CAPITULO 40

Los días transcurrieron, el semestre casi finaliza, todo parece ir en orden. Mei cumplió su castigo y regresó a la universidad. Le abrió un proceso administrativo al director por daño y prejuicio a su persona, ya que la delicada Kelly, no fue suspendida por influencia de su padre. Con testigos a su favor, la suerte le sonríe, pobre director, no me gustaría estar en sus zapatos en este momento.

Acabo de cumplir cinco meses de estar con Efraín. Me preocupa su actitud, siempre está distraído y ausente. Más de una vez le he preguntado al respecto y me contesta lo mismo: _No es nada. -Y cambia de tema.

Me quité un peso de encima, al contarle sobre Agustín, es la única persona ajena a mi familia a quién le confesé tan doloroso episodio de mi pasado, cualquier otro se hubiera alejado, pero él continuó a mi lado.

Hoy quedamos de vernos, la ansiedad me abarca por completo, Efraín me llena de energía positiva, teniendo por primera vez en mucho tiempo, un motivo para vivir, aunque suene deprimente. Tengo muy claro que mi felicidad no puede depender de él, pero ¿Cómo le explico eso al corazón?

Me entra un texto al celular es de él, me dice que se le presentó un inconveniente y que llegará tarde; al menos no canceló.

La relación entre Mei y Glenn va sobre ruedas, me encanta apreciar en mi amiga ese brillo en los ojos cuando Glenn está con ella. Son la pareja perfecta, sé que mi hermano lo aprobaría.

Mi celular suena, me emociono al creer que es Lockwood pero al reconocer el número, suspiro decepcionada.

-Hola tía. -La saludo con tono de voz seco.

-Vaya, al menos finge que te alegra escucharme. -Me dice dolida.

-Perdón tía, no es eso. -Me disculpo.

- ¿Y cómo has estado?

-Bien, supongo.

- ¿Qué clase de respuesta es esa?

-Dentro de lo que cabe, estoy bien.

- ¿Cuándo vendrás a verme? Ya pronto terminará el semestre, ven unos días, Gabriel ha preguntado por ti.

Es obvio que Gabriel conoce a mi tía, ella se fue a París, hace alrededor de diez años.

-No lo sé. -Me froto el ceño con la mano libre.

-Puedes traer a tu novio, Efraín ¿Cierto?

Claro de seguro ya Mei le fue con el cuento, odiaba cuando mi amiga ventilaba mi vida personal sin el menor recato.

-Hablaré con él. -Deseo tener a Mei cerca y ahorcarla.

- ¿Cuándo pensabas contarme sobre él?

-Tía, es complicado.

-Oh Tammy. -Su voz sale lastimera. Ella es la mamá de Agustín, aunque la quiero, nunca me creyó, pero me pongo en su lugar, es su hijo ¿A quién apoyarías si te enteras de algo así?

-Algún día. -Me limito a contestar. Seguimos conversando unos minutos más. La oferta suena tentadora, se lo propondré a mi novio, sonrío al imaginarlo viajando conmigo.

Recibo otro texto, Efraín me avisa que está al frente del edificio. El sonido del intercomunicador me sobresalta. -Sí, déjelo entrar. _Le digo al Conserje, se me ocurre esperarlo y recibirlo cuando salga del ascensor. Me escondo detrás de la pared que da a las escaleras de emergencia. Cuando el elevador abre la puerta conversa con alguien por teléfono, espero a que se desocupe para darle la sorpresa.

Narra Efraín:

Voy saliendo de casa para ir al encuentro de Tam, cuando me topo de frente con Olivia.

- ¿Vas a salir? -Interroga.

-Sí, ¿Qué haces aquí?

-Quería verte, saber que tal estás, y si has pensado en mí.

-Olivia por favor. -No he dejado de pensar en eso, pero no es mi deseo que ella lo sepa.

-Compartimos una relación hermosa, me equivoqué al alejarme de ti, lo reconozco.

Solloza y pronto las lágrimas se deslizan en abundancia, y si hay algo que me suaviza es una mujer llorando.

-Tranquila. -La abrazo.

-Te amo Efraín, nunca te dejé de amar y me duele que te olvidaras de nuestro amor tan rápido.

-Olivia, eso ya no importa.

-Sí importa. -Me mira con sus ojos irritados, sus labios tiemblan al hablar.

-Estoy con alguien, debes respetarlo. Si quieres mi apoyo lo tienes, estaré contigo en este proceso.

-Como mi amigo. -Se aleja, cruzándose de brazos.

-Es lo único que te puedo ofrecer. _Le confieso.

- ¿Me amas aún?

-Sí te amo Olivia, pero no puedes desaparecer y pretender que todo siga igual.

-Estoy muriendo, si te dejé ha sido para no lastimarte, pero me di cuenta lo egoísta que fui, te necesito.

Sostiene mis manos entre las suyas. Se acerca y me besa, al principio lo permití, remembrando el ayer, pero casi de inmediato recapacité, quitando mi rostro.

- ¿Qué pasa? -Inquiere con sus ojos cargados de dolor.

-Si de verdad me amas, dame espacio.

-No Efraín, no es como amigo que te necesito. Cumple este último deseo antes de morir.

-Lo pensaré. -Al verla en ese estado me destroza.

-Gracias. -Besa mis manos y me sonríe.

Cuando me deja solo, me quedo meditando, esta situación me produce migraña. Por un lado, me siento mal por no estar con ella, pero también tengo un compromiso con Tammy, y tampoco merece que le haga daño.

Me subo al coche y dejo que el trayecto a su apartamento despeje mi pensamiento. Cuando llego le envió un mensaje de texto avisándole sobre mi arribo. El ascensor abre sus puertas y entro. El celular suena, sé quién es, contesto, pero la recepción es terrible.

-No te escucho. -Le hago saber. La llamada se entrecorta.

- ¿Cómo va todo? -Me consulta.

-Bien. -Contesto ubicándome dónde pueda escuchar mejor.

-Recuerda nuestro acuerdo. -Me recalca.

- ¡Como olvidarlo! -Me fastidia que no confíe en mí. -Te pondré en altavoz para oírte mejor. -Llego a mi piso y salgo.

-Me alegro que las cosas con Tammy marchen como es debido.

-Así es. -Miro la hora, solo quiero cortar la comunicación.

-No pensé que el plan funcionara, te subestimé.

-Ella me dejó entrar. -Y me enamoré en el proceso, le dije a mi fuero interno

-Gracias, me imagino que no fue sencillo para ti enamorarla.

-Disculpa, debo dejarte, Tammy me espera.

-Oh bueno, me cuentas luego con más detalles.

-Sí, adiós.

-Adiós.

Guardo el celular en mi bolso, me dispongo a tocar la puerta, cuando veo a Tammy frente a mí.

-Me asustaste. -Le sonrío.

- ¿Con quién hablabas?

¡Maldición me pilló conversando con ella!

-Con una amiga.

-Entonces no fue tan sencillo enamorarme. -Repite mis palabras, cruzándose de brazos.

-No es lo que crees.

- ¿Ah no? ¿Puedes explicarme? -Me reclama.

-Tam por favor. - ¿Qué le iba a decir? Hey, me pidieron enamorarte como parte de una terapia para que recuperarás tu confianza.

- ¿Cómo pudiste? ¿De qué se trata? ¿Una apuesta?

- ¿Qué? ¡Cielos no!

- ¿Entonces? quiero la verdad.

-Es una amiga, a la que le he contado sobre nosotros. Le he mencionado tu actitud esquiva al principio, es todo. Por eso hizo el comentario, ¡Por Dios! Ni siquiera entiendo por qué dudas de mí.

- ¿Una amiga? ¿Cuál amiga?

-Tammy es ridícula está conversación. ¿Acaso tú no le cuentas tus cosas a Mei?

-Sí, pero es diferente.

- ¿Por qué es diferente? Porque tengo una mejor amiga y no resulta ser hombre.

-Pues.... -Touché, titubea, di en el blanco.

-Si es eso, el que debe sentirse ofendido soy yo. No la conoces, se llama Maite, y no vive aquí, se mudó a España cuando se casó. -Eso es verdad, conozco a Maite desde siempre, se puede decir que es mi confidente.

-Perdona. -Baja la mirada.

Me creyó, suspiro aliviado, me libré dejando los pelos en el alambre.

-Está bien, pero no me juzgues sin saber los hechos.

- ¿Estás molesto? -Me mira con ojos de arrepentimiento.

-Vamos a olvidarlo ¿Te parece?

Ella mueve su cabeza en afirmación.

- ¿Qué hacías afuera y escondida?

-Te esperaba para sorprenderte.

-Y lo hiciste.

Ambos sonreímos, vuelvo a recuperar su confianza, aunque es cierto que acepté a insistencia de ella, creo que no previno que terminaría enamorándome, y espero que Tam nunca se entere, de lo contrario, jamás me perdonará.

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