Happy Birthday!
Kirishima recibió los mensajes de su familia felicitándole por su cumpleaños ni bien pasaron las doce del dieciséis de octubre.
Y es que, según le habían contado, cuando nació fue gracioso, porque fue justamente a las doce de la noche del dieciséis de octubre. Un minuto menos y hubiera sido el quince su cumpleaños. Desde su nacimiento había sido un niño divertido y alegre, aunque bien era cierto que no siempre lo demostraba de puertas para fuera.
Kirishima rió al recibir la llamada de su hermana pequeña, emocionada mientras le preguntaba cuando iría a verlas.
—Puede que me pase este finde —dijo, jugando con su cabello—. ¿Te parece bien, princesa?
—Hmm, ¿no es un poco tarde? Falta toda la semana aún...
—Mañana es miércoles. Ya es mitad.
—¡Pero es que hoy es tu cumple! —se quejó—. ¿No puedes venir hoy?
—Lo siento, princesa, pero no —suspiró—. Tengo clase.
—¡Pues di que estás enfermo!
Kirishima rió ante la ocurrencia de su hermana.
—No puedo, porque las clases son importantes.
—Desde que entraste a la casa esa, ya no vienes por aquí —dijo la niña, triste—. Antes pasabas más tiempo conmigo, Ei...
—No te pongas triste. Solo es que estoy ocupado —explicó—. Pero prometo que jugaremos juntos este finde, ¿vale?
—¿Al fútbol?
—A lo que quieras.
Escuchó a la niña saltar en su cama y rió, aliviado de haberle podido alegrar.
—¿Y traerás a ese chico que te gusta? —preguntó ilusionada.
Al pelirrojo se le subieron todos los colores y se sentó en la cama, incrédulo.
—¿¡Cómo demonios sabes tú eso?!
—¡Por la cuenta de Instagram!
—¿Tienes Instagram? —alucinó.
—Todos en clase tenemos. ¿De qué te sorprendes?
Kirishima negó con la cabeza.
—Espero que sepas que Internet es peligroso y...
—Sí, lo sé. Por eso no tengo ninguna foto mía y hablo solo con mis compañeros de clase —dijo directamente.
—¿Y te han dejado?
—No directamente... Pero es que básicamente la tengo porque ¡eres mi hermano!
—¿Porque soy tu hermano? ¿Qué clase de excusa es esa para que tengas Instagram?
—Por la cuenta que tenéis.
—¿Tenemos? —arqueó una ceja—. ¿Yo y quién más?
—¡Tu novio, obviamente!
A Kirishima se le volvió a venir el mundo encima.
—No sé de dónde te has sacado eso pero Bakugou y yo...
—¡Ja! ¡Has dado por supuesto que me refería a él!
—¡No es mi novio! —se sonrojó.
—Eso no lo dicen las fotos.
—¿Qué fotos?
—¡Las que están en tu cuenta!
Kirishima puso en altavoz el móvil mientras revisaba su cuenta. Tenía fotos con el rubio, sí, pero nada fuera de lo común.
—¿De dónde te sacas eso a partir de las fotos...
Empezaron a llegarle fotos de Bakugou y él abrazados, o con sus manos rozándose, o dormidos juntos.
—¿Cómo tienes estas fotos? —dijo, alucinando.
—¡De Instagram!
—Dame el nombre de la cuenta, princesa.
Su hermana obedeció y se dedicó a ver la cuenta de la que hablaba la niña. Fotos y fotos de Bakugou y él se iban mostrando mientras descendía.
Y lo peor. Tenía casi quinientos mil seguidores.
—¡Mi hermano es una estrella!
—Mina se va a enterar.
Sabía que era la culpa de la chica rosa porque, ¿quién más?
—¿¡Conoces a la que la lleva?! —se emocionó la niña—. ¿¡Cuándo puedo ir a verte?!
Kirishima apartó el teléfono de su oreja y lo miró con incredulidad. ¿En serio esa era su hermana de nueve años?
—¡Mi hermano es una superestrella y conoce a quien lleva la mejor cuenta de la historia! ¡Tengo el mejor hermano del mundo!
El pelirrojo tuvo miedo de preguntar qué tenía publicado en su Instagram. Le había dicho que fotos suyas no, así que esperaba que no fuera una clase de resubida de esas fotos.
Oh, Dios, iba a matar a Mina.
—Enana, vete ya a dormir que mañana tienes clase.
—¡Pero aún no me...!
—Buenas noches.
—¡Espe...!
Cortó la llamada y suspiró. Intentó no pensar demasiado en ello al dormir, pero fue imposible no recordar las imágenes y se ponía como un tomate. ¿Cómo se las había apañado para sacar cosas así? No parecía un montaje, y de hecho algunos escenarios los reconocía como de la residencia.
Pero en verdad parecía que estaban liados. Y que no lo estaban, pero eso sumado a la fama que había obtenido Bakugou con ser ganador del festival deportivo, estaba seguro que un montón de gente lo creía.
Hundió la cara en la almohada, sintiendo las orejas arder como fuego puro.
Eso no podía estar pasándole a él en su maldito cumpleaños.
★★★
—¡Juro que soy inocente!
—¿Y quién más haría algo como eso?
Mina sonrió y se encogió de hombros.
—Alguien que, o bien os quiere mucho, o bien quiere meterme a mí en un lío.
—Ya —arqueó una ceja.
Cogió el móvil y mandó un mensaje directo a la cuenta. El móvil de Mina sonó en ese momento, y la chica sonrió nerviosa mientras Kirishima esperaba, golpeando el pie contra el suelo, una respuesta.
—¿Ese tampoco era tu móvil? —preguntó irónico—. ¿Por qué no vemos de quién es el mensaje?
—No he mentido del todo —se excusó—. En realidad, es una cuenta conjunta. Lo único que hago yo es subir fotos que tengo.
—¿Quién más está en el ajo?
Mina se encogió de hombros.
—Puede ser cualquiera. Solo sé que está en la residencia, para tener más acceso, pero no tengo ni idea. Usamos seudónimos en Telegram, ¿sabes?
—Se supone que no puedes subir fotos de otras personas sin autorización.
—¿Y quién te ha dicho que no la tengo? —Mina sonrió victoriosa—. He estado esperando este momento.
Sacó de su bolsillo un papel doblado y se lo dio a Kirishima. Este leyó la autorización a derechos de subida de imágenes con la firma de sus madres y la de él.
—Tus madres son encantadoras —dijo Mina—. Me firmaron el papel encantadas.
—¿Qué demonios les dijiste? —preguntó incrédulo—. ¿Y cómo has logrado que firme esto?
—Las buenas magas no desvelan sus trucos —guiñó un ojo.
—Vale, de acuerdo, la mía la tienes ilegalmente. ¿Pero y Bakugou? ¿Sabe algo de esto?
—Si tú te has puesto así, ¿crees que él lo sabe?
Razonándolo, era medio imposible que lo supiera. Sin el medio.
—No. Ni de broma.
—Pero su padre es un cielo. Tienes un buen suegro —rió.
—Gra... ¡No somos novios! —se corrigió.
—Claro —rió—. Bueno, con todo, feliz cumpleaños. Te lo pensaba dar más tarde, pero ya que estás aquí.
Sacó de su mochila una caja larga pero no muy ancha, y se la entregó a Kirishima.
Cuando la abrió, se encontró una especie de revista. La portada lo decía todo.
—Es una recopilación de dibujos y pequeñas historias que las fans te han hecho con todo su amor.
Eso ponía a Kirishima en un compromiso, porque no se sentía capaz de no apreciar horas de trabajo e ilusión que debía haber en esa revista.
—Te odio.
—Yo también te quiero —rió, y Kirishima suspiró.
Qué había hecho para merecer eso.
★★★
Kirishima no pudo encarar a Bakugou durante todo el día. Aceptó su regalo, y la pasó bien en la fiesta que le había hecho sus compañeros, pero no podía mirar al rubio y no recordar las fotografías. Y fue para peor cuando hojeó la revista.
Todo estaba: fatal. Y no sabía qué hacer para solucionarlo.
Claramente, Bakugou se había dado cuenta de que algo le pasaba, porque eso no era normal en él ni mucho menos. Kirishima tan solo pudo suspirar de agotamiento.
Menudo cumpleaños estaba teniendo.
—¿Se puede saber qué cojones te pasa hoy?
Eso fue lo que le dijo cuando le acorraló contra la puerta de su habitación, sus brazos impidiéndole escapar.
¿Si decía «nada» le dejaría ir?
—No está siendo mi día, irónicamente —rió.
—¿Eres idiota? Es tu cumpleaños. Se supone que debes estar alegre.
—¡Y lo estoy!
—Pero no completamente. Idiota, se te nota muchísimo cuando mientes o tratas de fingir.
Kirishima suspiró. Tenía claro que Bakugou no podía enterarse de lo de las fotos y la cuenta o armaría la Tercera Guerra Mundial.
—Es solo que Mina me ha hecho una broma algo pesada.
—¿Te ha molestado? Porque si...
—¡No! No es para tanto —rió—. Por cierto, se me había olvidado comentártelo —cambió de tema—. ¿Tienes algo que hacer el finde?
—¿No? ¿Por qué?
—Porque, bueno... Me preguntaba si... —miró al suelo, nervioso—. Bueno, es que mi hermana quiere que vaya este finde a casa y pues si quieres venir...
—¿Por qué no? No tengo nada mejor que hacer.
Kirishima sonrió y Bakugou apartó la mirada, excusándose en que era tarde y estaba cansado.
El pelirrojo rió mientras lo veía meterse en su habitación y abrió la puerta de la suya, sin poder quitar la sonrisa algo tonta que se le había quedado en el rostro.
Al final, no había sido un mal cumpleaños como había previsto.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top