Entre dulces y comienzos
Tomioka sintió su cuerpo sobre algo suave y mullido, se despertó y descubrió que estaba sobre una cama en una de las habitaciones de la finca de Kocho.
Un deseo urgente de comer ohagi lo invadió... bueno, siendo realistas, debería decir que los invadió. Se levantó, pero un aura asesina procedente de la puerta lo inmovilizó en su sitio.
- Tomioka-san, ¿qué crees que estás haciendo? - preguntó la chica mariposa con fingida sorpresa.
- Quería comer algo.
- Ara ara, no te daré nada hasta que termine de comprobar tu estado, Tomioka-san.
Para sorpresa de Shinobu, Tomioka hizo una pequeña mueca y volvió a tumbarse esperando sus instrucciones.
Pasaron unas dos horas y Tomioka estaba irritado... COMPLETAMENTE irritado, Kocho le había hecho múltiples pruebas y demasiadas preguntas. Más tarde se disculparía por lo brusco que estaba siendo, pero tenían mucha hambre y esta chica doctora no les dejaba ir a por algo de comer.
- Ok, todo hecho Tomioka-san, ahora puedes irte.
Shinobu no lo iba a extrañar por un par de días, en más de una ocasión durante el chequeo estuvo a punto de golpear al de cabello negro, pero recordar su situación se lo impidió.
Tardó más en darle el visto bueno que él en desaparecer de su vista.
"Dios, las hormonas están haciendo su trabajo en él". Pensó antes de ir a su escritorio con sus notas, dejándolas sobre la superficie mientras abría uno de sus cajones.
- Supongo que esto era de él ... Me pregunto qué habría pasado si...
Una imagen del pilar de agua siendo asesinado pasó ante sus ojos y un escalofrío la recorrió. NO, no quería ni pensar en cómo le habría matado ese Akaza si aquella situación no se hubiera producido aquella noche.
Giró pensativa el envase de supresores que había encontrado en el restaurante. Si Tomioka hubiera podido ocultar que era un omega, aquel demonio habría luchado contra él hasta cansarse y lo habría matado aquella misma noche. O eso creía ella, a decir verdad no sabía lo que había pasado y su compañero pilar se negaba a decir una palabra al respecto por lo que sólo podía suponer.
Shinobu estaba enfadada y preocupada por lo que había tenido que pasar Tomioka, pero de una forma u otra seguía vivo y eso la reconfortaba.
Los pilares tenían en su mayoría historias trágicas y dolorosas de su pasado, supuso que Tomioka no era una excepción pero la forma en que lo afrontaba parecía inapropiada, quizás, tener a alguien a quien proteger podría cambiar su baja autoestima y devolverle la vitalidad de vivir, devolverle la sonrisa que curiosamente sólo había visto una vez en su vida y delante de un simple plato de comida.
Sus manos hojearon la información del examen, analizando los resultados. La situación en la que se encontraban no era tan oscura como había parecido en un principio.
"Los bebés se nutren de lo que consume su madre, y Tomioka-san no ha comido nada preocupante ni ha tenido ningún antojo fuera de lo normal humanamente hablando, sin embargo, si lo que se dice comúnmente es cierto, creo que Tomioka tendrá una niña perfectamente sana". Shinobu volvió a sonreír al recordar lo que Tomioka le había dicho sobre sus antojos.
Y hablando de la última parte, el de pelo negro iba a satisfacer uno en ese preciso momento, si se trataba de dulces no había mejor lugar en ese momento para conseguir un delicioso ohagi que una popular tienda no muy lejos de la finca de las mariposas.
En cuanto llegó a la aldea atrajo las miradas de varias personas ya que había decidido no cubrir más su abdomen, eso lo incomodó un poco pero una cosa buena de estar esperando era que no debía preocuparse por celos inesperados o el acoso de un alfa.
Evidentemente lo hubiera preferido pero, ¡había que centrarse en lo bueno!
Pagó su "comida" y se sentó feliz (expresándolo internamente) en un banco cercano con las mejillas llenas del dulce, ignorante el pilar de viento estaba a poco menos de un metro de él, separado con sólo un par de ancianas.
Shinazugawa casi había dejado caer su propio ohagi cuando lo vio.
"Mierda siempre está a la vuelta de la esquina jodiéndome la existencia". Sanemi decidió ignorar que su encuentro casual había ocurrido, enfocando sus ojos en su postre favorito.
- Disculpe joven, ¿está esperando un pequeño?
Tomioka se giró para ver a las ancianas aún con el caramelo en la cara y asintió algo avergonzado.
"Es obvio par de idiotas, ¿no ven el tamaño de su maldito estómago?".
- ¡Enhorabuena! Y por lo que veo probablemente sea una niña - una de las ancianas sonrió tiernamente.
- ¿Se puede saber?
- Bueno, como tal no, pero es bien sabido entre las madres que si tienes antojos dulces durante el embarazo, el bebé casi siempre resulta ser una hembra - aclaró la otra - Cuando tuve a mis tres hijas siempre tuve antojos de cosas azucaradas.
- Ya veo.
- ¿Qué nombre piensas ponerle en ese caso?
Tomioka reflexionó un momento y su silencio dijo a las ancianas que no tenía ni idea.
- ¿Qué piensa tu pareja? ¿Tampoco se le ocurrió un nombre?
Tomioka se tensó y Sanemi captó un aura genuinamente aterradora, tragó saliva con fuerza y sintió que por primera vez había surgido alguien capaz de competir contra la ira de Shinobu.
- No tengo pareja - gruñó con desprecio.
- Oh ya veo, lo siento mucho, pensé que al ser tan guapo habrías encontrado un alfa digno.
Sanemi ahora estaba a punto de atragantarse con su comida pero prefirió morir antes de revelarle al pilar de agua que estaba justo a su lado y peor aún, escuchando la conversación.
Tomioka tomó su ultimo bocado y se fue del lugar.
- Que desgracia, ser omega y esperar a un cachorro sin ningún tipo de apoyo es muy complicado - dijo una de las ancianas viendo como el joven se alejaba cada vez más.
- Considero que es mucho peor tener un vínculo con alguien que no se preocupa por ti, los alfas son de por sí bastante autoritarios, me horrorizaría pensar lo que su alfa podría hacerle si hubiera escuchado como se negaba a tener un vínculo - Comentó la otra con preocupación.
- Es cierto, el chico parece fuerte pero los omegas suelen volverse sumisos frente a un alfa, y si una orden viene de quien los marcó se vuelve prácticamente imposible desobedecerlos.
Cambiaron de tema y empezaron a hablar de diferentes cosas pero Sanemi dejó de prestarle atención... se negaba a aceptarlo pero por primera vez desde que lo conoció se preocupó por ese cabeza hueca.
Tomioka llegó a su casa y se preguntó por qué Sanemi había ido a ese lugar. Un bostezo por su parte y una patadita en la barriga le dijeron que dejara eso para mañana y se dispuso a echarse una merecida siesta.
Tiempo después...
Agradecido, esa era la palabra, estaba más que agradecido con Oyakata-sama por permitirle no moverse de su finca en su último mes de embarazo.
Agotado era poco para expresar cómo se sentía: cambios de humor, antojos, dolor de espalda y un estado de somnolencia constante estaban a la orden del día. Tuvo suerte de que un ángel velara por su comodidad.
Acababa de vestirse cuando oyó una voz que entraba en su casa.
- ¡Buenos días Tomioka-san!
La pilar del amor sonreía feliz de estar allí y llevaba una enorme cantidad de comida en los brazos. Le gustaba Kanroji, era dulce, simpática, espontánea y encantadora, pero no dejaba de sorprenderle su increíble fuerza y apetito.
- Sabes que puedes llamarme por mi nombre, Mitsuri - Tomioka salió de su habitación.
- ¡Oh, es verdad, es la fuerza de la costumbre! Vengo con mucha comida porque... - y ella se soltó a contarle todo sobre su mañana con todo lujo de detalles.
La habitación estaba demasiado alegre cuando ella llegó, prueba irrefutable de que alguna vez había sido alumna del pilar de la llama. Kanroji se había pegado inmediatamente al lado de Tomioka no sólo por la emoción de tener cerca a otro pilar que era un omega.
1. No podía ni imaginarse por lo que había pasado Tomioka y quería ayudarle.
2. Aunque odiaba cómo había sucedido, le entusiasmaba la idea de un bebé.
3. Quería ser su amiga y era la oportunidad de hacerlo.
Tomioka, por su parte, confió rápidamente en ella, sobre todo porque fue la primera en defender a su cachorro. Desde antes de su situación, Kanroji siempre le dedicaba una dulce sonrisa y le hablaba cada vez que se encontraban, incluso cuando el silencio era todo lo que obtenía como respuesta.
Con el paso del tiempo restante, se hicieron más cercanos, comiendo juntos casi a diario con la visita ocasional de Rengoku o Shinobu. Esta vez estaban solos y Mitsuri seguía interrogando a Tomioka.
- ¿Aún no has elegido un nombre, Giyuu?
- No.
- ¿Esperarás a que nazca?
- Sí.
- Shinobu-chan dice que podría ocurrir pronto. ¿Estás nervioso?
- Un poco.
- ¡Ah! Cómo me gustaría que el bebé fuera una niña. Podría trenzarle el pelo como Nezuko-chan, jugaríamos toda la tarde, ¡incluso podríamos cocinar cosas deliciosas juntas cuando creciera!
Los pequeños destellos en los ojos verdes de Kanroji demostraban que se había perdido en lo más profundo de sus fantasías de color rosa. Volvió a la realidad al ver que Giyuu la veía entretenido y un adorable rosa cubrió sus mejillas.
- ¡Kyaaa! Lo siento, lo siento, es que me resulta imposible no pensar en eso. Pero bueno, ¡ya me gustaría poder conocer a tu bebé! Seguro que en un par de días...
Un gemido la interrumpió y vio como Tomioka respiraba rápidamente con mucho dolor. Kanroji se había quedado inmóvil analizando lo que acababa de pasar.
"¿Are? ... ¿ARE? ¿Yo hice eso?" Otro gemido doloroso la sacó de su sorpresa y la voz entrecortada la puso alerta.
- ¡Kocho... ¡Ngh!... ¡rápido!
- SI SI SI ¡Yo me encargo!
Kanroji agarró a Giyuu al estilo princesa y empezó a correr tan rápido como pudo. Tomioka apretó la mandíbula, con cada salto que daba Mitsuri sentía que el parto se le aceleraba.
Rengoku volvía de una misión, pensando en visitar a Tomioka para comprobar que todo iba bien, cuando oyó a lo lejos un grito que se acercaba rápidamente.
- MITSURI POR LO QUE MÁS QUIERAS, ¡MÁS DESPACIO!
- AHHHH, ¡LO SIENTO MUCHO!
Reconocería la voz de su linda kohai en cualquier parte pero apenas levantó una mano para saludar, un rayo rosa y negro pasó levantando el polvo en el camino, dejándolo saludando a la nada y con su cabello rubio despeinado.
Pasaron las horas y los dos estaban inquietos en una de las habitaciones esperando noticias del pilar de agua. Rengoku había conseguido seguir el ritmo de la chica de pelo rosa y se había puesto al día de la situación.
Los gemidos de dolor aún se oían hasta donde ellos esperaban. Kyojuro descubrió cómo echaba de menos oír la voz de Tomioka en aquellos momentos, con su tono tranquilo y a veces difícil de escuchar. Sus gritos desde otra habitación le atravesaron el corazón, quería que dejara de sufrir y cerró los ojos con fuerza, sin recordar que no tenía sentido que lo hiciera con el ojo ciego.
Los gritos cesaron de repente y un llanto frágil pero constante resonó en la finca de las mariposas.
Rengoku abrió los ojos, se intercambiaron miradas emocionadas y esperaron ansiosos a que Shinobu llegara para permitirles conocer al nuevo integrante de los cazadores de demonios.
Efectivamente no tardó en aparecer, parecía cansada pero feliz.
- Es una niña - Informó.
- ¡SÍ!
Kanroji saltó de emoción, tomó las manos de Rengoku apresurándolo a ir hacia donde estaba Giyuu.
Éste miraba fijamente el pequeño bulto de mantas sobre su regazo. Cubierto de sudor, con expresión agotada y una coleta desordenada, este era el aspecto del pilar de agua cuando se acercaron a él.
- Tsutako nee-san - susurró Tomioka con la voz quebrada.
Se volvieron para mirarlo y captaron un par de lágrimas cayendo por la mejilla del bebé. Tomioka no se lo podía creer, una carita dulce, pelo negro un poco largo para un recién nacido, y lo más importante: unos ojos grandes, brillantes y hermosos de color azul océano. Sugerían pureza y Giyuu conocía esos ojos, o al menos eran iguales a los de esa persona.
- Has vuelto a mi lado... Tsutako nee-san - apretó suavemente al bebé y su llanto contenido durante años, surgió.
Rengoku no entendía de qué hablaba pero no le importaba, aquella escena le producía una sensación rota y cálida al mismo tiempo.
- Perdóname, p-perdóname nee-san - suplicó hipando el azabache - Esta vez te protegeré, la protegeré, será diferente, lo prometo.
Kyojuro sonrió suavemente con genuina alegría, acariciando a Kanroji que lloraba a moco tendido ante tan conmovedora escena.
- N-nunca había visto a Giyuu tan feliz.
Kanroji se sentía rebosante de felicidad, en el fondo de su corazón quería vivir ese precioso momento algún día, pero por ahora se conformaba con admirarlo desde la distancia.
- Estoy de acuerdo, es genial verle así. Tomioka-san se merece ser feliz.
Ambos se sintieron derretirse (por diferentes motivos) cuando Giyuu besó suavemente la cabeza de su hija, y juntando cariñosamente sus frentes, susurró algo provocando una risita angelical en ella.
- Bienvenida al mundo, Tsutako Tomioka.
Sumi, Kiyo y Naho, se apoyaron en los brazos del pilar de agua mientras murmuraban emocionadas junto al pilar del amor.
Shinobu suspiró pesadamente, quería mucho a Mitsuri pero era la décima vez que chillaba con cualquier cosa que hacía el bebé.
- ¡Tsutako-chan! Kyaaa, ¡eres más linda de lo que esperaba!
Era dulce ver como Kanroji se inclinaba hacia el azabache para tomar delicadamente las manos de la bebé y sacudirlas suavemente haciendo que ella soltara una risita de alegría.
- No sé, esperaba algo más extravagante para ser un medio demonio. Con ese aspecto podría pasar por una humana completamente corriente.
Recién llegado y apoyado en el marco de la puerta, Uzui parecía decepcionado por la sencillez del cachorro y eso molestó un poco a Tomioka.
- ¡Oh, Tengen! ¿Cuánto tiempo llevabas aquí? - preguntó Rengoku, seguro de que el nivel de silencio y agilidad de un shinobi era digno de admiración, ni siquiera le había sentido entrar.
- No, no llevo mucho tiempo. Pasaba cerca de aquí de camino a presentar los avances de mi misión a Oyakata-sama cuando escuché varios gritos y vine a investigar -Se giró para ver a Giyuu con expresión divertida - No sabía que tenías tanta energía en la garganta Tomioka, sabes, tu tono de voz es casi nulo y nada llamativo.
- ¿Gracias? - La cara de confusión y vergüenza de Tomioka provocó las risas de la mayoría en la habitación.
Uzui se acercó a la cama donde estaba el pilar de agua, agachándose un poco para admirar más de cerca los rasgos de la pequeña. Era uno de los bebés más bonitos que había conocido, tenía que admitirlo, pero había algo extraño en ella. Sus ojos se entrecerraron y se abrieron de sorpresa al darse cuenta.
- Bueno, parece que me equivoqué, sus pestañas son de un color exótico, eso me gusta.
Tsutako mantuvo la genética de Tomioka, pero como el pilar de sonido había señalado, sus pestañas eran extremadamente pálidas, un gran contraste comparado con su cabello negro.
Se agolparon para observarla de cerca desde los pilares presentes hasta las chicas, abrumando a Tomioka. Al principio pensaron que eran de color blanco, después de verlas mejor se habían dado cuenta de que el color era en realidad un tono rosado, pero no fueron capaces de distinguir el color exacto ya que Giyuu pidió espacio, sintiéndose asfixiado con tanta gente casi encima.
Nadie lo mencionaría pero supusieron que ese color tan inusual era lo poco que había heredado del alfa.
Ninguno de ellos excepto Rengoku y quizás Tanjiro, conocían la intensidad del color del pelo y las pestañas de Akaza, y para ser sinceros Kyojuro se sentía aliviado de que incluso lo que aquel demonio le había heredado parecía ser muy poco, por no decir casi inexistente.
El día pasó rápido y agradable, y pronto llegó la hora de partir. Al principio se preocuparon por Tomioka, pero Shinobu les tranquilizó explicándoles que madre e hija debían quedarse un poco más para que el de pelo negro se recuperara y para que ella se familiarizara más con la naturaleza de Tsutako.
Habían pasado varias semanas, la mañana llegó mostrando a los dos hermanos que ya estaban practicando con la espada en el patio de la casa Rengoku.
Mitsuri estaba allí de nuevo y devoraba el desayuno que Senjuro había preparado, deleite en su rostro, le encantaba la comida del chico, siempre estaba deliciosa.
- Senjuro lo estás haciendo mal, mira debes inclinarte más y sostener la katana con más fuerza.
- Oh, disculpa aniue.
- No te preocupes por eso, sé que lo harás bien.
Senjuro sonrió ante las palabras de su hermano. Kyojuro era el mejor, amable, dispuesto, noble, bondadoso, optimista, valiente, y la lista podría continuar; todos lo veían como alguien en quien podían confiar hasta su vida, y desde que su padre se había sumergido en el alcohol por la muerte de su madre, Kyojuro era su apoyo, su ejemplo a seguir. Quería ser fuerte para seguir los pasos de su hermano y poder salvar a la gente con una sonrisa en la cara.
Incluso antes de su batalla con la luna superior tres, había conseguido salvar junto a Tanjiro, un chico dorado y un jabalí, a 200 personas sin que nadie hubiera muerto en el proceso.
Después de media hora se reunieron con Kanroji y charlaron animadamente incluso entre las exclamaciones de ¡Sabroso! que siempre decía su hermano.
- Aún me sorprende cómo te has adaptado a llevar ese parche, Rengoku-san, ¿no te molesta? - preguntó la chica con curiosidad.
- Al principio fue difícil, me chocaba con las cosas o calculaba mal algunos movimientos, pero después de practicar no fue para tanto.
- Me alegro mucho de que sigas vivo aniue - comentó Senjuro con pequeñas lágrimas en los ojos.
Ambos pilares sonrieron y Rengoku se acercó a la cabeza de su hermano pequeño, acariciándole el pelo rubio con cariño.
- Yo también me alegro de poder seguir con ustedes Senjuro.
- Además de haber podido conocer a Tsutako-chan - Kanroji sonrió con la cabeza en las nubes.
- ¿Qué? ¿Tsutako-chan? - Preguntó Senjuro algo nervioso.
Era un nombre de chica, ¿había conocido Kyojuro a alguien especial recientemente?
- Sí, Tsutako-chan es la adorable hija de Giyuu - Contestó emocionada.
- ¿Giyuu? - el menor seguía igual de confundido.
- Ah, claro... Ahm... me refiero al pilar de agua, Tomioka Giyuu - Mitsuri se puso nerviosa, había olvidado que prácticamente nadie llamaba al moreno por su nombre.
- Ah, ya veo - suspiró aliviado. Un momento... Oh no, ¿ya tenía pareja? Eso no eran buenas noticias para su hermano.
Kyojuro mantenía una sonrisa en su rostro y Senjuro no sabía si era forzada o normal (después de todo, no conoce realmente la situación como pueden ver). Para él no era ningún secreto desde hacía un par de meses que a su hermano le gustaba el pilar de agua, hablaba de él a todas horas mencionando prácticamente todo lo que le pasaba por la cabeza sobre Tomioka: su valentía, su bondad oculta, su lealtad , su esfuerzo, la tranquilidad que le daba su voz, lo negro que tenía el pelo, las ganas que tenía de verle reír, y muchas cosas más por el estilo.
Pensó que sus temores se habían confirmado cuando vio que Kyojuro fruncía ligeramente el ceño, pero lo que dijo le dejó perplejo.
- Tomioka aún no me ha dicho su nombre, ¿cómo es que te has acostumbrado a él, Mitsuri? Es injusto.
Su hermano parecía decepcionado por eso pero... ¿parecía estar bien?
- Sinceramente no lo sé, creo que fue por todo el tiempo que pasé con él, o tal vez porque le dije que podía llamarme por mi nombre.
- Hmm, ya veo, lo intentaré la próxima vez que lo vea - dijo con entusiasmo.
Kanroji seguía impresionada de que Tomioka no se hubiera dado cuenta de los sentimientos de Rengoku por él. Prácticamente hasta Oyakata-sama sabía por quién latía el corazón del pilar de llamas. Ella creía que eran perfectos el uno para el otro, sus personalidades combinaban de una forma espectacular y las debilidades de uno eran las fortalezas del otro.
Desde el último (y para ella desastroso) encuentro de los pilares, habían empezado a ser mucho más cercanos, con Rengoku hablándole de cualquier cosa, invitándole a comer e incluso ayudándole con cosas sencillas cuando aún esperaba a su bebé.
Yendo más atrás en el tiempo, desde antes el rubio era uno de los que más intentaba reducir un poco su soledad. Así que la pilar del amor no veía razón para no echarles una mano.
- Quizá deberías salir un poco de las intenciones amistosas y aventurarte poco a poco en territorios más románticos - propuso ella.
Le pareció encantador el tono de rojo que adquirieron las mejillas de su amigo por su comentario.
- No quiero molestar a Tomioka-san - dijo nervioso cruzándose de brazos.
"Nunca lo había visto así, siempre es seguro con lo que hace y dice" pensó Senjuro, asombrado pero entretenido.
- Es más, Sen-kun no conoce a Tsutako-chan, deberíamos ir ahora mismo a casa de Gi...Tomioka-san.
- ¡Excelente idea Kanroji! Adelántate, le haré saber a padre que Senjuro viene con nosotros.
Asintieron y se adelantaron mientras Kyojuro caminaba en dirección a la habitación de su padre. La puerta estaba frente a él, y la abrió con cuidado lo suficiente como para asomar la cabeza, por si algo volaba hacia él.
- Buenos días padre, iremos a visitar el pilar de agua junto con Senjuro.
Silencio total. Shinjuro estaba sentado en dirección al jardín, levantó la botella que tenía a su lado y tras un trago contestó secamente.
- No me importa
"Lo sé" Rengoku era consciente de ello y ya no le afectaba, salió de la habitación y antes de deslizar la puerta le dijo algo a su padre.
- Por favor cuida tu cuerpo.
Cerró la puerta y fue rápidamente al encuentro de los demás.
En cuanto posó sus ojos en Tsutako, Senjuro se cubrió de un leve tono rosado, nunca imaginó que alguien tan pequeña pudiera ser tan bonita.
- ¿Quieres cargarla? - se ofreció Tomioka.
- ¿Qué? ¿Estás seguro de que puedo hacerlo? ¿No es peligroso? - su rostro presentaba una adorable expresión de emoción y miedo.
- Si quieres puedo ponerla en tus brazos.
Senjuro asintió y Tomioka sonrió por un segundo. Senjuro pudo ver por qué su hermano se había enamorado del pilar de agua. (Los Rengoku tienen su tipo *guiño*) Le pasó con mucho cuidado el bebé, ajustando los brazos del chico para que pudiera cargarla bien.
Kyojuro sonrió recordando que su madre le había enseñado lo mismo para poder cargar a Senjuro de bebé sin problemas.
"Vaya, así es como se siente ser el hermano mayor" Pensó por un segundo el menor deleitándose con la cálida sensación que la cachorra daba a sus brazos.
- Vayan a tomar el aire si quieren, yo cuidaré de Tsutako-chan y Sen-kun puede ayudarnos con la comida - propuso Kanroji palmeando la espalda de Senjuro mientras sonreía al ver a la pequeña mordisquear un trozo de la manta en la que estaba envuelta.
Tomioka le tomó la palabra, dirigiéndose hacia la puerta y cuando llegó, se giró esperando a Rengoku. Su corazón dio un salto ante aquel gesto y se apresuró a alcanzarle.
Caminaban por el jardín, el día era fresco y con algo de viento que movía el pelo de Tomioka. Se detuvo un momento para pasar los dedos por los mechones que tenía a los lados de la cabeza y colocárselos detrás de las orejas.
- Hace poco me invitaron con los demás al mismo restaurante al que fuimos la última vez.
El rubio no contestó inmediatamente a Tomioka porque estaba mirándole embobado, pero unos ojos azules se posaron en los dorados de él y se dio cuenta de lo que había mencionado.
- ¿Cuál era la ocasión?
- Creo que estaban celebrando el cumpleaños de Tokito, tú estabas en una misión y no pudieron decírtelo - se apresuró a disculparse por el resto de los pilares.
A Rengoku le encantaban esos detalles amables que hacía sin pensar.
- No te preocupes por eso, los chicos y yo estábamos cumpliendo con nuestro deber, cuéntamelo todo.
Tomioka sonrió brevemente y comenzó a narrar lo sucedido.
- Tomioka-san nos gustaría que nos acompañaras a celebrar el cumpleaños de Tokito.
Himejima estaba de pie con Tsutako en sus brazos, la niña jugando con las cuentas que llevaba en sus manos. Con cuidado apartó su cara de ellas al sentir cómo se las llevaba a la boca y las llenaba de saliva.
- ¿Quieren que lo celebre con ustedes?
- Sí, nos gustaría mucho que nos acompañaras.
- Normalmente es Kocho quien me invita a este tipo de cosas - confesó mientras colocaba uno de sus propios dedos en la boca de su hija para que pudiera dejar en paz las cuentas de Himejima.
Tsutako comenzó a succionar el dedo de su madre omega, distrayéndose tal y como Tomioka esperaba.
- Está ocupada con los cazadores heridos de la semana pasada, se nos unirá más tarde. Además, Kanroji sugirió que te llevaras a Tsutako para que el resto de los pilares puedan conocerla mejor.
Tomioka consideró la propuesta, no estaba nada seguro. Por un lado se alegraba de que lo hubieran considerado aun sin ser digno de estar en la misma posición que ellos, pero por otro desconfiaba infinitamente de dos personas: Sanemi Shinazugawa e Iguro Obanai.
Por el amor de Dios, ¡Sanemi había tenido la intención de eliminar a su cachorra en cuanto se enteró de que existía! No le guardaba rencor por eso, ya que comprendía su odio hacia los demonios, pero nunca iba a olvidarlo y dejar a su indefenso bebé a merced de su nichirin verde puso todos sus instintos en alerta roja. Pero... por una tercera parte Shinobu, Kanroji y Rengoku iban a estar allí. No permitirían que nadie le hiciera daño.
- De acuerdo, allí estaremos.
Himejima asintió, le dio a Tsutako un cariño en la mejilla y ella le abrazó la mano en respuesta, acercando aún más su rostro. El pilar roca se sintió conmovido y se la devolvió a Tomioka para abandonar la finca de agua.
Estaba sentado en la esquina de la mesa, como de costumbre, con Tsutako en su regazo, empezando a arrepentirse de haber aceptado.
Shinazugawa tenía los ojos fijos en el bebé y sólo habían llegado Gyomei y Obanai. Un silencio incómodo reinaba entre ellos y sólo era interrumpido por los constantes sonidos del infante que parecía hablar sin pausa con Tomioka, emitiendo balbuceos incomprensibles.
Sanemi mantenía su mirada fija en el supuesto "medio demonio" engendrado por el de pelo negro. Porque eso se suponía que era, ¿no? Pero por más que miraba, no encontraba ni una sola razón para sentir repulsión hacia aquella criatura que no paraba de parlotear sin saber que ni siquiera Tomioka entendía lo que decía.
Tenía un conflicto interno: Ella no era una amenaza, su instinto alfa le decía que la protegiera porque precisamente era débil y pequeña, pero era un peligro con habilidades desconocidas, no podía bajar la guardia así de simple.
Tsutako sintió la mirada penetrante y volteó a verlo. Sanemi se estremeció, mirándola más objetivamente. ¿No era un poco más grande de lo que debería? No hacía mucho que le había llegado la noticia de su nacimiento, y sin embargo parecía que ya tenía varios meses.
La boca de Tsutako formó una delicada curva para dedicarle una sonrisa pura y dulce que dejó al pilar de viento con cara de confusión. Sólo Kanae solía sonreírle así cuando aún vivía y, de alguna manera, eso le causaba dolor, rabia y alegría a la vez.
- Oye Tomioka, haz que tu mocosa me quite los ojos de encima, es una molestia.
- Ah, sí - Tomioka se apresuró a decir pero la niña dejó de mirarlo y en su lugar decidió emitir pequeños sonidos de emoción en dirección al pilar que "tenía ojos extraños".
Obanai se sorprendió. ¿Por qué balbuceaba tan alegremente mientras miraba a Kaburamaru? ¿Qué pretendía? Mayor fue su sorpresa cuando su amigo se soltó de sus hombros y se acercó al bebé que estaba sobre la mesa provocando un escalofrío en Tomioka.
- ¿Por qué esa reacción Tomioka? ¿Dudas de las intenciones de mi compañero?
No contesto nada, irritando al pilar serpiente, pensaba quejarse pero Kaburamaru estaba actuando extraño y lo dejo estar por esa ocasión.
La serpiente se levantó un poco y se dejó tocar por las manos de la pequeña que admiraba sus escamas mientras lo acariciaba, Tsutako miró feliz a Giyuu, luego al reptil y se acercó a Kaburamaru para darle un besito en su blanca cabeza.
Ni que decir tiene que los cuatro se sorprendieron por su comportamiento pero Tomioka no pudo evitar girarse de lado y taparse la boca seguido de un pequeño temblor en su cuerpo.
"No es posible". Pensó Obanai horrorizado.
"Esto es inusual". Himejima estaba asombrado.
"¡¿Tomioka se está riendo ?!" Exclamó Sanemi en su interior.
- Hola a todos, disculpen la tardanza.
La voz de Shinobu dio un escalofrío de sorpresa a Iguro y Sanemi, todos habían llegado menos cierta persona. Para continuar con la línea de sucesos extraños que estaban ocurriendo, lo primero que hizo el cumpleañero fue sentarse en la esquina junto a Tomioka, los pilares lo miraban extrañados.
- ¿Dónde está Rengoku? - Preguntó Tomioka inmediatamente, ignorando la extraña acción del pilar de la niebla.
- Rengoku-san está en medio de una misión con los chicos, lo siento Giyuu - Explicó Kanroji mientras Obanai se enfurecía al escuchar la familiaridad con la que hablaban ambos.
Ya sabía por su correspondencia con Mitsuri lo mucho que se veían, pero si era con esa cara de rata antipática no podía evitar sentirse asqueado.
- Oh... ya veo
"¿Por qué me siento así?" Tomioka se preguntaba decepcionado de que el pilar de llamas no vendría, probablemente era porque sabía cuánto afecto se tenían él y Tsutako. Sí, debía ser eso.
- ¡Tsutako-chaaan! - canturreó Kanroji haciendo que la mencionada estirara los brazos como de costumbre para que la chica de pelo rosa la cargara.
- ¡Mira a Iguro-san! ¿No es adorable? - preguntó Mitsuri, apretando con cuidado las redondas mejillas de la niña, sonriendo a la vez a Obanai.
No iba a mentir, Mitsuri era el sol de su vida y como a ella le gustaban tanto las "mitades", se permitió mirarla detenidamente y responder con un sincero "No está mal". Aquello era un avance ya que estaba hablando de la hija de la persona que más detestaba entre los cazadores.
- Como siempre sigues robándole a Tomioka su cachorra, mujer.
- Vamos Uzui-san, seguro que a Tomioka-san no le importa en absoluto - Señaló Shinobu.
- Empecemos con esto de una vez, el día no da para más - Dijo Sanemi cansado.
Aunque faltaba Rengoku en aquella celebración, lo disfrutaron lo mejor que pudieron.
- Vaya, me alegro de que se hayan divertido juntos - exclamó Rengoku una vez que Tomioka terminó de hablar.
- Sí, me sentí bien pero me hubiera gustado que estuvieras allí, no suelo ir a esas cosas pero contigo hubiera sido diferente Rengoku.
- ¡Kyojuro! - Gritó mientras se acercaba a su rostro asustando al de cabello negro.
- ¿Perdona?
- ¡Quiero que me llames Kyojuro!
Tomioka se sorprendió por la confianza de la petición, aunque viendo todo lo que había pasado en retrospectiva, él también consideraba que ya era hora.
- De acuerdo Kyojuro, y si quieres podrías... llamarme Giyuu - propuso tímidamente.
La expresión del rostro de Rengoku era única: tenía la boca ligeramente abierta y podría jurar que veía estrellas en su ojo de fuego. El pilar de agua tuvo que resistir las ganas de reír.
Tomioka realmente sentía que desde que Tsutako estaba en su vida, su rostro sonreía más a menudo, aunque fuera por poco tiempo. Una revelación entre quién era ahora y quién era antes.
- ¡Tomioka-san, aniue! ¡Ya hemos preparado el almuerzo! - gritó Senjuro a través de una de las ventanas, rompiendo la burbuja de pensamientos de ambos y dándose cuenta de lo cerca que estaban realmente el uno del otro.
Rengoku consiguió grabar en su memoria la cara sonrojada y avergonzada de Tomioka antes de volver a entrar con los demás.
Se suponía que era un usuario del fuego, pero su corazón no podía hacer nada contra las llamas que crecían en su pecho cada día que pasaba.
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