyuu podía sentirse fácilmente empalagado, le dejó todas las fresas para que pudieran seguir comiendo juntos.

Terminaron y se marcharon con Rengoku guiando a Tomioka que no tenía ni idea de a dónde iban, salieron del pueblo y se adentraron en el bosque que volvía a rebosar de vida gracias al fin del invierno, las hojas de todas las plantas cercanas al suelo reverdecían con un precioso y ligero color primaveral, dando un aspecto hermoso y relajante a su entorno.

En medio de su paseo se encontraron con un grupo de mariposas que vestían diferentes colores entre ellas, se detuvieron a observarlas y en poco tiempo se encontraron en medio de ellas, una de ellas se posó sobre el pelinegro y le dio a Kyojuro la excusa perfecta para tocarle delicadamente el cabello para que la mariposa se subiera a su dedo, colocó su dedo índice en medio de los dos para apreciarla mejor, en cuanto hizo eso, otra mariposa se paró al lado de su compañera alada. Tras varios minutos continuaron su camino cogidos de la mano.

"El sol comenzará a ponerse en unas dos horas, el tiempo voló pero es perfecto, incluso mejor de lo que imaginaba". Se dijo Kyojuro, sintió que Giyuu le jalaba del brazo y volteó a ver con curiosidad por aquello, cuando contempló su mirada fija frente a ellos decidió ver que era lo que tanto le había impresionado y se quedó sin palabras.

Una manada de ciervos se cruzaba justo en su camino, el líder se encontraba a pocos metros de ellos analizando detenidamente si debía considerarlos una amenaza, al menos Rengoku por su naturaleza alfa, que el animal era capaz de distinguir sin problemas. Kyojuro nunca había visto un ciervo que emanara un aura de fuerza y elegancia como aquel, su cornamenta era enorme y le daba cierto aire de nobleza, bastó que sus ojos oscuros se encontraran con los suyos ardientes para comprender que siendo el más fuerte de la manada, consideraba una misión crucial protegerlos a todos. El rubio se asombró de que aquella criatura compartiera uno de sus principios más importantes, así que bajó un poco la cabeza con respeto, el ciervo pareció entenderle ya que, para su sorpresa, bajó la cabeza reconociendo al líder que tenía delante.

El líder dirigió su atención a Tomioka y se acercó al de pelo negro, en vez de ponerse nervioso Giyuu extendió su mano y el ciervo se dejó acariciar por el pilar de agua mansamente, ambos pilares notaron que varios cervatillos se acercaban a ellos con curiosidad.

El omega se puso en cuclillas para quedar a su misma altura y las pequeñas criaturas no tardaron en rodearle como si fuera uno más de su especie, el pilar de llamas no pudo evitar soltar pequeños jadeos divertidos mientras intentaba no reírse, pero la escena de Giyuu siendo atacado a lametones y cariños por varios adorables cervatillos se lo puso muy difícil para conseguirlo, no fue hasta que sus respectivas madres les llamaron que los pequeños dejaron en paz a Tomioka, que se sintió algo abrumado por aquel inesperado asalto de cariño.

El ciervo esperó a que el último cervatillo llegara al flanco de su madre y los siguió, dejando de nuevo el camino libre.

- Aquello fue increíble, una experiencia única. - murmuró Kyojuro, aún incrédulo de que les hubiera ocurrido aquello.

- Creo que ésta es la mejor cita que hemos tenido nunca. - confesó Giyuu, pasándose los mechones que tenía a los lados de la cabeza por detrás de la oreja.

- Y ni siquiera hemos llegado a la mejor parte. - exclamó Kyojuro lleno de emoción, cogiendo de nuevo la mano de Tomioka y guiándolo a través de los árboles para llegar al lugar que quería enseñarle.

El bosque terminó al mismo tiempo que el sol empezaba a acercarse al horizonte, tiñendo el cielo de un hermoso tono naranja, rosa y azul. Rengoku se giró para ver a Giyuu sonriendo enormemente al ver que el pilar de agua se quedaba embelesado viendo el lago que había situado a pocos metros frente a ellos.

- No sabía que esto estaba aquí. - Reconoció mientras su mirada recorría el paisaje disfrutando de la calma que les rodeaba, una ligera brisa volvía perfecto el entorno.

- No muchos saben de su existencia. Toda mi familia solía venir de vez en cuando cuando yo era pequeño... Quería que formaras parte de mis recuerdos en este lugar tan especial.

Giyuu tocó una de sus mejillas con cariño y depositó un casto beso en sus labios.

- Eres muy dulce... Gracias, Kyojuro.

- Quería verte tranquilo y feliz una vez más -susurró, rozando su nariz con la de él. - Bueno, ¿a qué esperamos?

El pilar abrió los ojos sorprendido sin saber a que se refería, el rubio lo condujo hasta la orilla y comenzó a quitarse el haori y el uniforme con cuidado para finalmente deshacer la pequeña media coleta que llevaba.

- ¿Kyojuro? No me digas que quieres que...

El sonido de un fuerte chapoteo le indicó que Rengoku se había zambullido en el lago, salió del agua sacudiendo la cabeza enérgicamente y le dirigió una mirada divertida antes de volver a sumergirse para disfrutar de la sensación del agua rodeando su cuerpo. Tomioka lo pensó un segundo pero sus dudas se desvanecieron cuando fijó sus ojos en aquel lago, el agua parecía relajante y tentadora, suspiró mientras retiraba el haori doblándolo junto al blanco con estampado de llamas, se quitó el uniforme y soltó el pelo.

Definitivamente no iba a lanzarse como el pilar de llamas así que decidió entrar con calma ajustándose a la temperatura y profundidad del lago, descubriendo a su gusto que el agua estaba deliciosamente tibia, nadó un poco más cerca de Kyojuro quien lo esperaba flotando en la superficie como si fuera una nutria. Al verlo llegar a su lado el alfa se sintió bastante feliz, hundiéndose momentáneamente de nuevo y una vez en la superficie apretó su frente contra la del de pelo negro mientras acariciaba sus labios.

- Respira hondo. - le indicó Kyojuro con una sonrisa.

Giyuu le hizo caso y no se sorprendió cuando Rengoku le arrastró hasta lo más profundo del agua, la sensación de aquel frescor golpeó los sentidos de ambos produciendo alegría y una sensación de libertad, Tomioka pudo entender a su pez favorito de inmediato, en ese momento estaban en un mundo diferente y allí se tenían el uno al otro para poder escuchar el ritmo de una canción muy dentro de ellos que les llevaba a jugar de cierta manera bajo el agua y finalmente pegar sus cuerpos en un abrazo mientras seguían hundiéndose lentamente.

Aquel momento fue tan bonito que si llegaran a contarlo nadie les creería, así que decidieron sellar aquel momento tan especial con un beso, siendo los habitantes de aquel lago los únicos testigos, sus pulmones empezaron a pedir aire pero no sintieron aquel miedo Instintivo a la muerte, cortaron el beso y nadaron hacia la superficie, resoplando sonoramente mientras se alisaban el pelo empapado.

Giyuu tomó la cara de Kyojuro con ambas manos, grabando en su mente aquella imagen del pilar de llamas con el pelo suelto, completamente mojado.

- Eres demasiado guapo. - murmuró, acercando su cuerpo al de él.

- Si pudieras verte ahora, sabrías que eres una de las cosas más bellas de este mundo. - dijo el otro tomando su barbilla y estampando sus labios con hambre de apoderarse de su boca una vez más.

Los últimos rayos del sol se ocultaron y las estrellas comenzaron a revelarse siendo testigos de sus siluetas compartiendo un apasionado beso mientras flotaban tranquilamente sin perturbar demasiado el agua. Un gemido en su boca por parte del omega de pelo negro le indicó a Rengoku que sus cuerpos estaban demasiado cerca y soltó sus labios, algo hinchados por el tratamiento que el rubio acababa de aplicarles, para que ambos se dirigieran a la orilla.

Salieron del agua apretándose el pelo lo mejor que pudieron y volvieron a ponerse la ropa tras dejar que la brisa secara su piel húmeda.

- También quiero enseñarte un lugar especial. Lo encontré hace varias misiones... está cerca y es muy bonito. - soltó Giyuu mientras ambos descansaban sobre la hierba que crecía cerca de la orilla.

- De acuerdo, vamos. - Kyojuro estuvo de acuerdo, al fin y al cabo sólo quedaba una cosa por hacer y se había asegurado de que Uzui y sus esposas supieran que volverían un poco tarde, así que no había prisa.

Se pusieron en pie y esta vez fue Tomioka quien encabezó la marcha, tardaron un rato hasta que llegaron a un campo lleno de hierba joven y flores, seguramente era más impresionante de día pero el tono azulado de la noche teñía cada zona de aquel prado.

Giyuu dijo que esperasen un par de minutos y cuando ese lapso de tiempo pasó, Rengoku quedó deslumbrado por el hermoso paisaje que les rodeaba, cientos de luciérnagas habían comenzado a brillar a su alrededor dándole un toque mágico y fascinante a donde se encontraban, era como si las estrellas hubiesen decidido hacerles compañía a pocos metros de distancia.

- No tengo palabras para describir lo hermoso que es esto Giyuu.

- Yo pensé lo mismo la primera vez que lo vi. - admitió el pilar de agua.

"Muy bien Kyojuro Rengoku, es ahora o nunca. Nunca más en tu vida tendrás una oportunidad más perfecta que esta. Vamos, con confianza y seguridad!" Se dijo sintiendo un nudo en el pecho tratando de calmar sus nervios.

- Giyuu, ¡tengo algo para ti! - exclamó con una dulce sonrisa acercándose a él con paso decidido.

"Oh, debe ser lo que compró hace un rato". Pensó Tomioka y con esa idea en la cabeza lo vio respirar profundamente frente a él, el pilar de agua estaba un poco intrigado pero su mente entró en shock cuando cosas muy diferentes comenzaron a suceder.

Kyojuro dobló la rodilla derecha delante de él, confundiendo enormemente a Giyuu. ¿Por qué se arrodillaba para regalarle un lazo para el pelo? Sintió que una de las manos de Rengoku tomaba la suya y, cuando pudo ver aquellos ojos de oro rubí, su corazón empezó a latir muy deprisa sin entender qué estaba pasando. ¿Por qué se sentía tan nervioso? Su pareja sólo le estaba haciendo un regalo... ¿no?

- Giyuu, desde el momento en que te vi me sentí atraído por ti, al principio solo me parecías muy guapo pero desde que me convertí en pilar y te conocí mejor me di cuenta de que había mucho más detrás de esa fachada de apático pilar de agua, el tiempo pasó y muchas cosas sucedieron. Cada día me enamoraba más de ti y no había nada que pudiéramos hacer ninguno de los dos para evitarlo, ¡en realidad ni siquiera lo intenté!

Dejó escapar una pequeña carcajada y admiró la expresión sorprendida y sonrojada del pelinegro, que escuchaba cada palabra como si fuera lo último que le oiría decir en su vida.

- Amo a nuestra hija y gracias a ella pude acercarme más fácilmente a ti, pero déjame decirte que estoy y estaría dispuesta a conquistar tu corazón cuantas veces fuera necesario, en cualquier situación y por difícil que fuera por el simple hecho de que te amo con todo mi ser, amo cada pequeña cosa de ti... tus errores, tus logros, tus sonrisas fugaces, tu cabello negro, tu risa, tus hermosos ojos azules, tu bondad, tu forma de ser, tu pasado, tu presente, tu futuro, absolutamente todo. Y por eso, aunque ya nos pertenecemos y tenemos una hermosa familia, esta noche quiero hacerte una pregunta.

Le soltó la mano y se llevó la mano al bolsillo de su uniforme. En cuanto vio lo que era, Tomioka sintió que la cabeza le daba vueltas, en su vientre revoloteaban furiosamente mil mariposas, su pecho estaba a punto de estallar y sus piernas pronto empezarían a temblar. Su cerebro dejó de funcionar cuando escuchó lo que Kyojuro dijo mientras le miraba directamente a los ojos sosteniendo frente a él un collar negro con piedras azules incrustadas. Un collar de compromiso.

Tomioka Giyuu, ¿Quieres ser mi omega, mi pareja de por vida?

Tenía los ojos abiertos al máximo y tardó un par de segundos en reaccionar.

- ¿Podrías repetirlo?

Kyojuro se echó a reír y repitió con calma y paciencia su petición.

- Tomioka Giyuu te quiero, ¿quieres ser mi pareja de por vida?

- ...¿De... por vida?...

- Sé que quizá nuestra relación y nuestra familia empezaron de una forma un tanto extraña... prácticamente desde el final hasta el principio -comentó pensativo-, pero realmente quiero hacer las cosas bien. Así que quiero saber si te enlazarías oficialmente conmigo.

- ¿Te refieres a una unión? - preguntó, aún dudoso ante aquella situación inesperada.

- Así es.

- ... unirnos oficialmente...  de por vida -murmuró Giyuu, meditando aquella palabra hasta que su cerebro se reinició y su yo interior le abofeteó, gritándole que dejara de actuar como un idiota.

Sintió que el calor le subía a las mejillas sin remedio y se puso extremadamente nervioso.

- ¿Me estás proponiendo matrimonio? - tartamudeó prácticamente seguro de que iba a desmayarse.

Fue cuestión de segundos para que se diera cuenta de lo estúpida que era su pregunta y deseara con todas sus fuerzas arrojarse al lago en el que se encontraban previamente para refrescarse la cara y quizás ahogarse en el camino.

Los alfa y omega tenían costumbres similares pero diferentes a las de los beta. Para los beta era el pedir matrimonio, para los alfa y omega, al verse mucho más involucrados emocionalmente (sus vidas en varias ocasiones viéndose mucho más en riesgo por el vínculo de mordida) era costumbre colocarle otro nombre y tradiciones a la acción de escoger una pareja estable para pasar el resto de tu vida.

Rengoku quiso reírse del manojo de nervios y confusión que era el omega, pero sólo sonrió divertido asintiendo una vez con confianza en su mirada. Hubiera pagado lo que fuera por tener la expresión en el rostro de Tomioka en una fotografía o pintura, sin embargo esa expresión no duró mucho, el de cabello negro se cubrió el rostro con ambas manos y asintió sin poder hacer o decir más.

El pilar de llamas lo cargó y lo abrazó mientras reía desbordante de felicidad. En cuanto pudo calmarse, lo bajó, tomó el collar y colocó la banda negra con piedras azules en el cuello blanco del joven.

- Ah, y este es un regalito que tenía para el final del día. - canturreó alegremente Rengoku, sacando el lazo para el pelo de su bolsillo y entregándoselo al pilar de agua.

- ¡Idiota! ¡Podrías haber empezado con eso! - exigió Tomioka, rojo de vergüenza mientras se cubría con una mano y le golpeaba repetidamente en el hombro con la otra.

Kyojuro se limitó a reírse de su reacción, lo levantó al estilo princesa dejando que escondiera la cara en su pelo amarillo mientras se dirigía a casa de Uzui a recoger a sus cachorros. Aquel sería definitivamente un día que nunca olvidarían mientras vivieran por más de una razón.

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