Fat squad!
Kirishima estaba contento ese día.
Su alegría se notaba en todo su cuerpo, en todas sus acciones, y Bakugou claramente se había percatado de que estaba mucho más animado de lo habitual.
—¿Qué te pasa, idiota? No dejas de saltar de un lado al otro.
Kirishima rió.
—Es que hoy vendrán Fat y Amajiki a darse una vuelta. ¡Hace mucho que no les veo! He estado liado con las clases y todo eso...
Bakugou gruñó. No era que los dos tipos esos les cayera mal, básicamente porque a uno solo le conocía de vista cuando intentó hablar en clase en vano y el otro era un profesional. Pero los tenía entre ceja y ceja por todas las maravillas que Kirishima le había contado.
No decía que no fueran geniales o fuertes. El problema era que Kirishima hablaba hasta el maldito cansancio de ellos, sobre todo del de tercero, y Bakugou había acabado por cogerle manía.
Es decir, no podía ser tan maravilloso como Kirishima decía si ni siquiera le podía hablar a una maldita clase.
Y el hecho que el pelirrojo estuviera tan emocionado por verle hacía que tuviese más ganas aún de pelearse con el tipo ese, a ver si era tan fuerte y tan genial.
Kirishima escuchó el alboroto que estaban formando la gente fuera y acudió a la ventana para ver qué sucedía. Saltó como un niño pequeño, y Bakugou supuso que habrían llegado ya.
Kirishima bajó corriendo las escaleras, encontrándose con Fatgum y Amajiki. El héroe profesional le abrazó, hundiéndole prácticamente.
—¡Me ahogo! —se quejó el muchacho.
Fatgum rió, soltándole, y Tamaki le dedicó una sonrisa leve. Había algún curioso por conocer al profesional, sobre todo Midoriya, que anotaba en un cuaderno a toda pastilla puesto que no había tenido antes oportunidad.
—¡Ha sido un buen tiempo! —sonrió.
—Desde el internado. ¿Cómo van tus heridas? —preguntó Fatgum.
—¡Genial! ¡Estoy estupendamente! —se cruzó de brazos—. ¿Y vosotros?
—Bastante bien. ¿Verdad, Tamaki? —ambos miraron al de tercero, que asintió.
—Tuvimos mucha suerte, a decir verdad —suspiró Tamaki—. Algunos, no tanta.
Los dos callaron al recordar a lo que se refería, y Midoriya también bajó la cabeza, también consciente.
—¿Qué demonios os pasa? Parece que habéis ido a un funeral —Bakugou bajó las escaleras con las manos en los bolsillos.
—¡Nada! —Kirishima esbozó su mejor sonrisa.
Mientras menos gente lo supiese, mejor.
Bakugou le examinó con la mirada, y aunque sabía que no estaba siendo sincero, lo dejó pasar. Ese no era el momento.
—¿Tú eres el famoso Bakugou? —preguntó Fatgum, y el rubio arqueó una ceja.
—Sí. ¿Por?
—Te conozco más que a Kirishima, por todo lo que me ha hablado de ti —rió.
El pelirrojo se sonrojó y Bakugou le miró con incredulidad.
—Hasta yo que te he visto un par de veces te conozco más que tú mismo —apuntó Tamaki, haciendo sonrojar más a Kirishima.
Deku escondía su sonrisa divertida detrás de su cuaderno y Bakugou agarró a Kirishima por el brazo.
—¿Qué demonios andas contando a la gente?
—¡Yo nada! —negó.
—Anda que no —bufó el profesional—. No para de contarnos sobre ti. Parece que os lleváis muy bien.
Tamaki se puso una mano sobre los labios para cubrir una pequeña sonrisa y Fatgum rió sin molestarse en ocultarlo.
—¡Se lo están inventando! —se excusó—. ¡No sé con qué intención! —les miró acusatoriamente y los dos se hicieron los desentendidos.
—No está bien mentir, Kirishima —señaló Fatgum—. No está nada bien.
—Kirishima, te voy a matar —amenazó Bakugou.
—¡Que se están inventando todo! —dijo, sonrojado.
La salvación de Kirishima vino de la mano de Aizawa, que reprendió a Fatgum y Amajiki por llegar sin permiso a la residencia y armar un escándalo entre los estudiantes.
Pero no fue un rescate completo, porque Bakugou arrastró a Kirishima hasta la cocina —ante la mirada divertida de Deku, que ignoró la súplica silenciosa de Kirishima— y le exigió una explicación que Kirishima no supo dar.
—¡Ya te he dicho que lo hacen por molestar!
Iba a matarlos en cuanto los viera, fueran o no un profesional y uno de tercero.
—¿Y cómo demonios me conocen?
—¡Eres el ganador del festival deportivo!
Bakugou no pareció del todo convencido con ese argumento, pero no pudo negarlo.
—¿Qué voy a ganar yo diciendo algo malo sobre ti?
En realidad, lo que Fatgum y Tamaki sabían de Bakugou era todo lo bueno, porque Kirishima era consciente de que quizá su tema de conversación solía girar demasiado en torno a su rubio amigo y a poco más.
Pero Bakugou no lo sabía. Y mejor que no lo supiera, porque el pelirrojo se moriría de la vergüenza. Suficiente tenía con aguantar lo que se traían Mina y su hermana.
—Pues entonces díselo a tus amigos.
Kirishima tenía muy claro como vengarse de Tamaki. Solo tendría que hacer lo mismo que él delante de Mirio, y listo. De Fatgum no lo tenía muy claro, pero algo se le ocurriría.
—Claro que lo haré.
Esos dos no se iban a librar de su venganza.
De ninguna manera.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top