With Crimson Riot
Kirishima no podía estar más emocionado.
Bakugou estaba seguro de que, si fuese un perro, no pararía de mover la cola. Y es que el pelirrojo tenía razones para estar tan emocionado, sí, pero era muy pesado. Estaba todo el bendito día hablando de lo mismo.
Que si Crimson por aquí, que si Crimson por allá. Tenía al héroe cruzado de lado a lado, e incluso le estaba cogiendo hasta asco al tipo.
¿Tan maravilloso era ese tío?
—Como vuelva a escuchar el nombre de ese tío una vez más, juro que cuando venga le reviento la cara —gruñó Bakugou, y Midoriya a su lado rió.
—Es normal que esté emocionado, Kacchan. Es como cuando yo quería conocer a All Might.
—No compares, tú eras jodidamente insoportable.
—Mira el lado bueno, Bakugou —intervino Mina, que estaba bastante acomodada en el sofá con un zumo de naranja en una mano y las piernas cruzadas—. Sabes que te encanta verlo alegre.
—¿¡De dónde cojones te sacas eso?! —saltó el rubio, y la chica sonrió con superioridad mientras señalaba al pelirrojo.
Kirishima estaba bastante entretenido en la conversación con Kaminari y Sero como para percatarse de que en el otro lado del salón estaban hablando de él. En ese momento, en concreto, estaba sonriendo como un niño pequeño mientras Sero decía algo.
Bakugou lanzó una almohada a Mina, que empezó a reírse.
—Lo que hace el amor —suspiró mientras abrazaba la almohada.
—¿Te puedes callar un rato?
—Podría —sonrió—. Otra cosa es que lo haga.
Bakugou bufó mientras Midoriya escondía una sonrisa detrás de su mano para que el rubio no lo notase.
★★★
Bakugou estaba ya cabreado.
Las clases habían acabado, había ido hasta a almorzar. ¡Podría incluso haberse duchado! Y Kirishima no dejaba de hablar con el bendito héroe.
El rubio no sabía qué demonios tenía para que el pelirrojo fuera tan fan. Era un héroe como otro cualquiera, con el pelo rojo y un poder que parecía ser un tipo de endurecimiento, como el de Kirishima.
Ya estaba. Era eso. Era un héroe como la mayoría que había fuera. Ni siquiera entraba en el top cinco, que él supiera.
¿Qué demonios podía tener a Kirishima tan entretenido? Porque parecía estar pasándolo tan bien que ni hambre le daba.
Cuando por fin le volvió a ver, fue cuando salía del instituto, al parecer el tal Riot le había invitado a comer —según Kaminari le dijo— y claro, Kirishima no podía estar más alegre.
El reloj seguía pasando, y Kirishima nada que volvía. Bakugou estaba de especial mal humor esa tarde, y ninguno se atrevió a decirle la razón de su molestia era que el pelirrojo en esos momentos no estaba con él como de costumbre.
Y que las costumbres cambiasen no gustaba a nadie.
—Kirishima está tardando demasiado, ¿no? —comentó Sero a Kaminari—. El toque de queda es a las diez. Y son menos diez.
Bakugou gruñó mientras veía el reloj. Sero tenía razón, hacía horas que había salido y aún no llegaba. El rubio no estaba preocupado, ni mucho menos, solo molesto porque si llegaba tarde iba a tener que aguantarle quejándose del castigo que le pusieran.
Cuando faltaban cinco minutos para las diez, Kirishima atravesó la puerta con un suspiro de agotamiento, recuperando el aire.
—¡Vaya, mirad quién ha llegado! —gritó Kaminari—. ¡Ya pensábamos que te habías pillado un ligue!
—No seas... idiota.
Se desplomó en el sofá junto a Bakugou, que le miró con una ceja arqueada.
—¿Dónde cojones has estado todo este rato?
—Si yo te contara... —suspiró—. Estoy muerto pero feliz. ¡Mira! ¡Tengo su autógrafo!
Extendió su camiseta roja para mostrarle la firma, y Bakugou rodó los ojos.
—¡Es genial, Kirishima! —felicitó Kaminari.
—Debes haberle caído bien —rió Sero.
—Joder, para no caerle bien, sí ha estado con él todo el santo día.
—Alguien está celoso...
Los cuatro miraron a Mina, que observaba desde el marco de la puerta cruzada de brazos y con una sonrisa pícara.
—¿Celoso? —arqueó una ceja Kirishima—. No sabía que eras fan también, Bakugou. ¡Es genial!
Bakugou le lanzó una almohada mientras los otros tres reían.
—No se refería a ese tipo de celos, Kirishima —dijo Sero.
—¡Cállate! —Bakugou lanzó otra almohada al de cabello negro, que la esquivó y fue a dar a Kaminari.
—¡Yo no he dicho nada! —se quejó el afectado por el almohadazo.
—¡Guerra de almohadas! —anuncio Kirishima, lanzándole una a Mina.
Bakugou iba a negarse cuando Sero le lanzó una almohada.
Empezaron a enzarzarse en una pelea que empeoró cuando Kirishima se acercó a Bakugou, escudado con una almohada, para decirle:
—No hace falta que estés celoso —le dijo con una gran sonrisa—. Ya sabes que yo solo te quiero a ti —guiñó un ojo.
El rostro del rubio ardió en rojo vivo y, entonces, se desató la verdadera guerra.
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