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— ¡Yuki, Yuki! — las pequeñas Kiyo y Sumi se acercaron a mí de forma muy apresurada.
— ¿Qué sucede?
— ¡Es terrible! ¡Necesitamos ayuda!
— ¡Están intentando llevarse a Naho y a Aoi!
— ¿Quién está intentando llevárselas? ¿Y dónde está Kanao?
— Ella ya está allá, ven con nosotras. — trataron de jalar mi ropa.
— Está bien, sólo me pondré una capucha para que el sol no me mate.
Dijeron que estaban tratando de llevarse a Naho y Aoi, pero lo que menos me esperaba era que fuera un pilar, y que además Kanao estaba tratando de detenerlo. Que situación tan complicada...
— No jales, ¿quieres? Tú tienes órdenes que cumplir. — el pilar le dijo a Kanao, pero ella no contestó. — ¡Di algo! Que callada eres.
— ¡Al ataque! — gritaron las dos niñas restantes. Supongo que tendré que hacer algo yo también si se las están llevando a la fuerza.
Fue así como todas terminamos casi rodeándolo para evitar que se llevara a a Aoi y a la pequeña Naho, que no entiendo qué tiene que ver en todo ésto.
— ¡Paren de una vez! — el pilar trató de quitarse a todas de encima.
— ¿Qué vas a hacerles a esas niñas? ¡Suéltalas! — todos nos detuvimos al oír a Tanjiro gritar, pero inmediatamente después su expresión empezó a reflejar confusión.
— ¡Ayuda! ¡Es un secuestrador!
— ¡No seas tonta, niña!
En el momento en el que Tanjiro trató de darle un cabezazo como siempre hace con todos, el pilar se apartó rápidamente y terminamos cayendo.
— Necio. — habló desde un punto alto. — Soy Tengen Uzui, antiguo shinobi; soy bastante conocido en el mundillo. ¿Crees que me golpearás con ese cabezazo tan débil?
— ¡Suelta a las chicas, secuestrador!
— ¡Eso, eso!
— ¿Qué pretendes?
— ¡Pervertido!
— ¿Con quién creen que están hablando? Soy su superior, ¡soy un pilar!
— ¡No te reconozco como pilar! — Tanjiro infló las mejillas.
— ¡No hinches las mejillas! ¿Y qué si tú no me reconoces, donnadie? ¿Es que te explotó el cerebro? Me las llevo porque necesito a mujeres para una misión. Si no son tsuguko, no necesito permiso de Kocho.
— ¡Naho no es una militante! ¡No lleva el uniforme!
El pilar revisó que, efectivamente, Naho apenas es una niña y no lleva el uniforme.
— Pues no la necesito. — la lanzó.
Tanjiro fue el que reaccionó más rápido para atraparla.
— ¿Cómo puedes hacer algo así, desalmado? — le gritó.
— ¡Me soltó! — exclamó Naho, quien aún estaba asustada.
— Me la llevo a ella. — Uzui habló refiriéndose a Aoi. — No parece muy útil, pero al menos es militante.
Se nota que Aoi no quiere ir; debe estarla pasando muy mal.
— Cada uno tiene sus propias circunstancias; — habló Tanjiro. — no puedes ir libremente por donde te plazca. Devuélvenos a Aoi.
— Eres muy indulgente; esta desgana es lo que hace que los asesinos de demonios nos vayamos debilitando poco a poco.
— Aoi no parece muy cómoda con todo esto, así que de ser necesario podría ir yo en su lugar. — opiné lo primero que se pasó por mi cabeza. — A fin de cuentas, también soy mujer y militante; sería lo mismo, pero prefiero que ella no vaya para que no la tenga que pasar mal.
— Y también iremos nosotros contigo. — Tanjiro continuó.
— ¿“Nosotros”? — preguntó Uzui. Justo después aparecieron Zenitsu e Inosuke, quienes al parecer venían llegando. — ¿Qué es lo que proponen?
— Acabo de volver, pero tengo fuerzas de sobra. — mencionó Inosuke. — Puedo ir, si quieres.
— ¡Suelta a Aoi! — la voz de Zenitsu tembló mientras hablaba. — Aunque seas un monstruo musculoso, no pienso retroceder ni un paso.
Hubo silencio por unos segundos.
— Muy bien, pues vengan conmigo. — aceptó rápidamente. — Pero ni se les ocurra desobedecerme. — le dio una nalgada a Aoi justo después de decir eso.
Al final logramos que dejara a Aoi en paz, pero ¿en qué me metí?
— ¿A dónde vamos, viejo? — le preguntó Inosuke.
— A un lugar extravagante que rebosa sensualidad y deseo. El distrito rojo, donde viven los demonios.
— ¿El distrito rojo? — preguntó Tanjiro.
— Ya sabes, ese sitio. — Zenitsu contestó con notable nerviosismo. — ¿No lo sabes?
— ¡Atentos! — Uzui gritó. — ¡Yo soy un dios! Y ustedes son desechos. Para empezar, métanse eso en la cabeza. Si digo que sean perros, eso serán; si digo monos, serán monos; estén pendientes de mi humor en todo momento y esmérense adulándome. Lo diré otra vez: ¡Yo soy un dios!
Tanjiro levantó la mano para señalar que tenía una pregunta.
— ¿El dios de qué, exactamente? — esperaba más de ti, Tanjiro.
— Buena pregunta. — habló Uzui. — Tienes potencial. Soy el dios de lo extravagante; el dios de los festivales.
— Yo soy el rey de la montaña. Un placer, dios de los festivales. — Inosuke le dijo.
— ¿Qué dices? Me das escalofríos.
— ¿Cómo dices?
— ¡Para, Inosuke!
Ya no sé qué pensar de todo ésto. ¿Realmente fue buena idea haberme entrometido en esto?
— No hay tiempo que perder, vamos. Síganme. — en un segundo, Uzui avanzó hasta dejarnos muy atrás.
— ¡Que velocidad! Está muy lejos. — mencionó Zenitsu. — Ya parece un grano de sésamo.
— ¿Éste es el poder del dios de los festivales? — Inosuke preguntó.
— No, es Tengen Uzui, un pilar. — le contestó Tanjiro.
— ¡Hay que ir tras él! — ah, sí, por un momento lo había olvidado.
Esa misma noche, llegamos al distrito rojo.
— Escúchenme bien, no llamen la atención. — Uzui nos advirtió mientras estábamos en un pequeño carro. — Sólo venimos a husmear un poco; no bajen del carro. — Zenitsu fue el primero en desobedecer la orden y bajó inmediatamente después, Inosuke le siguió y Tanjiro bajó también en busca de ellos, así que decidí ir yo también ya que al parecer no nos está importando lo que él nos esté diciendo. — Malditos mocosos...
El distrito rojo está lleno de luces y gente por doquier; es algo estresante, pero las personas que vienen aquí parecen bastante animadas. No creo que pueda dar una opinión personal sobre esto, en especial porque nunca he estado en un lugar como éste; es todo demasiado nuevo y desconocido para mí, pero incluso así, puedo ver con claridad la naturaleza de éste lugar y lo que la gente viene a hacer.
Algo me dice que esta misión va a ser bastante complicada.
🌀 /arco del distrito rojo aparece.
Besitos en las manos, cuídense y tomen mucha agua.
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