Baku-rescue Squad!

Kirishima no consideraba que deberían darles un premio por su acción.

Eso era demasiado, sí, y tampoco habían hecho todo con la intención de reconocimiento. Sin embargo, sí le enfadaba que hubiesen reñido a Todoroki por usar su hielo y a Iida por su motor. Es decir, ¿no estaban acaso haciendo una acción propia de héroes? Kirishima hubiese usado también su quirk de ser necesario, y lo habría hecho sin ningún reparo.

—Lo único bueno es que no os han castigado —suspiró Momo—. Pero aún así lo veo excesivo, sabiendo que lo habéis hecho por una buena causa y ha salido bien.

—Pero podría haber salido mal —apuntó Midoriya—. Y entonces no tendrían a uno, sino a seis alumnos capturados.

Todos callaron, oyéndose tan solo el sonido del pasar de médicos y enfermeras en las afueras de la sala de espera. Habían llevado a todos a hacerse un chequeo por si no hubiese posibles heridas, y aunque habían tardado poco en ellos, parecían estar demorándose más de la cuenta en Bakugou.

Kirishima estaba demasiado nervioso como para sentarse, así que daba vueltas en círculos como si así lograse agujerear el suelo. Ni siquiera decía algo, se limitaba simplemente a dar vueltas sumido en sus pensamientos, lo cual era muy raro en el siempre extrovertido pelirrojo.

Aunque todos comprendían su silencio, dado que básicamente el primer preocupado acerca del bienestar de Bakugou, y sin el cual ningún rescate hubiese sido posible, era Kirishima.

—Kirishima, si sigues así, vas a acabar por romper el suelo —le dijo Midoriya.

—¡Pero parecía estar bien! —se detuvo—. Vosotros también lo visteis, ¿verdad? Estaba perfectamente. No entiendo por qué tanto análisis.

—Tan solo querrán asegurarse —comentó Iida—. Después de todo, no se sabe qué clase de poderes exactamente tienen.

—Ni si conocemos a todos los de la Liga —apuntó Momo.

—O tan solo es un capricho de los doctores —se encogió de hombros Todoroki.

Kirishima suspiró y fijó su mirada rojiza en el suelo, finalmente sentándose en la silla de plástico que tan incómoda le resultaba.

Entrelazó sus manos, apoyando los codos en sus rodillas y suspiró de nuevo.

—No sé lo que haría si le pasase algo. Pensar que estoy tan cerca y no puedo hacer nada me pone enfermo.

Se suponía que no iba a volver a pasar. Que sería capaz de salvar a sus seres queridos, a todos los que necesitasen de su ayuda. No se quedaría de brazos cruzados y esperaría a que las cosas pasasen frente a sus ojos sin nada que poder hacer porque era débil, insuficiente.

—No va a pasar nada —la chica puso una mano en su hombro—. Todos estamos bien, ¿no? Seguramente solo sean cosas para asegurarse, como ha dicho Midoriya.

—Kacchan se veía tan animado como siempre —afirmó el de cabello verde, con una sonrisa que pretendía animar—. Así que no será nada grave.

Las palabras del chico no sonaron convincentes ni siquiera para él, y eso hizo que Kirishima se levantase y volviese a dar vueltas en círculos.

Los cinco quedaron en completo silencio hasta que escucharon la puerta abrirse. Era el profesor Aizawa, y todos fueron directamente a preguntar.

—No pasa nada, está bien —tranquilizó—. Tan solo teníamos que asegurarnos que no hubiera ningún daño de tipo psicológico.

Kirishima suspiró aliviado.

—¿Podemos verle?

—Es recomendable que vaya solo una persona, porque hay que tener en cuenta que ha pasado demasiado tiempo atado y quién sabe qué más habrá pasado —suspiró—. Así que solo puede ir uno.

Kirishima miró a Midoriya, consciente de que sería la mejor opción dado que Bakugou y él se conocían desde la infancia.

Sin embargo, este negó con la cabeza.

—Kacchan no me querrá ver ni en pintura —rió—. Pero a ti seguro que sí.

El pelirrojo parpadeó sorprendido ante la afirmación. Momo ocultó una sonrisa detrás de su mano al entender.

—Sí, estoy segura de que se alegrará de verte.

Kirishima la miró con la misma sorpresa, pero luego sonrió.

—Gracias, chicos.

Salió corriendo en cuanto Aizawa le dio el número de habitación, con una gran sonrisa en su rostro.

Los cuatro que quedaban se miraron entre sí.

Estaba claro que no había nadie más indicado que él.

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