𝟶𝟷𝟼 𝙎𝙝𝙞𝙣𝙤𝙗𝙪
— Espero que no te tomes ésto como algo personal. — le dije, empezando a sacar con cuidado la espada.
Su expresión cambió, como si se le hubiera ocurrido algo.
— ¡Espera, espera! ¡Primero hay que hablarlo!
— ¿Hablar sobre qué? No hay nada que hablar.
— ¡Sí lo hay! ¡Sólo escúchame y te dejaré hacer lo que quieras después! ¡Dejaré que me mates si quieres después de escucharme! — exclamó en su desesperación. Suspiré.
— Entonces habla.
— Tú también eres un demonio, ¿verdad? Así que lo tienes que comprender; tienes que entender por qué hago todo ésto. Puedo ver con claridad que eres muy débil en comparación a cualquier demonio, ¡pero eso puede cambiar! ¡No tiene sentido que seas una cazadora de demonios! ¡Puedo ayudarte! Puedo... puedo decirle a Rui que te deje ser parte de la familia, le puedo hablar bien de ti; serás fuerte y no vas a correr el riesgo de morir cuando descubran lo que eres. Serías como... una hermana mayor, ¿sí?
De todas las cosas que me pudo haber dicho... ¿fue ésto lo mejor que se le ocurrió?
— No, todos ustedes me dan repelús. No sé qué clase de familia retorcida tengan, pero no quiero formar parte; ustedes han estado matando demasiadas personas.
— ¡Es lo normal! ¡Tú eres la extraña! ¡¿Nunca haz comido un humano en tu vida?!
— No.
—...¿No?
— No. — repetí. — Quien sabe dónde han estado esas personas, y la mayoría ni siquiera se cuidan bien. ¿Cómo podría saber bien un humano que no cuida su salud? Prefiero las manzanas; son un buen reemplazo, y mucho más saludables.
— ¡¿Qué tonterías estás diciendo?! ¡Eres un demonio! ¡Comes humanos!
— No lo hago.
— Bueno, ¿y qué? Eso no cambia la realidad; sigues siendo un demonio. ¿Qué crees que va a pasar cuando el resto de los cazadores de demonios se enteren? Incluso si salvas miles de vidas humanas, ¿crees que te van a agradecer? ¿Crees que te van a recibir con los brazos abiertos? ¡Te matarán! ¡Será tu fin!
— Bueno... eso es bastante probable.
— ¡Exacto! No tiene sentido que lo hagas si te pones en tanto peligro, pero si vienes conmigo puedes aprovechar todos los años que tendrás de vida como demonio y harás lo que quieras. ¿O prefieres que la gente te desprecie? ¿No te cansa? Apuesto a que de toda esa gente maleducada, los que te han dado las gracias por salvarlos han sido muy pocos. ¿Crees que eso vale la pena? Responde, ¿cuántas personas de hecho han sido agradecidas contigo por ayudar?
— Supongo que... la gente que no sabe que soy un demonio.
— Te mereces mucho más que eso.
— Igual que cualquiera, creo.
— Sé realista, no hay manera de que ustedes salgan con vida de ésto. ¡Tienes que unirte con los tuyos! ¡Puedes ser mucho más fuerte! Sólo dime qué es lo buscas.
— No lo sé, ¿qué es lo busco? Probablemente nada, además de mi identidad.
— ¡Puedes tener una nueva e iniciar desde cero!
—...Técnicamente podría.
— ¡Sí, sí! Sólo abandona ésta ridiculez y sé un demonio real; yo te ayudaré.
— No, gracias.
— ¡¿Cómo que “no, gracias”?!
— Crear una nueva identidad no va a llenar el vacío de no saber quién soy; eso sólo lo puedo resolver yo, y ustedes me siguen dando asco, por cierto.
— ¡Eres una malagradecida! ¡Estoy tratando de ayudarte!
— De todas maneras, no busco que la gente me agradezca por lo hago, así que estoy bien. Además, jamás pedí ser un demonio, y morir me da igual, tampoco me importa ser fuerte; hago ésto sólo porque es lo que quiero hacer. Fue como te dije al principio, no debes tomarlo como algo personal.
Me avergüenzo, casi se mete en mi mente con ese discurso raro, pero nada de lo que dijo tiene mucho sentido. Ella ni siquiera se ve feliz, y sinceramente, me da algo de miedo pensar en lo que pasa aquí como para de pronto querer formar parte.
— ¡Entonces no te voy a dejar salir de aquí! — se lanzó sobre mí con la intención de detenerme haciéndome caer, y mientras trataba de quitármela de encima, ella me quitó mi espada. — ¡Sin ésto no eres nada! ¡No puedes defenderte si no es con una espada porque eres así de patética! ¡Eres el demonio más débil que he visto! ¡Sólo mira tus heridas! ¡No han sanado y son pequeñas! — y usó una especie de... ácido para derretir la espada. — Ahora estás indefensa. — se levantó. — Ahora no tienes otra opción más que escucharme; ésta es tu última oportunidad para aceptar mi propuesta, a menos que quieras iniciar una pelea que sabes que no vas a ganar.
— Como dije, no estoy interesada.
— ¡Eres una- ¡voy a derretir tu cara!
— Es impresionante. — una voz nos sorprendió las dos. — ¿Sacas hilos de las palmas de tus manos? Buenas noches, hoy la luna está preciosa. — ella retrocedió hasta donde yo estaba.
— ¡Mira lo que hiciste, ahora las dos estamos en problemas! — me acusó.
— ¿Cómo? ¿Cómo podría haber evitado ésto?
La desconocida empezó a atacarla sola sólo a ella, así que por ahora estaba a salvo.
— No parece que quieras ser amiga mía.
— Espera. ¡Espera, por favor! — y aquí vamos de nuevo... — Me obligaba a obedecerlo. Si no, nos hace pedazos.
— Vaya, pobrecita. — le contestó. — Te ayudaré, seamos amigas.
— ¿Me ayudarás?
— Sí, pero para que seamos amigas debo hacerte unas preguntas. ¿A cuántas personas mataste, señorita?
— A cinco. — respondió. — Pero no tuve más remedio que obedecer sus órdenes.
— No necesitas mentir, lo sé. Dominas a la perfección esa técnica; devoraste a al menos 80.
— No me comí a tanta gente; sólo maté a cinco.
— Vengo del oeste. — mencionó. — Del oeste, señorita. Vi una gran cantidad de capullos en la parte oeste de la montaña; el líquido disolvió y mató a todos los que había dentro. Ahí vi al menos 14 capullos; eso significa que hay 14 muertos. No estoy enojada, sólo quiero asegurarme del número correcto.
— ¿Para qué?
— Porque recibirás un castigo apropiado y renacerás.
Que miedo...
— ¿Un castigo?
— Así podremos ser amigas. Si no se te castiga por matar a gente, los difuntos no podrán descansar en paz. Extraer los ojos, sacar las entrañas; te torturaré según las personas que mataras. Cuando aguantes ese dolor, se te perdonarán tus crímenes, esforcémonos juntas. Tranquila, eres un demonio; no morirás y no quedarán cicatrices.
🌀 Vuelo y desaparezco.
Besitos en las manos, cuídense y tomen mucha agua.
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