𝟶𝟷𝟸 𝙍𝙚𝙛𝙡𝙚𝙟𝙤

Me había quedado sola por un rato debido a que los chicos se fueron a comer, y yo, por obvias razones, no lo hacía, así que me quedé en la habitación tratando de ver si podía tomar té o algo por el estilo, pero no. Entonces decidí que debería sólo quedarme ahí y... cuidar la caja de Nezuko o algo mientras disfrutaba la paz y tranquilidad que significaba no estar cerca de esos tres escandalosos.

Al verme completamente sola, me dispuse a reflexionar un poco sobre todo lo que he hecho hasta ahora; creo que sí es bastante extraño que me haya convertido en cazadora de demonios así como si nada, pero ¿qué le puedo hacer? Cuando aún estaba en la montaña aprendí muchas cosas mediante los libros que la gente tenía ahí, como de la existencia de los pilares y otras cosas más que justo ahora no recuerdo.

Vi mi reflejo en el líquido dentro de la taza pequeña que sostenía, tratando de encontrar una respuesta a todas las preguntas que venían a mi mente. De vez en cuando hacía un esfuerzo por tratar de recordar cualquier cosa sobre mi pasado, en vista de que funcionó con lo de mi nombre.

Luego, otra pregunta vino a mi mente.

— ¿Qué pasaría si me encuentro con un pilar? — le pregunté a la yo del reflejo, luego fingí responder como si todo el tiempo hubiera tenido la respuesta. — Supongo que sería el fin para nosotras. — aunque no estaba del todo segura de que eso era cierto. — Pero podría pasar cualquier cosa, ¿cierto? Tal vez ni se den cuenta de que soy un demonio. — mi reflejo me miró con decepción. — Sólo te haces ilusiones; las dos sabemos que se van a dar cuenta porque es demasiado evidente. Es decir, incluso esos tres se dieron cuenta de ello demasiado pronto. — me di cuenta de que tenía bastante razón. — ¿Y qué se supone que haga, entonces? — me volví a preguntar. — Trata de encontrarte con un pilar y listo. Si nadie te ve, jamás se darán cuenta de que eres un demonio. Huir de tus problemas a veces es la mejor solución, ¿sabes? No está tan mal. — decidí hacerle caso a mi reflejo, que al parecer sabía más que yo. — Vaya, si que soy buena racionalizando. — me di un pequeño cumplido. — Sí que lo eres. — me respondió el reflejo, el cual... también soy yo. — Esto es tan tonto, ¿por qué me puse a hablarle a mi reflejo? Lo bueno es que nadie me vio.

O eso había pensado, pero Nezuko se estaba asomando desde su caja hacia donde estaba yo.

— ¿Hmm? — inclinó la cabeza en señal de confusión, y yo me puse roja de la vergüenza.

— Nezuko, yo podría jurar que tú estabas dormida. No viste todo eso, ¿o sí? — pero obviamente no me respondió. — Al menos puedo asegurar que no se lo dirás a nadie, ¿puedes? Esto es un secreto y nadie jamás puede saber que le hablo a mi reflejo; tú jamás viste nada. — como si me hubiera comprendido a la perfección, Nezuko volvió al interior de su caja, dándome a entender que el secreto está a salvo con ella. — Bien, eso fue humillante. — miré mi reflejo por última vez. — A mí no me mires; eres tú la que está hablando conmigo. — se quejó. — Cállate, ¿por qué siquiera hablo contigo? No tiene ningún sentido. — mi reflejó pensó, luego se le ocurrió algo. — Tal vez estás loca desde antes y cuando eras humana hacías lo mismo. — insinuó. — Que cosa tan ridícula, ¿por qué yo haría eso en cualquier caso? — el reflejo rodó los ojos. — Oye... cambiando de tema, ¿no deberías ser capaz hacer más cosas ahora que eres un demonio? Todo lo que haces es curar tus heridas muy lento, pero a parte de eso y tu obvia hambre por sangre humana y debilidad al sol, pareces más un humano. — quise responder, pero tenía razón. — Odio ser tan buena para dar argumentos, pero no puedo dar una respuesta a eso porque no lo sé. — de nuevo, mi reflejo me miró con decepción. — A veces en verdad puedes lograr desesperarte a ti misma. — me regañó. — Deja de quejarte y dame soluciones. — mi reflejo miró a otro lado. — Podría, pero... hmmm... descúbrelo tú misma. — me molesté. — Que odiosa eres. — la insulté. — Yo soy tú, así que la que lo dice, lo es.

Finalmente, las heridas de todos sanaron después de un tiempo y ya éramos capaces de irnos de ahí. Al parecer ahora teníamos que ir al noreste, hacia el Monte Natagumo. Una vez estuvimos afuera recordé lo molesta que era la luz del sol, aunque ya había logrado acostumbrarme... un poco, igual para eso uso la capucha.

— Nos marchamos; muchas gracias por todo. — Tanjiro agradeció a la anciana que nos había recibido.

— Permítanme purificarlos.

— No, gracias. — me negué de inmediato. A pesar de que era consciente del propósito, es inevitable pensar en que las palabras “demonio” y “purificación” no van juntas de cualquier modo.

Tanjiro y Zenitsu accedieron, pero Inosuke no entendía nada de lo que estaba pasando y enloqueció de pronto.

— ¡¿Qué haces, vieja?! — gritó. Tanjiro tuvo que sostenerlo para que no hiciera ninguna locura.

— Pero, ¡¿tú eres tonto?! — habló Zenitsu. — ¡Es el kiribi! ¡Nos purifica porque nuestro trabajo es peligroso!

Lograron calmarlo de algún modo.

— Vivan orgullosos de sí mismos en todo momento. — eso es difícil de hacer, señora, pero supongo que lo intentaré. — Les deseo buena fortuna.

Empezamos a correr después de eso, aunque yo insisto en que pudimos haber caminado; correr es un desperdicio de energía en una situación que no lo requiere.

— ¿Qué es eso del orgullo y la buena fortuna? — Inosuke preguntó.

— Ahora que lo preguntas, no sé cómo responder. — habló Tanjiro. — El orgullo... es saber cuál es tu posición, y comportarse de forma en que no seas una deshonra para ella; y la señora nos deseó buena suerte.

— ¿Y cuál es esa posición? ¿Por qué sería una deshonra? — siguió preguntando Inosuke.

— Pues...

— ¿Concretamente cómo debería comportarme? ¿Por qué esa vieja nos desea buena suerte? No tiene nada que ver con nosotros; ella no entiende su posición. —
Tanjiro aceleró. — ¡No pienso perder!

— ¡Espérenme! — gritó Zenitsu.

— ¿Cómo hacen para tener tanta energía?

🌀 No puedo evitar pensar mucho en esta historia; aún tengo muchas cosas de la trama que resolver.

Besitos en las manos, cuídense y tomen mucha agua.

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