Child Kiri/ Past Kiri
Dicen que las cosas son más fáciles cuando eres un niño. Sin embargo, Kirishima no lo creía así. Siendo un niño no le había tocado nada bueno.
Se miró en el espejo, su reflejo devolviéndole la mirada entristecida. Su cabello negro le caía por encima de los hombros y sus ojos rojos estaban algo hinchados de tanto llorar.
Después miró a su ventana. La noche estaba más que instalada en la ciudad, con la luna visible y las estrellas campando a sus anchas. Kirishima solía pensar que, algún día, podría cazar las estrellas con su red.
Sin embargo, eso parecía ser un sueño absurdo a ojos de sus compañeros de clase. Kirishima lo intentaba, de verdad que trataba de llevarse bien con ellos, pero simplemente no podía. No era que su quirk fuera débil, o que su aspecto fuera lamentable —aunque parecía una niña con el cabello así, pero no era para tanto—, pero Kirishima no era un niño al que le gustase maltratar a los demás.
Los niños de su escuela parecían divertirse dándose de golpes con sus poderes, acosando a los que no tenían uno fuerte o usándolos en animales. Sin embargo, Kirishima no lo disfrutaba en lo absoluto.
Eijiro era una persona tranquila. Le gustaba la paz, estar bien con todos y reírse de cosas que sí tenían gracia. Y mientras los demás admiraban a All Might, él se fijaba más en Crimson Riot.
No decía que no estuviera bien All Might, porque era fantástico, pero Crimson Riot era más... más como él. No era tan famoso ni tan reconocido como All Might, pero a Kirishima le gustaba más así.
Riot podía pasar desapercibido a ojos de cualquiera, porque no brillaba tanto como All Might, pero su función era la misma.
Protegía a la gente.
Desde las sombras, sin esperar nada a cambio, ni siquiera reconocimiento. Solo salvaba a las personas que lo necesitaban.
Desde la primera vez que lo vio, el color rojo se volvió su favorito. Insistió a su madre para que le comprase todo lo relacionado con el héroe.
Desde entonces, Kirishima se puso el objetivo de entrar a la UA. Pero no es como si se lo fuera a decir a nadie, porque sabía que se burlarían de él. Contrario a Mina, él no tenía el carácter para enfrentarlos.
Pero decidió que eso cambiaría si lograba entrar a UA. Su reflejo cambiaría, y su modo de ver el mundo también. Ya no sería el mismo niño tímido que se alejaba de todo el que se le acercase por temor a que le hicieran daño.
Sin embargo, ¿cuántas posibilidades había de que le aceptasen? Sí, había hecho bien la prueba de acceso, pero eran millones de estudiantes los que aspiraban a pasar. Millones con poderes más adecuados, más fuertes, más entrenados.
Sus posibilidades eran las mismas que las que tenía para que le tocase la lotería.
Miró la pantalla del ordenador, que había quedado oscurecida debido al poco caso que le hacía su dueño. Se suponía que, de haber sido aceptado, le había tenido que llegar un correo electrónico. Sin embargo, su ordenador no había sonado, por tanto no había nada.
Revisó de nuevo, pero seguía sin tener nada en la bandeja de entrada. Suspiró con resignación, ¿por qué se había hecho esperanzas? Estaba claro lo imposible que era que le admitieran. Habían miles de estudiantes más capaces que él, más valientes. Como MIna, por ejemplo, a la que sin duda habrían admitido. Kirishima admiraba su valentía a la hora de hacer cualquier cosa. Parecía que ella nunca tenía miedo, y se reía de todo, por malo que fuese.
Ojalá ser así.
Se apoyó en el respaldo de la silla del ordenador, mirando el techo. ¿De verdad era tan complicado poder ser asÍ? ¿Se iba a rendir así de fácil? ¿No era acaso lo que llevaba haciendo toda su infancia?
¿Iba a volver a dejar que todo siguiera como hasta ahora?
Miró el espejo que estaba al lado de su ventana. El reflejo de un chico de cabello oscuro y ojos rojos le devolvía una mirada enfadada, impropia de alguien tan tranquilo como lo era él. Era la mirada de alguien que estaba cansado de seguir así. El poster de Crimson Riot le sonreía al lado del espejo, como si le estiviera felicitando.
Entonces, su ordenador emitió un pequeño sonido, que era la alerta de una notificación. Emocionado, con el corazón latiéndole fuertemente, se movió el ratón para que la pantalla volviera a mostrarle el correo. Sintió que le faltaba el aire, y las lágrimas de felicidad corrieron por su rostro mientras gritaba de pura alegría, notando su voz extraña ante la poca costumbre que tenía de alzarla.
No iba a dejar que todo siguiera como hasta ahora.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top