oxiii. Adrenalina.

La castaña ante la pregunta del enmascarado, frunció levemente el ceño confusa.

—¿Estas bromeando?

—No realmente.

—Quieres llevarme con mi papá—dijo a manera de afirmación, con un tono de duda a lo que Peter asintió—, balanceándonos con telarañas por toda la ciudad—dijo mirando hacia arriba los grandes edificios riendo un poco nerviosa.

—¿Si?—dijo Peter ahora un tanto inseguro.

—Debes estar bromeando.

—No lo hago. Si vamos caminando no llegaremos a tiempo, con las telarañas ahorraremos mucho tiempo, será como... bueno, realmente no encuentro una comparación ahora mismo, pero te va a gustar mucho. La vista es excelente, además de qué hay un sentimiento de adrenalina por estar balanceándote allá arriba.

—No lo sé. Yo...

—¡Imagina que son las sillas voladoras de un parque de diversiones! Estas a grande altura, prácticamente volando, sin hacerlo por completo.

—Peter...

—¡Anda!

—¿Por qué haces esto?

—Porque quiero que pases el resto del día con tu papá. La relación que un padre tiene con su hijo o en este caso hija siempre es importante.

—Está bien—dijo y se acercó quedando frente a él—. ¿Qué debo hacer?

El castaño tampoco sabía realmente qué debía hacer. Nunca había cruzado por su mente llevar a alguien de aquel modo.

—Supongo que...

—¿Supones?

—Nunca he llevado a nadie conmigo—dijo y la castaña suspiró cerrando los ojos con una sonrisa.

—¿En serio?

—Si—admitió rascando su nuca.

—Seré la primera—dijo y el castaño asintió—. Bien, si es como volar, supongo lo puedes hacer como los demás superhéroes.

—¿Demás superhéroes?—preguntó y la castaña asintió acercándose más.

—Como loq de las películas—contestó—. Ahora, pon tu brazo en mi cintura—dijo tomando su brazo para que lo envolviera donde le indicó—, yo me aferraré a ti para no caer—dijo llevando sus brazos alrededor de su cuello—. Seremos como Loise Lane y Superman—rió—. Ahora podemos irnos—dijo con una enorme sonrisa la castaña.

El castaño bajó la máscara sonrió y estiró su brazo para poder lanzar la primer telaraña y saliera en dirección a Manhattan.

—¡Espera!—exclamó Maryannick dando una pequeña palmada en el pecho de Peter para detenerlo—, no me dejarás caer, ¿cierto? Una caída de tan alta altura puede ser mortal—comenzó a balbucear nerviosa—, no creo que Strange podría mejorar eso, y eso en caso de que no muera instantáneamente...

—Nunca—la interrumpió—. Nunca te dejaría caer, Maryannick—pronunció haciendo que la chica sonriera.

—Entonces... yo... estoy lista—rió volviéndose a aferrar a él, escondiendo su cara en su cuello, mientras Peter los alzaba del suelo.

La sensación de no tener nada bajó sus pies, hizo que Maryannick cerrara los ojos con fuerza. El balanceo en la telaraña era constante y cuando Peter soltaba para lanzar otra y poder desplazarse, la caída parecía que sería fatal, pero siempre regresaban al movimiento hacia adelante. La acción de pronto comenzó a agradarle a Maryannick, de modo que separó su cabeza del cuello del enmascarado y abrió los ojos mirando todo.

La ciudad se veía incluso más impresionante desde arriba. Todos los autos en las avenidas, cientos de personas transitando las calles, algunas corriendo, empujando, a paso veloz, algunos puesto en mera calle, las luces de los semáforos, algunos autos, los altos edificios... todo era como un extraño sueño en el que podía ver a todos sin necesidad de estar con ellos.

—La vista es impresionante—rió, aún bien aferrada a Peter sin dejar de ver a las personas caminar.

—Lo es—sonrió—. Y si pudiéramos pasar hasta el anochecer juntos, te encantaría aún más—rió—, aunque tal vez por nuestra diferencia de horarios, no podríamos hacerlo, así que... cuando tengas tiempo y veas que comienza a anochecer, no lo veas desde tu ventana, sube a la azotea. Si tenemos suerte, puedo estar fuera y cerca de donde vives, lo podremos ver juntos. Solo tú y yo.

—Suena como una excelente segunda cita—rió emocionada Maryannick.

Peter por su parte, al imaginar aquello y escuchando lo que la castaña decía sonrió, sin embargo, se permitió congelar ese momento en su memoria. No pretendía olvidarlo jamás. Maryannick y él estaban más cerca de lo que habían estado desde que se conocieron; estaban felices, solos... juntos. No necesitaba nada más. Solo a ella y la tenía en ese instante.

—Estamos cerca—dijo la chica reventando la burbuja en la que Peter se había sumergido.

—¿Qué edificio es?—preguntó aproximándose a un par de edificios que se encontraban continuos entre sí.

—El de en medio—señaló con una de sus manos, haciendo que Peter asintiera y se acercara al lugar haciendo que quedaran de pie en la azotea del lugar.

—Es un lugar lujoso—rió.

—Demasiado diría yo—dijo Maryannick haciendo una mueca.

—¿No te gusta? Quiero decir... ¡es increíble! Me encantaría vivir aquí y apuesto a que mucha gente mataría por hacerlo también—dijo metafóricamente.

—Me gusta, pero siento que es demasiado para un cirujano, o para un doctor en su totalidad. Vives prácticamente en un hospital, lo más que podrías llegar a necesitar es una cama cómoda y si quieres distraerte un libro, tú celular o una televisión, no un apartamento como el que tiene mi papá. Es solo... innecesario. Está lleno de cosas que no va a necesitar.

—¿Viviste aquí?—preguntó y Maryannick asintió.

—Lo compró tiempo después del divorcio. Un año después cuando yo tenia alrededor de dieciséis años poco más.

—Entonces tu papá no lo hizo por él, sino por ti. Lo compró para ti.

—Supongo, pero debió imaginar que me iría en algún momento.

—Créeme que lo hizo, todos lo hacen. Los padres siempre piensan en sus hijos, aunque los hijos no pensemos en ellos o simplemente en quienes nos cuida. No siempre. Solo sabemos que de pronto cosas malas pasan y tenemos que salir adelante y si es posible, ayudar a los demás.

—Por lo que veo, eso es tu motivación. Realmente lo único que quieres es ayudar a los demás.

—Si no lo hago, ¿quien cuidará de Queens?—dijo soltando una pequeña risa haciendo que la castaña sonriera y se quedara mirándolo unos minutos haciendo sentir a Peter nervioso.

—Le diré a papá que estoy aquí arriba, necesitamos la llave para abrir—dijo señalando la puerta a espaldas del enmascarado a la vez que tomaba su celular de su bolsillo.

Peter asintió y la castaña se alejó unos pasos para poder hablar con su papá, quien le dijo que en unos momentos subía por ella. Cuando colgó se giró de vuelta a Peter desde donde había llamado a su papá.

—Yo... supongo iré a esperar a mi papá—carcajeó la castaña mirándolo con una sonrisa haciendo que el castaño asintiera.

Maryannick comenzó a avanzar hacia la puerta de emergencia para esperar por su papá para bajar su enorme departamento, deteniéndose a un lado de Peter mirándolo. Su corazón latía a una velocidad descomunal, como taquicardia, sin poder evitarlo se plantó frente al castaño suspirando.

Todo el fin de semana había pensado en lo correcto que se había sentido besarlo aquel día y no podía esperar a la siguiente vez. Estar con Peter le hacía sentir como una adolescente enamorada de nuevo, ponía todas sus emociones al máximo y adoraba la sensación. Considerándose, relativamente, ya una científica, Maryannick sabía exactamente cada una de las cosas que ocurrían en su cuerpo, los niveles de serotonina se desbordan y la dopamina invade todo, el sentimiento de las "mariposas en el estómago" no eran más que la romántica forma de ver la liberación de cortisol que provoca que los vasos sanguíneos se contraigan y provoquen el sentimiento. Sonrió enormemente mirándolo, recordando que el castaño había dicho que sentiría adrenalina estando en el aire, sin embargo, lo hacía más estando frente a él mirándolo a los ojos, en aquel mismo momento, todo gracias a las hormonas neurotransmisoras.

Aún con la enorme sonrisa llevó sus manos al cuello del enmascarado donde se veía el borde de la máscara y comenzó a levantarla dejándola poco más abajo de su nariz. Se acercó aún más y finalmente posó sus labios en los de ella, envolviendo sus brazos alrededor del cuello de Peter, quien estaba nervioso y sin saber muy bien que hacer, correspondiendo únicamente.

Pronto sintió los bellos de sus brazos levantarse un poco, anunciando que alguien estaba cerca, su padre. Se separó de Maryannick con una pequeña sonrisa.

—Tu papá viene—anunció.

—¿Tienes oído supersónico?—bromeó haciendo que el castaño negara riendo levemente mientras la miraba.

—Es una clase de sexto sentido—rió terminado en una sonrisa dejando a Maryannick apreciarla.

—Tienes una bonita sonrisa, Peter—dijo comenzando a bajar la máscara del castaño, a la vez que éste se comenzaba a sonrojar debido a las palabras.

—Tú también—dijo hesitante por el nerviosismo—, aparecen unos lindo hoyuelos en tus mejillas—rió levemente.

—Gracias—dijo sin dejar de mirarlo.

Peter iba a hablar, sin embargo, escuchó la puerta comenzando a ser abierta.

—Debo irme—dijo cambiando al filo del edificio y la castaña se giró rápidamente.

—¿Nos veremos mañana?

—Sin falta—contestó Peter antes de saltara, aún con la mirada de Maryannick sobre él, que quería verlo alejarse a la vez que su padre abría por completo la puerta y la miraba.

—¿Qué estas haciendo aquí?—rió acercándose a su hija tallando sus brazos debido a la tarde fría.

—He venido a verte—dijo con obviedad sin dejar de ver el horizonte.

—Quiero decir... ¿Qué haces aquí arriba? ¿Cómo llegaste?—preguntó a lo que la castaña no pudo evitar sonreír enormemente y soltar una pequeña risita pensando en cómo Peter le había traído, pero no le contestó nada su padre, quien al verla en aquel estado sonrió y no dijo nada más que abrazarla para guiarla a la puerta para que ambos bajaran al departamento donde el plato de comida de Jean estaba siendo cómodo por el viejo afgano llamado Whiskey.

—Vamos antes de que Whiskey se coma mi comida—rió adivinando lo que él canino estaba haciendo en aquel instante, provocando que su hija lo hiciera también.

Cuando su padre le dio el oso ora que entrara primero, la castaña se giró de nuevo a la vista que daba la azotea aún con su sonrisa y tras algunos segundos más, la castaña comenzó a bajar las angostas escaleras para dirigirse a casa de su padre.

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