Único.
-Si no me abrazas, moriré
Ante aquella declaración hecha por Ryugasaki Hiro, Yonazuki Lucia no pudo evitar alzar una ceja y mirarlo de manera extraña. Ver al mejor jugador de Shadowverse comportarse de una manera infantil, con un rostro bastante serio, inflando sus mejillas con cierta ternura y abriendo sus brazos en la espera de lo que pidió.
No sabía si creerle o no.
-No estoy para bromas Hiro
-Yo no estoy bromeando -Por un momento, Lucia dudo ante aquella seriedad que mostraba. Conocía a Hiro desde hace poco tiempo y sabía muy bien que podía ser serio aunque al mismo tiempo podía verle la cara para hacerle alguna que otra broma.- Necesito que me abraces para poder vivir y si no lo haces, voy a morir en los próximos minutos
-¿Cómo puedo estar seguro que no me estás viendo la cara? -Pregunto Lucia un poco más inseguro.
Inconscientemente, el de cabellos blancos camino hacia donde se encontraba Hiro. El de cabellos rojos, no pudo evitar sonreír al ver que realmente se estaba acercando.
-Puedes no abrazarme y ver cómo me muero lentamente -Alzo los hombros un tanto despreocupado.- Pero preferiría seguir viviendo, así que -Tomo una pequeña pausa y volvió abrir los brazos hacia Lucia.- ¿Me puedes abrazar, Lucia?
Lucia medito aquellas palabras por unos segundos que poco después se convirtieron en minutos. Subió su mano a su mentón, miro a Hiro que lo esperaba pacientemente, aquella seriedad de sus ojos, aquella sonrisita de su rostro. Sabía muy bien que estaba mintiendo, sabía muy bien que quería jugar con él. Pero una parte suya, se quedó pensando: ¿Y si era verdad todo eso y realmente Hiro necesita de un abrazo para poder vivir?
En su mente se había formado un debate.
Abrazarlo o no abrazarlo. Ahí se encontraba la cuestión.
-¿No te puede ayudar alguien más? -Pregunto un tanto inseguro.- ¿Por qué debo ser yo?
Ante aquellas preguntas, Hiro subió su mano a su mentón. No tardó en responder porque para él, era demasiado obvio.
-Porque eres la primer persona en quien pensé que podría ayudarme -Hizo un pequeño puchero, Lucia abrió los ojos sonrojado ante aquella respuesta.- Porque solo puedo curarme si eres tú, Lucia
Aquello lo dejo sin palabras.
¿Realmente era tan importante para él?
De alguna manera, se sintió tan feliz que su corazón no dejo de golpear con suavidad su pecho. Por primera vez, sintió sus manos sudadas que no dudo en limpiarse con la tela de su pantalón. Estaba nervioso y eso se podía notar.
Lucia, aun inseguro. Miro a todos lados, de alguna manera, podía sentir que en algún momento alguien llegaría y los vería, eso le causo aún más nerviosismo. No es que abrazar a Hiro le molestaba, pero si sentía que moriría de la vergüenza. Su corazón no sería capaz de soportar aquella presión.
Miro con atención a Hiro que volvía abrir sus brazos mientras una sonrisa aparecía en su rostro, estaba esperando a ese abrazo. Con lentitud, se fue acercando, brinco un poco en su lugar en el momento que sus manos chocaron con el pecho de Hiro. Sintió un gran escalofrió cuando sintió su cuerpo ser envuelto por los brazos del usuario de deck Dragonico. Soltó un pequeño grito en cuanto sintió como recargaba su mentón en su hombro.
Fue en el momento justo cuando Lucia alzo un poco la vista.
¿En qué momento Hiro creció en ese corto tiempo?
Puede recordar que cuando se conocieron, él era un poco más alto que Hiro. Algo que siempre le decía el de cabellos blancos cuando comparaba sus alturas mientras le decía que tenía que hacerle caso a él por ser el mayor de los dos. Aunque Hiro decía que Lucia solo era mayor por tres meses.
Pero ahora que se veía envuelto en sus brazos, se dio cuenta que Hiro realmente había crecido. Aquel tonto chico que conoció aquella vez, realmente había crecido que no dudo en aferrarse un poco más en él. Agacho un poco la mirada, cerro sus ojos con fuerza en la espera de que no escuchara su alocado corazón. Con sus manos aun temblando, fue que decidió abrir sus brazos y envolver a Hiro.
Provoco que el de cabellos rojos sonriera aún más, soltara suaves risitas y abrazara a Lucia con un poquito más de fuerza. Claro, si es que era posible.
Fueron unos cuantos minutos que parecían eternos.
Al sentir que Hiro no quería soltarlo, Lucia se separó un poco para mirar al otro con cierta preocupación.
-¿Ya te sientes mejor?
Claro, Hiro hasta ese momento fue cuando recordó lo que había dicho en un principio. Soltó una gran carcajada mientras pegaba su mejilla con la de Lucia. Eso de alguna manera, no le gustaba. Había algo más detrás de todo esto.
-Perdón, te mentí
Lucia posó sus manos en el pecho de Hiro para separarse con incredulidad. El de cabellos blancos lo miro con cierta seriedad que causo escalofríos en la espalda del de cabellos rojos. Aunque ya sabía que había estado jugando con él, no podía evitar ofenderse por lo que hizo. Se sentía tan molesto que realmente quería que lo soltara, pero Hiro no lo permitió.
-Eres un idiota -Lo insulto Lucia.- No debes jugar con estos temas -Golpeo los brazos de Hiro para poder salir de ahí.- Déjame ir
-Lo sé, lo sé -Hiro suspiro. Si realmente quería hacerle daño, aquellos golpes dolerían de verdad, pero no era así. No quería soltarlo, no quería dejarlo ir.- Lo lamento, pero no encontraba otra forma
-¿Otra forma?
-Si -El de cabellos rojos lo abrazo con un poco más de fuerza. Provoco que Lucia siguiera luchando, aunque, poco a poco sus fuerzas se iban agotando.- Era la única forma en la que podía abrazarte
El joven de ojos rubí se detuvo. Lo miro un poco confundido.
-¿La única manera de abrazarme? -Pregunto incrédulo.- ¿Por qué querías abrazarme?
-Porque siempre lo evitas, siempre me evitas -Dijo Hiro con tranquilidad.- Creí que te seguía cayendo mal, que realmente me odiabas, solo quería abrazarte -Hizo un puchero.- Aunque fuera una última vez antes de que me odiaras para siempre, era lo único que quería
-¿Odiarte para siempre? ¿Siempre te evito? -Lucia no entendía.- Yo no te odio, simplemente no me gusta que me abracen -El de cabellos blancos tomo un poco de aire mientras desviaba su mirada un tanto avergonzado.- Simplemente evito el contacto con las personas, realmente no te odio pero si eres tú -Hizo una pequeña mueca.- Me siento extraño
-¿Extraño? ¿De qué manera?
Lucia miro aquellos ojos ámbar brillar en la espera de su respuesta. Realmente quería golpearlo y huir, pero para ese entonces, realmente le era difícil el querer o poder causarle daño. No entendía muy bien él porque no quería hacerlo. Fueron hasta algunos años después cuando por fin pudo comprenderlo.
-Mi corazón no deja de golpear con desesperación mi pecho -Murmuro Lucia.- Mis manos empiezan a sudar de más y siento como si mis piernas se convierten en gelatina -Carraspeo un poco.- Me siento tan nervioso y no sé porque
Hiro que había escuchado con atención se quedó pensativo. Después lo miro en silencio, vio el tierno sonrojo que se había creado en aquellas pálidas mejillas, la mirada que había tratado de desviar, pero si era un muy buen observador, podía notar aquellos rubí brillar con intensidad, no porque quisiera llorar, sino porque ahí se encontraba algo más.
El usuario de deck Dragonico no pudo evitar sonreír un poco más, sin importar que sus mejillas dolieran. Un gritito agudo salió de él y con un poquito más de fuerza, abrazo a ese delgado cuerpo.
-¡Oye! -Grito avergonzado Lucia mientras trataba inútilmente de separarlo.
-Yo también te quiero mucho Lucia -Hablo Hiro.
¿Querer? Lucia no comprendía. Se quedo un rato pensando en cada uno de esos extraños síntomas que se formaban en él cuando Ryugasaki Hiro se encuentra cerca de él o tienen un contacto como el que ahora estaban teniendo.
Al fin comprendió que era lo que le estaba pasando.
Y cuando al fin lo entendió, un gran sonrojo era capaz de colorear su rostro hasta sus orejas. Aquella cercanía solo provocaba que se sintiera aún más nervioso de lo que ya se encontraba, podía sentir su cuerpo caliente que simplemente quería alejarse de Hiro, era una desgracia que este no lo permitía.
Aquellas dulces carcajadas que soltaba, aquellas pequeñas bromas que escuchaba. Yonazuki Lucia solo quería esconderse debajo de una piedra, solo quería olvidar lo que había pasado.
...
Años después tuvieron que pasar para que Lucia recordara aquel vergonzoso momento cuando Hiro le exigía un abrazo después de que aceptara que ya era tiempo de que vivieran juntos. Ahora que habían regresado a la ciudad Nekome, que las sombras se habían esfumado y que una vez más habían "Salvado" al mundo de la destrucción.
Claro. Tuvieron que pasar algunos años y una que otra dificultad para que pudiera aceptar aquellos sentimientos que tenía por él, para que Hiro pudiera aclarar los suyos frente a todos, incluso a sus padres, y que para el final puedan estar juntos aun cuando habían tratado de esconder inútilmente su relación.
Inútilmente porque eran demasiado obvios que parecía que todos se habían dado cuenta de lo que sienten excepto ellos.
-¡Ya sabes que sigue ahora!
-¿Qué?
-¡Dame un abrazo!
-¿Qué? ¿Por qué?
Yonazuki Lucia no pudo evitar sonrojarse ante aquella petición que empezó a retroceder al mismo tiempo que veía a Ryugasaki Hiro acercarse peligrosamente a él con aquella sonrisa que le advertía que lo que venía después, no era nada bueno. Aquel tonto duelista de Shadowverse no era nada inocente, era un peligro.
Mirar de reojo a su hermana que soltaba una que otra risita ante los relatos que Shigefumi le estaba contando.
Cuando las miradas de ambos hermanos chocaron, Lucia le pedía desesperadamente que lo salvara, pero Shiori solo supo sonreír, soltar alguna que otra risita ante la situación de su hermano y mejor ver a Shigefumi que ante el silencio de la menor, quería voltear a ver que sucedía.
Si aquello sucedía, estaba más que seguro que moriría de la vergüenza. Pero gracias a su querida hermana menor, eso nunca sucedió.
-Ni que fuera el primero -Insistía Hiro al recordar el primer abrazo que se dieron.
Lucia abrió los ojos sorprendido. Se cruzo de brazos e hizo un puchero que para el usuario de deck Dragonico fue un poco lindo.
-Aquello fue diferente
Claro, recordar que el primer abrazo que se dieron, prácticamente fue un chantaje, no era algo bonito de recordar. Quería decirle en ese momento que no quería abrazarlo, quería decirle que encontrarían otro momento para poder abrazarse, como esa noche, por ejemplo. Sus mejillas se calentaron inmediatamente. ¿Qué estaba pensando? Solo sería un abrazo y nada más.
Hiro no pudo evitar soltar una pequeña risita nerviosa al mismo tiempo que rascaba un poco su nuca. Se le veía un poco desilusionado, un tanto triste porque no pudo lograr su cometido. Miro a Lucia un tanto inseguro volteando a sus espaldas, quizá se debía a las personas que se encontraban ahí.
El usuario de deck Vampirico que lo había estado mirando con atención. Subió su mano a su mentón para poder pensar con claridad.
¿Por qué tenían que seguir ocultándose cuando el mundo entero ya estaba enterado de su relación?
¿Por qué quería seguir manteniendo en secreto ese cariño que tenía por él?
No, se prometió que ya no se iba ocultar.
Ya no más.
Al final, Lucia cedió. Abrió sus brazos con una gran y bonita sonrisa en su rostro para después sentir como Hiro le abrazaba con cierta fuerza al mismo tiempo que soltaba alguna que otra carcajada. Se escuchaban murmurar, pero nadie era capaz de escuchar que era lo que se decían porque era algo que solo ellos dos podían escuchar. Aquel silencio que se formó, provoco que tanto Shigefumi como Shiori los miraran con atención, sin que estos dos se percataran, pues desde hace tiempo que se encontraban inmersos en su propia burbuja. Los dos espectadores se miraron de reojo y compartieron una sonrisa.
Las fotos de ese momento no se hicieron esperar. Provocando que Lucia quisiera quitarle el celular a su hermana que se alejaba cada vez más para evitar ser atrapada mientras les decía lo lindos que se veían, Hiro que lo abrazaba con fuerza mientras pedía una copia de esa foto y Shigefumi soltando carcajadas cada vez más grandes al haberlos encontrado de esa manera. Sin duda, la casa se encontraría más animada con aquellos dos hermanos viviendo ahí.
Fue aquella misma noche, la primera noche de Lucia y Shiori en aquella casa.
Donde Hiro se encontraba de rodillas mientras le pedía perdón a Lucia que se encontraba escondido entre las cobijas de su cama, de la que se podía considerar como su habitación a partir de ese momento.
-Eres un tramposo -Se quejo Lucia.
-Es una foto del recuerdo -Hablo Hiro mientras daba pequeñas palmadas en las cobijas para que este le hiciera caso.- Además, a partir de este momento podremos abrazarnos todo lo que queramos
-Pero no enfrente de tu abuelo, de mi hermana, de nuestros amigos y de tus padres -Lucia levanto sus cobijas para solo dejar al descubierto su rostro.- En especial tus padres
-¿Y qué pasa con la demás gente?
Lucia pensó. Después sonrió.
-Ellos no me importan -Alzo los hombros desinteresado.- Ellos pueden ver que Ryugasaki Hiro solo es mío
-Estoy más que seguro que lo saben muy bien
Ambos jóvenes soltaron una pequeña risita ante aquellas últimas palabras.
Una vez que el ambiente entre los dos se tranquilizó, Lucia se sentó en la cama, quito las cobijas que cubría su cuerpo y abrió sus brazos en señal de lo que quería. Una bonita sonrisa apareció en su rostro al mismo tiempo que sus mejillas se calentaban. Se había rendido en aquella tonta pelea y ahora, lo único que quería, era un abrazo de él.
Hiro soltó una pequeña risita, se levantaba del piso para meterse en la cama con Lucia. Soltando un gran suspiro al mismo tiempo que se sentía envuelto en aquel delgado cuerpo. Recargando su cabeza en el pecho del de cabellos blancos, sintiendo como se relajaba ante aquellas tiernas caricias a sus cabellos. Ronroneo del gusto al estar atrapado de esa manera con su persona favorita.
-¿Ya no vas a morir? -Bromeo Lucia al recordar la forma en que Hiro le habia chantajeado hace algunos años.
-No -Sonrió Hiro.- Tu abrazo me salvo de la muerte -Un pequeño golpe a su cabeza sintió. Hiro alzo su mirada y se encontró con aquella bonita carita.- Un abrazo que únicamente tú me pueden dar, pero -Sus rostros se acercaron peligrosamente hasta sentir como sus narices se rozan, sentir sus respiraciones tan cerca que ya no se podían detener.- Creo que necesitare que siempre me abraces con fuerza, para no enfermarme
-¿Siempre? -Carcajeo Lucia al mismo tiempo que sintió aquellos labios en su cuello blanco. Soltó un pequeño suspiro en el momento que Hiro se metió entre sus piernas.- ¿Sabes lo que eso significa?
-Lo sé -Hiro rio un poco al ver a Lucia retorcerse bajo su cuerpo.- Que quiero estar entre tus brazos para toda la vida, quiero atraparte en mis brazos y nunca soltarte, eso es lo que realmente deseo
No pudo continuar con lo que iba a decir en cuanto sintió los labios de Lucia sobre los suyos. La forma tan desesperada en la que se abrazaban, las manos que no se podían quedar quietas mientras recorrían el cuerpo contrario. Sus corazones tan acelerados, sus cuerpos tan pegados que empezaban a rozarse en la espera de algo más.
-Me atrapaste en tus brazos en el primer momento que nos vimos -Jadeo Lucia en cuanto quisieron dar una gran bocanada de aire después de aquel beso tan hambriento.- Me atrapaste en tu mirada en cuando tus ojos chocaron con los míos -Abrazo con un poco más de fuerza a Hiro. Aquellos ojos ámbar empezaban a brillar de hambre. La sonrisa en el rostro de Lucia se hizo cada vez más grande.- Me atrapaste en el momento que me abrazaste con fuerza ese día, tomaste mis sentimientos y los hiciste tuyos, puedes hacer lo que quieras conmigo solo te pido una cosa -Tomo las mejillas contrarias con suavidad. A pesar de que empezaban a perderse entre sus deseos, aun había algo de cariño y ternura en sus acciones.- Que nunca me dejes ir, que me permitas estar siempre a tu lado, que me dejes ser esa sombra que siempre protegerá a su luz
-Como si deseara dejarte ir -Carcajeo Hiro besando con suavidad la nariz de Lucia.- Me sentí atrapado en tu mirada desde el primer momento que te vi, me sentí tan honrado al ser tu primera vez en todo, me sentí tan embriagado al sentirme rodeado en tus brazos que decidí quedarme aquí para siempre -Un último beso se dieron antes de perderse entre aquella ardiente pasión que empezaba a crecer entre ellos.- Por eso también te pido, que nunca me sueltes, que nunca me dejes, que te quedes siempre a mi lado, que me dejes ser esa luz que siempre amara, cuidara y protegerá a su sombra
Aquella confesión provoco que sus corazones golpearan con cierto cariño. Las tiernas sonrisas que se dedicaban, los suaves besos que se brindaron, las caricias que ya no se podían detener. Los suspiros que ya no se podían esconder, la ropa que empezaba a desaparecer en algún lugar de la habitación. Era una forma de decir que aceptaban todo, que cuidarían de aquel amor y que, a partir de ese momento, los abrazos, los besos y las dulces caricias no se harían esperar.
Aquellas palabras tenían un doble sentido.
Pues eso significaba que estarían juntos a partir de ese momento. Vivirían bajo el mismo techo, vivirán miles de aventuras, pelearían en algunas ocasiones, pero siempre tendrían motivos para reconciliarse.
Eso es lo que significaban aquellas palabras. Eso es lo que realmente deseaban en cuanto se dieron cuenta que el abrazo que se dieron, sería el que se encargaría de unirlos para siempre.
Porque si, curaron aquellas horribles enfermedades que tenían. Curaron aquella soledad que sentían, aquella furia que cargaban en los hombros. En su lugar, una gran sonrisa aparecía y un cálido amor empezaba a crecer cada vez más entre ellos.
Al final, si fue un abrazo que cura enfermedades y que une corazones.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top