4° CAPÍTULO
El tiempo siguió pasando y el pequeño Seiya ya contaba con 04 años.
Los Soberanos del Bajo Egipto en compañía de la concubina Beryl, estaban muy orgullosos del pequeño.
Ya que no solo podía correr y saltar solo, sino que también podía hablar de manera tan natural.
Por ello, el Faraón Endimion le regalo una espada de madera, para que el pequeño comience a jugar.
Beryl que era la que más se dedicaba al niño, se enojo al inicio con el soberano; por tal regalo.
Pero luego de una charla con Serenity y Endimion; entendió que era necesario por la gran responsabilidad que enfrentaría el pequeño en un futuro.
Paso el tiempo y como siempre ese dia era igual de tranquilo que los demás.
Ambos Soberanos estaban descansando muy a gustos en los jardines del Palacio, en compañía de Beryl y el pequeño; como mayormente se los veía.
Pero aquella tranquilidad fue interrumpida por la llegada del Visir Hino.
El era un hombre joven, que había demostrado gran capacidad en la administración del Reino.
Al momento de llegar hizo una reverencia, y dirigió una mirada libidinosa hacia las 02 feminas, que no paso desapercibido por el Soberano.
-- ¿Qué sucede Hino?, ¿A debemos tu presencia? _ Demando el Faraón.
-- Majestad, dentro de una semana estarán llegando al palacio nuevas concubinas para su harem, .... Espero que las nuevas chicas sean de su agrado y lo colmen de mucha satisfacción _ Hablo el joven, mirando cautelosamente a Beryl y la Reyna.
-- ¿Qué?, ¿Nuevas chicas?, ¿Por qué nadie me informo de eso? _ Expuso muy enojada Serenity, que desde el día que deshizo el harem, solo ella y Beryl eran las únicas mujeres del Faraón.
-- No creí necesario infórmale de pequeños detalles mi Reyna, .... Además, en su estado, no es bueno alterarse _ Hablo muy serio Visir.
-- ¿Pequeños detalles Hino?, .... ¡Esos no son pequeños detalles, y tú lo sabes muy bien! _ Demando muy enojada la Reyna.
-- Serenity, .... ¡Cálmate!, .... No caigas en su juego, .... Eso no es bueno para el bebé _ Le susurro Beryl.
La Reyna, soltó un suspiro cargado de mucha tensión, pero no dijo más.
-- Como dije, .... ¡Majestad, espero que este presente al momento que lleguen las nuevas chicas!
-- No te preocupes Hino que ahí estaré, .... Gracias por tu preocupación, .... Pero creo que no debes de preocuparte mucho sobre eso_ Fue lo último que le dijo el Soberano, antes de mirarlo de forma reprobatoria y despachar al joven.
Hino a pesar de ser muy inteligente, no se dio cuenta de que en ese momento se había ganado una enemiga muy poderosa la Reyna Serenity, y que en el futuro esa enemiga tendría aliadas tambien poderosas.
-- ¡Si me disculpan!, .... Me llevare a Seiya, tiene que descansar, .... Con permiso _ El ambiente estaba tan tenso, que Beryl, decidió llevarse a Seiya a sus aposentos.
Los Soberanos al despedirse de Beryl y su hijo, estuvieron unos segundos en silencio.
-- ¿Por qué Hino te busco mujeres? _ Reclamo muy enojada Serenity.
-- No tengo la menor idea _ Respondió el Soberano desconcertado.
-- ¡No te creo!, ¡Sabes muy bien porque no deseo que tengas más mujeres a parte de mí y Beryl!
-- ¡Yo no pedí ninguna mujer, Serenity!, ¡Créeme por favor!, ¡Sabes muy bien que te amo con todo mi ser, y a Beryl la quiero muchísimo!, .... ¿Para qué voy a querer más mujeres en mi vida?
-- ¿Entonces por que Hino se fue a traerte más mujeres?
-- ¡No lo sé!, .... Ignoro totalmente sus intenciones para hacerlo.
Serenity, levanto una de sus cejas y le dedico una mirada seria.
Endimion, que sabia muy bien lo celosa que era su esposa, intento acercarse a ella.
Pero la Reyna, al entender sus intenciones, se marchó del jardín.
-- ¿Qué fue lo que hiciste Hino? _ Fue lo único que dijo el Soberano muy enojado al sentir el rechazo de su amada.
Mientras que en la habitación de Beryl, ella junto con el pequeño Seiya, intentaban jugar al senet
-- ¡Vamos Seiya!, ¡Tu puedes hacerlo!, .... ¡Ya que, si logras dominar el Senet, también podrás dominar el campo de batalla y el Trono Real! _ Decía Beryl, alentando al infante.
-- ¿Por qué dices eso?, .... ¿Cómo se relaciona este juego con la vida? _ Pregunto curioso el niño.
-- ¡Simple!, .... Para que puedas ganar este juego, tienes que usar tu inteligencia y los recursos que tienes, .... Y en la vida real, es lo mismo, tienes que saber escoger las mejores decisiones para tus súbditos, tu familia, los Dioses y tu vida.
-- ¡Hm!, .... Es por eso, que me enseñas este juego a escondidas de mis padres, mamá Beryl.
-- Exacto, .... Ellos creen que eres muy pequeño para este juego, pero yo no lo veo así, .... Ya que, estoy contigo desde el día en que naciste, y te conozco muy bien.
-- ¡Si, mamá Beryl!, .... Tú siempre estas conmigo, siempre me apoyas y me proteges.
-- Es mi deber hacer todo eso, mi Pequeño Seiya.
-- ¿Por qué mamá Beryl?
-- ¿Por qué?, .... Eso es simple, .... Tu eres mi niño hermoso de mi corazón.
Seiya al escuchar la respuesta de la pelirroja, fue hasta ella y la abrazo.
Beryl, que sabía muy bien lo cariñoso que era Seiya, también correspondió al abrazo muy alegre.
-- ¿Mamá Beryl?
-- Si.
-- ¿Puedo preguntar algo?
-- Puedes preguntarme lo que quieras.
-- ¿Por qué no tienes hijos como mi mamá?
Beryl, al momento de escuchar aquella pregunta sintió su corazón destrozarse, sus ojos llenarse de lágrimas y su sonrisa borrase lentamente de su rostro.
Seiya, que no era ningún tonto, noto rápidamente el cambio de actitud de la pelirroja.
Así que, con sus pequeñas manos, comenzó a limpiar las lágrimas traicioneras que estaban saliendo de los ojos de Beryl, ya una vez limpias sus mejillas, el pequeño Príncipe se acercó hasta el rostro de la mayor y comenzó a depositar muchos besos en sus mejillas.
-- ¡Discúlpame mamá Beryl!, .... No debí de haberte preguntado algo que te hace llorar.
-- No mi pequeño, .... Perdóname tu a mí, .... Por ser tan llorona.
-- ¿Mamá Beryl?
-- Si, mi niño.
-- ¡Yo te quiero mucho!, ¡Y no me gusta verte llorar!, .... ¡Tampoco me gusta ver llorar a mi mamá!, ¡Pero me pongo más triste, cuando te veo llorar a ti!
-- Mi niño, .... Te prometo que ya no voy a llorar más.
-- Mejor sonríe, porque así te vez más bonita.
Beryl, al escuchar la petición del que considera su hijo, le regalo una sonrisa radiante.
Seiya, muy contento por lo que había hecho, volvió abrazar a la mayor y luego se recostó en su pecho.
Estando abrazados, la mayor meció al menor sin dejar de besar su cabeza.
Y aquella tierna escena, era observada desde el umbral de la puerta por la Reyna Serenity.
La Soberana permanecia en silencio, había escuchado gran parte de la conversación, analizo cada una de las palabras que se dijeron y también analizo cada uno de los gestos que ambos se daban.
Estuvo contemplándolos unos segundos, y luego se dirigio hacia sus aposentos.
Mientras se dirigía ahí, en su mente agradecía muchísimo a los Dioses, por haberle mandado a Beryl en su camino.
Porque si bien ella había llevado en su vientre a Seiya, le habia dado la vida y alimentado.
Era Beryl, la que desde el primer momento de vida del pequeño, se había desvivido por él; era la que siempre pasaba malas noches cuando el pequeño enfermaba, era quien había ayudado a su hijo a dar sus primeros pasos y también sus primeras palabras.
Y fue justamente a ella, a quien Seiya llamo primero mamá.
Cuando estaba en la puerta de sus aposentos regreso en sus pasos y cambio de dirección, ya que una pequeña idea había invadido su mente.
-- ¡Creo que una pequeña corona estará muy bien para ella!, .... ¡Ya que, a fin de cuentas, ambas somos las practicamente las esposas de Endimion! _ Pensó Serenity, mientras se marchaba sonriendo hacia el joyero real.
En el Alto Egipto, el Palacio Real era todo un caos.
Ya que todos los sirvientes, esclavos, sacerdotes, nobles y hasta los súbditos; estaban postrados ante sus Dioses.
Rogaban a una sola petición, que era la salud y larga vida de la Reyna Ikuko.
Ya que desde hace el día anterior, se podían escuchar los gritos desesperados de la Soberana, que salían desde los aposentos reales.
Kenji que estaba muy nervioso, iba de un lado a otro en forma recta.
Se frotaba las manos, se acomodaba el cabello, y muchas otras cosas más, debido a los nervios que sentía.
-- ¡Cálmese Majestad!, .... ¡Estando así pone a los demás mas nerviosos! _ Dijo Artemis, muy nervioso por ver el comportamiento del Faraón.
-- ¿Cómo me puedes pedir eso Artemis?, ¿Acaso no sabes lo que está pasando ahí adentro? _ Respondió muy alterado Kenji.
-- ¡Por lo mismo que se, que sucede ahí dentro!, ¡Le digo que se tranquilice!, .... ¿Qué gana estando así?, .... Nada, solo altera a los que estamos a su alrededor, y usted se altera más.
El Soberano le dedico una mirada seria, mientras se dirigía hacia donde se encontraba su joven sacerdote.
Pero un grito, largo y potente; detuvo sus pasos y se fue muy desesperado hacia la puerta de los aposentos que compartía con su esposa.
-- ¡IKuko!, ¡Ikuko!, ¡Ikuko, mi amor!, .... ¿Estas bien? _ Preguntaba muy desesperado Kenji, mientras golpeaba la puerta de la misma manera.
-- ¡Mi señor por favor contrólese!, ¡Si sigue así, va tumbar la puerta! _ Hablo Artemis mientras inútilmente, intentaba detenerlo.
-- ¡Esa es la maldita idea Artemis!, .... ¡Tumbar ese pedazo de madera!, .... ¡Ahora suéltame, sino quieres que te mandar ejecutar, por impedir mis planes! _ Hablo muy enojado Kenji.
-- ¡Majestad contrólese!
-- ¡Déjame Artemis!, .... ¡Ikuko me necesita!, ¡Yo necesito estar dentro!, ... ¿Acaso no escuchas como sufre, y grita mi nombre?
El joven peliblanco, al escuchar las razones del mayor, suavizo su agarre.
Ya que, por unos segundos, se puso en el lugar del Faraón.
-- Artemis, .... Se que tengo que estar sereno, pero, .... No puedo hacerlo, .... Y todo lo que yo estoy sintiendo hoy, tú también lo sentirás, en el momento que Luna este dando a luz, .... Y por lo que vemos, eso sucederá en unos meses.
El joven Sacerdote, soltó el agarre del soberano al caer en cuenta de la verdad de dichas palabras.
Y eso se debia a que su amada Luna, estaba embarazada y dentro de poco daría a luz.
Cuando Kenji, estuvo a punto de empujar la puerta, esta se había abierto de manera abrupta.
Lo que ocasiono asustar al Soberano, Artemis y la doncella que salía de la puerta.
-- ¡Majestad!, .... Nuestra Reyna, solicita su presencia _ Haciendo una reverencia, la joven doncella, se dirigió al Faraón.
El solicitado, sin esperar más tiempo; se fue hacia el interior de la habitación.
Al entrar pudo apreciar al Sumo Sacerdote de Osiris, lavándose las manos en una vasija de oro y al costado del mismo unas toallas blancas.
A unos cuantos pasos de este, se encontraban algunas sirvientas, damas de la corte y a Luna.
Todas ellas, solo dirigían su mirada llorosa y feliz hacia un punto en común.
Y sin que nadie le diga nada, Kenji también dirigió su mirada a ese punto.
Grande fue su sorpresa, al encontrarse la mejor y mas linda imagen que pudiera pedir.
Ya que, al fondo de la habitación, entre suaves y limpias sabanas, se encontraba su esposa muy sudorosa, fatigada, cansada; pero con una gran sonrisa en su rostro y muchas lágrimas en sus mejillas.
Kenji comenzó a caminar a pasos lentos hacia donde estaba su esposa.
Y al momento de estar a unos cuantos pasos de la cama, pudo apreciar un pequeño bulto de color blanco, que estaba en los brazos de su amada esposa.
El cual se movía de forma pausada.
-- ¿Ya nació? _ Pregunto Kenji.
-- ¡Si!, .... ¡Acércate mi amor!, ¡Tienes que verla!, .... ¡Es muy hermosa! _ Dijo Ikuko, sin poder contener sus lágrimas de felicidad.
-- ¡Es muy hermosa, Ikuko!, .... ¡Nuestra pequeña es muy hermosa!, .... ¡Es tan hermosa como la misma Diosa Isis, o la misma Diosa Hathor! _ Exclamo Kenji, muy embelesado por su pequeña.
-- ¡Si!, .... ¡Nuestra pequeña es perfecta!
De pronto Luna, cogió a la recién nacida entre sus manos y la coloco en el suelo; a unos centímetros de distancia de donde estaba Kenji.
El Soberano al ver aquel acto, no espero mucho y agachándose cogió entre sus brazos a su menor hija.
Las damas al ver que el ritual se había completado con satisfacción, aplaudieron muy emocionadas.
-- ¡Si!, .... ¡Gracias Ikuko!, ¡Gracias por darme esta gran felicidad!
-- ¡Oh mi amor!, .... ¡Yo más bien debería de agradecértelo!
-- ¿Por qué?, .... Ikuko, yo solo me limite a rezar a los Dioses, y a cuidarte desde el momento en que me diste la gran noticia de tu embarazo, .... Tú fuiste, la que se encargo de darle la vida, y de cuidarla desde tu vientre.
-- ¡Kenji!, .... ¿Estas feliz con la niña?
-- ¡Y como no estarlo!, .... ¡Ya viste lo perfecta que es!
-- ¡Si!, .... Pero, .... ¿Tal vez tu querías que sea un niño?
-- Sea niño o niña, no me importa, .... Ya que lo único que deseaba con todo mi corazón era un hijo, tuyo y mío; .... Producto del gran amor que nos tenemos.
La Reyna, al escuchar las palabras de su amado, volvió nuevamente a llorar.
El Soberano, que aun tenia a su hija en brazos, limpio las lágrimas de su esposa cuando estaban a la mitad de sus mejillas.
De pronto se escucho un gran suspiro colectivo, producto de los espectadores que aún permanecían en la habitación.
-- ¡Tal parece que el amor de nuestro Señor, hacia la Reyna creció más! _ Comento una de las damas.
-- ¡Si!, .... ¡Y que no te sorprenda que al siguiente niño será igual! _ Dijo otra joven.
-- ¡Es verdad!, ¡Ojalá que el siguiente sea un varón!
-- ¿Por qué un varón?
-- Simple, .... Porque así la Princesa se podrá casar por amor, y no por obligación.
-- ¿Qué?, .... ¿Cómo puedes pensar en eso?
-- ¡Es verdad!, Es muy pronto para decir ese tipo de cosas.
-- Además, nuestros Soberanos jamás dejarían que la pequeña Princesa se case sin amor.
-- ¿Y por qué están tan seguras?
-- Simple, .... Porque ellos se casaron por amor, y no por un acuerdo de sus padres.
Y así siguieron debatiendo las doncellas, sin darse cuenta que los Soberanos las observaban muy sonrientes, ante las ocurrencias que decían.
-- ¿Cómo se llamará mi amor? _ Pregunto Ikuko, mirando a su hija en brazos de su amado.
Kenji observo unos segundos más en silencio a su hija, para luego acercarse hasta ella y darle un beso en su coronilla.
-- ¿Qué nombre se te ocurrió? _ Pregunto Ikuko enternecida por la escena.
-- ¡Aquí!, .... ¡Ante ustedes!, ¡Esta mi primogénita, mi hija!, ¡La Princesa Serena!, ¡La cual esta bendecida con la belleza de Isis, Hathor y Neftis! _ Demando muy orgulloso Kenji, mientras enseñaba a su recién nacida ante los demás.
Todos al escuchar las palabras del Faraón, comenzaron a inclinarse ante la pequeña Serena.
La recién nacida ajena a todo lo que pasaba a su alrededor, en ese momento abrió sus ojos, revelando así la mirada celeste, que cautivo a todos los presentes.
-- ¡Viva la Princesa Serena!
-- ¡Que los dioses siempre la protejan!
-- ¡Que Horus, siempre la proteja de las malas intenciones!
-- ¡Que Isis, Hathor y Neftis; la ayuden a conseguir todo lo que su corazón desea!
Fueron algunos de los gritos de alegría que daban las damas presentes.
-- ¡Luna!, ¡Luna! _ Hablo de pronto Ikuko.
-- ¡Si mi señora! _ Respondió la joven embarazada.
-- Luna, Tú junto con otras damas, quiero que repartan a todos nuevamente, carne, cerveza, dulces en el palacio para los nobles y sirvientes; para el pueblo, soldados y esclavos; repartan todo lo mencionado, pero agreguen monedas de oro, pan y jugo de granada _ Dijo Ikuko muy emocionada.
-- ¡Dales a los esclavos también el día libre!, ¡Por que este día, a partir de ahora es de celebración! _ Dijo Kenji.
Luna haciendo una reverencia partido de la habitación a cumplir con su tarea, en compañía de todas las jóvenes damas que estaban ahí.
El Sumo Sacerdote, al ver que solo estaban los Soberanos y él.
Se acerco a ellos muy serio, en paso lento y pausado.
-- ¿Qué sucede? _ Pregunto Ikuko rápido, al ver la seriedad del Sumo Sacerdote.
-- Majestades, .... Lo que les diré no es fácil, .... Pero es mi deber el de darles esta noticia.
-- ¿Qué es lo que nos quieres decir?
-- Mi Señor, lamento tener que decirles, .... Que la Reyna Ikuko, no podrá cargar vida nuevamente en su vientre.
-- ¿Qué?, ¿Esto es una broma verdad? _ Fue la pregunta desconcertada de la Reyna.
-- Lamento decir que no es ninguna broma, Majestad.
-- ¿No hay nada que se pueda hacer?
-- ¡En verdad lo siento mi Señor!, .... Pero como usted se habrá dado cuenta, el nacimiento de la Princesa Serena, fue muy riesgoso, y eso se debe a que ella, lucho contra el destino para poder nacer.
-- ¿Qué es lo que estas diciendo?, ¿Acaso yo jamás estaba destinada a ser madre?
-- Lamento decir que si, .... La Princesa Serena, nació solo por la ayuda y gracia de los dioses, .... Por ello, la Princesa Serena siempre contara con el favor de los dioses, .... Y eso puede ser su maldición, como su bendición, .... ¡Lo siento majestades! _ Haciendo una reverencia, el Sumo Sacerdote partió de la habitación, diciendo sus ultimas palabras y dejandolos desconcertados.
-- ¿Eso?, ¿Eso no puede ser posible?, Me niego a creer eso _ Muy desesperada por la noticia, Ikuko comenzó a mover su cabeza en señal de negación.
Kenji que en ese momento estaba en silencio, analizo las palabras del Sumo Sacerdote.
Y fue luego de unos segundos, en los que analizo y medito; llego a una conclusión.
-- ¡Ikuko!, ¡Ikuko!, Ikuko mírame por favor!
-- ¿Qué quieres Kenji!, ¿Acaso no te das cuenta de lo que ese hombre nos ha dicho?
-- ¡Si!, .... Y creo que lamentablemente tiene razón.
-- ¿Por qué dices eso?
-- Porque, cuantos años estamos casados, y recién acaba de nacer nuestra pequeña.
-- ¡Eso no tiene nada que ver Kenji y tú lo sabes!
-- ¡Ikuko, mi amor!, .... Por favor no te ciegues a la verdad.
-- ¿Qué verdad?, ¿A esa estupidez que no volveré a embarazarme?
-- Ikuko, por favor, .... Ya no te atormentes más, .... Tu sabes que no debemos de alterar el orden cósmico que los dioses tienen preparado para nosotros.
-- ¡No!, .... ¡Me niego a aceptar tal destino!
-- Ikuko, .... Mi amor, .... Tu sabes que a la única que amo, es a ti, .... Y no me importa ser solo tú, Serena, Diamante y yo.
La Reyna, que en ese momento estaba llorando, lo observo.
-- No me mires así, que lo que te digo es verdad.
-- ¿De verdad no te importa solo tener a ellos 02?
-- No, y ¿Sabes por qué?
-- ¿Por qué?
-- Por que los dioses, me han proporcionado todo lo que deseo para ser feliz.
Ikuko al escuchar aquellas palabras, derramo más lágrimas y se acurruco en el pecho de su esposo.
Kenji que aun mantenía a su hija en su brazo derecho, abrazo con a su esposa, con su brazo libre.
-- Te amo, y gracias por todo lo que me has dado.
-- Yo también te amo Ikuko, y soy yo quien debe estar agradecido.
-- ¿Por qué?
-- Porque gracias a ti, tengo una magnifica familia.
Y mientras la feliz pareja estaba en su burbuja de amor.
Diamante, siguió a su niñera para preguntarle por todo el alboroto en que se encontraba el Palacio.
La cual estaba muy ocupada con los encargos que los Reyes le habían dado.
-- ¿Luna que pasa?, ¿Por qué todos están contentos? _ Pregunto el Infante.
-- ¡Mi niño adorado!, .... ¿Acaso no sabes aun la gran noticia? _ Hablo la joven.
-- ¡No!, ¿Qué es lo que debería de saber? _ Pregunto muy curioso Diamante.
-- ¡Que tu hermana ya nació!
-- ¡Es una niña!, .... ¡Mama Ikuko tuvo una niña!
-- Y es la niña mas hermosa, que los dioses hayan permitido vivir.
-- ¿De verdad?, ¿En donde esta?, ¿Quiero conocerla?
-- Están en los aposentos reales, .... Pero antes de ir, deberías de guardar ese arco y flechas, .... ¿O quieres asustar a la bebé?
-- ¡No claro que no!, .... ¡Solo que no lo puedo guardar!
-- ¿Por qué?
-- Porque quiero que la bebé, vea cuan valiente soy, .... Y también que sepa que la voy a proteger, de los enemigos, .... ¡Esos barbaros Hititas!
La joven esbozo una sonrisa, debido a las ocurrencias del pequeño Príncipe, que era muy curioso, inteligente y valiente.
Pero cuando se disponía a retomar nuevamente la plática con el menor, el Cocinero Real, se acerco a ella para preguntarle que clase de dulces, panes, caldos, bebidas y demás; tenia que hacer y en qué cantidad.
Luna, al recordar su tarea se despidió de menor y se fue a paso rápido con el Cocinero.
Diamante que aun estaba confundido, decidió ir hacia la habitación de sus padres, para conocer a su nueva hermana.
Pero de camino a los aposentos, el pequeño escuchaba muchas cosas sobre la recién nacida.
Al momento de llegar a la habitación, Diamante vio lo que desde ese día se convertiría en la mejor imagen de su vida.
Sus padres abrazos y en medio de ellos estaba una bebé rubia.
Los contemplo por unos segundos de lejos, para luego comenzar a ir hacia ellos.
Cuando estuvo cerca se paro de puntitas para tener una mejor visión de su hermanita recién nacida.
-- ¡Oh, mi pequeño Diamante!, .... ¿Quieres conocer a Serena? _ En tono maternal, Ikuko se dirigió al menor.
-- Si, .... Según dicen es mas hermosa que las diosas Isis, Hathor y Neftis _ Hablo muy curioso el menor.
-- ¡Ja!, ¡Ja!, ¡Ja!, .... ¿Quién dijo esas cosas? _ Pregunto muy risueño Kenji.
-- Pues, .... Todos en el Palacio, .... Creo que, hasta afuera de este, también lo dicen.
-- ¿De verdad? _ Preguntaron en una sola voz, los Reyes.
-- Si, .... Por eso quería saber si era verdad.
-- ¿Y es verdad o no? _ Pregunto curiosa la monarca.
-- Pues, .... Es lindo su cabello, .... Y su piel tiene un tono curioso.
-- ¿Pero? _ Pregunto el Faraón
-- Pero no se ve que color son sus ojos.
-- ¡Ja!, ¡Ja!, ¡Ja!, .... Ósea ¿Aun no sabes si es bonita o no? _ Dijo IKuko.
-- Si.
Y fue en ese momento que la Pequeña Princesa, abrió los ojos y con su mirada cautivadora observo al pequeño infante.
Diamante, al observar la mirada celeste cielo de la recién nacida, quedo totalmente atrapado en ellos.
Y fue en ese momento que juro proteger con su vida a la pequeña Serena.
-- ¡Ella será mi esposa!, ¡Ya lo verán! _ Dijo de pronto un efusivo Diamante.
Hola dostys, les traigo un nuevo cap de este fic, espero que les guste.
Muchas gracias por su apoyo.
Muchas vibras positivas y abrazos de conejitos.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top