With Ashido Mina
—Mina, esto no es buena idea.
Ashido Mina arqueó una ceja, divertida, mientras le lanzaba una americana negra.
—¿Tú quieres que esto salga bien? —Kirishima suspiró y asintió—. Pues ya está. Venga, póntela.
Kirishima suspiró por enésima vez en ese día y obedeció, colocándose la americana. Se miró en el espejo que Mina tenía en el armario, y se dijo por quincuagésima vez que ese no era él. Estaría todo lo elegante y guapo que Mina quisiera, pero es que simplemente esa no era su esencia.
Pero Mina sabía más de moda que él, eso seguro. La chica se dedicaba a asaltar revistas de moda masculina solo para vestir a sus hermanos a su gusto. En esos momentos, Kirishima supo lo que éstos quisieron decir cuando le comentaron que nunca pidiera ayuda a su hermana.
—Mina, por dónde lo veas, esto no va a salir bien...
—Porque tú lo digas —rió la chica—. Créeme, va a caer rendido a tus pies. A los tíos os gusta eso de ver que perdéis lo que queréis para dar un maldito paso —suspiró con resignación—. Razón número tres mil por las que no saldría con un tío.
Kirishima rió mientras rodaba los ojos, haciendo el amago de desarreglarse un poco el pelo, sin demasiado éxito puesto que Mina le pilló con las manos en la masa y se lo prohibió de una mirada.
Ambos salieron de la habitación de la chica, y Mina le obligó a tomarle del brazo, porque sino, no sería creíble. Kirishima suspiró y aceptó, algo nervioso por todo lo que fuera a pasar.
Se suponía que iba ser una gran noche para todos los de tercero que se graduaban, pero Kirishima no lo sentía para nada así.
Mina estuvo entreteniéndole todo el camino que tuvieron que hacer. Kirishima se lo agradecía, porque no todo el mundo se prestaría a hacer lo que Mina. No por nada era una de sus mejores amigas.
El pelirrojo también debía admitir que Mina se había arreglado muy bien. Su vestido blanco crema encajaba a la perfección con su tono rosa de piel, y se había alisado el pelo, decorándolo con una flor blanca, a juego con su vestido y sus tacones.
Cualquiera que les viese, pensarían que eran una pareja. De hecho, era la impresión que Mina quería dar y se suponía que Kirishima también, pero al pelirrojo no le acababa de convencer del todo ese plan.
Ambos llegaron tomados del brazo, y la mayoría de la clase se acercó a felicitarles por su «noviazgo». Mina se había encargado de divulgarlo, y las pocas personas que sabían de la mentira sonreían con complicidad.
Con pocas personas, se refería a Midoriya y Yaoyorozu, que nunca se les escapaba nada y les había ayudado a divulgar el rumor.
Kirishima distinguió a Bakugou en una esquina, mirándoles con una expresión que el pelirrojo casi definiría como enfadada. No pudo controlar su sonrojo al verlo, con su actitud desinteresada de siempre reflejada en su ropa. Solo llevaba una camisa blanca y pantalones negros, pero aún así se veía tan endemoniadamente guapo que Kirishima no podía dejar de mirarle.
Sin embargo, evitó hacerlo por mucho tiempo, porque tenía que simular estar atento a todos los demás que empezaban a hacer preguntas acerca de su «relación» con Mina.
Ambos respondieron con el guión ya anteriormente planeado, una historia que Mina se había sacado prácticamente de un libro. Estuvieron charlando un rato hasta que les dio por bailar.
Mina era muy buena bailando, pero Kirishima sabía también. Básicamente, su hermana le insistió que le enseñase a bailar pero, como no sabía, aprendieron juntos.
A la hora de las canciones románticas, Mina se aseguró de que estuvieran lo más posible de Bakugou mientras le gastaba bromas que hacían que Kirishima olvidase por momentos la mirada del rubio fija en él.
—Parece que me quiere matar —rió divertida Mina, poniendo la cabeza sobre su hombro—. Me estoy divirtiendo muchísimo.
—Yo estoy temblando y tú te ríes —ironizó Kirishima, y Mina rió de nuevo—. Gracias, buena amiga.
—De nada —respondió con un tono cantarín—. Así me quieres.
Ambos rieron mientras daban un giro, y de repente todo fue un auténtico caos que sucedió en cuestión de minutos.
Antes de dar el giro completo, Kirishima sintió un tirón que le separó bruscamente de Mina. Vio la expresión sorprendida de la chica, que segundos después cambió a una satisfecha.
Momentos después, todo fue eclipsado por la mirada intensa de Bakugou, demasiado cerca como para pensar cuerdamente. El pelirrojo solo era consciente de que trató de pronunciar su nombre antes de que un beso le robase las sílabas de la garganta.
El mundo pudo haber acabado en ese momento que Kirishima no se hubiese dado cuenta. Aunque hubiese estallado una bomba, en ese momento le daba absolutamente igual todo lo demás que no fuera ese momento que tanto tiempo llevaba esperando.
Esa oportunidad que no pensaba dejar escapar.
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