Los detalles importan


Los rayos del sol entraron en la habitación y despertaron a Tsutako, que se levantó frotándose los ojos y la nariz. Tenía hambre... La pequeña miró hacia el futón de su madre y lo encontró dormido abrazado a la almohada.

Trató de despertarlo pero el omega estaba dormido profundamente sin importarle mucho que su cachorra estuviera tratando de despertarlo. Tsutako gruñó impaciente, y decidió ponerse a jugar con el gatito de madera que le había regalado su abuelo y que estaba convenientemente a su lado.

- Kyo... - susurró Tomioka aún en el mundo de los sueños.

Tsutako le miró extrañada. ¿Qué estaba soñando? Unos golpes en la puerta despertaron a Tomioka y llamaron la atención de la niña.

- Giyuu-san, Tsutako-chan, ya casi es hora de que se vayan con Oyakata-sama, les preparé el desayuno.

"Oh cierto, la reunión de pilares". Se había retrasado un par de meses debido a la condición de Oyakata-sama que al parecer había empeorado de nuevo.

Tomioka se recogió el pelo en la característica coleta y se dio cuenta que su pequeña lo estaba observando.

- Vamos, ve con Tanjiro a desayunar mientras yo me arreglo - Tomioka le dio un empujón cariñoso para sacarla de allí.

- ¡Sí, comida! ¡Ya voy!

Ni siquiera se volteó para mirarlo, salió disparada con algún que otro tropezón en el camino hacia la cocina. Giyuu aún se preguntaba dónde había adquirido ese amor por la comida por encima de cualquier otra cosa.

- ¡Tanjiro! ¡Desayuno! -exclamó, sentándose rápidamente para empezar a comer.

El chico se echó a reír ante la emoción de Tsutako y le entregó la mesita en donde estaba un cuenco de arroz y en el centro del plato, con unas verduras, había hecho una estrella fugaz. Ella hizo un sonido de sorpresa y comenzó a admirar lo que allí había.

- Tanjiro ¿qué es esto? - preguntó curiosa.

- Es una estrella fugaz Tsutako-chan

- ¿Y se puede comer?

- Pues esta sí.

La chica ladeó un poco la cabeza, mirándole confusa.

- Entonces, ¿no todas las estelas fugaces se pueden comer?

- Estrellas fugaces -corrigió- Y no, los puntos luminosos que hay en el cielo nocturno son estrellas y de vez en cuando hay unas que se mueven muy rápido y cuando ves una debes pedir un deseo.

Tsutako se quedó mirando la supuesta "estrella fugaz", su cara reflejaba decepción y Tanjiro percibió tristeza.

- Nunca he salido de noche. Mamá dice que es peligroso salir sola - suspiró y al ver que Tanjiro la miraba con expresión triste, cambió de actitud con una enorme sonrisa.

- Pero no importa, ¡algún día veré una y pediré un deseo como dice Tanjiro!

El chico parecía un poco aliviado y continuaron con su desayuno.

- ¡Qué rico! - decía Tsutako muy a menudo.

- Me alegro mucho por eso - Respondió Tanjiro - ¿Y qué le pedirías a una estrella fugaz Tsutako-chan?

- ¡Muchos hermanitos! - Exclamó ella sin pensarlo dos veces.

Tanjiro escupió parte de lo que estaba comiendo en un ataque de risa, vergüenza y sorpresa. Asombrado por su ingenuidad, Zenitsu le había explicado hacía tiempo cómo funcionaba aquello.

- ¡COF COF COF! ¡Oh! ¡COF COF! ¿E-COF-Enserio?

La niña no pudo evitar empezar a reír descontroladamente, quién sabe por qué Tanjiro tenía el mismo color que sus ojos y no podía parar de toser.

- ¿Va todo bien? - La voz calmada de Tomioka se hizo presente mientras se acercaba a ellos vestido con su uniforme y su haori.

- ¡AHHHH! COF Tomioka-san C-COF ¡Buenos días! - exclamó Tanjiro nervioso, calmando la tos y temiendo que Tsutako dijera algo comprometedor.

Giyuu trajo un cepillo de mariposa que le había regalado Kocho, los lazos morados de Tsutako, la bufanda y el gorrito; se arrodilló detrás de ella y empezó a peinarla mientras seguía con las mejillas llenas de arroz. Una vez terminó se apresuró a coger la ropa de invierno.

"Tengo que aprovechar que está distraída y ponerle esto".

Con una rapidez increíble le puso la ropa y la niña ni se dio cuenta.

- Todo listo, debemos irnos - Se levantó para cargar a la niña que apenas tuvo tiempo de llevarse el último grano a la boca.

- Nos vemos, buen viaje.

- ¡Nos vemos Tanjiro, Nezuko! - se despidió alegremente Tsutako, mirando desde el hombro del pilar de agua.

"Desde que puede hablar Tsutako-chan es todo un caso". Fue lo último que pensó Tanjiro antes de empezar a recoger.

Shinobu se sorprendió de no ser uno de los primeros pilares en llegar como de costumbre. Reunidos en un círculo estaban Sanemi, Uzui, Himejima y Obanai. Se acercó a ellos saludándolos pero la ignoraron olímpicamente, molesta se abrió paso hasta ver porque ni siquiera la habían visto.

Muichiro sostenía en sus manos un gato negro de peluche con los ojos bordados en amarillo.

- ¿Para qué es eso? El cumpleaños de Kanroji ya pasó - dijo Kocho.

El pilar de la niebla se giró para verla a ella y luego al peluche.

- No es para Kanroji.

- Entonces, ¿para quién es? No me digas que ya tienes una chica Tokito, ¡eso sería excepcional!

Sanemi tenía una idea de lo que estaba pasando pero prefirió ver la expresión de Uzui cuando se enterara.

- No.

- Oh vamos, no seas tan misterioso, es aburrido. ¡Cuéntanoslo!

Con cinco pares de ojos puestos en él, Muichiro se quedó mirando el cielo y la forma de las nubes antes de volver a ellas.

- Es para Tsutako-chan.

Silencio.

- ¿¡Ehhh!? ¿La chica extravagante viene y nadie me lo dijo? ¿Aquí en la residencia de Oyakata-sama? El dios de las festividades habría preparado la más llamativa de las bienvenidas - rugió el pilar de sonido.

- Esa es probablemente la razón por la que no te lo dijeron Uzui-san - mencionó Himejima.

Tengen miró molesto al gigante que acababa de revelar la razón, reclamando que cómo era posible que eso fuera cierto.

- Oyakata-sama quiere conocerla, así que es un requisito que debemos aceptar.

Sanemi se había mantenido de brazos cruzados desde que había llegado y parecía molesto por el alboroto que estaba armando Tengen.

- Hacer guardia cerca de la finca de agua para cazar demonios no es un requisito de Oyakata-sama - exclamó Muichiro con calma.

Otro silencio y en un segundo todos los ojos estaban ahora en el pilar de viento. Sanemi evitó el contacto visual con ellos mientras era exhibido, dos personas más se acercándose a su grupo.

- Pequeño insecto, siempre estás en las nubes, pero ¿estás atento a eso?

- Es dulce ver que en el fondo te preocupas por el bienestar de Tomioka-san - Shinobu mencionó.

- Hola a todos, ¡es un placer encontrarlos de nuevo!

- Ah, Rengoku mi amigo, llegas a tiempo para las noticias del día - Tengen puso un brazo detrás del pilar rubio en señal de camaradería sacudiéndolo un poco.

- ¿Ah, sí? ¿Y de qué se trata?

Tengen abrió la boca para hablar y Sanemi desenfundó su nichirin a punto de hacer una escena pero la presencia del nuevo sol del grupo detuvo la situación.

- Giyuu, Tsutako-chan, ¡hola! -fue lo primero que dijo Kanroji mientras se dirigía a los recién llegados.

- ¡Mitsuri nee-san! - chilló la niña, volviéndose impaciente para que Tomioka la bajara.

- Aquí hay piedras así que ten cuidado - Señaló el pilar de pelo negro antes de soltarla.

Apenas bajó, comenzó a caminar con cuidado por lo que Tomioka había mencionado, mientras de fondo se escuchaban las exclamaciones emocionadas de Uzui.

- ¡Increíble! Ya habla y camina, ¡es extraordinaria!

Sin pensarlo dos veces se dejó caer en los brazos de Mitsuri, ambas rieron como si no se hubieran visto en meses.

"Esas dos se vieron la semana pasada". Pensó Tomioka que seguía asombrado de lo sociable que resultó ser su hijita.

Muichiro fue el segundo en acercarse, entregándole el regalo a la niña, quien estaba muy emocionada por el lindo juguete que le estaba regalando.

Por fin llegaron a donde estaba el círculo y por primera vez en la historia de esa generación de pilares todos participaban en una conversación. Sanemi hablaba con Himejima, Rengoku y Uzui, Obanai estaba con Muichiro, Kanroji y Tsutako mientras Kaburamaru le hacía cosquillas con la lengua a la pequeña y ella lo abrazaba, Tomioka hablaba con Shinobu en una de sus clásicas peleas con la chica pinchándole el hombro.

Oyakata-sama escuchaba feliz las voces del jardín, por lo que podía ver las cosas por fin habían mejorado. Puede que Sanemi no estuviera cerca de Giyuu y que a Obanai nunca le fuera a gustar Tomioka, pero el ambiente hostil hacia el pilar de agua había desaparecido por completo. Hizo una señal a las chicas de pelo blanco y salieron al pasillo exterior anunciando la llegada de Oyakata-sama, al verlo los pilares en fila se inclinaron en señal de respeto.


- ¿Cómo me siento entre los "pilares"? - preguntó Tsutako confundida por la pregunta de aquel amable hombre con una extraña apariencia en su rostro.

Oyakata-sama asintió. Estaban en la sala de reuniones y Tsutako se había sentado instintivamente al lado de su madre. Al principio no había estado poniendo atención, pero en cuanto Tomioka le dio un pequeño empujoncito, se dio cuenta que le hablaban a ella.

"¿Qué es un pilar?" fue lo primero que se preguntó, nerviosa apretó el peluche que le había regalado el chico de ojos turquesa y se giró para ver las miradas expectantes que esperaban su respuesta.

"¿Son ellos?" Decidió arriesgarse empezando por el orden en que los vio sentados.

- Himeji-san es muy bueno conmigo, es grande y fuerte y me siento segura a su lado.

Himejima sonrió al haber sido el primero y saber lo que la niña pensaba de él.

- Uzui-san es divertido, aunque no lo veo a menudo, siempre hace cosas raras y geniales.

Tengen sonrió con orgullo, después de todo era el hombre más memorable del lugar.

- Me encanta estar con Shinobu nee-san, es muy bonita, lista, amable y según mamá da un poco de miedo cuando se enfada, pero nunca se ha enfadado conmigo.

Shinobu se sintió halagada con la pequeña y con una sonrisa asesina vio a Tomioka junto a Tsutako, el de cabello negro tembló al sentir los ojos de la pilar insecto sobre él y decidió ignorarla.

- Iguro es raro, creo que no le gusta mamá pero es amable con Mitsuri nee-san y la quiere mucho mucho al igual que Mitsuri nee-san lo quiere a él, así que está bien. Me gusta Kabu, sus escamas son bonitas y su lengua me hace cosquillas.

La risa contenida no se hizo esperar mientras Iguro y Kanroji se sonrojaban con las palabras de Tsutako, sus sentimientos se habían exhibido (más de lo que ya estaban).

- Mui-san no habla mucho, tampoco está muchas veces, pero me encanta ver las nubes con él, si está mamá se une a nosotros.

- Nemi-san siempre está enojado, tampoco nos ve mucho pero se preocupa por nosotros, es alguien agradable y me gusta su espada, es bonita- dijo haciendo el gesto de blandir una katana.

Sanemi hizo un sonido de "Tsk" pero no pudo evitar que una pequeña sonrisa se asomara, delatándolo. Siempre sería un hermano mayor y los niños solían ser su punto débil.

- Me encanta Mitsuri nee-san, es como un mochi, su pelo es tan bonito y siempre hacemos un montón de cosas divertidas juntas.

Kanroji quería correr solo para abrazarla y llenarla de mimos pero se moriría de vergüenza si Oyakata-sama lo presenciaba. Por su parte, Shinobu ya no podía soportar eso y se agachó de las pequeñas risas que querían salir de ella, la cachorra era demasiado adorable para existir en este mundo y más precisamente para ser la hija de Tomioka-san.

Tsutako observó a la siguiente persona que resultó ser la última, Rengoku comenzó a preocuparse porque no decía nada de él y ya había pasado un minuto completo. Múltiples dudas comenzaron a asaltarlo pero el esperado sonido de su voz lo sacó de ese estado, prestando total atención a lo que ella iba a decir.

- Kyo-san... él es... - Tsutako estaba en una gran batalla mental. Su madre le había dicho algo importante sobre aquel alfa rubio, pero ella no se sentía bien omitiendo lo que sentía por él.

Él la había cuidado al igual que los demás, pero cada que la veía, la veía con tanto cariño. Además que ella se sentía tranquila con su aroma, sabía que si Kyojuro estaba ahí, podía relajarse y jugar.

El instinto de Tomioka le daba varias alertas pero conocía a sus compañeros pilares y si hacía algo sólo sería peor, así que apretó los puños y rogó al cielo que no dijera lo que temía que iba a decir.

- ¡Él es mi papá! - exclamó Tsutako decidida, considerando que tal cosa explicaba todo lo que sentía por el rubio.

Inmediatamente se escuchó una bofetada y todos voltearon a ver a Tomioka, se había cubierto el rostro con ambas manos pero con tanta fuerza que no había pasado desapercibido, sus orejas eran lo único que se veía y estaban completamente rojas mientras su mente entraba en un estado de crisis. Era MUCHO peor de lo que había pensado.

"¡Tsutako! ¡Noooo! ...Te dije que siguieras llamándole Rengoku-san". Gimió internamente, muerto de vergüenza.

Mitsuri habría jurado que salía vapor de entre las manos de Giyuu.

Evidentemente, miraron a Rengoku para ver su expresión. Kyojuro tenía una sonrisa nerviosa en la cara, las mejillas de un tono rojo que competía con las puntas de su pelo y el ojo abierto al máximo, procesando lo que acababa de pasar.

"De todo lo que podía ser... que... que no lo hubiera visto venir". Pensó mientras su cerebro sufría un cortocircuito, al mismo tiempo que una versión miniatura de él alzaba una ceja sin poder creérselo.

"¿De verdad Kyojuro? ¿No lo viste venir?" le reclamó su mente. Y ahí se acordó de algunos detalles importantes que había estado pasando por alto.

- Tsutako-chan, ¡cada día estás más grande!

Rengoku se acercó a ella y Giyuu le pidió que la vigilara un momento. El rubio permitió que la pequeña pusiera ambas manos sobre su rostro, la bebé veía su ojo y su parche al mismo tiempo, soltaba adorables balbuceos e intentaba entablar una conversación con él para contarle todo lo que pasaba por su pequeña mente.

Rengoku se enterneció por lo que no pudo controlar su instinto y comenzó a marcarla rápidamente con su olor sin darse cuenta, la cachorrita comenzó a reír angelicalmente cuando su nariz comenzó a acariciar su carita. Ella le agarró la nariz jugando, Kyojuro tuvo que darse la vuelta para asegurarse de que el omega aún no había llegado y besó suavemente la mejilla de la pequeña como estaba acostumbrado a hacer desde hacía un par de semanas.

Si tan sólo Rengoku hubiera prestado más atención, se habría dado cuenta de que Tsutako intentaba llamarlo papá con mucho esfuerzo, verlo sonreír cada vez que lo reconocía como su padre reforzaba la idea y la hacía muy feliz.

El pilar rubio tenía aTsutako envuelta en una parte del haori de llama sin siquiera haberse molestado en quitárselo, sonreía dulcemente escuchando atentamente los incomprensibles sonidos que emitía la adorable pequeña y le respondía.

- Estoy de acuerdo Tsutako-chan. Eres muy afortunada, tu madre es el omega más genial que conozco, debes ser igual que él cuando crezcas, ¿entiendes? Serás una joven adorable, amable, hermosa, honesta, dedicada, dulce... bueno no necesariamente tienes que ser asombrosa con la espada pero sabes a lo que me refiero ¿verdad?

Comenzó a reírse, divertido por aquella charla que estaba teniendo con una infante que no recordaría nada cuando creciera. Tsutako se quedó mirando su cara alegre y le imitó a su manera, cerrando los ojos y mostrando la sonrisa de bebé más adorable que el rubio había visto jamás.

Ella lo había reconocido como el alfa de su manada. Su protector y guardián.

Oyakata-sama sonrió ante la declaración de la niña y las voces que escuchó diciendo cosas como "Ya era hora", "Tsutako-chan eso fue hermoso", "Recuerda cómo respirar Tomioka-san", "Era obvio" y algunas exclamaciones extrañas que sólo podían ser de Tengen. Discutieron algunas cosas más importantes y después de un par de horas la reunión terminó.

Tomioka fue el primero en salir como de costumbre, agarró a la niña que estaba jugando con su nuevo juguete y huyó.

- Giyuu, ¡espera un segundo!

La voz solo hizo que comenzara a correr, casi lo logra pero unos brazos musculosos lo tomaron por la cintura y lo levantaron, mientras otros brazos llenos de cicatrices tomaban a Tsutako para que no cayera. Desesperado estiró el brazo hacia la entrada, tan cerca y a la vez tan lejos.

- ¿Creías que te dejaríamos escapar gusano? - Shinazugawa lo miró con la burla escrita en los ojos mientras su hija observaba desde los brazos llenos de cicatrices cómo Uzui lo cargaba como un saco de patatas.

- Uzui bájame ya - siseó Tomioka con rabia.

- Vaya, no me lo puedo creer, ¿un omega mandando a un alfa? Me he equivocado completamente contigo Tomioka, ¡eres realmente extravagante!

El omega de cabello oscuro sintió como se detenían y con solo ver la cara de felicidad de Tsutako supo que Kyojuro estaba frente a ellos.

- Toma tu "paquete" amigo - Le dijo Uzui a Rengoku dándole una ligera nalgada en el trasero a Tomioka que seguía sobre su hombro.

- ¡Oye! - exclamó el pilar de agua, sonrojándose hasta las orejas de nuevo.

Sanemi hizo lo posible por controlarse y no morderse el labio, a su instinto alfa le había gustado ver la cara de Tomioka sonrojada. Sacudió la cabeza ganándose una mirada curiosa de la pequeña y decidió buscar a Kanroji e Iguro para que se ocuparan de ella.

Una vez que Tomioka tuvo los pies en el suelo se quedó en silencio, sin saber donde esconder la cara, el pilar de sonido se fue para darles espacio, pero el silencio entre ellos continuaba y se estaba volviendo incomodo.

- Espero que no te importe- comenzó Rengoku.
- Por favor espero que no te importe- pidió Tomioka

Se voltearon a ver confundidos y se apresuraron a decir al mismo tiempo.

- Perdona que te haya interrumpido.

Rengoku rió mientras Giyuu sonreía agarrándose el pelo.

"Vaya manera de romper el hielo". Se dijo Tomioka.

- Por favor, ¡deberías empezar!

El de pelo negro asintió, tomando aire antes de hablar.

- Desde hace un tiempo Tsutako te llama papá, le dije que siguiera llamándote Rengoku porque no estaba seguro si te ibas a sentir incómodo - volvió a bajar la mirada para armarse de valor - Lo único que quería pedirte es que le permitas seguir llamándote así, se pone muy contenta haciéndolo y... bueno... no me molesta... la idea.

Dijo lo último en el volumen más bajo que pudo. El ojiazul cerró los ojos esperando algún tipo de respuesta por parte del pilar de llamas pero se sorprendió cuando sintió los labios de Kyojuro en su frente.

En ese preciso momento Tomioka.exe había dejado de funcionar, Kyojuro se alejó para apreciar la cara de sorpresa del pilar de agua. 

Tomioka creía que había llegado a su límite desde que Tsutako había hablado así delante de todos pero oh vaya que estaba tan equivocado, su cerebro se confundió en las ordenes de su cuerpo y sus rodillas cedieron de repente, tuvo que agarrarse a un sorprendido Rengoku para no estrellarse contra el suelo.

- T-Tomioka, ¡¿estás bien?! Perdóname, no pude resistirme, pensé que tú...

Habría seguido balbuceando y disculpándose si no hubiera oído a Tomioka decir algo, pero tan bajo que no entendió nada.

- Giyuu, ¿podrías repetirlo un poco más alto?

Un momento de silencio, Rengoku empezó a creer que no iba a volver a hacerlo pero consiguió oírle.

- Dije que quizá podríamos empezar un poco más despacio.

No entendió a qué se refería la primera vez pero no tardó en encontrarle sentido.

- ...¡Oh...oh! Ya veo, sí, sí, no hay problema, ¡por supuesto que sí! En ese caso ¿tienes hambre? - Preguntó llevándose una mano a la nuca.

- Un poco - admitió el moreno - pero Tsutako sigue aquí y le dije a Tanjiro que esta noche les acompañaríamos a un festival.

- Qué casualidad, ¡Senjuro y yo también vamos! Quizá podríamos, ya sabes, pasarnos por tu finca e ir juntos.

Tomioka asintió, mirando por fin directamente a los ojos de Kyojuro (o al que le quedaba) delineando aquel iris rojo y dorado que tanto le gustaba, mientras Rengoku se preguntaba cómo aquel par de orbes azules eran tan sencillos y cautivadores al mismo tiempo.

- Kyojuro sobre el almuerzo, creo que Mitsuri tiene tiempo esta ocasión. Eso... si aún quieres ir.

La sonrisa que le mostró la rubia fue una de las más hermosas que había visto en su vida.

- Claro, vamos a preguntarle a Kanroji y luego podemos comer algo- dijo feliz, tomando la mano de Tomioka y guiándolo hasta donde estaban los demás.


Una sensación repugnante y nostálgica al mismo tiempo estremeció a Akaza, estaba refugiado en una cueva que encontró antes de que saliera el sol. No había tenido suerte encontrando comida ya que sólo se había cruzado con mujeres, y ahora tenía una sensación de mariposas que le revolvía el estómago.

Sin previo aviso un dolor ardiente y punzante comenzó a recorrer su cuerpo.

"No puede ser, maldita sea, precisamente hoy".

De alguna manera sabía lo que era y no le gustaba, era una señal de alerta gracias al vínculo que tenían de que Giyuu estaba siendo cortejado por otro alfa. Reconocía que haberle marcado no entraba en sus planes, pero ahora que había sucedido no iba a permitir que otro alfa le arrebatara lo que era suyo.

Había una extraña idea en el fondo de su cabeza que no quería que renunciara al vínculo que ahora tenía. Como si no deseara que le arrebataran algo de nuevo, ¿Qué era eso?

- Todavía no le ha llegado el celo, así que sea quien sea ese cabrón, puede hacer lo que quiera- murmuró mientras seguía esperando a que el sol de la mañana se pusiera en la distancia.


Caminaban atrayendo miradas por la calle en la que se encontraban, ambos eran personas que destacaban entre la multitud con facilidad, Rengoku por su aspecto exótico, actitud llameante y agradable presencia junto a su salvaje haori, mientras que Giyuu destacaba por su atractivo, actitud completamente opuesta al hombre que tenía al lado, y por supuesto su haori con diferentes mitades.

Kyojuro charlaba animadamente y Tomioka respondía con calma, Rengoku le había preguntado qué le gustaría comer y después de pensarlo dijo que soba estaría bien. Llegaron antes de lo que esperaban y una vez dentro Kyojuro pidió lo que iban a comer.

Tomioka comenzaba a relajarse después de lo sucedido con los demás, la sola presencia de Rengoku ya era suficiente para sentirse completo, a sus ojos Kyojuro era realmente como el sol en el cielo azul, irradiaba luz y calidez a todo aquel que estuviera cerca o lejos de su perímetro. Estaba feliz de poder pasar tiempo a solas con él.

"Aunque no sé si después de lo que ha pasado hoy seguimos siendo amigos como tales". Pensó Tomioka.

Bueno ya habría tiempo de hablar de eso más tarde.

Había estado con los ojos clavados en la mesa y cuando levantó la vista para preguntar algo se dio cuenta de que Rengoku le miraba detenidamente sin decir nada, el pilar de agua devolvió su atención a la mesa rápidamente sin atreverse a decir lo que había planeado hace un momento y decidió que el rubio abriera de nuevo la conversación como siempre hacía.

Los segundos pasaban y Tomioka curiosamente no se sentía incómodo ante la mirada observadora del pilar de llamas, pero no podía evitar creer que Rengoku comenzaba a ver algo comestible en él ya que sentía un interés casi depredador proveniente del rubio.

Ya habían salido a comer juntos en otras ocasiones, pero el ambiente estaba siendo completamente distinto al de aquellas veces ya que normalmente Kyojuro solía mostrar intenciones de devorar la comida únicamente, pero en ese preciso momento Tomioka sospechó que Rengoku acababa de incluirle en su menú.

Cometió el error de volver a verlo en el momento en que Kyojuro decidió pasarle la lengua por los labios haciendo que se sonrojara por enésima vez aquel día.

Tomioka sintió que la marca en su cuello ardía un poco, el dolor fue como una bofetada de realidad. Tratando de no pensar en el evento que le causaba más pesadillas de lo normal por las noches, sacó un envase de pastillas de su bolsillo, llamando la atención del rubio, y tomando una de las pastillas se la llevó a la boca para tragarla con un poco del agua que les habían servido al llegar.

- ¿Qué es eso que te acabas de tragar, Giyuu?

- Oh, sólo son supresores. - explicó con normalidad, la cara de Kyojuro se sorprendió y por primera vez desde que llegaron apartó la mirada del moreno.

- ¿Estás en celo ahora? - preguntó, avergonzado por una pregunta tan íntima pero que quería saber para entender qué cosas sería mejor no hacer.

- En realidad mi celo debería haber empezado hace un tiempo pero como Tsutako aún es pequeña puede ser que se haya retrasado.

"¿Entonces por qué lo tomaste?" Rengoku tenía una evidente expresión de confusión pero Tomioka no estaba dispuesto a revelar que los acontecimientos de las últimas horas posiblemente estaban acelerando la aparición de su celo.

- Hay algo que me causa curiosidad desde hace mucho tiempo, Giyuu. - comentó Rengoku pensativo.

Tomioka no contestó, pero le prestó toda su atención y Kyojuro lo interpretó como una señal para continuar.

- ¿Por qué nunca nos dijiste que eras omega?

"Así que hoy es el día... No pensé que tardarían tanto en notarlo".

El de pelo negro se sorprendió, contando los años que habían pasado sin haber recibido esa pregunta o algo similar. La respuesta podría ser sencilla, pero no para él.

- Desde que tengo uso de razón, ha habido gente que me ha mirado diferente al enterarse de mi subgénero, sienten que por ser omega deben cuidarme y la gente a la que quiero siempre ha sacrificado su vida para protegerme... No quería que a ninguno de ustedes les pasara lo mismo por mi culpa.

Kyojuro esperaba una respuesta un poco más normal, pero no se sorprendió, Shinobu le había contado varias cosas sobre Tomioka cuando lo había llevado inconsciente a la finca de las mariposas aquel día en que se enteraron de la existencia de Tsutako, entre ellas el hecho de que pensaba mal de sí mismo y se culpaba de cosas que nadie sabía.

Rengoku se sintió triste, quería que Giyuu se viera como él le veía: una persona maravillosa, algo reservada pero digna de confianza, dulce, modesta, amable, con talento y alguien muy fuerte en todos los sentidos.

Su rostro volvió a mostrar su característica sonrisa tras haber tomado una decisión: encontraría la forma de cambiar el pensamiento negativo de Giyuu. Tsutako ya había iniciado el camino ayudándole a sonreír de nuevo, pero su corazón estaba roto y si había un hueco en el que Kyojuro quisiera meterse, estaba dispuesto a todo.

Tomioka vio salir llamas de determinación de Rengoku, preguntándose qué podría haberle encendido así. En ese momento les trajeron la comida y empezaron a comer con buen apetito.

- ¡Sabroso!

Tomioka lo miró un momento antes de soltar una pequeña risilla.

Dios mío, Rengoku casi se atraganta con la comida y lo miró asombrado mientras tosía un poco. Su expresión riendo era hermosa, quería volver a verla, toda su vida si era posible.

- Lo siento - comentó el de pelo negro con cierta risa - Tsutako hace exactamente lo mismo.

- ¿¡Eh!? ¿En serio? - recordó las palabras de la chica con Oyakata-sama y ya no le pareció tan extraño.

- Si, no con toda la comida pero apenas le doy algo que le gusta y empieza a gritar que esta bueno.

"Una variante pero definitivamente suena como algo que yo haría". Se dijo Rengoku.

- Me preguntaba de dónde lo había sacado.

Los ojos de Tomioka reflejaban una alegría infinita al pensar en su hija.

"Madre, por favor, dame paciencia". Suplicó el rubio porque estaba a punto de perder la compostura y lanzarse sobre su compañero para apoderarse de sus labios.

- Me alegra que pueda pasar tiempo contigo, es un alivio que tenga a alguien especial y no solo a alguien como yo. - Mencionó con tristeza antes de continuar comiendo.

Kyojuro estaba tan concentrado en lo guapo que se veía que tardó un par de segundos en procesar lo que dijo, pero cuando lo hizo entró en pánico.

- ¿Q-qué? Tomioka, ¿por qué dices eso? Eres su madre, eres sumamente especial para ella. - Exclamó preocupado por esos pensamientos.

- No, no lo soy. Soy una omega que ha tenido la suerte de sobrevivir todo este tiempo. - el ambiente se oscureció aún más con las palabras que murmuró - Tsutako debería tener una familia completa que pudiera darle una infancia normal... una vida mejor.

- Eso no es cierto, ¡no pienses eso! - gritó alarmado Rengoku.

Se dio cuenta del miedo que su tono había causado en el pilar de agua y en la gente que se había girado a verlos. Aclarándose la garganta volvió a tomar asiento avergonzado, colocando su mano sobre la de Tomioka que temblaba algo asustada por la reacción del alfa.

"No debería olvidar que es un omega, eso sonó como una orden". Se reprendió a sí mismo.

- Perdona, no quería gritarte. Me preocupaba ver que no te das cuenta de lo especial que eres y de lo lejos que has llegado.

Esperó a que sus ojos lo vieran directamente y una vez que lo hizo le sonrió con dulzura.

- Tsutako-chan te quiere mucho, lo veo en su encantadora sonrisa, en cómo te ve, en su forma de actuar. Te quiere tal y como eres y estoy segura de que se enfadaría contigo si te oyera decir algo así. También eres el pilar de agua Giyuu, sacrificas tu comodidad y pones tu vida en peligro innumerables veces para proteger la sonrisa y la vida de miles de personas cada día. ¡Eso es admirable y algo que no todo el mundo puede hacer!

El moreno le escuchaba atentamente con sentimientos encontrados. Seguía pensando que Sabito habría sido mejor pilar que él, solía tener la habilidad y la energía para salvar a los demás e infundirles confianza, pero el hecho de que uno de sus compañeros pilares (y no cualquiera) le estuviera diciendo eso, realmente le hizo reconsiderarlo por un momento. Rengoku pareció darse cuenta de su conflicto interior y comenzó a acariciarle la mano que sostenía.

- Espero que algún día puedas hablarme de tu pasado, pero sé que a quienes te protegieron no les gustaría que pensaras esas cosas de ti mismo -terminó Kyojuro haciendo pequeños círculos en el dorso de su mano con cariño.

Por alguna razón, sus palabras le recordaron al día en que Sabito le pegó por decir que estaría mejor muerto.

"No vuelvas a decir que estarías mejor muerto. Si lo haces, tú y yo dejaremos de ser amigos".

Sonrió ante el recuerdo con nostalgia.

"Ambos se habrían llevado muy bien, se parecen mucho" pensó Tomioka imaginándose a Rengoku, Sabito y él luchando codo con codo.

- Tal vez tengas razón. - Dijo el de pelo negro haciendo que la sonrisa de Rengoku volviera.

- Sé que la tengo, ahora sigamos comiendo o se enfriará. - Dijo retomando su entusiasmo.

Tomioka suspiró resignado, la glotonería del pilar de llamas no tenía remedio.

El almuerzo pasó rápido y una vez terminado se dirigieron a casa de Mitsuri con la voz de Rengoku como siempre dirigiendo la conversación y algún que otro comentario de Tomioka.


Obanai estaba histérico. Mitsuri le había convencido para que cuidaran juntos de la mocosa de Tomioka. Estaban en el jardín de su casa y la pilar del amor se había ido por cosas para jugar, Iguro había seguido a Kanroji con la mirada y cuando volvió a mirar a la niña descubrió que ya no estaba allí. Solo la perdió de vista por un momento, ni siquiera había pasado tanto tiempo pero ahora no la encontraba por ningún lado.

"¿Qué diablos, ni siquiera Kaburamaru sintió que se iba?". Se dijo mientras corría desesperado a buscarla antes de que Mitsuri regresara.

Mientras el pilar serpiente la buscaba por todas partes, Tsutako daba pequeños saltos balanceando su gatito de juguete y tarareando una canción, la misma que su madre le cantaba cada vez que tenía una pesadilla. Cuando se dio cuenta de lo mucho que se había movido, ya estaba completamente perdida entre los árboles de un pequeño bosque casi al lado de donde vivía Kanroji.

Oía el canto de los pájaros y el silencio del lugar.

- ¿Iguro-san?

Nadie contestó.

- ¿Mitsuri nee-san? - Intentó ahora con algo de miedo.

Silencio de nuevo, el latir de su corazón era lo único que se escuchaba, ella sostenía el peluche en sus brazos mientras pensaba.

"¿En qué momento llegué tan lejos?"

Un aroma muy extraño y chirriante llegó a su nariz, el olor era igual que cuando masticaba accidentalmente la cuchara que su madre le daba para comer avena.

No sabía que era pero no era agradable, quiso alejarse pero escuchó sonidos que indicaban que había alguien en la dirección del feo olor, tal vez quien fuera podría ayudarla a regresar a la casa de la chica de cabello rosa.

Akaza había encontrado a un viajero perdido frente a su guarida temporal y por suerte para él lo había alcanzado gracias a los árboles que cubrían la entrada, tapándolo completamente del sol. No hacía mucho que se lo había comido, dejando el camino interior hecho un desastre y se estaba limpiando la sangre de las manos cuando una voz le sobresaltó.

- ¿Quién eres tú?

La luna superior se giró rápidamente en busca de la dueña de la voz y se encontró con una niña de pelo negro recogido en una trenza con un gorro blanco de invierno, una bufanda del mismo color y grandes ojos azules que sostenía... ¿Qué se suponía que era eso, un gato disecado?

Iba a gritarle que desapareciera de su vista cuando se fijó en su aspecto completo, por alguna razón le resultaba extremadamente familiar e incluso era un poco mona. Pero era el olor lo que le desconcertaba, podría jurar que percibía un suave rastro de agua en ella, pero estaba bloqueado por un olor dulzón que no le permitía estar seguro.

- ¿Qué es eso, no ves que huele feo? - Preguntó la cachorra tapándose la nariz y señalando uno de los charcos de sangre mientras se alejaba unos pasos más.

Le hubiera gustado agarrarla y descubrir qué era lo que le causaba tanta familiaridad, pero la niña estaba de pie donde le alcanzaba la luz del sol, así que no podría investigar más aquel misterio.

Por su parte, Tsutako sentía un peso sobre su cuerpo que la mantenía clavada en el mismo sitio, sentía curiosidad por aquel desconocido de aspecto tan extraño pero una sensación de miedo proveniente de lo más profundo de sus instintos le advertía que no era buena idea acercarse demasiado.

Finalmente Akaza decidió ignorarla y volvió a entrar en la cueva. La niña aún permaneció un par de minutos allí, sorprendida por la total indiferencia, en su opinión, del peculiar desconocido y en cierto modo perturbada por los enormes y abundantes charcos de color rojo frente a ella, no sabía qué eran exactamente ya que nunca se había herido hasta el punto de sangrar y Tomioka siempre regresaba de sus misiones después de haber curado sus heridas con Kocho, pero aquello olía sospechoso y se apresuró a alejarse.

Obanai llevaba minutos buscando a Tsutako y cuando Kaburamaru detectó el olor a sangre varios metros a su derecha, el pánico se apoderó de él y corrió en la dirección que le indicaba su serpiente.

"No, no, no, no, ella no, que la sangre no sea de Tsutako". Suplicó, llamando a la niña por su nombre por primera vez.

Estaba a punto de acelerar cuando se cruzó con ella a cámara lenta, ambos se miraron fijamente, Obanai patinó en el momento de detener su carrera y tropezó cuando se lanzó hacia la pequeña para abrazarla, dejando escapar un suspiro de alivio.

Tsutako sintió el aroma a miedo que emanaba del pilar serpiente y le devolvió el abrazo con fuerza, el joven se olvidó de la presencia de la sangre que aún quedaba varios metros por delante, cogió a la niña y la llevó de vuelta esperando que Kanroji no se hubiera preocupado demasiado por no verlos al salir.


- Gracias por la comida Kyojuro.

- Cuando quieras Giyuu, ¡lo he pasado increíble contigo!

Tsutako estaba dormida en los brazos de Rengoku, se había negado a bajarse en todo el camino de vuelta y cansada de todo lo que había hecho por la mañana con Kanroji había decidido echarse una siesta. Tomioka se acercó para cogerla y su cara estuvo junto a la de Rengoku durante unos segundos.

"Nunca me había dado cuenta de que Giyuu es un poco más bajo que yo", pensó Rengoku, él medía 1,77 metros y, a juzgar por la altura de sus ojos, Tomioka debía de medir aproximadamente entre 1,76 y 1,75 metros.

Estaba haciendo cuentas cuando el aroma de su pelo negro se coló en su nariz y envió una sensación tranquilizadora a su cuerpo.

"Lluvia de verano, huele a lluvia de verano". Se dijo maravillado y se sintió algo decepcionado por no poder volver a inhalar el aroma porque Giyuu se había levantado con Tsutako aún dormida sobre su pecho.

- Supongo que nos veremos esta noche.

"¿Debería despedirme de otra manera?". se preguntó Tomioka.

- ¡Estaremos aquí esperándote!

"¿Se volverá a caer si me despido con un beso en la mejilla?". pensó Rengoku.

Ambos cerraron los ojos, nerviosos, ante lo que estaban a punto de hacer cada uno por su lado, el destino se burló de ellos haciendo que Tsutako despertara de su siesta y se enderezara en los brazos del de cabello negro, confundida al recibir un beso a cada lado de sus mejillas, uno de Tomioka y el otro de Rengoku. Sus ojos se abrieron de par en par por la sorpresa y se dieron cuenta de lo que había pasado. Tomioka enterró la cara en su hija, cubriéndose con su cuerpo y Rengoku empezó a reírse de lo que había pasado.

- Are... ¿Tomioka-san, Rengoku-san?

El rubio se inclinó hacia la derecha para mirar detrás de Tomioka y vio a Tanjiro con la cara sonrojada, avergonzado de haber visto aquello. Ah, Tanjiro era tan inocente que hasta esa pequeña muestra de afecto era demasiado para él, no podía evitar encontrarlo adorable.

- Oh Kamado mi chico, es bueno verte aquí.

- S-Si, lo mismo digo Rengoku-san.

- Bueno, ya me iba, ¡vendremos por ti en unas horas! - Gritó despidiéndose para emprender el camino a casa.

Varias manos lo despidieron, Tomioka volteo a ver a Tanjiro que no sabia que decir.

- Ni una palabra. - Amenazó y recibiendo una negativa del chico de los aretes, los tres entraron a la casa, con Tsutako mostrándole a Tanjiro su nuevo gatito de peluche.

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