Unbreakable!
A Kirishima siempre le habían gustado las flores.
No era de extrañar, habiéndose criado en una floristería. Nació rodeado de flores, creció entre plantas y aromas. Cuando se sentía solo, acariciaba las flores, y las cuidaba. Ellas eran sus amigas, fieles y hermosas.
Claramente, aprendió el lenguaje de las flores como si fuera el abecedario y le gustaba contar su significado a los clientes que venían buscando algo en específico para sus personas especiales.
Entre las que más le gustaban a Kirishima estaban las godetias.
Eran naturales de norteamérica, más concretamente de San Francisco, pero también se podían dar en su país. De hecho, eran de las más usadas en el Ikebana. Sus colores variaban entre el blanco, rosa y un rojo algo más tirando a salmón.
Sin embargo, eran una auténtica obra de arte, y no era raro que fueran conocidas como «flores de la seda», puesto que, cuando en su tallo comienzan a florecen capullos, los primeros cuatro pétalos obtienen una textura sedosa y hace elegante a la flor.
Desde el contexto histórico, la godetia tiene un hermoso significado. Su nombre se debía a un botánico suizo llamado Godet, pero en realidad la descubrió Clark, un legendario explorador norteamericano, en la primera expedición al océano Pacífico que los estadounidenses Clark y Lewis hacían por primera vez en la historia y quedaría para la posteridad.
Cuando avistaron el océano, descubrieron varias especies animales que no conocían y fauna desconocida. Entonces, Clark —que era aficionado a la botánica— se enamoró de la godetia, y aunque su nombre se lo adjudicó al suizo Godet, el nombre científico era Clarkia Amoena —el placer de Clark en latín— en honor a su descubridor.
Desde la historia de su descubrimiento tenía su belleza, pero su significado de aún mejor.
Mientras las rosas eran tan famosas por ser usadas para conquistar, pese a su significado de pasión, las godetias servían para simbolizar un amor inquebrantable, firme y apasionado. Regalar godetias era un mensaje de fidelidad y de respeto a la persona a la que amas.
Kirishima estaría más que encantado si su pareja le regalaste godetias. Es decir, ¿no era algo hermoso para recibir por parte de quien amas?
Suspiró mientras miraba por la ventana, deseando que fuera ya el fin de semana para ir a su casa y visitar la floristería. En la residencia no le dejarían meter tantas flores ni en broma, así que tenía que conformarse con jarrones o algo por el estilo.
—¿Kirishima? ¿Lo has oído?
Miró a Kaminari sin entender. El rubio agitó un papelito en frente suya.
—¿Qué es eso?
—Es la persona que te ha tocado para regalarle algo. Es un juego de amigo invisible, ¿recuerdas?
—¿¡Al final lo hicisteis?!
—¿En qué mundo estás? ¿Qué te crees que hemos estado haciendo aquí en el recreo? —suspiró—. Anda, ten. Es el último que queda porque estabas en tu mundo mientras todos cogían papelitos.
Kirishima agradeció y lo abrió. Parpadeó sorprendido y miró a Bakugou, que estaba discutiendo con Mina sobre algo.
¿Y ahora qué podía regalarle a Bakugou?
★★★
Se suponía que si era un amigo invisible, entonces no tenía que dar explicaciones de su regalo.
Pero Kirishima quería regalarle algo especial. Algo único. Y algo que supiese que le iba a gustar.
¿Y qué mejor que una flor? A todos les gustaban las flores.
Así que pensó en qué flor podía identificarse con Bakugou. Pasó por muchas opciones hasta llegar a las indicadas: las gerberas.
Eran unas flores muy famosas, las quintas a nivel mundial. Pero su significado general no coincidía nada en Bakugou. Porque eso de inocencia, alegría y pureza eran los antónimos a Bakugou Katsuki.
Sin embargo, el color era lo que marcaba la diferencia. No podía regalarle una gerbera naranja, porque eso simbolizaba alegría y Bakugou no la demostraba muy a menudo, mientras que las blancas eran armonía, y por obvias razones no eran buenas candidatas.
Pero las rojas encajaban con Bakugou perfectamente. Eran el ánimo fuerte, el deseo de victoria. Y aunque se podría considerar incluso como agresividad, Bakugou no era precisamente una persona muy pacífica. Y el rojo intenso adquiría el matiz de constancia y esfuerzo.
También significaban el amor apasionado... Pero no valía pensarlo tanto.
Decidido, fue a la tienda más cercana a comprarle un ramo de gerberas de color rojo intenso.
Después de todo, no sabría que era de su parte. Y si lo sabía, no sabría su significado.
Nada podía salir mal.
★★★
Los regalos se podían dar como se quisiera mientras no se supiese quién había sido.
Kirishima decidió que la floristería enviase el ramo. Claramente, no lo haría desde la suya familiar, porque sería muy cantado. Así que, sin dar su nombre, compró el ramo y pidió que se lo enviaran a la residencia a nombre de Bakugou.
Kirishima lo volvería a hacer solo por ver la cara de sorpresa que se le había quedado cuando recibió el bouquet de gerberas rojas.
Aunque la sorpresa se la llevaría él días después, cuando en su escritorio apareció una godetia rojo salmón con una corta nota anónima:
«Un amor inquebrantable, ¿eh?»
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