CAPITULO 45


La nueva Tammy.

La estadía con mi tía me favoreció, al principio debo ser sincera, deseaba que la tierra me tragara, arrancarme el corazón, y que la ausencia de Efraín, no doliera tanto. Había noches que no podía dormir, mis pensamientos lo abarcaban por completo, lloraba hasta que mis ojos ardían, al punto de no tener más líquido que derramar.

El cambio de apariencia, la compañía de Gabriel, el estar ocupada con los constantes tours, además el ingresar a un curso de francés, me han hecho muy bien. Incluso hice amigos, asistimos al curso de varias nacionalidades, así que al final de clases salimos juntos, a cenar, al cine, o a un Club. Reímos, charlamos amenamente, Gabo en algunas ocasiones nos acompañaba, lo creen mi novio y no lo he desmentido.

Cuando le cuento a Mei, me dice que me lo merezco, y que siga disfrutando a plenitud. Me ha insistido en que le mande una foto, pero no lo haré, quiero sorprenderla al regresar. Me ha amenazado de todas las formas imaginables, pero esta vez sus argumentos no me han convencido, y se resignó a esperarme.

No hemos vuelto a hablar de él, es tema prohibido, prefiero dejarlo en el pasado, así es mejor, aunque a veces lo pienso, es inevitable.

Muy a mi pesar, un año pasó demasiado rápido. Me iba amando Europa, y la promesa de volver algún día. Gabriel me prometió visitarme apenas pudiera.

Para empacar mis cosas, tuve que comprar otra maleta, mi nuevo guardarropa lo demandaba. Mi tía se aproximó con rostro triste, el adiós nunca es fácil.

-Te tengo que hacer una confesión. -Contrajo los labios.

- ¿Qué sucede? -Me detengo y le prestó atención.

-Sabes que te amo. -Me afirma.

-Lo sé. -Sonrío.

-Tammy lo que hice no me enorgullece.... -Guarda silencio unos segundos. -Yo conocí a Efraín hace dos años.

Mi ceño se frunció, ¿Cómo que lo conocía?

-Él estuvo acá de vacaciones, todo un verano, se quedó conmigo, su madre es mi amiga, le hablé sobre ti.

-Tía, no entiendo, me regañaste porque no te había contado sobre él.

-Mentí, no me gustaba tu ritmo de vida, que fueras tan cohibida y aparte del mundo. Necesitabas amigos, y no solo Mei, así que hablé con Efraín, sobre la posibilidad de conocerte.

- ¿Qué estás diciendo? -Me crucé de brazos.

-La idea era que se hicieran amigos, pero él llevó la relación más allá. Me confesó que se enamoró de ti.

-Espera, espera. -La detengo. - ¿Tú le pediste a Efraín, que me buscara?

-Sí, quedó tan intrigado contigo, lo tomó muy personal, incluso se matriculó en tu misma universidad.

Por un instante el piso bajo mis pies se movió, no me gustaba el rumbo que esta conversación tomaba.

-Lo llamaba al menos una vez por semana, para conocer los avances. El pobre casi tira la toalla varias veces, confundido con tu particular actitud. Cuando me confesó que empezaba a sentir sentimientos hacia ti, le advertí que no te lastimara, me prometió que no lo haría, que jamás había conocido a alguien como tú.

Recordé aquella ocasión que decidí esperarlo fuera del apartamento y al abrirse la puerta de ascensor, él discutía con alguien, ahora todo tiene sentido.

-Eras tú. -Reconocí. - ¿Cómo pudiste? -Le reclamé.

-Nunca ha sido mi intención dañarte, sino todo lo contrario.

-No tenías derecho ¿Por qué lo hiciste?

-Porque sé el daño que Agustín te causó. -Admitió, y numerosas lágrimas surcaron su rostro.

- ¿Qué dijiste? -Entré en shock.

-Perdona por no creerte, pero, aunque él nunca lo aceptó, sé que no mentirías sobre algo tan delicado. Te conozco de toda la vida, sé quién eres.

-Tía no debiste, mira como terminó mi relación con él, aún duele al recordarlo, ¿Cómo pudiste? -La acusé.

-Perdóname, perdóname Tammy, cuando Efraín me dijo de la aparición de Olivia, supe que no sería nada bueno para ti mi amor, pero debes saber, que él te amaba de verdad. Me confesó que no te dejaría si Olivia no estuviera muriendo, que se quedaba con ella, pero a la que amaba era ti, Tammy.

-No me digas eso. -Lloraba con desconsuelo, mi tía abría heridas selladas, el dolor taladraba lo que quedaba de mi corazón.

-Dejarte ha sido lo más difícil para él, la última vez que hablamos, se escuchaba devastado, no lo culpes por favor, ponte en su lugar. Sé que te interesa Gabriel, intercambia papeles ¿Qué hubieras hecho?

No pude responder, analicé la situación, posiblemente y conociéndome bien, actuaría igual.

-Te perdono porque entiendo que lo hiciste por ayudarme, pero no te concernía meterte en mis asuntos, y sí, tu hijo me destrozó y me convirtió en la persona que tanto compadeciste.

Sé que mis palabras la atormentaban, pero era justo lo que quería, lastimarla, que entendiera la clase de alimaña que es Agustín.

Ella asintió con la cabeza, secó sus lágrimas, respiró profundo para luego agregar: -Te dejaré para que puedas empacar.

Tomé un jarrón colocado en una cómoda y lo lancé contra la pared, partiéndose en pedazos. Grité de frustración, todo fue planeado, este sufrimiento que me agobia sin tregua, pudo ser evitado. Pero después remembré los hermosos momentos compartidos con él, llegaron como una ráfaga de imágenes, y me di cuenta, que seguía amando a Efraín con la misma intensidad.

Gabo nos llevó al aeropuerto, la despedida con mi tía, careció de calidez, estoy molesta con ella, tomará tiempo que está sensación de engaño desaparezca.

- ¿Me perdí de algo? -Consulta Gabriel al notar la lejanía entre ambas.

-Sí, pero es una larga historia que quizás algún día te contaré.

-Bien. -Colocó un mechón de mi cabello detrás de la oreja. -Iré apenas pueda.

Sonreí en respuesta, me aferré a Gabo como un escape, aunque odie admitirlo, mi tía tiene razón, en cierta forma lo utilicé, cosa que no me enorgullece.

Sus labios atraparon los míos, en definitiva, me sentía atraída por él, tal vez si le daba una oportunidad. Amaba a Gabo, pero a Efraín lo amaba más.

Me acomodé en el asiento del avión, coloqué los audífonos y las tonadas de Beethoven inundaron mi ser. Con dos pastillas en mi organismo, no tardó mucho para que me durmiera, el temor a volar continúa, pero es prueba superada, como espero que Efraín pronto lo sea.

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