CAPITULO 6

Juro que por una milésima de segundo quise salir corriendo del restaurante. Sujeté mi bolso y me vi calculando cuánto me tomaría llegar a la puerta de salida, pero antes de poder reaccionar lo tenía sentado a mi lado.

-Hola ¿Tammy Verdad? -Me saludó.

Me quedé boquiabierta, sin poder decir nada, la impresión que me causó que supiera mi nombre me tenía agobiada.

- ¿Ya te sientes mejor? -Preguntó mientras sorbía un trago del vaso con agua que tenía al frente.

Asentí aún con la boca abierta mirando de reojo a Mei, que tampoco salía de su asombro.

- ¿Se conocen? -Consultó Mike intrigado.

-Algo así. -Respondió Efraín con una sonrisa de medio lado.

- ¿Qué se supone significa eso? -Mike arquea una ceja, sin entender ¿Qué carajos pasaba?

-Recuerdas el incidente de ayer. -Le recalca Efraín divertido.

-Oh acaso ella es.... -Trata de ocultar una sonrisa.

-Sí. -Fue todo lo que contestó el aludido y desee morirme ahí mismo.

-Entonces Efraín Lockwood es tu primo. -Afirma Mei a su amigobio.

-Sí, recién se mudó, viene de Los Ángeles, le dieron una beca deportiva en la universidad, aunque no la necesita.

-Oh ya veo, ¿Qué juegas? ¿Baloncesto? ¿Fútbol americano? -Se dirige a él.

-Baloncesto. -Tomó una servilleta, la convirtió en un puño y la encesta en el bolso de Mei que estaba abierto.

-Impresionante, pero no es lo mismo en mi cartera que en la cesta.

-Cuando me veas jugar te darás cuenta que tan bueno soy. -Dejó ir con seguridad y cierto tono de arrogancia. -El miércoles nos enfrentamos contra Pensilvania, están cordialmente invitadas a ir y apoyarnos.

-Ahí estaremos encantadas ¿No es verdad Tam? -Mi mirada era asesina, siempre hacía lo mismo, actuaba sin consultarme.

-Veré si puedo, tengo que entregar un trabajo el jueves. -Respondo con calma, golpeando a Mei en la pierna por debajo de la mesa.

-Auchhh ¿Qué fue eso? -Me observa a través de sus achinados ojos, pero sonrío y miro hacia otro lado como si el asunto no fuera conmigo.

-Listos para ordenar. -Un mesero llegó, lo conozco es de la universidad, de seguro trabaja aquí para ayudarse a pagar los estudios. No es que sea su amiga, nos tocó el año pasado una clase juntos y trabajar en equipo en un proyecto. Me miró y me saludó: -Hola Tammy, no te había reconocido.

-Hola Glenn ¿Cómo estás?

-Todo bien ¿Qué tal el semestre?

-Por el momento tranquilo. -Le sonreí.

-Yo quiero una soda dietética y una ensalada César. -Pidió Mei interrumpiendo nuestra conversación.

Glenn no era precisamente guapo, tiene el cabello lacio, corto que le cubre la frente como una cascada, ojos chocolate, perfil ovalado, delgado, no musculoso, pero es alto. Es el muchacho promedio que le das un siete en calificación del 1 al 10. Pero tiene "ese no sé qué" que llama la atención.

-A mí dame una hamburguesa con doble queso, una orden de papas fritas y una cerveza. -Solicita Mike, abrazando a Mei por los hombros y plantándole un beso en la cabeza. Aún sigo preguntándome ¿Qué demonios le ve? Es decir, en realidad es atractivo, pero la pinta que tiene, no le ayuda mucho.

-Primero las damas. -Me dice Efraín penetrándome con sus felinos ojos celestes.

-Ah pues.... ummmm... yo .... -Cojo el menú porque he olvidado lo que quería comer. Siento la cara como un tomate, ya que las miradas recaen sobre mí.

-Te recomiendo la lasaña de la casa, es muy buena. -Sale Glenn en mi auxilio. -Hay de carne o pollo ¿Cuál prefieres?

-Pollo gracias. -Le sonrío y él por su parte, me devuelve la sonrisa.

Por alguna razón que no entiendo, Efraín pareció molesto, ensanchó sus dedos por encima de la mesa y hasta creo que miró mal a Glenn.

-Pediré lo mismo que ella, ya que tu recomendación me ha convencido. -Sonríe burlón. -Y quiero otra cerveza.

-Tammy ¿Alguna bebida? -Glenn se dirige a mí.

-Coca cola, gracias.

- ¿Light o regular?

-Regular. -Contesto colocando mis manos sobre mi regazo, se sentía una leve tensión entre Efraín y el mesero.

Glenn se retiró y Mei comenzó a hablar con Mike, le brillaban los ojos al verlo, parecía que de verdad le interesaba. Mi amiga cambiaba de novio como de guardarropa, pero algo me decía que esta relación iba en serio, lo que me atemorizada. Sí, soy una maldita perra egoísta, porque mi temor es perderla, si tuviera más amigos no me importaría tanto, pero la situación no es así.

- ¿Háblame de ti Tammy? -Me tomó unos segundos corroborar que Efraín trataba de entablar una conversación conmigo.

-No hay nada interesante que saber. -Respondo incómoda, no acostumbrada a que chicos como él, me dirigieran la palabra.

-No te creo. -Desenvolvió la pajilla de su empaque y comenzó a morder la punta, mi atención recayó en sus labios, que se curvaron en una perfecta sonrisa.

-Soy un don nadie, y prefiero quedarme así. -Mi mirada se perdió hacia donde Glenn atendía otra mesa.

-Tienes un concepto erróneo de ti, yo digo que Tammy Whitman tiene mucho que contar y, en definitiva, no eres un don nadie.

-Créeme que la conversación te resultaría de lo más aburrida y terminarías cambiándote de mesa, suicidándote o de repente tendrás que irte porque tienes que hacer algo que no te acordabas. -Agacho la mirada, sí lo sé, soy la reina de la mediocridad.

- ¿Eso te han dicho otros? -Me mira fijo.

- ¿Qué? -No puedo creer que dijera eso, porque solo mencioné algunas de las excusas que algunos tipos usaron con tan solo verme, en las estúpidas citas a ciegas que Mei me obligaba a ir.

-Lo que escuchaste. -Su expresión se torna seria.

Glenn me salvó de contestar ya que llegó con las bebidas. Se retiró, vi a Mei ponerse de pie y llamándome para que la acompañara, me señaló el tocador.

-Disculpa. -Le dije a Efraín para poder salir.

Entramos al lugar en mención y Mei cerró la puerta. Me volvió a ver con esa mirada acusadora tan característica de ella.

-Se puede saber ¿Qué demonios te ocurre? - Casi grita.

-Estoy aquí por si no lo notaste. -Le advierto para que deje de usar su tono chillón.

-Sabes a lo que me refiero, Efraín ha tratado de ser amable contigo y todas las respuestas que le has dado han sido pura mierda.

-Hey, cuida tu vocabulario. -Le advierto.

-Te hablo como se me pegue la gana. Resulta que el primo de Mike resulta ser Efraín Lockwood y tú te comportas cortante con él.

-No soy buena socializando, lo sabes. Además, a quién engaño, como si pudiera mostrar algún interés en mí. -Me cruzo de brazos.

- ¡Dios! Sí que tienes la autoestima perdida. -Me regaña. -Solo quiere ser tu amigo ¿Es tan malo?

-Personas como él no buscan chicas como yo como sus "amigas". -Abro comillas con mis dedos.

-Ayyyy Tammy me desesperas -Expresa molesta. -Vamos a regresar y serás linda con él, no actúes como un bicho raro, hazlo por mí, por favor. -Une sus manos a manera de súplica.

-Está bien. –Contesto para que me deje en paz.

-Gracias. -Me abraza para luego quitar el seguro de la puerta y regresar a nuestra mesa, para mi sorpresa Efraín aún no se desvanecía, seguía ahí.

Glenn se aproximó con los pedidos, y con un: -Espero que disfruten la comida. -Se alejó.

Mei y Mike animaban la conversación, Efraín participaba de vez en cuando o se reía de las ocurrencias de mi amiga. Yo trataba de interactuar, pero no me estaba saliendo como esperaba. Sin embargo, al final de la velada me di cuenta que la estaba pasando bien.

Tanto Mike como Efraín insistieron en pagar la cuenta, nos dirigimos al parqueo. El coche de Mike era un Mustang azul oscuro, no supe identificar el año, pero lo tenía bien cuidado.

Nos dejaron afuera del apartamento, Mei se despide de Mike con un beso muy escandaloso para mi gusto, juro que vi bailar su lengua en la boca de él.

-Me dice Mei que el auto no les encendió. -Me comunica Efraín rascándose la nuca, parecía o bien, nervioso, o al igual que yo, perturbado por la escena de amor barata de mi amiga con su novio.

-Sí, así es. -Contesté tratando de ignorar el cuadro que se presentaba ante mí.

-Lo vendré a revisar mañana ¿Te parece?

-Ohhhhh, digo, claro. -Mi corazón comenzó a acelerarse.

-Perfecto, a las 10 a.m. ¿Está bien?

-Sí, a las 10. -Repito sin saber qué más agregar.

-Hey bro, vamos. -Le indica Mike.

-Hasta mañana Tammy. -Se inclinó hacia mí y me besó en la mejilla. La sangre bombeo con más fuerza por este mínimo contacto, sentí mis mejillas ruborizarse.

Se sube al auto y los veo alejarse. "Mañana" repito mentalmente, y aunque no lo quiera, muy en mi interior, añoro verlo de nuevo.

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