Tercer Acto


Luciano:

No; espera, amigo mío, compañero
que, de este mi corazón palpitante
conocerás triste y sencilla historia
del real amor de pastor austero.
Este nombre de Dizayhu es brillante,
dice apellido y amor aclaratoria
y todo es ilusoria,
por una vida eterna
de luz de mi lucerna
que brillando en lo más alto estará
y siempre en mi corazón brillará
borrando el tiempo con golpe mortal,
laberinto será,
porque amor nació en encuentro casual.

Isidoro:

Bueno, adiós que esto a su fin ya llegó
porque camino que vas es eterno
que el tiempo para nada se me importa,
pero es que esa retórica quebró,
rompió mi paciencia más que el invierno,
es por ello que mi voz ya te exhorta
dime el llorar y acorta,
porque esto es de locura
y tu mal nadie cura.
Déjate de verso fino y elocuente
que pareces joven adolescente,
narra tu amorío con la aldeana,
y sé más consecuente
para concluir de una forma lozana.

Luciano:

Razones tiene tu inquieta impaciencia,
perdón te pido por mi desvarío,
porque el recuerdo de mi linda amada
es de loco, así es esta mi demencia,
y quiero contar este mi amorío,
ahora tendrás la respuesta ansiada.
Ella estaba asustada,
en soledad e inquieta;
loca, ida, majareta.
En sus ojos habitaba el temor,
viendo fogata fui su bienhechor
y esto, sin saber de mí en absoluto.
Huía de un agresor,
de algún merodeador disoluto
que, con amparo de la negra noche,
y estando entre los arbustos oculto,
saliéndole al paso con mala saña,
ninguna buena intención el fantoche,
intenta atraparla, ella escurre el bulto,
logra tumbar a esa mala calaña,
la garganta rebaña...
con puñal escondido.
Le cree malherido
y asustada, huye de aquel lugar,
corre por laderas y llega al mar
a la lumbre donde, sentado estoy...
Comenzamos hablar,
recuerdo sus "Hola... Dizayhu soy".

Aquella noche el rumor de las olas
fueron mecidas por el fuerte viento,
y antes que el sol de rojo se vistiera
y antes que mar subiera caracolas,
fuimos al lugar del hecho violento
en donde al asaltador abatiera
de muerte tan certera.
Su cuerpo tembloroso
al recordar acoso.
Al llegar al fatídico lugar
no hemos podido ese muerto encontrar
y, por lo tanto, con la ley tratamos.
"Sin el cadáver dar,
y en defensa, delito no encontramos".
Eso sentenció justicia del hombre,
y mi Dizayhu quedó con licencia.

Isidoro:

Quizás fuese un animal carroñero,
no es eso una cosa que mucho asombre
que, basura él come por abstinencia
desde un politiquillo hasta banquero
uno por ser fullero
el otro por usura,
total..., solo es basura.

Luciano:

No digas el tan negro veredicto,
aunque sea más que justo, es estricto,
y no es de la naturaleza humana
entrar en un conflicto
que es un mal de la religión insana.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top