Tiempo de extracción


- ¿Uzui nos invitó a todos a unas nuevas aguas termales?

Tomioka cepillaba el pelo de Tsutako mientras Rengoku ataba la coleta que solía llevar Tyojuro. Haruki y Ryu tenían la cara pegada al cristal de sus frascos de orugas, les habían dicho que las mariposas no llegarían hasta la primavera pero el hecho de ocuparse de algo más aparte de los peces del omega de pelo negro les resultaba interesante. Apreciaban tener el pelo corto, a menos que su cabello se despertara más rebelde de lo normal, no tenían que lidiar con cepillos y ataduras a diferencia de sus hermanos.

- Así es, quieren aprovechar la oportunidad antes de que caiga la primera nevada, todos van a ir, somos los únicos que quedan por confirmar.

- No podemos dejarlos solos.

- Y no lo haríamos, Urokodaki-san puede cuidar de ellos. Sabes que adora a los niños, hace unas semanas que no le visitan.

- ¿Y Senjuro?

- Tenía una misión con el escuadrón Kamaboko, no volverá a casa hasta dentro de tres días por lo menos.

Terminaron de arreglar la apariencia de sus pequeños y la respuesta del pilar de agua emocionó a Kyojuro.

- Bien, iremos con Uzui en cuanto dejemos a los cachorros con Urokodaki-sensei.

- ¿Iremos a casa del abuelo? - El rostro de Tsutako mostró una amplia sonrisa inundada de felicidad.

- ¡Así es Tsu-chan! - confirmó Rengoku.

- ¡Sí, abuelo Urokodaki! - Gritaron emocionados los cuatro niños.

"Sensei se moriría de alegría si viera sus reacciones" pensó Giyuu con una leve sonrisa.

En ese momento alguien llamó a la puerta de la finca, Rengoku fue a ver quién era y nada más asomarse vio a un trío de cazadoras Mizunoe esperando a ser atendidas con un montón de papeles cada una.

- ¿Sí? ¿Qué necesitan?

- Buenos días, Rengoku-san. - Se inclinaron apresuradamente excepto una que lo hizo con calma y desinterés. - La pilar de los insectos nos ha ordenado que le entreguemos los últimos informes que Oyakata-sama nos pidió para que pueda revisarlos. Por favor, ¡acéptelos!

El pilar de la llama no pudo evitar reírse de su comportamiento y cogió los tres montones de papeles rápidamente.

- Muchas gracias, sigan con su excelente trabajo.

- Gracias a ti, Rengoku-san. - Se inclinaron de nuevo excepto la otra chica que estaba distraída en algún lugar de su mente. Recibió un codazo de la que estaba a su lado y de mala gana se inclinó agradeciéndole al rubio.

Se marcharon y en cuanto vieron que Rengoku volvía a la finca del agua, no tardaron en regañar a la chica.

- Oye Saki no hagas eso, si hubiera sido Iguro-san te hubiera matado con la mirada.

- Si, no nos pongas en situaciones difíciles delante de los pilares, dan mucho miedo.

- Lo siento, es la primera vez que veo la finca del agua. - Comentó, fingiendo desinterés pero escondiendo detrás una sonrisa de satisfacción. - Es muy grande. - Añadió para no parecer sospechosa.

- Eso es porque Oyakata-sama paga muy bien a los pilares.

- De hecho creo que ellos mismos pueden decidir la cantidad que quieren que se les dé.

- ¿De verdad? ¿No es un poco exagerado?

- He dicho que creo, no estoy segura. Tampoco sé si las fincas se incluyen en el momento de convertirse en pilar... Tomioka-san nunca ha parecido de los que les gusta el lujo, esa casa era demasiado grande para una sola persona.

- Ahora hay varios niños en ella según he oído, además del pilar llama que vive con él.

- ¿Están ya unidos por enlace?

- ¿Crees que lo sé?

- Bueno son alfa y omega así que solo con la marca del vínculo entre ellos ya los caracterizaría ante la ley ¿no?

- Mi hermana es omega pero aún es demasiado joven para que yo conozca esa información, por lo tanto no tengo ni la más remota idea.

"Sólo mes y medio Saki, mes y medio nada más". Se recordó a sí misma molesta mientras aceleraba el paso, dejándolas atrás con su charla.


- ¡Vamos, vamos, vamos! ¡Dense prisa! ¡El abuelo nos está esperando!

Tsutako llevaba a Tomioka de la mano intentando acelerar el paso hacia el monte Sagiri, el de pelo negro llevaba a su hijo rubio mientras Rengoku cargaba con Ryu, que dormía una siesta en su firme agarre mientras Haruki se maravillaba con el paisaje por el que pasaban.

Lo mismo ocurría con los cuatro cada vez que iban a casa de Urokodaki, convirtiendo el camino en una especie de paseo agradable y relajante antes de que los pilares tuvieran que dejarles para ocuparse de otros asuntos. Cada vez que emprendían el viaje la diversión no hacía más que empezar, su itinerario era sencillo pero nunca parecían cansarse de él, paraban a dar de comer a los patos de un lago que al reconocerlos se agrupaban ansiosos por el pan que siempre les daban, jugaban al "veo veo" con Kyojuro y los niños solían contar todo lo que habían hecho en el día y teniendo en cuenta que eran cuatro, sus historias e ideas eran tan espontáneas que las risas de Rengoku estaban presentes casi en toda esa parte.

Si llovía, se hacía un espacio en el itinerario donde los niños saltaban y jugaban bajo las gotas de agua mientras Kyojuro y Tomioka se cubrían con sus respectivos haoris. Finalmente y sin excepción Ryu siempre se dormía para poder llegar a la casa de su abuelo no al 50%, sino al 100%, Haruki aprovechaba su talento para apreciar el paisaje que se extendía frente a ellos y Tsutako no podía esperar más para ver al hombre de la máscara de tengu.

- Puedo olerlo, ¡puedo olerlo!

Urokodaki estaba preparando algo de comer cuando su nariz percibió con alegría varios olores familiares y sonrió detrás de la máscara, poniéndose de pie de inmediato cuando escuchó una voz excitada que apresuraba a los adultos que la acompañaban. En cuanto Tsutako le vio salir de su casa para saludarles, soltó la mano del pelinegro y corrió a lanzarse a los brazos del anciano.

- ¡Abuelo Urokodaki! ¡Te quiero y te he echado mucho de menos!

Ah, pequeños detalles que le daban al antiguo pilar cien años de vida cada vez. Como si fuera su alarma, Ryu se despertó inmediatamente como si nunca se hubiera dormido para empezar y familiarizado con lo que planeaba hacer, Kyojuro los bajaba para que el niño no saltara de sus brazos al suelo y se diera un santo golpe. (Créanme que ya lo había hecho) A diferencia de Haruki que siempre daba las gracias a su padre mientras bajaba con cuidado, Ryu se apresuraba a bajar y corría a agarrarse a la pierna de Urokodaki casi siempre con una excusa diferente para quedarse allí y no soltarse.

- Abuelo, por favor, enséñame a usar una katana, ¡por favor! - suplicó, utilizando de nuevo el mismo pretexto que la última vez para quedarse como un mono en su pierna.

Tomioka se había resignado a ese comportamiento por mucho que intentara eliminarlo y para entonces solo se cruzaba de brazos, tapándose los ojos con una mano avergonzado mientras Rengoku le palmeaba el hombro para rebajar la sensación, Tyojuro reía divertido y Haruki suspiraba con una sonrisa en la cara, sus dos hermanos de pelo oscuro eran demasiado entusiastas comparados con ellos, lo cual era irónico teniendo en cuenta que los más expresivos y enérgicos tenían la apariencia del tranquilo y calmado pilar de agua.

Urokodaki se acercó a ellos para saludarlos aún con los niños de pelo negro colgando de su cuerpo, acarició las mejillas de los otros dos niños a modo de saludo y después de abrazar fuertemente a Tomioka, siempre era costumbre estrechar con gusto la mano de Kyojuro mientras el rubio lo saludaba con su propio entusiasmo.

- Volveremos a por ellos mañana, Uzui nos ha invitado a pasar la noche en su finca tras salir de las termas. - Anunció Kyojuro alborotando el cabello de Ryu.

Urokodaki asintió y los cinco se despidieron de los pilares, deseándoles un buen viaje y que lo pasaran bien. Arrastraron al hombre de la máscara hasta su casa entre pequeñas risas y el anciano no pudo evitar sentirse completamente feliz de tenerlos allí.


- ¡WOW! Es un lugar hermoso Uzui-san. - Kanroji se emociono mirando a su alrededor.

- Lo sé, ¡Tengen-sama siempre elige los lugares más llamativos para estar! - gritó Suma feliz.

Parecía ser un establecimiento muy popular y preocupado por la imagen; todo estaba reluciente, decoraciones de todo tipo plagaban el lugar pero no producían una vista recargada, había bastante personal moviéndose de aquí para allá con todo lo necesario para los que venían a relajarse. Los pilares no dejaban de girarse a cada pequeño rincón, admirándolo todo como si hubieran acudido a un museo.

- Bienvenidos, ¿tienen alguna reserva en particular? - preguntó cordialmente el chico que atendía.

- Sí, exclusiva con comida incluida. - Dijo Uzui con orgullo mientras los demás se preguntaban cuánto había costado aquello.

- ¡Oh! Usted debe ser Uzui-san, no recibimos ese tipo de reservas a menudo. - Sonrió, sabiendo que el hombre de pelo plateado era el cliente favorito del dueño.

- Alguien tan exótico como yo no puede limitarse a lo cotidiano todo el tiempo. - Afirmó el antiguo pilar de sonido golpeando con el dedo índice la mesa de recepción, haciendo que una gota de sudor recorriera la sien del otro.

- Por supuesto que no. - Respondió por educación. Dirigió su mirada al resto de pilares. - ¿Serían tan amables de indicar sus subgéneros por favor?

- ¿Ah? ¿Por qué tenemos que hacer eso? - cuestionó Sanemi.

- Nuestro sistema se divide en hombres y mujeres, a partir de ahí se ofrece la opción de separar en alfas y omegas si el cliente así lo desea.

- ¿Es esa la razón por la que hay tanta gente en el lugar? - Himejima se interesó.

- Me gusta pensar que esa es la razón, caballero. - Dijo el joven con orgullo.

- Dejen la charla para más tarde, toma nota que no voy a repetirlo: somos tres alfas, dos omegas y siete betas. - Uzui dictó mientras el otro escribía rápidamente.

- ¿Sus sexos primarios?

- Tres alfas masculinos, una omega femenina y un omega masculino. Aunque especifiqué que no estaríamos separados por sexos primarios, somos buenos compañeros y no nos molesta.

Kanroji se sonrojó hasta las orejas y Shinobu tenía un molesto tic en el ojo derecho aunque seguía sonriendo mientras Sanemi sostenía a Obanai que había sufrido un sorpresivo desmayo y excesivo sonrojo ante la sola idea de estar en el mismo baño caliente que la pilar del amor.

- Por nuestra política especial, los omegas deben responder primero. ¿Prefieren el espacio destinado sólo a su subgénero?

Giyuu y Mitsuri se giraron a ver y negaron con la cabeza, eran muy buenos amigos pero ¿de qué serviría haber ido todos juntos entonces?

- Genial, la misma pregunta para los alfas.

Al ver las negativas, cerró el cuaderno y con una seña algunos empleados les dieron ropa adecuada para poder disfrutar de las cálidas fuentes.

- Disfruten de su estancia. - Dijeron en el momento de entregar las prendas.

Se inclinaron dándoles las gracias y fueron a cambiarse para disfrutar del día. Todos entraron en un estado de relajación cuando el agua caliente entró en contacto con su piel. Shinobu y Mitsuri mantenían una toalla envuelta alrededor de su pecho y un paño caliente en la frente mientras apoyaban sus cabezas en una de las piedras de los bordes, suspirando felices, Muichiro estaba sumergido hasta la nariz sacándola ocasionalmente para respirar antes de entrar nuevamente al agua, Gyomei sonreía disfrutando de la paz y tranquilidad del lugar escuchando atentamente el sonido del agua producido por una pequeña fuente decorativa del lugar, Sanemi tenía sus brazos apoyados en el borde y sonreía tranquilamente, Obanai estaba a su lado sin haberse quitado la venda de la cara acariciando a Kaburamaru que tenía un pequeño paño caliente envuelto en la cabeza y disfrutaba del ambiente humeante, Uzui arreglaba el pelo de Hinatsuru mientras sus tres esposas charlaban animadamente en el espacio entre sus piernas, Rengoku estaba igual que el pilar de viento con los brazos en el borde y además de relajado se sentía alegre mientras Giyuu se apoyaba en él con la cabeza por debajo de la línea de su mandíbula encajando perfectamente en el hueco donde se unían su cuello y su hombro.

Después de casi tres horas salieron del agua caliente de un humor maravilloso, poniéndose las túnicas que habían dejado cerca y se sentaron a la mesa que amablemente habían llenado de comida, había de todo y nadie se quedó con hambre, ni siquiera Kanroji o Rengoku.

Los pilares atesoraban momentos como este, era raro que todos pudieran reunirse y disfrutar de la compañía de los demás. Himejima hablaba con Shinobu y Muichiro solo los escuchaba, Uzui discutía animadamente con Rengoku y Sanemi, quien disfrutaba de aquello aunque su rostro mostraba lo contrario, Kanroji reía de sus propias anécdotas mientras Tomioka la escuchaba atentamente y Obanai estaba entre hacer un gran esfuerzo por tolerar la presencia del pilar de agua y escuchar con cariño a su amada Mitsuri.

Terminaron de comer, bebieron un poco y agradecieron antes de partir a la finca del sonido, el sake que varios habían tomado con la comida comenzó a hacer efecto haciéndolos sonrientes y platicadores todo el camino, una vez en casa de Tengen hicieron una que otra actividad propuesta por Mitsuri antes de irse a dormir y una vez que terminaron, cada uno se fue a sus habitaciones.

Muichiro ya estaba semi dormido desde hace mucho tiempo y el pilar de roca se encargó de llevarlo a su habitación antes de ir a la suya, Kanroji no dejaba de mirar a Tokito con ternura diciéndole que para ser un pilar era adorable, Uzui sonreía con picardía a Iguro y éste no sabía a que se debía esa sonrisa pero sentía que ese hombre no era de fiar.

... (Nada explícito pero puedes saltártelo, estará en negritas)

Iguro iba a matar a Uzui, lo juró en aquel momento. Lo había dejado en la única habitación más cercana al alfa y al omega así que por su culpa no había podido dormir durante horas, escuchando gemidos y jadeos de Tomioka y Rengoku así como otros sonidos intermedios que ni siquiera quiso escuchar con más atención.

"Los demás deben estar profundamente dormidos" se lamentó sonrojándose furiosamente cuando un fuerte gemido de Tomioka llegó a sus oídos.

Era la tercera ronda que tenían, tenía que admitir que nunca pensó que el azabache pudiera emitir sonidos tan provocativos y eróticos... era muy inesperado para él, para continuar, había conocido al rubio desde que eran pequeños y compartieron muchas experiencias juntos... pero definitivamente desearía no haber descubierto la buena química que él y el omega de ojos azules tenían en la intimidad. Poder escuchar claramente lo que decían no le ayudaba en absoluto.

Iguro enterró su cara roja en la almohada cuando escuchó claramente un par de minutos después el sonido de la piel chocando con fuerza.

"¿Pero cuánto tiempo han estado esperando para tener tanta energía?", se desesperó.

Aunque el pilar serpiente solo escuchaba fue capaz de imaginar lo que estaba sucediendo cuando Tomioka comenzó a llorar de placer mientras Rengoku jadeaba fuertemente, los empujones parecían aumentar en velocidad y fuerza, segundos después la voz de Tomioka gritando el nombre de Kyojuro repetidamente fue lo último que escucho antes de que el silencio finalmente reinara con solo respiraciones entrecortadas provenientes de la habitación contigua.

La desgracia atormentó al pilar serpiente durante el resto de la noche, mientras los tortolitos dormían completamente agotados, no podía quitarse de la cabeza todo lo que sus oídos habían presenciado y observó consternado como el sol salía justo cuando empezaba a dormirse.

Estaban todos sentados juntos desayunando felizmente... todos menos cierto heterocromático de cabello oscuro, que tenía grandes ojeras y evitaba mirar a Tomioka, no por su habitual sentimiento de odio, sino porque había podido notar que le costaba un poco caminar y aunque era prácticamente imperceptible, los sonidos de la noche junto con las expresiones que imaginaba que Tomioka llevaba al escuchar su voz, eran demasiado para él.

- Iguro-san ¿estas bien? - Pregunto curioso Kanroji al notar las bolsas bajo sus ojos.

- Me muero de sueño... - Se quejó asintiendo cansado.

- ¿No dormiste bien anoche? - Cuestionó Sanemi antes de darle un sorbo a su té.

- No... había demasiado ruido. - Dijo discretamente mirando a su rubio amigo que comía animadamente exclamando sin parar su frase favorita.

Algo le había quedado claro después de esto, Rengoku era sin duda el alfa en todos los sentidos de la palabra, pero Tomioka tenía un lado atrevido y sorprendente que Iguro esperaba con ansia olvidar cuanto antes.


25 de enero, 4:00 a.m.

La puerta de la habitación se abrió y el pequeño de pelo rubio entró tímidamente, viendo el futón de sus padres mientras apretaba contra su pecho el pequeño peluche de búho que le había regalado la amiga de Senjuro.

- ¿Papá? ... ¿Papá? ... - Rengoku sólo se removía entre sueños por lo que Tyojuro se acercó a tocarle el hombro. - Papá despierta.

Kyojuro volteó a verlo con los ojos entrecerrados, enfocándose para ver quién le hablaba.

- ¿Mhhh? ¿Qué? ¿Qué pasa? - Parpadeó con fuerza un par de veces hasta que distinguió los grandes y bonitos ojos azules de su hijo. - Oh... Eres tú Tyojuro, ¿qué pasa?

- He tenido una pesadilla... ¿Puedo dormir contigo?

Por un momento pudo ver a Senjuro reflejado en su carita avergonzada y nerviosa.

"Solía venir a mi cama cuando no podía dormir, en realidad a veces todavía lo hace pero para eso estoy yo aquí. Soy su hermano mayor... bueno, en este caso su padre". Rengoku sonrió tranquilamente.

- Por supuesto, ven aquí. - Dijo abriendo la manta para que pudiera unirse.

El pequeño se alegró y, una vez dentro, Kyojuro lo colocó para situarlo entre él y Giyuu.

- Mi madre solía hacer algo especial para que durmiéramos tranquilos.

- Enséñamelo, enséñamelo. - preguntó el niño con curiosidad.

El rubio mayor le dio un beso tres veces en la frente haciendo sonreír al cachorro, le dijo que cerrara los ojos y le diera su mano, en cuanto Kyojuro la tuvo hizo pequeñas caricias con su pulgar en los dedos del niño hasta que este se durmió, Cuando el alfa vio que había funcionado, lo cubrió con la manta y se acomodó para reanudar su descanso.

Tomioka se había despertado desde que escuchó la voz de su hijo y reprimía la nostalgia que golpeaba con fuerza su corazón.

- Sabito... No puedo dormir - susurró el chico de pelo negro desde su cama.

Estaban cada uno en su futón a menos de un metro de distancia, pero Giyuu sentía frío y soledad. Todavía no se acostumbraba a no sentir el calor de su hermana cerca.

- ¿Mhhh? - contestó el otro bostezando y frotándose los ojos. - ¿Otra vez pesadillas?

Giyuu asintió avergonzado y Sabito suspiró.

- No tienes remedio Yuu.

Se apartó dando unos golpecitos al futón invitando al chico de ojos azules a tumbarse a su lado, cosa que no tardó en hacer. Sabito los tapó con la manta y le ofreció la mano. Giyuu la cogió feliz y pronto se quedó dormido sintiendo un agradable calor en su mano.

- Realmente eres un llorón. - susurró Sabito sin intención de ofender. - Dulces sueños, Yuu. - Murmuró acariciándole el pelo.

Echaba de menos a Sabito, echaba de menos a su mejor amigo, a menudo deseaba que siguiera vivo y pudiera formar parte de su entrañable familia.

"Habría adorado a Ryu, habría pateado el culo a cualquiera que hablara mal de Haruki, entrenado con Tsutako y jugado con Tyojuro". Dejó escapar un pesado suspiro mientras se le deshacía el nudo en la garganta y volvía a acomodarse en la almohada para intentar conciliar el sueño de nuevo.


8:00 a.m.

El sol iluminaba pálidamente el paisaje, había nevado desde la tarde anterior y se asomaban los primeros signos del final del invierno. Los pequeños miraban todo desde una de las ventanas, Tyojuro y Ryu con su aliento dibujaban en el cristal con los dedos y Tsutako con Haruki veían regresar a los primeros pájaros aventureros del sur.

- ¿Podemos salir a jugar en la nieve? - Pregunto el niño de pelo rosa emocionado por la manta blanca que cubría completamente el jardín.

- Yo ya me tengo que ir pero pídele permiso a Giyuu-san. - Comentó Senjuro con la clásica sonrisa amable de él mientras cogía su espada y se recogía rápidamente el pelo.

El chico se disponía a salir cuando la voz de su hermano lo detuvo de inmediato.

- Senjuro espera un momento, ¡te vas a enfermar!

Tomioka le entregó una bufanda amarilla y Rengoku se lo agradeció con un rápido beso en la mejilla, se acercó corriendo a su hermano pequeño y le rodeó cuidadosamente el cuello con la bufanda.

- ¡Todo listo! Ten mucho cuidado Senjuro.

- No te preocupes, tendré cuidado, aniue.

- ¡Cuidado ahí fuera! exclamó Haruki.

- ¡Te queremos! - declaró Tsutako.

- ¡Vuelve pronto! - dijo Tyojuro.

- ¡No te hagas mucho daño! - recomendó Ryu.

Senjuro sintió que su corazón rebosaba de alegría y se despidió de los niños agitando la mano. Desde que puso un pie fuera, ya estaba deseando volver a casa.


12:00 p.m.

- Es hora del baño, límpiense la nieve y entren. -anunció Tomioka, asomándose al jardín.

Una bola de nieve le golpeó la cara provocándole un escalofrío. Kyojuro, Tsutako, Haruki y Tyojuro habían comenzado una pelea de bolas de nieve después de haber montado juntos un muñeco de nieve, ahora miraban con ojos sorprendidos y algo asustados a Ryu que estaba soltando litros de sudor por segundo. Giyuu se llevó la mano a la cara y se quitó la nieve de los ojos, volvió a entrar en casa y salió con una bufanda azul al cuello.

"De acuerdo, cinco minutos no harán daño". Pensó mientras se agachaba para formar una bola de nieve, la lanzó con fuerza, derribando a Kyojuro con un golpe certero mientras los niños reían y gritaban continuando la batalla.


El de pelo negro metió la mano en el agua, estaba caliente y a una temperatura perfecta, agitó su mano mientras los niños no paraban de hablar con Kyojuro mientras les ayudaba a desvestirse. Rengoku disfrutaba mucho del baño con ellos, no hacían más que jugar salpicando agua, haciendo formas con las burbujas y cambiándose el peinado con la ayuda del jabón. 

Giyuu estaba cepillando el pelo de Tsutako para bañarla bien, se dio la vuelta y sus mejillas se inflaron un poco mientras contenía la risa. Tyojuro miró a Rengoku confundido mientras sus hermanos se reían de su pelo que se colocaba como la llama de una vela, el pilar de la llama incluso había hecho que sus mechones laterales se colocaran de la misma forma.

"Solo Kyojuro es capaz de hacer cosas que desafían la lógica misma". se dijo Tomioka, temblando por la risa que se negaba a soltar.

Cuando terminaron, los chicos salieron del baño dejándoles espacio más que suficiente para ocuparse tranquilamente del baño de la pequeña. Aquel era probablemente el único momento del día en el que Tsutako se quedaba quieta disfrutando de las atenciones de su madre que se encargaba de limpiarle el pelo, la niña era más que capaz de hacerlo sola pero aquella rutina era algo que ambos disfrutaban. Mientras se secaba, Giyuu estrujaba suavemente su larga, lacia y hermosa melena. En cuanto estuvo un poco más seco le untó un poco de aceite de camelia, que según Mitsuri, ayudaría a mantener y acentuar la belleza del color negro de su cabello.


3:40 p.m.

Habían preparado un poco de té que estaban acompañando con galletas, no era necesario mencionar que los pequeños disfrutaban mucho ese momento, sus días favoritos eran definitivamente aquellos donde sus padres no tenían misiones y se quedaban con ellos todo el día. Estaban revisando los itinerarios que los otros pilares habían planeado para el entrenamiento que Oyakata-sama había estado preparando desde hace mucho tiempo. Llevaban más de media hora sentados frente a una pequeña mesa de la sala.

"Creo que Obanai está exagerando un poco la nota" pensó Rengoku después de leer lo que planeaba enseñar a los cazadores, alargó la mano para coger una galleta pero se dio la vuelta cuando no sintió más que migas en el plato y con sólo mirar las mejillas de sus cachorros comprendió que había tardado mucho. Se sintió un poco decepcionado pero por el rabillo del ojo vio que Giyuu le ofrecía algo, el pelinegro tenía frente a él dos galletas que había guardado especialmente para él.

"Es muy amable". pensó Rengoku mientras daba el primer mordisco a la galleta de chocolate.

- ¡Sabroso!

Tomioka dio un sorbo a su té mientras leía el itinerario de Mitsuri, apartó la vista para ver qué hacían sus pequeños y los encontró descansando en el suelo del tatami jugando con un par de juguetes y peluches que habían traído. Volvió su atención al escrito que tenía delante cuando su cuerpo se tensó y su mano apretó el papel, arrugándolo.

En cuanto oyó el maltrecho papel, Rengoku le prestó atención con expresión interrogante.

3:50 p.m.

Tomioka estaba inquieto, algo no le gustaba, sus instintos estaban alerta y tenía un mal presentimiento, se levantó escudriñando el lugar sin entender que era lo que le había puesto tan nervioso.

Kyojuro no pudo evitar compararlo con un ciervo que es consciente de la proximidad del peligro, él era consciente de los sensores de peligro de los omega, así que decidió no tomárselo a la ligera. El pilar rubio olfateó el aire y no detectó nada extraño, sin embargo a medida que pasaban los minutos, la actitud de Giyuu y su instinto alfa protector le decían lo contrario.

"Algo no va bien aquí, pero no sé qué es". Se dijo el rubio, poniéndose en pie mientras desenvainaba su espada.

Giyuu llamó a sus pequeños para que se acercaran a él y aunque no entendían por qué enseguida le rodearon.

- Increíble, Increíble, tenía razón, los pilares son completamente diferentes a cualquier otro. - Una voz masculina escondida en el jardín se excitaba regulando su volumen.

- Se han dado cuenta de nuestra presencia casi de inmediato y ni siquiera estamos dentro. - Una voz femenina se asombró.

- No importa, pronto recibiremos la señal y serán tan estúpidos como cualquier ser humano. - Murmuró una voz masculina ronca.

La chica señaló al cielo cubierto por las nubes que llevaban más nieve, un cuervo voló en círculos sobre ellos y pasaron un par de segundos antes de que otro se uniera en dirección contraria.

- Ha llegado la hora. - Susurró la voz grave, desenvainando cuidadosamente una daga y comenzando a imaginar con claridad cada uno de los asesinatos que había cometido.

Sabía que recordarlo haría que su cuerpo se sintiera diferente y eso era precisamente lo que buscaba.

.

.

Había empezado a nevar suavemente.

.

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4:01 p.m.

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Rengoku sintió una clara amenaza para su manada que provenía del exterior de la finca del agua, y nada menos que del jardín. Frunció el ceño, aquello estaba demasiado cerca yendo mucho más allá de la distancia que él consideraba segura.

- Giyuu, hay alguien fuera... coge a los niños, sal por la puerta de atrás y ve directamente a la finca de las mariposas. - Ordenó en voz baja.

- Ten cuidado, nos veremos allí. - Dijo Tomioka mientras tomaba de alguna manera a los cuatro niños en brazos y se apresuraba a salir.

Huir de una pelea no era el código de los cazadores de demonios y no le hacía ninguna gracia abandonar el pilar de llamas para enfrentarse solo a la amenaza, pero era un omega y el único que podía dar una oportunidad a sus cachorros si las cosas pintaban mal.

- Te lo dije, tan predecible. - Se burló la misma voz de quien sostenía la daga al escuchar los pasos apresurados que se dirigían a la parte trasera.

- Es nuestro turno Natsuki. - Susurró la otra voz masculina rebosante de emoción.

- Bien, vamos.

Giyuu apenas había conseguido abrir la salida trasera cuando una chica cubierta con una máscara de zorro similar a las que hacía Urokodaki con la diferencia de que sólo tenía el espacio de los ojos y era totalmente blanca, le bloqueó el paso.

- ¿Te vas tan pronto? Nos facilitarías el trabajo si te rindieras, tal vez ni siquiera tendríamos que matar a los pequeños.

Sonrió cruelmente detrás de su máscara al ver las caras de terror de los niños cuando dijo eso. Tomioka ni siquiera respondió pero sus ojos se clavaron en su cintura y lo que vio lo dejó sin aliento por un segundo, en un abrir y cerrar de ojos ya no estaba frente a ella.

El omega de ojos azules había conseguido esquivarla, dirigiendo su carrera hacia el bosque en vez de hacia la finca de las mariposas.

- Bueno, ahora a lo que sigue, cuídate Taro. - Mencionó la chica mientras sacaba una especie de plumero siguiendo las huellas de Tomioka caminando en reversa, borrándolas de la nieve.

- No hay de qué preocuparse, recuerda que tenemos que dejarlo llegar hasta cierto punto, ¡déjamelo a mí! - Exclamó divertido, esperando para iniciar la cacería.

Tomioka corría entre los árboles intentando mantener calientes a sus pequeños, que temblaban de frío en sus brazos.

"Llevaba el olor de Kocho y varios broches de mariposa ensangrentados, entre ellos el suyo, colgados del cinturón. Si Shinobu fue atacada, no puedo arriesgar así la vida de mis cachorros, la finca del aire es la siguiente opción".

Los niños se quedaron callados, sus instintos de supervivencia habían entrado en acción y Tsutako era la única que empezaba a despertar instintos protectores por ser mayor que ellos.

- ¡Mamá detrás de ti! - Gritó la niña asustando a sus hermanos.

El de pelo negro se giró para ver detrás de su hombro y observó claramente a un chico de pelo castaño corto que seguía su huida, poniendo algo de distancia entre ellos. Llevaba una katana pero por alguna razón no la empuñaba.

"Me esta siguiendo, así que no puedo ir a la casa de Shinazugawa". Se detuvo de golpe y el otro también lo hizo.

Tomioka analizó su entorno y al no ver a nadie más decidió enfrentarse al perseguidor, Giyuu dejó atrás a los niños y se detuvo en los ojos de Tsutako, transmitiéndole un mensaje que sólo ella fue capaz de comprender, la chica mostró una expresión decidida y asintió comprendiendo qué hacer en caso de ser necesario. Tomioka se giró para encarar a su adversario, sacó su nichirin mientras su mirada se tornaba fría, penetrante y agresiva.

- Vaya - Sonrió el joven desenvainando su espada. - Es tan emocionante que por fin hayamos llegado a este momento... desafío aceptado, pilar de agua.

Giyuu se lanzó al ataque sin pensárselo dos veces, no se planteó en ningún momento si tendría que medir sus fuerzas para no matar al humano que tenía delante, algo le decía que no sería fácil y subestimarle podría ser un terrible error.

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