Capítulo 7

Tuvo que esperar unos días hasta obtener una respuesta de su padrino. En ese tiempo intentó mantenerse en un perfil bajo; no mencionó más a All for One, especialmente frente a Geten, y trató de morderse la lengua cuando alguien hablaba de algo relacionado con él. No quería más castigos como el que ya había tenido.

Pasaba más tiempo en el campo de quidditch para desahogarse. Normalmente Bakugo iba con él, aunque se turnaba con Sero para no dejarle solo, ya que eran los únicos que podían seguirle el ritmo a Kirishima.

—Podrías haberte presentado a las pruebas, Sero —Kirishima lo comentó un día, mientras intentaba ganar algún punto contra el pelinegro, que estaba de guardián—. ¿Cuándo empezaste a jugar?

—Bueno... no quise decírselo a nadie, pero empecé a entrenar en serio el curso pasado. —Su rostro adquirió un leve tono rojizo, y Eijirou contuvo la risa.

—¿Por Shinsou?

—¡No! Bueno, puede. No pensé que en realidad solo tenía que prestar atención, estuve a punto de fregarla para siempre.

Kirishima asintió; su amigo todavía estaba a tiempo, no sabía muy bien por qué no se declaraba, pero al menos tenía esa posibilidad. Él no la tenía, tardó demasiado en darse cuenta de que le gustaba su mejor amigo, y él ahora estaba feliz. Sin embargo no le importaba, solo quería que Katsuki estuviese bien.

Esa noche, ambos llegaron bastante tarde a la sala común. Bakugo no había ido con ellos a practicar y se les pasó volando el tiempo. No fue hasta que Sero se dio cuenta de la hora que habían vuelto a los dormitorios que se dieron cuenta que se perdieron la cena. Katsuki les esperaba leyendo en un sillón, y cuando los vio dejó el libro.

—¿Qué tal la cita con Ochako? —Sero le preguntó con una sonrisa, sentándose en el sofá de al lado.

—Bien, supongo.

—No se te ve muy ilusionado, ¿acaso vais a romper? —Kirishima se sentó frente a Bakugo, mirándole al escuchar la pregunta de Hanta. Sus miradas se cruzaron unos segundos antes de que Katsuki la apartase.

—No, imbécil. Ahora lárgate, tu gato te buscaba.

Al escuchar la mención de su gato Sero se puso en pie y corrió escaleras arriba, pensando que a su mascota podría haberle pasado algo, y dejando a los otros dos chicos solos en el salón. Bakugo se cambió de sillón al que estaba a un lado de Eijirou, y le mostró el libro que estaba leyendo.

—Sobre la caída de All for One... ¿Por qué lo estás leyendo?

—Quiero investigar, sobre lo que pasó, y para ver qué podemos hacer en caso de que venga a por ti. Pero todo lo que dice son gilipolleces, no nos servirá de nada.

Kirishima no pudo evitar sonreír de manera estúpida, Bakugo lo estaría haciendo porque eran amigos, pero para el pelirrojo ese gesto lo había sido todo. Tomó una de las manos del rubio entre las suyas, y le respondió para calmarlo.

—Eres genial, Suki. Seguro que encontramos una solución, ¡tú no te preocupes! No estamos solos. —Sí pudo ver esa vez la forma en la que el rubio le miró, pero no quería darle la importancia que en el fondo le estaba dando.

—¿Interrumpo?

Bakugo apartó su mano en cuanto escuchó una voz, removiéndose en el sofá y esperando que nadie hubiese visto eso. Kirishima estaba demasiado raro esos días. La voz de Hizashi se hizo presente en el cuarto y Eijirou dirigió su mirada hacia la chimenea, donde estaba reflejado el rostro de su padrino.

—No, tranquilo —se acercó a él, quedando de rodillas frente al fuego.

—Kirishima, lo de tu carta... ¿Hace cuánto te duele la cicatriz?

—Desde verano... —Notaba la mirada de Bakugo sobre él, pero no se giró a verle.

—Bien, no te preocupes por eso, es normal que te duela ahora que All for One está entre nosotros de nuevo. Lo que realmente me alarmó fue que no os están dando clases de Defensa. ¿Quién es ese nuevo profesor?

—Geten... Tan solo dice que debemos estudiar teoría, porque es lo que nos sirve para aprobar los exámenes —dijo imitando el tono en el que el adulto hablaba de forma despectiva.

Yamada se quedó un momento en silencio, y Kirishima aprovechó para sentarse de mejor forma frente al fuego. No parecía estar tranquilo con respecto a ese tema, y creía saber por qué. Si no les enseñaban magia, no iban a poder defenderse en caso de que algún mortífago tratase de atacarlos.

—No quería creerlo pero... Hace un tiempo, varias fuentes que tenemos en el ministerio nos dijeron que el Ministro no quiere que aprendáis a combatir.

—¿Combatir? —Bakugo se metió en la conversación, contestando de malas formas—. ¿Acaso cree que estamos formando un jodido ejército?

—Eso es exactamente lo que piensa. —Yamada vio las caras consternadas de ambos adolescentes, y continuó hablando—. Piensa que Toshinori quiere formar un ejército para quitarle el poder y así quedarse con el Ministerio. Escuchad, —Ambos se acercaron para atenderle con más cautela—, las cosas en Hogwarts van a cambiar mucho, debéis andar con cuidado y con la cabeza agachada. No os metáis en líos, y no dejéis que tengan algo que usar en vuestra contra.

Kirishima miró de reojo a su amigo, mientras Hizashi terminaba de hablar. Toda esa situación acababa de empeorar, y su padrino era la segunda persona que le decía que no se metiese en problemas. No podían quedarse mucho más allí, y Hizashi no tardó en despedirse, dejándoles a los dos de nuevo solos en la sala común.

—Deberíamos ir a dormir. Si no queremos llamar la atención, estar a estas horas fuera del dormitorio no ayudará.

Sentía un tono extraño en la voz de su amigo, como si estuviese pensando en otras cosas mientras hablaban. Conocía bien eso, seguramente estaba analizando toda la conversación con Yamada para ver si podían hacer algo en contra de los deseos del Ministro. Pero no parecía querer involucrarle.

—Sumo Inquisidor, ¿qué clase de nombre es ese? —Sero dejó molesto el periódico en la mesa, y tomó un sorbo de su zumo.

—Parece que quieran que Geten se haga con el control de Hogwarts, lo odio.

Kirishima miró a sus amigos y después a Bakugo, que estaba a su lado. Habían pasado unos días desde su charla con Yamada, y ya se comenzaban a notar los cambios. En la edición de ese día se hacía público el nuevo cargo de su profesor dentro del colegio, y a ninguno le hacía demasiada gracia.

Le habían dado poder para hacer cuanto quisiera con el lugar; poner normas, interrogar a los demás profesores e interrumpir las clases. Debían pasarse las horas lectivas viendo cómo el hombre se paraba frente a personas que llevaban allí años, y les hacía preguntas para comprobar qué servía o no a la educación de los estudiantes. Claro, según su criterio.

Y poco a poco, empezó a hacer mella. Los chicos estaban hartos de tantas restricciones, y muchos eran castigados severamente si incumplían varias normas. Ya no se hacían bromas, no se permitía a chicas y chicos estar juntos a cierta distancia, y el uniforme debía estar puesto de la forma correcta. Bakugo sufrió mucho con ese último.

—Y... Dígame, ¿usted solicitó el puesto de profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras? —Aizawa parecía querer matar a Geten cuando este le dijo eso.

—Sí.

—¿Pero no lo conseguió? —Kaminari y Sero ahogaron una risa al escuchar eso, y notaron la mirada de su profesor sobre ellos.

—Obviamente. —En cuanto Geten se fue, los dos amigos recibieron una colleja.

Incluso el más mínimo petardo era un castigo. Touya y Natsuo fueron castigados en multitud de ocasiones, y las pocas veces que trataron de sacar sus productos, quedaron confiscados o destruidos por Geten.

Todas las normas estaban escritas en una gran pared para entrar al Gran Comedor, y colgadas en pesados marcos de madera. Las podían ver al entrar en él todos los días; cada vez había más, incluso llegaron a apostar cuándo se derrumbaría la pared por todas las reglas que estaban allí colgadas.

Pero lo que se consideró como el colmo para los estudiantes, fue lo que ocurrió con la profesora de Adivinación, Shiretoko. Muchos pensaban que era una mujer extraña, y a pocos les gustaban sus clases, pero ninguno le habría deseado lo que le ocurrió una mañana fría en los primeros días de Noviembre.

Kirishima pasaba por un pasillo con Bakugo cuando vieron a muchos alumnos corriendo hacia la entrada principal del castillo. No querían perderse lo que pudiese estar pasando y echaron a correr detrás de ellos. Allí ya había bastantes alumnos, y tardaron en hacerse hueco.

—¿Qué está pasando? —Acabaron al lado de Uraraka, y Katsuki fue quien le preguntó.

—Algo ha pasado con Shiretoko, no sabemos el qué.

Se quedaron mirando la escena. Geten miraba con suficiencia a la mujer, que estaba siendo humillada frente a todo el colegio. Habían puesto sus maletas en la puerta, y ella trataba de convencer al hombre de no hacer lo que iba a hacer con lágrimas en los ojos.

—Llevo en este colegio años... Es todo lo que tengo, se lo suplico. Hogwarts es mi hogar; no... no puede hacerme esto. —Su tono de voz parecía completamente desesperado, y lloraba ante la mirada indiferente de Geten.

—De hecho, sí que puedo —sonrió tranquilo, y le hizo una seña para que se fuese.

Sin embargo, de entre el grupo de estudiantes salieron Toshinori y Nemuri. La mujer se apresuró a ir con Tomoko, que la abrazó muerta de miedo, y el director de Hogwarts se plantó frente a Geten. Era mucho más imponente frente al profesor de defensa de lo que Kirishima hubiera creído.

—Puede que tenga poder para expulsar de su cargo a los profesores, pero no para echarlos del castillo. Eso es competencia del director, profesor.

—Por ahora —Geten entrecerró los ojos, y apretó los puños viendo que Kayama acompañaba a la profesora de Adivinación al interior del castillo nuevamente, mientras esta murmuraba todo el rato "gracias".

Toshinori y Geten se sostuvieron la mirada por unos segundos antes de que el director se dirigiese al interior del castillo. En un impulso, Kirishima le siguió; sentía que el hombre le ignoraba, cuando nunca lo había hecho. Estaba mucho más serio y distante con toda la situación que tenían entre manos en el lugar. Pero no, Toshinori Yagi no haría eso.

Le llamó, pero el adulto no le hizo caso. Ignoró las llamadas de Eijirou y se mezcló entre los alumnos que entraban al castillo tras toda la escena, perdiéndole en unos pocos segundos. Se quedó en medio del pasillo, viendo a todos lados y sin localizar a Yagi.

—Esa mujer va a acabar con la educación en las generaciones mágicas —Bakugo se dedicaba a quemar papeles cabreado, mientras estaban en la Sala Común.

Habían puesto al día a sus amigos sobre lo que estaba pasando, y se quedaron allí discutiendo la situación, o más bien escuchando a Bakugo quejarse. Llevaba días aburrido en las clases de ese hombre; había leído todo el libro y, según él, no había servido de absolutamente nada. Ese libro era una completa sarta de idioteces.

—Sería mucho más factible aprender por nuestra cuenta. —Kaminari suspiró aburrido, pero ese comentario activó una idea en la mente del rubio.

—Eso haremos.

—¿Qué? —Mina parpadeó confundida al ver que Katsuki sonreía.

—Aprenderemos nosotros solos. Solo necesitamos que alguien nos enseñe —dirigió su mirada hacia Kirishima, que entendió lo que trataba de decirle.

—No, no, Suki yo no sirvo para enseñar Defensa.

—¡Claro que sí! Joder, estuviste practicando con Hakamada. Te has enfrentado a All for One y has salido con vida. Tú puedes enseñarnos lo que Geten no quiere hacer.

—Pero... todo lo que he conseguido ha sido con ayuda. Nunca tenía ni idea de lo que estaba haciendo.

—Y aun así eres muy bueno, Shinsou lo dijo. —Kaminari se metió en medio—. Dijo que eras mejor de lo que muchos otros magos a nuestra edad lo son. Sabes hacer más hechizos de los que piensas, Kirishima.

—¿Shinsou dijo todo eso? —Sero preguntó arrugando levemente su nariz, y Denki asintió despreocupado—. ¿Sigues hablando con él?

—¿Algún problema con eso? —La mirada que le estaba dando le decía que parase de hablar, y negó rápidamente con la cabeza. Kaminari se relajó de nuevo, y volvieron a centrarse en Kirishima.

—Bueno puede... que no me importe. Os podría enseñar a vosotros lo que entienda de la asignatura.

—En realidad... —Mina carraspeó nerviosa—, podrías ayudar a quien lo necesitase. No sabes la cantidad de personas que estarían dispuestas a dar clases contigo, Kirishima. Podemos hablar de esto en la próxima salida a Hogsmeade; es preferible a hacerlo dentro del castillo, para que haya menos posibilidades de que nos descubran.

Eijirou no sabía dónde meterse. Sus amigos eran muy insistentes, y no parecían querer rendirse hasta que aceptase realizar su descabellado plan. Así que, tras pensarlo unos minutos, aceptó darles clases. No tenía ni idea de cómo lo haría, pero esperaba que se le ocurriese algo para cuando llegase la primera clase.

Llegó el día de la visita a Hogsmeade, y Kirishima estaba nervioso, muy nervioso. No sabía cuántas personas querrían que les diese clase, ni dónde se iban a reunir. Decidieron separarse en pequeños grupos, y Mina se fue con sus amigas, diciéndoles que se encontraría más tarde con ellos.

—¿Dónde vamos a vernos? —Eijirou le preguntó curioso a Bakugo mientras caminaban por la nieve.

—En Cabeza de Puerco. Es un sitio al que no va mucha gente, los estudiantes ni se acercan. Si vamos en pequeños grupos no van a darse cuenta.

—¿Y Kaminari y Sero? Podrían haber venido con nosotros. —Bakugo se encogió de hombros, sin saber dónde estaban sus amigos.

Peor cuando llegaron y les vieron ataviados con varios paquetes de chuches, supieron por qué se separaron de ellos. Entraron los cuatro juntos, y subieron hasta la parte de arriba del bar. El lugar no era acogedor, para nada. Después de todo, estaba lleno de telarañas.

Había alguna que otra persona en una mesa, con jarras de alcohol a su alrededor mientras estos dormían tranquilamente. La madera de las paredes tampoco estaba en mejor estado que sus clientes, porque se notaba que estaba vieja y roída. Crujía bajo sus pies y parecía que el lugar fuese a hundirse en cualquier momento.

Una vez subieron las escaleras vieron ya a varios de sus compañeros reunidos allí. La mayoría eran de su curso, pero muchos otros eran de años diferentes a los de Kirishima y sus amigos. Todos se quedaron mirándoles cuando entraron, y Kirishima se puso todavía más nervioso. Bakugo en cambio se dirigió hacia el centro de la sala, y se aclaró la garganta.

—Bien, escuchad atentamente. Lo primero, nada de lo que se diga en esta reunión puede salir de aquí, si no, le patearé el trasero a quien se haya chivado. No permitiré que nos arruinen el plan que tenemos un par de chivatos —recorrió la habitación con la mirada, y siguió hablando—. Si estáis aquí es porque odiáis a nuestro profesor de defensa, porque ese imbécil no nos enseña nada. Por eso, hemos tenido una idea, y es enseñarnos entre nosotros. Y qué mejor persona para ello que Kirishima. Nadie de aquí puede negar que tiene más experiencia que nosotros lidiando con las artes oscuras, y con All for One. Ahora que ha regresado, necesitamos más que nunca poder defendernos.

—No hay pruebas de que haya vuelto, ¿por qué pareces tan seguro? —Una voz sonó desde el fondo de la sala, y Katsuki identificó a Sato.

—Kirishima lo vio, luchó contra él.

—Pero nadie nos dijo qué pasó; Shinsou quedó inconsciente y no habló cuando se recuperó, y el profesor Reiji fue asesinado por un mortífago. Eso no es una prueba de que regresase. —Kirishima se estremeció al recordar la escena, y no pudo evitarlo.

—Si pretendes que te dé detalles del encuentro con All for One, es mejor que te largues. No he venido a contar ese momento de mi vida, y agradece no haberlo vivido tú. Mejor, quien haya venido solo para eso que se largue.

Volvieron a sumirse en un silencio, esta vez incómodo, y Eijirou frunció el ceño mirando a Sato. Sin embargo, nadie se movió de su sitio. En su lugar, una mano se alzó desde un extremo de la sala. Tsuki se levantó, y Kirishima tensó sus músculos ante la posibilidad de otra pregunta incómoda.

—¿Es cierto que puedes hacer un patronus de cuerpo completo? Dicen que es magia muy avanzada. —La pregunta le dejó más tranquilo, y asintió lentamente, notando que el ambiente también se relajaba mucho más. Bakugo miró una última vez a Sato antes de hablar de nuevo.

—Y puede hacer muchas cosas más. —Kirishima iba a hablar pero Kaminari le tapó la boca para que no fuese a hacerse el modesto—. Así que, quien esté dispuesto a recibir clases suyas, que firme en el papel.

Sobre una mesa vacía colocó una pluma y un papel que le dio Mina, y uno a uno se acercaron a firmar. Sato fue de los últimos, algo indeciso, pero acabó por apuntar su nombre en la lista que habían realizado. Una vez tuvieron todos los nombres, Katsuki guardó la lista en su bolsillo, y habló de nuevo.

—El ministerio no quiere que nos defendamos. Quiere que quedemos vulnerables ante All for One, y no permitiremos eso. Haremos varias reuniones cada semana, entrenaremos; no es un momento para estar con vuestros amigos, debemos tener en cuenta que existe la posibilidad de que en algún momento los mortífagos quieran atacarnos. Estaremos preparados para ese momento. Cuando tengamos un lugar y forma de comunicarnos definitivos, me pondré en contacto con cada uno de vosotros. Recordad no decirle nada a nadie, o me aseguraré de que esa persona pague caro su chivateo.

Con esas últimas palabras, dio por concluida la reunión, y en pequeños grupos empezaron a salir del lugar. Sato se acercó junto a Koda antes de irse, y tras recibir una mirada de advertencia por parte de los amigos de Kirishima, decidió hablar con él.

—Perdona... Lo de antes, supongo. No han hecho fácil creerte, pero si tantas personas confían en ti no debe ser por que estés mintiendo.

—No pasa nada... está todo perdonado —Eijirou trató de restarle importancia, y se despidieron.

Ellos fueron los últimos en irse de allí, yendo al centro de Hogsmeade para comprar algo antes de volver al castillo. Honeydukes debía de estar ya vacío, y así fue. Pocas personas se encontraban en ese momento en la tienda, y tanto Kirishima como Bakugo se abastecieron de todas las chuches que querían antes de que fuese la hora de partir hacia el castillo.

—No ha salido nada mal... se apuntó bastante gente. Ya solo queda decidir dónde podemos hacer los entrenamientos. Si es en una sala de clase nos pillarán, tal vez deberíamos ir a boque prohibido —Bakugo leía la lista, tratando de memorizar los nombres que estaban escritos ahí.

—No te estreses, Suki. Seguro que lograremos encontrar un buen lugar. —Kirishima le sonrió y notó que el chico se apartaba un poco de él. Bakugo volvía a ponerse raro.

—Sí... supongo —guardó la lista de nuevo, y cuando llegaron al castillo vio que Uraraka le esperaba en la puerta. Eijirou notó una mueca en Katsuki antes de que se alejase para ir con la joven al interior del castillo.

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