𝟶𝟶𝟺 𝘾𝙖𝙨𝙖 𝙙𝙚 𝙡𝙤𝙨 𝙩𝙖𝙢𝙗𝙤𝙧𝙚𝙨 𝙥𝙩.1
— ¿Que te ayudemos? — Tanjiro puso su mano en el hombro de Zenitsu. — ¿Entonces por qué te convertiste en asesino de demonios? ¿Por qué te avergüenzas así?
— ¡No tienes piedad! — empezó a llorar. — ¡Una mujer me engañó y me endeudé! Me entrenó el viejo que pagó por mí. ¡Era un infierno diario! ¡Morir habría sido mejor! — vaya, que fea situación. Hasta hace que me dé lástima. — Pensé que moriría en la selección final, ¡pero logré sobrevivir y sigo en el infierno! — no sé cómo hizo, pero inclinó la mitad de su cuerpo hacia atrás hasta que sus brazos tocaron el suelo. — ¡Tengo miedo! ¡Tengo miedo! ¡Pronto moriré devorado por un demonio! ¡Me sorberá los sesos por las orejas! ¡No! ¡No! ¡Ayuda!
Que exagerado, ¿por qué alguien querría sorber los sesos de un humano por sus orejas? Es asqueroso, y tiene suerte de que no coma humanos porque en todo caso lo devoraría sin más. En serio, que asco, por lo menos ahora puede estar seguro de que no me lo comeré. No puedo quitarme esa imagen mental de la cabeza.
— ¿Qué te pasa? ¿Estás bien? — le preguntó Tanjiro.
Y así, de alguna manera, terminamos caminando juntos los tres hasta que Zenitsu por fin se calmó.
— ¿Mejor? — Tanjiro le preguntó después de un rato.
— Sí, pero al calmarme me entró hambre.
A mí me entró hambre sólo con gastar tanta energía en situaciones sociales.
— ¿No tienes nada de comida? — habló Tanjiro.
— No.
— ¿Quieres ésto? — le ofreció un onigiri.
— Gracias. — lo tomó y le dio una mordida. — ¿Tú no comes, Tanjiro?
— Sólo tengo eso. — Zenitsu partió el onigiri a la mitad con sus manos.
— Toma, come la mitad.
— ¿Seguro? Gracias. — luego los dos me miraron a mí. — ¿Qué hay de ti? ¿No tienes más comida? Puedo darte esto si es así. — él acercó su mano para darme su comida, pero yo le hice una señal con mi mano para que se detuviera y negué con la cabeza antes de sacar otra manzana.
La verdad no estoy segura de que pueda comer más comida humana que no sean manzanas.
— ¿Qué tantas manzanas traes contigo? — me preguntó Zenitsu.
— Recuerda que no habla; sólo hazle preguntas que pueda responder con sí o no.
Es algo incómodo que piensen que soy muda, pero creo que ahora tengo algo de vergüenza de decirles la verdad...
Nos quedamos en silencio durante un rato hasta que Tanjiro volvió a hablar.
— Entiendo que le tengas miedo a los demonios, pero no le des problemas a tu gorrión.
— ¿Le doy problemas a mi gorrión? ¿Cómo lo sabes?
— Dice que nunca quieres ir a trabajar, que siempre molestas a las chicas y que roncas mucho. — nos detuvimos.
— ¿En serio? ¿Entiendes a los pájaros?
Gracias al cielo no soy la única que no entendía nada.
— Sí.
— ¡Mientes! ¡Intentas engañarme! — uno de los cuervos voló sobre nosotros.
— ¡Apúrense! Tanjiro, Zenitsu, los tres, ¡corran! ¡Corran hacia su siguiente destino! ¡Corran! ¡Corra, los tres! — Y Zenitsu, por alguna razón, entró en pánico.
— ¡El cuervo está hablando!
— Chicos, yo no puedo hacer ésto. — mencionó Zenitsu después de un rato. — No podré ayudarlos aunque los acompañe.
Había una casa a lo lejos, y el olor a sangre era tan fuerte que podía percibirlo de lejos. Voy a necesitar mucha fuerza de voluntad para superar esto; en especial si hay algún humano herido.
En serio, en serio espero que no haya ningún herido.
Al poco tiempo, llegamos frente a la casa.
— Huele a sangre. — dijo Tanjiro. — Pero éste olor...
Este chico tiene que tener una olfato muy fino para poder percibir ésto.
— ¿Huele a algo? — preguntó Zenitsu.
— No lo reconozco.
— ¿No oyes eso? ¿De verdad tenemos que trabajar juntos?
Entonces, un chico con el olfato agudo y otro con buen oído; combinación extraña pero conveniente.
— ¿Oyes algo? — vimos a dos pequeños temblando abrazados.
— Son niños.
— ¿Qué habrá pasado? — se acercó a ellos. — ¿Qué hacen aquí? — se detuvo un momento y se arrodilló frente a ellos. — Les mostraré algo que les va a encantar. ¡Tarán! — les mostró al gorrión de Zenitsu. — Es un gorrión reposando en mi mano, ¿no es lindo? — los niños parecieron calmarse y calleron de rodillas, aún abrazados. — ¿Pueden contarme lo que pasó? ¿Esta es su casa?
— No... no, esto es... es la casa de un monstruo. Se llevó a nuestro hermano; caminábamos de noche y apareció un monstruo. Se llevó a nuestro hermano, pero a nosotros nos dejó allí.
— ¿Entró en esa casa?
— Sí.
— ¿Lo siguieron hasta aquí? Son muy valientes.
— Seguimos el rastro de sangre de nuestro hermano; estaba herido.
Maldita sea.
— Tranquilos, derrotaremos al malo y rescataremos a su hermano.
— ¿De verdad? — preguntó la más pequeña.
— Sí, lo prometo.
— Tanjiro. - lo llamó Zenitsu. — ¿Qué es éste ruido? Es muy desagradable y no deja de sonar. ¿Es un tambor?
— ¿Ruido? — repitió Tanjiro. — Yo no oigo nada.
Zenitsu se veía alterado, y luego de unos segundos el cuerpo de alguien salió volando de una de las ventanas y se estrelló contra el suelo, causando que se formara un charco de sangre a su alrededor.
¿Lo peor? No estaba muerto, sólo estaba terriblemente herido. ¿Cómo se supone que pueda ignorar tanta sangre en un sólo lugar? Incluso cuando me comí tantas manzanas, supongo que al final nada reemplaza la comida natural de un demonio; no puedo permitirme perder el control de mí misma ahora.
— ¡No miren! — le avisó Tanjiro a los niños y luego corrió hacia la persona que acababa de caer frente a nosotros. — ¿Estás bien? ¡Resiste!
— Por fin salí... — susurró a duras penas la persona. — Por fin salí, y ahora... ¿voy a morir? ¿Voy a morir? — Tanjiro lo abrazó.
No enloquezcas, no enloquezcas, no enloquezcas, no enloquezcas.
— Tanjiro, ¿ese es el hermano de los niños? — preguntó Zenitsu.
Lo interrumpió el un fuerte gruñido seguido del sonido de un tambor desde adentro de casa, lo cual logró alertarnos.
— ¿Es su hermano? — preguntó Tanjiro.
— No es él; mi hermano lleva un kimono color caqui.
Tanjiro se puso de pie y juntó sus manos para rezar por el difunto mientras Zenitsu temblaba y yo seguía tratando de volver en mi misma.
— Vamos, chicos.
🌀 Hola a la poca gente que lee esto, ¿cómo están?
Besitos en las manos, cuídense y tomen mucha agua.
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