Últimos estragos de la tormenta


Mitsuri había noqueado a todos y cada uno de los que se habían enfrentado a ella, buscó a Sanemi y Rengoku haciendo un rápido escaneo, no pudo encontrarlos pero descubrió las huellas del pilar de viento y las siguió rápidamente, sin saber en la situación en la que se estaba metiendo.

Desde el momento en que Sanemi dejó a Kanroji para perseguir al despreciable ser que odiaba y que llevaba a Rengoku, el pilar de viento no había dejado de planear como iba a destruirlo sin llegar a matarlo. 

Shinazugawa estaba cortando sus opciones de escape poco a poco de una manera sencilla, después de todo si querían tomar un giro ya sea a la derecha o a la izquierda, unos cuantos movimientos del viento los obligaban a ir por el otro lado. Sanemi sabía exactamente a donde los llevaba y de ahí no podrían escapar, no pasó mucho tiempo antes de que estuvieran entre la espada y la pared... corrijamos eso a entre la roca y el borde de un precipicio. El chico abrió los ojos y una expresión de fastidio cruzó su rostro al escuchar la risa del pilar de viento.

- ¿Qué te pasa, escoria? ¿Deja de ser divertido cuando eres la rata atrapada sin opciones? Bien... ahora dame a Rengoku y prepárate para la peor paliza de tu vida, maldito bastardo.

Taro apretó la empuñadura de su katana, se sentía bastante frustrado y aunque sabía que sus habilidades eran letales en el estado en que se encontraba, también era consciente de que no sería rival para la fuerza de un pilar. Sanemi comenzó a caminar hacia ellos, sin embargo se detuvo al ver como la expresión de fastidio cambiaba a una sonrisa de satisfacción en el rostro del chico.

- Cuéntame el chiste, ¿es tan gracioso que esté a punto de mandarte al infierno?

- Al contrario, me encantaría contarte lo que me divierte, Shinazugawa-san. - dijo mientras sacaba una llave de su bolsillo y esperaba a que su compañero bajara a Rengoku de su espalda. - Imaginé tu expresión cuando tengas que luchar con el mismo compañero al que intentas rescatar.

Evaluó el desconcertado aspecto del joven de pelo blanco mientras introducía la llave en la cerradura y liberaba al pilar de llamas, que presentaba un aspecto lamentable debido a la droga en su sangre: la mirada dorada estaba perdida, jadeaba mucho y en cuanto lo soltaron cayó de rodillas sobre la nieve, incapaz de controlar sus piernas.

- Ara Ara, Rengoku-san, ¡tengo noticias que te alegrarán! Tus amigos te han alcanzado y ya no hay ningún tipo de atadura que te impida moverte.

"Eso es sospechosamente específico", pensó Sanemi, poniéndose en guardia teniendo en cuenta lo que aquel chico demente había dicho hacía no más de un minuto.

- ¿Por qué no vas a saludar a tu linda amiga omega? - dijo con una sonrisa maliciosa tomando a Kyojuro por la mandíbula y enfocando bruscamente su cabeza en dirección a Kanroji que se apresuraba a varios metros de distancia para reunirse con Shinazugawa.

- ... N-No... - alcanzó a decir el rubio antes de ponerse de pie.

El pilar de viento guardó rápidamente su espada mientras miraba hacia atrás en la dirección de la que venía Mitsuri.

- ¡Shinazugawa-san, Rengoku-san! ¡Me alegro tanto de que estén bien! - exclamó feliz, sin saber que apenas se oía algo.

- ¡KANROJI ESPERA, FUERA DE AQUÍ, RENGOKU NO ESTA ACTUANDO NORMAL ES PELIGROSO PARA TI! - Gritó Sanemi a todo pulmón para que ella pudiera escucharlo. Sus manos reaccionaron por sí solas, sorprendiéndolo para cubrir su cuerpo de un fuerte puñetazo que le propinó el pilar de llamas, el cual logró recuperar la atención del alfa de cabellos blancos.

- S-Sanemi... ¡Ngh! ... llévate a Kan-Kanroji... N-no quiero... ¡Nghhhhh!

Rengoku habló con dificultad y Shinazugawa pudo percibir una enorme cantidad de feromonas competitivas brotando de él, sus manos se entrelazaron y comenzaron a empujar al otro con fuerza, Sanemi se preguntó si realmente iba a tener que luchar contra él. El estado de aturdimiento de Rengoku se disipó de inmediato cuando las feromonas de Mitsuri llegaron a él y puso cara de terror.

- ¿No te oyó? - preguntó desesperadamente mientras el pilar de viento sentía como empezaba a poner más fuerza.

- Supuestamente lo hizo.

Ambos voltearon y vieron a la chica de cabello rosa que se había quedado en su lugar sin saber que hacer. Kanroji no había escuchado bien a Shinazugawa así que solo entendió que debía quedarse quieta y se sentía bastante nerviosa porque parecía que sus amigos estaban peleando.

- Has conseguido despertar mi ira, enhorabuena Shinazugawa-san, como recompensa te dejaré elegir... ¿Quieres que lo detenga y me lo lleve o te arriesgarás a que siga libre y reclame a la pilar del amor?

- Sanemi... - Rengoku lo miró suplicándole con la mirada que eligiera la primera opción y el pilar del viento cerró los ojos furioso ante el aprieto en el que se encontraba.

- Cállate, nunca le harías daño a Kanroji, la estimas demasiado.

- Lo sé p-pero... no puedo controlar mi cu-cuerpo...- se tomó un momento para exhalar una nube de aire caliente. - No quiero herir a al-alguien.

- Estás tardando demasiado pilar de viento... vale, yo decidiré por ti.

El chico sacó el antídoto del mismo tipo que le había inyectado al alfa de pelo blanco, se lo mostró agitándolo un poco y con una sonrisa lo lanzó por el borde lo más lejos que pudo.

- ¡HIJO DE PUTA! - Gritó furioso Sanemi.

Rengoku estaba de espaldas a ellos y no vio nada pero se imaginó lo que había pasado y sus pupilas se encogieron cuando escuchó a lo lejos la voz de su adorable amiga.

- ¡Reengookuu-saan! ¿Neeeceeesiiitaaas aaayuuudaa? - gritó la omega, alargando las vocales de la pregunta.

Había dos alfas presentes, uno de ellos con un concentrado de veinte plantas en su cuerpo y tras ellos una omega hembra sin marcas ni olores de compañeros. Los instintos alfa de Rengoku volvieron a su estado más salvaje y empezó a luchar en serio contra Shinazugawa.

El compañero de Taro silbó sorprendido ante aquella pelea.

- Nunca había visto a dos alfas pelearse por un omega, es realmente aterrador.

- Y no son alfas cualquiera querido, son pilares de los cazadores de demonios, su fuerza en combate es de temer. - Añadió el joven cuyo humor acababa de mejorar cuando Kyojuro logró patear a Sanemi mientras se disculpaba fervientemente.

- ¿Cuánto tardará en desaparecer el efecto?

- Veintitrés minutos aproximadamente, estará agotado por la cantidad anormal de hormonas que produjo su cuerpo y será hora de atraparlo de nuevo, sin embargo debemos encargarnos del molesto pilar de viento.

- Pero el pilar de llamas ya lo está reteniendo bastante bien, ¿no crees?

- Y luego tendremos que enfrentarnos a la pilar del amor, por eso debes pensar tres pasos adelante. Sólo haz lo que yo haga.

Taro desenvainó de nuevo su espada y los demás prepararon sus armas.

- No tenía idea de que usabas agujas senbon. - comentó Taro.

- Son muy útiles para inmovilizar a la gente que huye.

Se lanzaron directamente a atacar a Shinazugawa, en el primer asalto ambos pilares se ayudaron mutuamente bloqueando el ataque, el pilar de pelo blanco con su espada y el rubio distrayendo al usuario de las agujas, pero para el segundo no corrieron con la misma suerte ya que Kanroji se acercaba más rápido al verlos bajo ataque.

"No me quedare mirando sin hacer nada" pensó acercándose a la batalla.

Sanemi estaba ocupado defendiéndose de aquellos insolentes y al mismo tiempo cubriéndose de las embestidas ocasionales de Kyojuro que hacía esfuerzos exhaustivos por recuperar el control de su cuerpo.

El compañero de Taro logró aprovechar una abertura para clavar varias agujas en ambas piernas del alfa de cabellos blancos lo que le provocó un gruñido herido, Rengoku logró contenerse y no aprovechar eso para atacarlo, sin embargo el tipo de la espada si aprovechó la oportunidad y tomando algunas agujas de la nieve lanzó las armas directo al pecho de Shinazugawa con la intención de matarlo. Sanemi tropezó cuando su pierna falló debido a los puntos donde se clavaron las agujas y en respuesta se cubrió con su nichirin, aprovechando la cercanía de su odiado rival para darle un puñetazo mientras el enemigo restante le lanzaba más agujas clavándose dolorosamente en su cara y brazos. Al ver esto, Rengoku quiso ir a ayudarle de alguna manera, pero giró bruscamente la cabeza al oír a Kanroji cerca y fue hacia ella.

"¡No! ¡No no no no! Espera!" Se dijo a sí mismo, viendo que de poco servía, acumuló toda su fuerza de voluntad en sus pies y garganta.

- ¡Mitsuri por favor corre! ¡no quiero hacerte daño! - exclamó, deteniéndose un momento.

La chica estaba confundida pero entendió lo que estaba pasando cuando recibió las feromonas de Rengoku, Shinazugawa había mencionado rápidamente lo que los secuestradores le hicieron tanto a él como a Tomioka y ella supo inmediatamente que era lo mismo, así que siguió la instrucción.

Le dolía tener que huir de él, Kanroji sabía que por sí solo nunca haría algo así y ella se sentía enferma de que esos idiotas fueran tan crueles como para llevarse por delante a una buena persona que además era su maestro y amigo, destruyendo sus ideales y manchando su conciencia de esa manera.

El rubio llegó hasta ella y la agarró de la muñeca, justo cuando ella se debatía en cómo hacerle menos daño, contemplaba con sufrimiento en su corazón cómo Rengoku agarraba su propio brazo por la mano que la sujetaba y tiraba desesperadamente para soltarla.

"No... De verdad que no quiero... los fuertes deben proteger a todos ... Madre... por favor, no quiero decepcionarte". Pensó apretando los dientes, dando lo último de su energía para contenerse.

- Vamos maestro, sé que puedes hacerlo, confío en ti. - Dijo Mitsuri tratando de darle fuerzas.

Ella entendía que sus principios estaban en juego y no quería hacerle daño con su fuerza así que era matar dos pájaros de un tiro darle más tiempo. Un olor llegó hasta ella y sonrió rebosante de esperanza al reconocer a quien pertenecía.

Los brazos de Rengoku temblaban con impulsos divididos sin saber qué orden seguir y no fue hasta que el aroma de un río le golpeó que se dio cuenta de que alguien se acercaba a ellos. Sólo tuvo tiempo de reconocer los revoltosos mechones de larga cabellera negra antes de que la misma figura se abalanzara sobre él, liberando así a Mitsuri, que sonrió sabiendo que todo estaría bajo control, saliendo finalmente a apoyar al pilar de viento.

Ambos cuerpos dieron un par de vueltas en la nieve debido a la potencia del impacto y tras la última vuelta, el atacante de cabellos oscuros quedó clavado en la nieve sujeto fuertemente por las muñecas por Rengoku, aunque en cualquier caso no dejaría marcas ya que la persona aún llevaba los restos de sus grilletes metálicos.

- Gi-Giyuu -consiguió decir Kyojuro aliviado y preocupado.

El pilar de agua le observaba tranquilamente desde abajo y su boca mostraba una pequeña curva de felicidad en su rostro.

- Hola Kyojuro.

Se trataba de su omega, por lo que sus instintos le gritaban que no se contuviera, incitándole por todos los medios a ceder. El alfa suspiró libre de la presión y el miedo de la situación de hacía unos minutos y vio a Tomioka con lujuria en la mirada pero con otra idea en la cabeza.

- Nunca te obligaré a hacer algo que no quieras, ni siquiera estando juntos, te quiero demasiado como para hacerte eso.

Sus palabras eran muy nobles pero su cuerpo parecía diferir con sus deseos, aumentando el calor que sentía y el deseo de reclamar el cuerpo del otro. Tomioka mantuvo la pequeña sonrisa y cerró los ojos concentrándose, un delicioso aroma comenzó a surgir del omega de ojos azules.

Era muy agradable, Kyojuro estaba seguro de que podría confundirse con el rocío de la mañana pero tenía un tramo exquisito y sublime de notas dulces que resultaba embriagador cuando lograba distinguirlo. Sus instintos se calmaron un poco mientras se inclinaba sobre el cuello para aspirar maravillado aquel aroma que golpeaba lo más profundo de sus sentidos.

- Se supone que no soy capaz de percibir bien tus feromonas, ¿cómo es esto...?

Giyuu no le dejó terminar la pregunta, le cogió por los hombros y dio otra vuelta en la nieve para quedarse encima de él. Kyojuro se sorprendió y el color rojo se expandió por sus mejillas porque la visión encima de su cuerpo era simplemente... cautivadora; el pilar de agua sujetaba sus muñecas a los lados de su cabeza dominándole por completo, sus ojos delgados y elegantes lucían un extraordinario color azul real. El pilar de llamas no tardó en darse cuenta, por la forma en que brillaban esos ojos azules, de que el omega estaba protegiendo al líder de su manada, a su compañero, a su alfa.

Tragó grueso, fascinado con esa imagen que sus ojos registraban, su compañero era realmente en ese momento la definición de algo hermoso que podía matarte sin problemas.

- ¿Te gusta lo que ves? - preguntó Tomioka en voz baja.

Los ojos del alfa se abrieron de par en par con asombro, su boca ligeramente entreabierta y el rubor que adornaba su rostro dieron al otro su respuesta, pero aun así Kyojuro asintió.

- Muy bien. - Susurró el de pelo negro antes de apretar sus labios contra los de él.

Kyojuro sabía lo que hacía pues cada vez sentía más control sobre su cuerpo y se dejaba llevar. Giyuu le besó cariñosamente, tomándose su tiempo para recorrer cada centímetro de su boca y saborear aquellos labios con deleite, se apartó para tomar aire y le siguió un encuentro más provocativo cuando se apoderó de su boca dándole pequeños mordiscos que estremecieron al alfa, el omega escuchó un suave gemido salir del joven rubio y su lengua recorrió su labio superior, para luego moverse a la línea donde sus labios se encontraban pidiendo permiso para entrar, el cual obtuvo casi de inmediato, terminando con ambas lenguas jugando entre sí por un par de minutos antes de separarse por la falta de oxígeno en sus pulmones.

Sus miradas se encontraron haciendo que Rengoku soltara una carcajada de alegría y tranquilidad que iluminó su rostro haciendo que Tomioka le sonriera con amor y felicidad, dejándose caer sobre su pecho.

- Gracias Giyuu, no sabía que los omegas podían marcar temporalmente - dijo con admiración.

- Sólo funciona con nuestro alfa y en algunas ocasiones. - explicó tranquilamente el de pelo negro escuchando los latidos de su corazón.

- Deberías hacerlo más a menudo. - Dijo Kyojuro con picardía.

- Lo pensaré. - Susurró el otro en respuesta.

Ambos acompasaron sus respiraciones y permanecieron tumbados en la nieve, volteando a ver donde estaban el pilar del viento y la pilar del amor. Técnicamente debería haber dos personas retenidas allí pero Sanemi estaba inclinado sobre el acantilado y Mitsuri tenía una mano tapando su boca. Definitivamente algo inesperado había sucedido y lentamente se pusieron de pie para averiguar que había pasado.

Kanroji identificó inmediatamente el olor de Giyuu y supo que las cosas iban a ir bien en cuanto lo vio abalanzarse con decisión sobre Kyojuro, así que rápidamente llegó al lado de Sanemi y con un solo movimiento de su espada, cortó y detuvo un lanzamiento de agujas desde el costado de uno de sus enemigos.

- Mierda... Taro, sería mejor retirarnos y encontrarnos con Mizuki-san, su plan falló y en este momento no tenemos ningún tipo de ventaja. - se apresuró a recordar su compañero cuando vio a Kanroji ayudando a Shinazugawa a quitarse las agujas de la piel.

El chico resopló molesto y fijó su atención en los objetivos que yacían en la nieve a varios metros de ellos.

"Lo está marcando temporalmente, eso reduce el efecto de la sustancia a un nivel tolerable, teniendo en cuenta que la sustancia afecta más a los omegas, puede incluso que el efecto de la concentración de plantas ya haya desaparecido, además el pilar de agua no estaría aquí si sus cachorros estuvieran en peligro así que los cazadores deben haberlos alcanzado." Pensó detenidamente.

Su compañero lo vio con miedo en el momento en que empezó a reírse sin motivo, Sanemi le cortó la risa saltando sobre él, regalándole toda la clase de golpes que sus puños conocían.

- Te lo dije maldito hijo de puta, ¡no te mataré pero ni siquiera tu maldito líder reconocerá tu puta cara! ¡Eres una asquerosa basura, rata, escoria, mierda de sociedad, insecto, miserable, bastardo...! - Shinazugawa empezó a lanzar todos los insultos posibles del diccionario y en cada uno un golpe diferente.

El otro enemigo estaba siendo sujetado por Kanroji y observaba horrorizado como el alfa de pelo blanco le estaba propinando la peor paliza que había visto en su vida, incluso Mitsuri estaba soltando pequeñas gotas de sudor preguntándose si Sanemi no se estaría pasando un poco de la raya.

El pilar de viento se enfureció aún más cuando el chico reanudó su risa a pesar de estar cubierto de sangre, con la nariz rota junto con algunas costillas fracturadas.

- ¿Qué te hace tanta gracia, bastardo enfermo?

- Ah Shinazugawa-san, el poderoso pilar de viento... ¿Cómo prefieres matar a dos niños?

La sangre del pilar hirvió con esa horripilante frase y le voló dos dientes de un puñetazo. Taro escupió la sangre de su boca y le sonrió satisfecho.

- Olvidé que eres un hermano mayor, supongo que es bajo de mi parte decir semejante barbaridad ¿no?

Sanemi iba a contestar pero el ambiente se volvió muy oscuro cuando el otro continuó.

- Sé lo que nos iban a hacer como recompensa... Yo era el único de esos idiotas que sabía lo que nos esperaba cuando volviéramos, pero ya estaba condenado a por la ley así que como puedes ver no me importaba. Era bastante fácil escuchar a nuestro estratega hablar con el que nos encomendó la misión... esto no era nada, pilar de viento, se acercan tiempos oscuros, el que persigues dejará de esconderse poco a poco y no habrá nada que puedas hacer para detenerlo.

La chica de pelo rosa y el joven de pelo blanco escucharon atentamente, procesando cada palabra que decía.

- Me gustaría verlos cuando tengan que traicionar a los amigos que tanto se esforzaron en salvar para matar a sus queridos engendros medio demonios, especialmente quisiera verte a ti Shinazugawa-san.

- ¡Nunca haríamos algo así! - exclamó Mitsuri enfurecida.

- ¿Segura cariño? Pensé que tu misión era matar a los demonios devoradores de humanos. Cuando la sangre gotee de los colmillos de esos a los que llamas "inofensivos cachorros", ¿qué harás?

- Cállate escoria, ¡ellos nunca harían tal cosa! - Aseguró Sanemi.

- ¿Has visto como tu amada niña ha dejado a Natsuki-chan? Ella es la omega que encontró a los niños en tu casa, Shinazugawa-san. Se veía como si un oso la hubiera tratado de despedazar ¿Estás seguro de que conoces los límites de los bastardos?

Shinazugawa no supo que contestar. El recuerdo de su madre convertida en demonio lo asaltó, su amabilidad transformada irremediablemente en sed de sangre. Haruki y Tsutako, eso no les pasaría, ¿Verdad?

No podemos permitir que ese monstruo nazca, ¡es un medio demonio!

Los rostros de Haruki y Tsutako aparecieron en su mente, ambos niños sonriendole con inocencia y alegría.

Mitsuri estaba realmente enfadada y lo expresó gritándole a Taro mientras su cara se ponía roja de ira.

- ¡Silencio! Deja de querer interrogarnos, ¡los conozco de toda la vida y no dudo ni por un momento de lo buenos, amables y hermosos niños que son! ¡Estoy segura de que lo que hizo Tsutako-chan fue para proteger a sus hermanos! ¡Así que cállate y deja de actuar de una vez!

¿Esperaremos a comprobar si la sangre de los colmillos del pequeño bastardo es de un humano? NO ME HAGAS REÍR

Sus caras infantiles de ambos pequeños en la mente del pilar de viento se pusieron oscuras y sus ojos cambiaron, la pupila alargándose en un fondo verde jade y otro azul marino, ambos sonriendo con maldad anormal, sus colmillos en plena vista. Es cierto, él había dicho esas palabras. Pero ahora que los conocía, que los había visto crecer, no quería que la historia de su madre volviera a ocurrir. No con ellos.

Todos la escucharon e incluso el compañero de Taro se sorprendió por aquel arrebato de furia.

- Vaya, tienes razón Kanroji-san. Solo buscaba sembrar la semilla de la duda en sus corazones pero veo que será inútil, al menos en una confianza tan fuerte como la tuya... Pero dime ahora, Shinazugawa-san, ¿crees que las cosas permanecerán tranquilas para siempre? Han tenido suerte de que ningún rumor haya llegado a oídos de quién está detrás de todo el dolor que luchas por detener, antes de preguntar, no tengo ni idea de quién es pero es evidente que hay un ser oscuro moviendo los hilos de sus marionetas desde la comodidad de su trono. La luna superior tres parece tener un poco de consideración todavía, de lo contrario el pilar de agua y los niños ya llevarían mucho tiempo bajo tierra. Esta operación fue un mero capricho, un pequeño esfuerzo externo para no involucrarse del todo, el que nos pidió que entregáramos ambos pilares y a los niños simplemente vio como las piezas del tablero de ajedrez se movían y caían sin cesar.

Taro hizo un movimiento como si fuera a apuñalar algo en el cuello de Sanemi y el mencionado se alejó de él en dos zancadas.

- Te mentí la última vez que nos vimos Shinazugawa-san, pero ahora estoy completamente seguro de que no volverás a verme.

- Maldita sea - dijo Shinazugawa cuando se dio cuenta de que le había estado tomando el pelo con encajarle algo y se dirigía peligrosamente hacia el borde.

Corrió para atraparlo pero el chico fue más rápido y se lanzó por el acantilado.

- Mierda! - exclamó Sanemi cuando no pudo atraparlo a tiempo, luego se arrastró con cuidado hasta el borde e hizo el esfuerzo de ver si el idiota había logrado detener la caída pero era evidente que no.

- Si ese cabrón lo ha hecho de verdad... Aki, Kai, Natsuki... - susurró el que quedaba, recordando ciertas cosas de sus compañeros.

Aparentemente todo había terminado, pero lo que el Taro había dicho y hecho los tenía aturdidos donde estaban.

- Entonces... ¿está realmente muerto? - preguntó Rengoku una vez informados de lo sucedido.

- A menos que conozcas alguna forma de sobrevivir a una caída libre de más de cincuenta metros, entonces sí. - respondió Shinazugawa.

Mientras hablaban, Mitsuri hizo varios intentos de abrir los restos de metal de Giyuu con una horquilla que siempre llevaba en el bolsillo, nunca estaba de más estar preparada para un mechón rebelde de pelo rosa. Su lengua asomaba por la comisura de los labios mostrando una tierna concentración pero a pesar de sus esfuerzos sólo fue capaz de abrir uno, tendrían que encontrar la llave del otro.

- Esas bolsas de escoria nos causaron muchas bajas, tanto civiles como cazadores y algunos cuervos. - Señaló Sanemi, limpiándose la sangre de la cara donde se habían clavado las agujas.

- Deberías ir inmediatamente con los cazadores que se están encargando de todos los implicados. - Sugirió Rengoku frotándose los ojos con cansancio, el efecto secundario de la droga estaba apareciendo.

- ¿Sabes dónde están los niños? - les preguntó Kanroji, imaginando a dónde se dirigían.

- Lo primero que harían los chicos es llevárselos con Shinobu, así que iremos a la finca de las mariposas. - aclaró Tomioka con un ligero brillo ansioso en los ojos. Tenía que sujetar a sus pequeños lo más rápido posible.

- Shinazugawa-san seguro que los verá allí. - comentó la pilar del amor haciendo que vieran de cerca sus heridas.

- Tsk, estoy bien maldita sea.

- Estoy de acuerdo con Mitsuri, deberías ir con Shinobu para que te trate, Sanemi. - dijo Kyojuro cansado, algo totalmente inusual en él.

Giyuu se acercó a él y cargó al rubio al estilo princesa antes de salir corriendo en busca de la pilar de insectos y sus queridos pequeños. Kanroji se llevó las manos a las mejillas sonrojada mientras sonreía ante la acción del omega de pelo oscuro y Sanemi refunfuñó murmurando algo así como "par de idiotas enamorados", viendo como los dejaban atrás.

- No se porque te quejas cuando te cargo así, se siente bien. - dijo Rengoku acurrucándose en Tomioka como un gatito.

- En realidad no lo odio... Sólo... me da un poco de vergüenza.

- Es bueno saberlo, porque no voy a dejar de hacerlo. - Kyojuro respondió con una pequeña risa.

Tomioka no se detuvo hasta que por fin llegaron a su destino y se apresuró a entrar expectante.

La finca de las mariposas estaba llena de gente: cazadores con heridas de todo tipo y civiles que necesitaban urgentemente una intervención médica. Tomioka buscó el olor de sus hijos entre todos los demás y cuando lo encontró, corrió directo a su encuentro seguido de Rengoku, ambos se alejaron de la gente en medio de su búsqueda y llegaron a las habitaciones más lejanas y grandes del lugar. El de cabello negro deslizó la puerta sin paciencia y los pilares se congelaron en la entrada.

Tsutako estaba acostada junto a sus hermanitos en la cama de la habitación que Shinobu les había asignado, Haruki dormía en sus brazos recuperándose de todo lo que habían pasado, mientras ella cuidaba a sus otros dos hermanos que también dormían profundamente, envueltos en varias mantas que les habían ayudado a recuperar el calor de sus cuerpos, la chica estaba distraída dando suaves caricias en el puente de la nariz de su hermano de pelo rosa, en cuanto escuchó la puerta abrirse con fuerza, se giró rápidamente y bastó verlos para que sus ojos azules comenzaran a derramar lágrimas. Tsutako se levantó y se lanzó hacia ellos sollozando fuertemente, ellos la envolvieron en un abrazo desesperado que provocó aún más sentimiento en la pequeña.

- Lo has hecho bien Tsu-chan, eres muy fuerte cariño. - susurró Kyojuro, acariciando su pelo negro.

Giyuu no dijo nada, sin embargo no dejó de besarle la frente y las mejillas rápidamente mientras le secaba las lágrimas y evitaba soltar las suyas.

- ¿Mamá? ¿Papá?

Se oyó la débil voz de Tyojuro y Tomioka casi se tambaleó al estirar la mano para estrecharlo en un abrazo de alivio. Los sollozos del pequeño terminaron de despertar a los dos restantes, que en cuanto divisaron la figura de Giyuu se lanzaron sobre él llorando desconsoladamente, estaban tan felices de poder tocarle que se aferraron temerosos de que alguien fuera a separarlos de nuevo.

Kyojuro abrazó a Tsutako que seguía llorando, la niña le abrazaba como si fuera a desvanecerse en cualquier momento, el pilar de llamas se unió a su omega y a sus cachorros, acariciando sus cabecitas con todo el amor que podía expresar mientras liberaba feromonas alfa que sabía que les darían sensación de seguridad.

El ambiente fue cambiando poco a poco y las lágrimas que brotaban de los cachorros eran ahora de alivio y felicidad. Permanecieron un largo rato envueltos en un abrazo sin darse cuenta de que Tanjiro los observaba con infinita alegría desde la puerta, cerrándola para darles su espacio.

Dirigió sus pasos hacia otra habitación y pidió permiso para entrar, nada más entrar Tanjiro fijó sus ojos en las personas que allí se encontraban.

- ¿Cómo te encuentras? - Preguntó preocupado el chico de pelo burdeos.

Senjuro estaba sentado en un taburete junto a una de las camas, uno que otro pequeño parche tenía en la cara cubriendo los cortes más expuestos, no se veía fácilmente pero bajo su uniforme habían cerrado la profunda herida de la daga y tenía un vendaje alrededor del muslo.

- Ya estoy bien, pero me preocupan los dos. - Contestó Senjuro volviendo la mirada a los que seguían en la cama.

Mia e Inosuke estaban inconscientes y respiraban con cierta dificultad, la primera estaba demasiado pálida debido a la cantidad de sangre que había perdido y el segundo había recibido varias dosis peligrosas de sustancias no identificadas a través de sus heridas en combate (Del que salió victorioso) y su cuerpo había cedido a los químicos.

- Shinobu-san me dijo que hizo lo mejor que pudo pero que depende de Mia seguir luchando para no morir. - Dijo Senjuro con tristeza, fijando en su lugar un fino mechón de su pelo negro que le había llegado a la cara.

- No te preocupes Senjuro, algo me dice que ella estará bien. - Declaró Tanjiro tratando de animarlo, el chico vio a su otro amigo y su rostro se preocupó un poco. - ¿Qué pasa con Inosuke?

- Shinobu-san dice que es fuerte y que acabará despertando. - Comentó el chico rubio, contándole a Tanjiro lo que una de las chicas de la finca acababa de mencionar sobre el parecido del chico Hashibira con la criatura conocida como tejón melero, agresivo, de piel resistente y aparentemente inmune al veneno.

- ¡Ah, me acuerdo de eso! Me enseñaron una foto cuando me desperté hace tiempo. - recordó Kamado.

- Es un animal muy extraño. - Señaló Senjuro divertido.

Sonrieron y tras unos minutos en silencio Tanjiro expresó lo que aún pasaba por su mente.

- No lo entiendo... ¿De verdad pensaban que lo mejor era quitarse la vida?

Senjuro sabía a lo que se refería y fijó su mirada en el suelo.

- No pudieron detenerlos y según el pilar insecto, sin su cooperación tampoco podremos salvarlos.


Todos se habían movilizado y actuado en cuanto recibieron las instrucciones de Oyakata-sama, Himejima había limpiado todas y cada una de las aldeas de la presencia de demonios y había dejado que los kakushi se encargaran del resto, agradeciéndoles de antemano.

Una vez sabiendo que no había peligro para el maestro, Uzui se unió al grupo que tenía la misión de capturar a los que habían secuestrado al pilar de llamas (Él fue quien encontró la nichirin de Rengoku), Sanemi fue a recorrer el perímetro en busca de alguien que hubiera escapado mientras Mitsuri fue a reunirse con el escuadrón Kamaboko, Senjuro y Kanao para obtener información de los involucrados antes de que los cazadores los entregaran a las autoridades, no había rastro de Muichiro por ningún lado y Obanai había ido tras la pista de algo fuera de lugar según las palabras de Murata a los que preguntaban por su paradero.

Senjuro había encontrado la llave de las ataduras metálicas de Tsutako que poseía la chica que había lanzado a Ryu y Tyojuro al agua, el joven Rengoku acababa de liberarlo cuando la pilar del amor llegó con ellos.

- ¡Chicos! - Gritó Kanroji antes de arrebatar prácticamente a los pequeños a Senjuro y Kanao.

- ¡Mitsuri nee-san! - Exclamaron los dos, hundiendo la cara en sus trenzas.

- ¿Están heridos? ¿Dónde están sus hermanos? ¿Están bien? ¿Les han dicho algo feo?

Mitsuri los bombardeó a preguntas y ellos se quedaron callados sin saber cuál contestar primero.

- Disculpe, Kanroji-san - interrumpió una de las cazadoras Kinoe. - Estamos a punto de llevarnos a los criminales, si busca obtener información ahora es el momento.

- Por supuesto, ah, tienes razón.

Devolvió a los niños y los vio marcharse en dirección a la finca de las mariposas, suspiró y fue a interrogar a los que se habían atrevido a llevarse a los hijos de sus queridos amigos.

Estaban de pie, con las manos a la espalda y los cazadores rodeándolos, esperando a que la pilar del amor les hiciera las preguntas antes de llevárselos.

- Uno de tus colegas dijo que alguien te pidió que hicieras esto. ¿Quién fue?

Isao, Saki y la chica se quedaron completamente callados, ninguno contestó, los gemelos escupieron al mismo tiempo y uno la miró con desprecio.

- No voy a decirle nada a una zorra como tú.

Las palabras hirieron a Kanroji, cuyas mejillas se cubrieron de rojo mientras se tapaba el pecho y una andanada de insultos caía sobre el gemelo de pelo blanco de parte de los cazadores.

- Discúlpate ahora mismo, ¡Kanroji-san es el pilar más dulce de todos!

- ¡No te atrevas a difamarla con tu sucia boca!

- ¡Cómete tus palabras, mentiroso!

- ¡Ella es increíblemente poderosa y amable!

La chica de pelo rosa se sintió tímida y feliz en cierto modo de que todos allí defendieran su reputación, pero no había olvidado lo que Taro había dicho antes de saltar.

- ¿La luna superior  tres fue quien encargó esto?

La chica omega resopló con burla en los brazos de un cazador que le lanzó una mirada de desprecio, no eran crueles al obligarla a caminar en su grave estado médico, pero eso no significaba que no la detestaran.

- ¿Quién, Akaza-sama? Por favor, seguro que él no tiene ni idea de lo que ha pasado aquí. Solo con mirarlo una vez es obvio que prefiere hacer las cosas por su cuenta.

"Puede que tenga razón" Pensó la pilar del amor recordando la vez que Akaza secuestró a Giyuu, tuvo algo de apoyo para llevar a cabo la operación pero lo había hecho él solo.

Mitsuri hizo un par de preguntas más, esperando que alguno de los presentes le diera aunque fuera una pista, pero ninguno volvió a abrir la boca. Kanroji se dio por vencida y comenzaron a llevárselos, uno de los cazadores vio algo brillar en la nieve justo donde había caído el escupitajo de uno de los gemelos de pelo blanco, se agachó y al darse cuenta de lo que era, su mirada cambió por completo.

- ¿Masticaste algún cristal? - preguntó incrédulo, ganándose la atención de todos, incluidos los prisioneros.

- ¿Cristal? - Exclamó Kanroji mirando a los gemelos con preocupación.

- Sí, ¿algún problema? - respondió Aki irritada.

Varios los rodearon y los obligaron a abrir la boca, ambos estaban llenos de cortes que sangraban lentamente y los gemelos no parecían mostrar dolor ante eso.

- ¡¿Ehhh?! ¿Por qué has hecho eso? - preguntó la chica de pelo rosa al mismo tiempo que se ponía nerviosa por no saber qué hacer.

- ¿De verdad creías que nos dejaríamos llevar para ser condenados por algún juez? - Dijo Kai dirigiendo una mirada atónita a los presentes. - Somos herramientas, así ha sido durante generaciones en nuestra familia. Fijamos el precio y si los clientes logran cubrirlo, cumplimos la tarea hasta la última palabra, en caso de fallar debemos eliminar toda evidencia que nos implique incluyéndonos a nosotros mismos, moriremos en doce horas... ¿no es así Natsuki?

Todas las miradas se posaron en la chica en brazos del cazador, ella apretó los dientes molesta y como también tenía las manos en la espalda, mordió a todos aquellos que tenían la intención de revisar el interior de su boca.

- No se molesten, me eché el veneno en las heridas, no tengo complejo de herramienta como ellos para masticar vidrio.

- Nuestra familia te acogió cuando estabas a punto de morir, es triste que no quieras seguir nuestras costumbres como tal, Natsuki. - Comentó uno de los gemelos, decepcionado.

- Tus parientes tomaron mi vida como pago, he estado haciendo todo tipo de trabajos para tu familia, me parece justo que me permitan eliminar las pruebas a mi manera.

La discusión continuó por un rato causando irritación en sus demás compañeros presentes, Mitsuri por su parte no sabía que hacer.

"Shinobu-chan podría salvarlos, pero es muy arriesgado e insensato llevarlos a la finca de las mariposas... ¡Uf! ¿Qué debo hacer?"

Una mujer miraba con rostro inexpresivo desde lo alto de un enorme pino al grupo de personas que estaban en el suelo, cerró los ojos con fuerza cuando escuchó una voz dentro de su cabeza.

- Kairi -llamó la suave voz.

- Puedo oírle, Mizuki-san.

- El plan falló por culpa de alguien que alertó a los pilares antes de tiempo y por culpa de esos mocosos asesinos de demonios, por ser tan fiel te doy la oportunidad de salvar a alguien. Sin embargo, ya no puedo encontrar un uso para ninguno de ustedes así que marchense inmediatamente si no desean ser devorados por mí. ¿Está claro?

- Muy claro.

Le dolían los ojos cuando se cortó la conexión con la criatura, sacudió la cabeza y descendió cautelosamente del árbol. Una vez en el suelo, cogió unas piedras de tamaño medio y las lanzó hacia arriba apuntando aleatoriamente a algunos cazadores, tal y como había planeado, la pilar del amor se percató de las piedras y les advirtió antes de que fueran golpeados.

Kairi aprovechó la ligera distracción y justo cuando Mitsuri se percató de su presencia y se disponía a contraatacar, cambió de rumbo sorprendiendo a la chica de cabellos rosados, rápidamente tomó a su hermana y la cargó en su espalda, agarrando también a la compañera que había matado a los cuervos, la cual estaba al lado de Saki. Los cazadores quisieron detenerla pero Kairi sacó el arma de fuego de su cinturón, consiguiendo que el metal impactara contra la cabeza de la chica.

- ¿K-Kairi? ¿Qué estás haciendo? - tartamudeó asustada la chica al sentir el revólver en el lado derecho de la cara.

- Salvando el pellejo de mi hermana, inútil fracasada. - Kairi levantó la mirada, Mitsuri tenía la mano en la empuñadura de la espada flexible pero estaba en conflicto si usarla o no. - Kanroji Mitsuri, pilar del amor de los cazadores de demonios, no le causaré ningún daño si me dejas ir sin perseguirme. De lo contrario te aseguro que soy más que capaz de sacrificar a un peón como ella, te doy mi palabra de no hacerle daño alguno si accedes a mi petición.

- Kanroji-san, ella quiere llevarse a la traidora, no puede permitirlo.

- ¿Quién nos asegura que ella mantendrá su palabra?

- No me importa si mata a la chica, pero no podemos dejar escapar a la traidora, Kanroji-san. Ella sabe demasiado.

La pobre Mitsuri no sabía qué hacer, tenían razón pero era una decisión difícil. Un cuervo azul se posó frente a ellos y varias cejas se alzaron ante la presencia del animalito, sus ojos comenzaron a brillar de color magenta y todos se llevaron las manos a la cabeza con dolor mientras los recuerdos más horribles que habían presenciado fluían claramente en sus mentes.

Kairi aprovechó aquel suceso para liberar a la chica que tenía de rehén, empujándola hacia el frente para desaparecer del lugar, afortunadamente para aquellos que se preocupaban de que Saki revelara información importante, las hermanas no tenían intenciones de volver a involucrarse con aquella organización por lo que no había razón para preocuparse (Aunque por supuesto no lo sabían).

El cuervo levantó vuelo y el efecto se detuvo dejando a todos con expresiones de angustia, algunos con lágrimas en sus rostros y otros en shock, Mitsuri solo sentía el sudor resbalar de su sien mientras abría sus ojos que no se había dado cuenta que había cerrado.

- ¡Rápido que alguien los busque, no pueden escapar! - dijo uno de los cazadores menos afectados.

Tres de ellos se despejaron y se dispusieron a seguir su rastro pero Mitsuri los detuvo.

- Ya hemos perdido demasiadas vidas -dijo con tristeza-. - No creo que las volvamos a encontrar, vayan a entregarlos a las autoridades y tengan cuidado.

Su instinto le decía que seguirles la pista sería en vano. Guardaron sus espadas e hicieron lo que el pilar del amor les había dicho que hicieran.


- Sigo preguntándome quién estaba detrás de todo esto, era un plan muy elaborado y si no fuera por el esfuerzo que todos pusimos, habrían podido llevar a cabo el plan de principio a fin. - Dijo Tanjiro pensativo.

- Al menos estamos seguros de que Muzan no tuvo nada que ver. - Añadió Senjuro aliviado.

- Es cierto, si ha enviado demonios a por mí no creo que haya decidido usar humanos de repente. - Dijo el chico de pelo burdeos.

La puerta se abrió con cuidado y Zenitsu entró con su lindo gorrión Chuntaro en la cabeza.

- Tanjiro, Senjuro, ¿cómo está Inosuke?

- Shinobu-san dice que no debemos preocuparnos, que se despertará. - Contestó Tanjiro alegremente.

Zenitsu sonrió y prefirió no preguntar por la chica, podía escuchar claramente como luchaba ardientemente por no dejar escapar la vida de su pecho. Era un sonido triste y a la vez alentador, el cuerpo decía que no se había rendido con cada leve oleada de sonido; Zenitsu decidió sonreír con simpatía al Rengoku más joven, quien comprendió devolviéndole una sonrisa suave y algo triste.


Obanai llegó a una casa de dos plantas, localizó algunas partes de los alrededores, la casa estaba cerca del territorio que solía pertenecer a Uzui cuando patrullaba como pilar del sonido. El lugar estaba rodeado por un pantano y el agua llegaba a la altura de las rodillas y era sorprendentemente clara. Había visto entrar al cuervo por la ventana y se dirigió hacia la casa.

De pronto el pilar serpiente sintió un crujido, se detuvo para que el agua dejara de agitarse y permitiera ver con claridad lo que había pisado, al mirar hacia abajo encontró varios restos humanos semienterrados en el lodo del fondo.

"Un demonio" Fue lo primero que le vino a la mente, en eso escucho que alguien lo llamaba y para su sorpresa Tokito estaba a su izquierda detrás de una gran piedra en medio del agua, haciéndole un gesto con la mano para que se acercara.

- ¿Cómo has llegado hasta aquí Muichiro?

El chico pensó un momento y recordó cómo había encontrado el lugar.

- Acababa de recibir el mensaje de Oyakata-sama cuando vi un cuervo azul en el cielo. Ya lo había visto en varias ocasiones durante los últimos meses y siempre cuando Tomioka y Rengoku estaban cerca... En ese momento no le di importancia pero después de lo que dijo el maestro en la carta sobre seguir cualquier cosa sospechosa, me dediqué a perseguirlo hasta llegar al territorio de un demonio. Hace unas horas el cuervo se marchó de nuevo y aún no ha vuelto.

- Así que el demonio que vive aquí tiene dos cuervos, seguí a uno hasta aquí. - Obanai desenvainó su espada pero Muichiro lo detuvo.

- Espera.

- ¿Por qué?

- Su arte de demonio de sangre es fuerte, están al nivel de una luna inferior pero por alguna razón no tienen kanjis en ninguno de sus ojos.

El pilar serpiente se sorprendió y comenzó a analizar el terreno a lo largo de la estructura de la casa para actuar eficientemente y matar a esa alimaña.

- ¿Cuál es su habilidad?

- Leen la mente y parece que pueden manipular los recuerdos, no le ha servido de mucho pero es algo molesto.

- Es un inconveniente pero nada que dos pilares no puedan manejar.

Con estas palabras ambos tomaron sus espadas y salieron detrás de la roca listos para atacar.

La demonio de pelo verde daba vueltas en su habitación nerviosa, llevaba mucho tiempo enfrentándose al pilar de niebla y aunque por alguna razón sus recuerdos estaban nublados, intentar manipularlos le causaba al chico un fuerte dolor de cabeza, dándole la oportunidad de atacar. La demonio creía tenerlo todo bajo control pero la aparición del pilar serpiente la estaba alterando bastante.

"No es posible, Douma-sama me dijo que si lograba llevarle a los mocosos y a los dos pilares, convencería a Muzan-sama de considerarme como una opción para convertirme en luna superior, si además de todo lograba asesinar a un pilar eso aumentaría mi puntuación... desde que Muzan-sama eliminó por completo a las lunas inferiores la jerarquía se ha debilitado" Pensó enfadada.

Los pilares emergieron de detrás de la gran roca en medio de su pantano mientras ella miraba y decidió que si era su hora de morir al menos les causaría dolor de alguna manera.

"Arte del Demonio de Sangre, Cadenas del Pasado"

A Muichiro le volvió a doler la cabeza, nada que no pudiera soportar pero la voz de Iguro llamó su atención.

- ¿A ti? Ya veo, están jugando con mis recuerdos... obviamente esa escoria trataría de usarte en mi contra.

El rostro del pilar de niebla seguía igual pero enarcó una ceja sorprendido de que Obanai estuviera hablando solo. Sin embargo, al verle ponerse en posición de ataque, Muichiro notó que sus ojos brillaban de color magenta, Iguro comenzó a lanzar ataques persiguiendo a un ser dentro de su cabeza, por lo que decía, probablemente un demonio. Muichiro abrió los ojos desconcertado cuando de repente su compañero se detuvo y comenzó a negar y ponerse en una posición más defensiva.

- No... ¡No! Tú te lo has buscado, yo sólo quería sobrevivir... Yo... ¡Me estoy limpiando con cada vida que salvo como pilar! ¡No, no soy un asesino!

Varias mujeres se materializaron junto a Obanai, Tokito estuvo a punto de advertirle pero los reflejos del heterocromático actuaron logrando esquivar el ataque sin problemas mientras él seguía atrapado en su cabeza y aquellos recuerdos que lo atormentaban. Muichiro continuó su camino hacia el interior de la casa provocando el pánico del demonio.

"Este maldito mocoso... mi técnica del Espejo del Dolor no funcionará si no puedo acceder a sus recuerdos y traumas... ¡Uf! Todo está muy borroso. ¿No recuerda nada? Voy a morir si no puedo detenerlo y el estúpido pilar serpiente no me sirve de nada ya que su cuerpo reacciona por sí solo ante mis espejismos, no puedo dirigirlo a mi voluntad mediante engaños para que ataque a este niño. Tendré que usar sus recuerdos más recientes para atacarlo, es hora de empezar un espectáculo Mizuki".

"Arte del demonio de sangre modificado, Espejo de dolor, Traición irreal"

Muichiro se acercaba a la puerta, estaba a punto de entrar cuando sintió que alguien tiraba de su uniforme, se giró y vio a Tsutako que le sonreía cariñosamente.

- Mui-san, ¿no quieres jugar conmigo?

- ... Tú no eres la verdadera Tsutako-chan... fuera de aquí - soltó fríamente antes de continuar.

Un lloriqueo triste seguido de un gruñido lo dejó estático en la puerta.

"Ese gruñido... ¿Tomioka-san?" Muichiro giró la cabeza para descubrir que la chica había desaparecido y que el pilar de agua tenía un aspecto amenazador y gruñía sin cesar, igual que...

"Aquella vez querían hacer daño a los cachorros". Se dijo a sí mismo y no pudo evitar recordar claramente la furia de tres personas concretas.

- Ara Ara, hiciste enojar a Tomioka-san, Tokito-kun.

"Genial ... ¿Shinobu también?" Pensó visualizando  a la pilar insecto con una presencia oscura y temeraria antes de ver una cabellera rubia que le puso los pelos de punta. Rengoku estaba junto a Tomioka mostrando agresivamente sus colmillos, el beta interior de Tokito no pudo evitar sentirse abrumado por la sensación de ser un joven inexperto en la vida comparado con el alfa.

Una voz comenzó a reír delicadamente en su mente y notó en el reflejo de los ojos de Shinobu que sus propios ojos azul turquesa brillaban magenta.

"Es un verdadero honor ver a cuatro pilares reunidos frente a mi humilde morada" Escuchó en su mente mientras tres espadas apuntaban a su garganta.

Muichiro tuvo un momento de lucidez y se dio cuenta de varios errores en los supuestos pilares. Para empezar, la pilar insecto siempre guardaba su enfado tras una sonrisa y era mucho más baja de estatura, el pilar llama tenía el pelo de un color mucho más intenso y sus colmillos no eran tan afilados, para terminar, desde que Tokito se había enterado de que el pilar agua era un omega, había sentido una atrevida confianza de pegarse a él de vez en cuando para aprovechar la sensación de seguridad y calidez que emanaba el omega de ojos azules. Gracias a sus pequeños, esa sensación se mantenía incluso cuando estaba enfadado, por lo que no sentirla en aquel Tomioka, le ayudaba a convencerse de que aquellos no eran sus compañeros y le facilitó atacarles.

Pasaron unos diez minutos, ambos pilares lograron deshacerse del arte del demonio de sangre, entraron al lugar y en ese momento tenían al demonio responsable acorralado en la habitación. Le hubieran cortado la cabeza sin pensarlo pero necesitaban respuestas si era posible.

- Si nos dices lo que queremos saber no haremos que tu muerte sea lenta y dolorosa. - amenazó Obanai antes de preguntar. - ¿Fuiste tú quien planeó toda la farsa del ataque? ¿Para qué querías a Tomioka y a los niños?

- Sí, y fue un encargo de un superior.

- ¿Muzan o una de las lunas superiores?

Ella no contestó y eso irritó a Iguro.

- ¿La luna superior tres? - volvió a preguntar, confundido por la negativa de la chica.

- ¿Qué sabes de los planes o la ubicación de Muzan? - preguntó el pilar de niebla.

- Nada, y aunque lo supiera, no te lo diría. ¿De qué serviría? Nunca lo derrotarás.

No le dieron tiempo a seguir hablando, Muichiro le cortó la cabeza y abandonaron el lugar dejando el cuerpo que comenzaba a desmoronarse en cenizas.

"Me pregunto que pensará Douma-sama cuando se entere que fracasaron". Se dijo a sí misma antes de desaparecer por completo.

- ¿No crees que es arriesgado llevarse esos pájaros? - Inquirió el pilar serpiente viendo al cuervo de Tokito morir de celos con ambos cuervos azules acomodándose cómodamente en los hombros del pilar favorito del cuervo.

- Si fueran peligrosos habrían desaparecido con ella... como están domesticados morirán de hambre si nadie se ocupa de ellos.

Obanai se resignó y ambos fueron a reunirse con el resto de sus compañeros.


- ¿Mizuki está muerta? Vaya, qué desafortunado. Muchas gracias, puedes irte.

El chico asintió haciendo una reverencia completa y se retiró. La noche había caído y con ella la noticia del fracaso de aquel demonio, la luna superior dos hizo un leve gesto de decepción.

"Bueno, nadie puede decir que no lo intenté. Es una pena, realmente me hubiera gustado conocer a los pequeños. Oh, ya sé, ¡iré a buscar a Akaza-dono! Le haré una visita sorpresa, ¡seré su sorpresa!". Exclamó Douma para sí mismo sonriendo mientras se levantaba de su lugar favorito en su casa para ir en busca de la luna superior.


Akaza estaba confundido, tenía muchas dudas en su interior y casi todas giraban en torno a un omega de pelo negro y ojos azules con un haori dividido en dos. Para empezar su estresante día, Muzan había reunido a todas las lunas superiores hacía unas horas, había expresado su descontento por como iban las cosas y durante todo ese tiempo no le había quitado sus terroríficos ojos rojizos de encima, Akaza hizo todo lo posible por no pensar en Kyojuro ni en Giyuu ya que de lo contrario Muzan se enteraría de la existencia de los cachorros y del vínculo con el omega, a duras penas lo consiguió y luego tuvo que estar atento a cada palabra que salía de la boca de Douma. Afortunadamente, nada se le escapó y luna superior tres no pudo evitar suspirar, sin embargo no entendía por qué le importaba tanto proteger a esa familia.

"Al principio sólo quería al omega como medio para desahogar mi frustración con Kyojuro, después de marcarlo sin querer, decidí que no le iba a dar importancia y que nada de eso había pasado, luego me sentí furioso y celoso de que alguien más lo cortejara cuando se supone que a mí no me importa un carajo, logré llevarme a Giyuu y planeé quedármelo como mera posesión... ¿Y ahora me importa lo que Muzan-sama haga con ellos? Debe de ser mi instinto alfa que busca protegerlos porque son míos, si no, no entiendo por qué me importa tanto como para dejarlos bajo la protección de Kyojuro." Reflexionó todo lo que había pensado y molesto se alborotó el cabello.

"Lo que dijo el de los ojos disparejos es cierto, ni yo sé lo que quiero... tal vez debería habérmelo comido como dijo ese idiota impertinente".

- ¡Akaza- dono!

"... Mierda ... lo invoqué ..." Pensó irritado, cerrando los ojos con fuerza.

Realmente le vendría de maravilla una buena sesión de lucha con Kyojuro ahora mismo, si al menos hubiera aceptado convertirse en demonio. Akaza no contestó a Douma e intentó escapar de la conversación, pero no lo consiguió.

- Felicidades, ¡hoy es el aniversario del día en que te convertiste oficialmente en luna superior! - Dijo Douma caminando a su lado con emoción.

- ¿Tan obsesionado estás conmigo que llevas la cuenta? ... Espeluznante.

- Vamos, ¡no seas tan frío! Incluso tenía planeada una sorpresa para ti pero desgraciadamente la bola de humanos ineptos que conseguí no consiguió traértelos.

Detuvo su andar abriendo los ojos ante lo último. ¿Traérselos? ¿Sorpresa? Volvió sobre sus pasos y agarró con fuerza las ropas de la luna superior dos.

- ¿De qué estás hablando?

- Bueno, ya que no se pudo hacer esta vez... ¡Había planeado recuperar a tu omega y a tus cachorros para celebrarlo, además de traerte el pilar de llamas para que Akaza-dono pudiera hacer con él lo que quisiera!

El demonio de pelo rosa se quedó de piedra al darse cuenta de lo que el idiota acababa de decir. Con la ayuda de humanos que seguramente había sacado de algún lugar de su secta del engaño, había intentado secuestrar a Giyuu, Kyojuro, la niña y un cachorro que no conocía. Si lo hubieran conseguido, no habría forma de que Muzan no se hubiera enterado de todo y hubiera tomado cartas en el asunto, aparte de sus especulaciones, no podía hacer más que imaginar escenarios en los que Muzan castigaba al pilar de agua de las formas más inhumanas y crueles posibles, torturándolo tanto en su cuerpo como en su mente.

Douma escuchó con claridad lo que Akaza comenzó a decirle, que probablemente era el comentario más largo que le había oído dirigir a su persona.

- Escúchame bien porque no lo repetiré, nunca volverás a intentar algo así... Jamás. Deben quedarse donde están, no me importan en absoluto y no quiero saber nada de ninguno de los dos.

"Allí con los cazadores están seguros... un tiempo aunque sea... así es como puedo protegerlos". Akaza se sobresaltó por el uso frecuente de esa palabra, ¿por qué era tan aprensivo con la palabra proteger? Eso ya significaba algo más fuera de su instinto alfa, por un instante le pareció ver a una chica en lo profundo de su mente pero sacudió la cabeza y se olvidó de ese fugaz avistamiento.

- Vale, vale, error mío, olvidé el detalle de que este es nuestro pequeño secreto. - Comentó divertido la luna superior dos.

Akaza resopló exasperado y le soltó para que se marchara, Douma le siguió con su mirada multicolor y su sonrisa se ensanchó. Compartían un secreto así que sus progresos de pasar tiempo con él definitivamente estaban dando frutos.

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