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―Los bebés al nacer suelen medir unos 40 centímetros, pero estos huevos son pequeños ―dijo Jisung sobándose las manos―. Ya quiero ver cuando nazcan, me siento impaciente, como si fuera su padre.

―Te voy a echar a la calle si sigues hablando de esas cosas.

―¿Cuál cosas? Son tus hijos, Minho.

Minho mordió su labio inferior. Jisung estaba serio y lucía muy curioso, pero también imperturbable. Contrariamente, Minho estaba a punto de lanzar su estómago por el inodoro.

―Tal vez midan 25 centímetros, serán bebés mini ―el menor continuó divagando.

―Ay, Hannah, ya cállate. ―Minho se llevó las manos a la cabeza―. Te llamé por apoyo moral, no para que me fastidies.

Los tres huevos acomodados cuidadosamente en la cama se movieron, haciendo que toda la atención de los jóvenes fuera hacia ellos. El huevo del medio se sacudió y se agrietó un poco, luego le siguió el huevo de la derecha.

―Ya van a nacer. ―Jisung sonrió con emoción y se acercó a la cama―. Ven a ver, hyung.

Minho suspiró y se acercó a la cama, colocándose hombro a hombro con su mejor amigo.

―¿Crees que puedas llamar a uno como yo?

―Voy a golpearte, silencio.

El huevo del medio se agrietó más y se sacudió nuevamente. Ambos lo miraron atentamente. Minho mordió su labio inferior con ansias, intentando que su nerviosismo no saliera a flote.

Jisung tocó con su índice el pequeño huevo, y este volvió a agrietarse. Los otros dos huevos se movieron también.

―Ya vienen, Minmin.

El sonido de un llanto bajo los asustó a ambos. Minho ayudó al primer nacido a quitarse las cáscaras de encima y lo miró con los ojos abiertos como dos luceros. Jisung hizo lo mismo con el segundo huevo.

―Síp, deben medir unos 25 centímetros ―dijo Jisung como un sabelotodo―. Parecen bebés muy prematuros. Son demasiado pequeños ―volvió a divagar―. Son una lindura, aunque sean verdes y estén cubiertos de moco.

―No son verdes, solo es el moco... Su papá era pálido, pero no verde.

Jisung soltó una risa.

―Está bien, no son verdes.

Minho bufó.

―... ¿Qué pasa con el tercer huevo? ―preguntó Minho, con un repentino dolor en el pecho―. Ese apenas se mueve.

Jisung notó la mirada apagada del mayor e hizo a un lado las burlas que estaban picándole la punta de la lengua.

―Tranquilo, ya vendrá. Tú toma uno y límpialo, tomaré al otro.

Minho hizo caso y retiró al bebé de los restos de cascarones. El pequeño se removió entre sus manos.

―Me da miedo lastimarlo... Es pequeñito.

Jisung chistó.

―No vas a lastimarlo, es un bebé alienígena, debe tener superpoderes como Superman.

Minho suspiró pesadamente y trató de no golpear a su amigo en la cara.

―Ten, una toalla húmeda.

Minho no se dio cuenta de cuando Jisung fue a buscar las toallas, pero lo agradeció. Envolvió al bebé en la toalla y comenzó a limpiar sus pequeñas mejillas.

(...)

Había pasado media hora y los bebés apenas habían costado trabajo. Fue cuando Jisung y él se estaban quedando dormidos de nuevo que el sonido de un cascarón rompiéndose hizo que se levantaran inmediatamente.

El tercer huevo comenzó a agitarse y una pequeña mano salió por una de las grietas. Minho suspiró aliviado.

―Te dije que estaría bien ―murmuró Jisung―. Has dado a luz a tres lindos bebés, felicidades.

Minho rodó los ojos.

―Jisung... ¿cómo sabías que iban a eclosionar tan rápido?

―Mmm ―dijo Jisung tocando su barbilla―. Sólo lo intuí. Estuvieron dentro de ti como seis meses, ¿no? Ya era tiempo de nacer... ―murmuró―. Ahora escojamos sus nombres.

Minho estaba cansado. La felicidad de Jisung le estaba dando bofetadas.

―Tal vez mañana, hay que descansar ahora que ellos duermen.

―El que nació primero debería llamarse Wooyoung, le queda porque una vez conocí a un chico muy chillón, al igual que este engreído de aquí ―dijo Jisung ignorando a Minho―. La segunda por ser niña se puede llamar Estela... Ya sabes, como estelar.

―¿Por qué un nombre extranjero?

―¿No te gusta?

―Es lindo, pero no le queda.

Jisung soltó una risilla. Minho se notaba menos tenso y angustiado, eso pintaba bien.

―¿Ahora sí quieres hablar de nombres?

―La niña se llamará Jimin ―interrumpió Minho, desviando la mirada―. Y el tercero se llamará...

―Hugo.

―Ya basta, Jisung.

―¿Por qué? Son alienígenas, pueden tener el nombre que quieran.

―Tendrán el nombre que yo quiera ―dijo Minho interrumpiendo el nuevo monólogo de su mejor amigo―. ¿Qué tal Minsung?

―¿Estás jugando? ―Jisung abrió la boca con sorpresa―. ¿Como nuestro nombre de pareja?

Minho volvió a rodar los ojos y hubiera golpeado a Jisung en la cara si no tuviera a uno de los bebés en su mano.

―Mejor que no sea Minsung.

(...)

Había pasado un tiempo desde el nacimiento de los trillizos. Tres semanas para ser exactos. Jisung seguía ayudándole con los bebés y seguía llamándolos Estela y Hugo cuando Minho no estaba cerca, aunque varias veces lo encontró haciéndolo de todas formas.

Ahora tenían un tamaño aproximado de sesenta centímetros, por lo que habían crecido rápido y lucían tan sanos como unos bebés humanos comunes y corrientes. Tan comunes y corrientes como podrían ser bebés alienígenas.

―¿Crees que algún día te lleve a su planeta?

Minho estaba distraído dándole de comer a Jimin cuando Jisung llegó a casa con pañales y leche.

―¿Qué? ―Minho tragó saliva.

―Sí, es decir, tuviste a sus bebés. ¿Será que viene a buscarlos? Y de paso te lleva con él...

―No me van a llevar a ningún lado sin mi permiso. ―Minho bufó bajo, apartando el biberón de la boca de Jimin―. Y si quiere a sus hijos, pues que venga por ellos.

Hubo un corto silencio hasta que Minho volvió a suspirar.

―¿En serio no te has encariñado ni un poco? ―Jisung preguntó acercándose a la cuna donde dormían Wooyoung y Kyung, mirándolos con adoración―. ¿Tienes un corazón tan frío? No han salido de este departamento desde que nacieron y nadie más que yo sabe de ellos. Deberías sacarlos más y vivir momentos agradables con ellos hasta que...

―¿Hasta que me los quite? ―Interrumpió Minho―. Tienes razón, yo soy su... madre, pero él es su padre y sabe más que yo acerca de esto. ¿Qué tal si un día solo regresa y se los lleva?

Jisung soltó un suspiro.

―Hasta que eso pase, deberías vivir momentos agradables con ellos y agradecerle por haberte convertido en su madre ―dijo Jisung con lentitud―. Te compré un cochecito, salgamos a dar un paseo.

Minho no podía mentirle a Jisung. Jisung podía leerlo como un libro y sabía que tenía miedo, sabía que aunque lo negara, amaba a esas criaturas como si fueran sus hijos. (Cosa que sin querer lo eran).

Los niños eran tranquilos, excepto por Wooyoung. Él era un niño un poco ruidoso y molestaba a sus hermanos con jalones en el cabello o chupándoles los deditos de los pies, los codos y sus naricitas. Hasta el momento no habían dado indicios alienígenas, por lo que el miedo a que lo hicieran de repente y en la calle se había disipado casi por completo.

―Está bien, daremos un paseo.

(...)

Minho tenía un cochecito para tres, pero la pequeña Jimin se había aferrado con fuerza a su camisa y Minho tuvo que ponerse una mochila para bebés (también obsequio de Jisung) y colocarla en ella para poder salir de paseo.

―¿Quién es el bebé más lindo del mundo? ―preguntó Jisung tomando el cochecito―. ¡Eso es, es Hugo!

―¿Estás diciendo que Wooyoung y Jimin no son lindos?

Jisung rodó los ojos con diversión.

―Mi favorito es Hugo, pero no le digas a los otros.

Esta vez fue el turno de Minho de rodar los ojos y reír.

Jisung presionó los botones del ascensor y ambos esperaron hasta que llegaron al primer piso. Algunas personas en el lobby los miraron inmediatamente como buitres, analizando a los jóvenes de pies a cabeza.

―Jamás me sentí tan juzgado en mi vida ―dijo Jisung entre dientes.

Minho se cubrió la cara y rio con nerviosismo.

―Lo que nos espera en la calle. Dios mío.

Y así fue. Hicieron un par de cuadras y cada persona que pasaba se les quedaba viendo.

―¿Debería decir que son mis hermanos?

―¿Sí? ¿a quién se lo dirás, genio? Ponte un cartel en el pecho y listo ―bromeó Jisung, riéndose de la cara roja de Minho―. No prestes atención a las miradas ajenas, mejor vamos por un helado.

Minho hizo pucheros, pero asintió ante la idea de comer helado.

(...)

Eran las seis de la tarde cuando Jisung recibió una llamada de su madre y se despidió de Minho y los bebés con tristeza.

―¿En serio no quieres que te acompañe a casa?

―Está bien, Hannah. No estamos tan lejos.

―¿Cinco cuadras no es demasiado para ti? ―dijo Jisung acariciando el cabello de Minho con burla, parado a un lado del coche―. Está bien, hyung, pero ya ve saliendo que se te hará de noche. ¡Nos vemos! ¡Adiós, Estela, Hugo y Wooyoung!

―¡Bye!

Minho suspiró y miró a los tres bebés con tristeza. Se había encariñado demasiado rápido con ellos y temía a la idea de que el alien guapo regresara para llevárselos. ¿Sabrá él que ya han nacido? ¿o los habrá abandonado? ¿será que deja huevos en todas las personas con las que se acuesta y él no es el único? Esas preguntas estaban matándolo.

―¿En qué estoy pensando?

Minho se pidió un café y acarició las mejillas de sus hijos con cariño mientras esperaba.

(...)

Había oscurecido con rapidez. Minho sujetó el cochecito con fuerza mientras aceleraba el paso. Había pasado por ese lugar cientos de veces, pero jamás había sentido que alguien lo perseguía. Hasta ahora.

―Shhh. Está bien ―susurró Minho cuando Jimin se removió en su mochila, inquieta por los nervios de su mamá.

Wooyoung y Kyung estaban dormidos.

―Ya llegaremos a casa, tranquila. ―Murmuró Minho, acariciando la cabeza de su bebé para tratar de tranquilizarla.

Sin embargo, Jimin comenzó a llorar.

Minho se sintió aún más nervioso, aceleró el paso nuevamente, casi dando trotes. Jimin continuó llorando y Minho se detuvo para respirar y mirar hacia atrás.

―No hay nadie. No hay nadie ―se repitió.

Pero sí había alguien. Minho jadeó al ver una figura aparecer entre la oscuridad, como si emergiera de ella.

―El alien guapo... ―susurró estupefacto―. Es decir, ¡tú! ―Minho gritó enfurecido y apuntó al alien con aspecto humanoide.

El alien se acercó a él enseñando ambas manos y mostrando una sonrisa ligera.

―Sí, yo.

―Pusiste ―Minho miró hacia todos lados―. ¡Pusiste huevos dentro de mí!

El alien miró a los bebés.

―Te dije que tendrías a mis hijos, pero estabas abrumado por los múltiples orgasmos en ese momento... ―dijo él con una sonrisa―. Lo siento por aparecer así, estabas asustado así que solo quería enseñarte que no debes tener miedo. Aquí estoy. Siempre estuve aquí.

Minho se puso rojo.

―¿Siempre?

―Claro.

―¿Pero qué quieres decir con siempre?

―No quería asustarte, pero he estado allí en cada momento. Incluso antes de que los bebés nacieran.

Minho sintió un escalofrío. El alien desapareció frente a sus ojos y luego reapareció, más cerca esta vez.

Minho pegó un salto del susto. ¿Así que ha estado ahí, todo este tiempo?

―¿Cómo hiciste eso? ―Gritó Minho―. ¿Puedes hacerte invisible? Entonces Hannah tenía razón... ¿Tienes súper poderes?

El alien rio bajito.

―Yo no lo llamaría así, sino... habilidades. Por cierto, no me he presentado. Mi nombre terrícola es Hyunjin.

23/04/2024

APARECIÓOOOO

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