Primer Acto
Se abre el telón.
Voz del autor:
Hola, amable y distinguido asistente, bienvenido a este nuevo teatro de la realidad virtual. Antes de dar comienzo a esta representación teatral, preste usted atención al escenario. En el, verá un cuadro bucólico de alta montaña en donde la naturaleza impera con todo su esplendor: el cauce de un riachuelo, la esbelta araucaria o los pinos verdes, todo ello aliñado con una exuberante vegetación de principios de primavera.
En el cuadro no faltará un rebaño de ovejas, y más allá otro de vacas; todos ellos paciendo en un verde prado, en cuyo fondo imperan las montañas nevadas.
A la izquierda, y en un primer plano del escenario, se encuentran dos pastores sentados en el prado que están hablando mientras pace el ganado; y en un segundo plano, (imagine que está a gran distancia de los pastores), a la derecha, detrás de unas rocas, una mujer descansa después de una larga caminata.
Y ahora, acomódese en su butaca, comienza la función teatral, no sin antes explicarle que todos los diálogos tienen métrica y rima que marcan la musicalidad del momento ..., la Primavera .
Por megafonía se escucha "La primavera de Antonio Vivaldi".
Voz en off narra:
Partiendo está el blanco y frío invernal
que restan horas a la oscura noche.
Indefinido aroma hacen libar
mariposa y abejas en su bancal.
Anteponiendo la vida al derroche,
vigilan, de flor en flor, y asustar.
Época de ambientar
rondando la simiente,
amiga, eres fulgente.
Linda es la prima verde primavera
incitando flores con su bandera.
Naciendo en la fresca estación florida
de marzo a mayo impera
antes que al estío dé la cabida.
La madrugada del invierno frío
invita a eterna y serena quietud,
olor, aromas de pinos y monte.
La densa niebla gris inquieta al río,
se desliza por ligero talud
viendo al sol nacer en el horizonte.
Está buscando el monte
de un gran día que llega,
del día que la niega.
La luna, con la capa azul semblante,
huyendo de susurros de su amante,
el alba, lánguido y desesperado.
Luna, sigue adelante!
La nueva noche traerá al amado.
El sutil encaje de la mañana
llenando el campo de fresco rocío,
hace peinarse de aromas la brisa,
olor profundo que el jazmín emana.
En el prado se oye cantar el río
y el almendro viste blanca camisa.
Sobre la roca lisa
Luciano estaba ausente
y fruncida su frente.
Vuela su mente lejos del lugar,
el aire arrastra corazón por par,
es corazón de esperanza y locura,
corazón para amar
de un pastor en un cuadro de pintura.
Luciano habla con Isidoro:
El frío invernal ya se ha despedido,
el ganado huele el fresco alimento,
ya brotando estará la verde avena,
se abren activas, como es prometido.
Para que el hombre cure su lamento
son las flores de la oliente azucena.
¡Ay, amigo! ¡Ay, esta mi pena!
La desdicha y tragedia
que ya nadie remedia,
pues tanto la amo como un alocado.
Voz en off:
- Canta labriego son acompasado.
Luciano:
¡Ay, amigo! Penas, vosotras curad
en este extenso prado
que respira paz y tranquilidad.
Isidoro:
Como los ríos caminan al mar
¡oh, amigo mío! El amor es un cauce
pleno de la más amarga aventura
con grande sufrimiento y alto pesar,
que irremediable, a su final encauce.
Para las mujeres y su dulzura...
¡Ay, amigo! ¡Ten cordura!
¡Ay, amigo! Aleja amor,
¡Ay, amigo! ¡Ten valor!
Ero es el ser carnal, Cupido ciego.
Buscando la paz de tu alma y el sosiego
y hallarás en tu interior el gran premio...
Solo tú y tu propio ego.
¡Ay, amigo! Eres bienvenido a este gremio.
Luciano, levantándose:
Ya vislumbrándola estoy tras la senda,
el fulgor de su presencia me ciega
y el rumor de su caminar sereno
alegran en música esta leyenda.
Oh, mi Dizayhu, mi amada labriega.
Su andar es etéreo sobre el heno,
el polvo del terreno
no lo quiere pisar.
Sea de mal pensar
que, la mujer, buen amigo Isidoro,
impía es en el amar, pues yo adoro
a Dizayhu, me ama y yo la respeto.
Ella es mi gran tesoro
y mi mundo será un perfecto dueto.
Dizayhu:
¿Cuándo fue qué mis pupilas se abrieron
al fulgor cálido de su mirada?
¿Cuándo caí yo a los pies de mi amado?
Y, ¿cuándo los corazones ardieron?
Notando el rocío de hoja bañada
en el verde camino deseado,
voy rápida a su lado.
Oigo su respirar,
su loco palpitar.
La larga espera de este frío invierno
ha sido bajar al ardiente infierno,
buscando verte, mi adorada estrella.
Ahora, a un paso eterno,
detrás de la pequeña loma aquella.
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