Final

Dizayhu:

Ya la congoja se aleja de mí,
libre alma mía por mal no causar
a quien el peor daño quiso hacerme.
Al defender mi honor y al huir creí
que muerto era, pero sin constatar,
por miedo, que cierto era al verlo inerme.
Justicia fue creerme
al hallarlo sangrado
y como había actuado.
Vuelo ahora como estrella fugaz
buscando a mi bien amado, su paz.
Dice el dicho que no hay mal, si bien llega,
yo encontré mi rapaz
en una aciaga noche veraniega.

Misión alegre que me trae aquí,
feliz la noticia, a su lado acudo,
llevándola apresurada a mi amigo,
beso ausente, pecho donde dormí.
Desnudo día de encuentro, desnudo
va el corazón en busca de su abrigo.
Es mi dios el testigo,
como mi pecho inflama
por amor a quien se ama.
Camino dice donde irán mis pasos
pues, ya resta muy poco, son escasos,
para llegar allí y verme en sus brazos,
sin mayores atrasos,
unir por siempre nuestros rojos lazos.

Cercana se oye la voz de Dizayhu llamando a Luciano.

Luciano:

Que los campos verdes primaverales
callen al sonido de voz cercana.
¡Callen las alegres aves cantoras
al son de esas bellas voces corales!

Nuevamente se escucha la voz de Dizayhu llamando a Luciano.

¿Es música,o, solo mi mente truhana?
Llega cercana, detrás de esas floras
que rebrotan por horas.
Son lágrimas festivas
que, fluyen emotivas
de mis ojos, luz de temprana flor,
y derrama por camino su amor
señalando senda do ha de pasar
ella con su candor
y yo, seguro, hacia elevado altar.

¡Dios! De seguro es Dizayhu, mi vida.
Amor..., ven conmigo, ven a mis brazos
que está el sol celoso de tu presencia
porque llevas la corona ceñida
y quiere colmarte con sus abrazos
de rayos ardientes, así es su esencia.
Ven que esta larga ausencia
mata este mi existir.
Quiero tu talle asir,
rodeado de tu sutil fragancia
recobrar el tiempo, con la constancia
por el amor nuestro, imperecedero,
y obtener la ganancia
que dará este nuestro amor verdadero.

Isidoro:
Ea pues, en vieja trampa has caído
donde Eros anda siendo lisonjero
y está buscando al bueno de Luciano
que anda en la solitaria playa, hundido.
¡Oh! Pobre Luciano con el babero,
¡Cupido me lo devolvió aldeano,
y con nudo gordiano!
Es difícil, amigo,
yo nunca me desdigo,
pero lucha por tu amor de colores
dejando detrás los malos temores
para que el día sea jubiloso
y mis dichos valores
pues, yo te aprecio y de ti estoy orgulloso.

El encuentro
Voz en off:

La pradera se engalana de seda,
hasta el sol radiante viste de gala.
Sale Dizayhu detrás de la roca
y Luciano camina en polvareda,
a la deseada amada recala,
Dizayhu se abalanza hacia él cuál loca.
Es un beso en la boca
el que sella este amor.
Yo solo soy el cantor
de bucólica escena de pasión
en paraje de paz, una canción.
En época de tanta ambigüedad
este canto es lección
para que podáis la vida aclamad.

FIN

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