CAPITULO 32
Las clases se volvieron tediosas, otra vez no entendí nada, mi nueva rutina desde que Efraín entró en mi vida.
Me escabullí como un ladrón, merodeando para no ser atrapada, si conocía a mi novio, de seguro me estaría esperando en algún punto estratégico, y no me sentía de humor para verlo.
Ingresé al baño, lavé mi cara varias veces para despejar mis pensamientos, estaba por salir cuando Kelly apareció con su séquito.
-Vaya, vaya que tenemos aquí. -Obstruyó la puerta al notar mi intención de marcharme. -Quiero que comprendas una cosa renacuajo, un chico como Efraín jamás se fijaría en ti, eso va en contra de las leyes de la naturaleza. No sé qué quiere de ti, pero te adelanto, que no terminará bien.
- ¿Por qué no me dejas en paz? ¿Qué te he hecho? -Alegué dolida.
-Oh miren va a llorar. -Hace puchero fingido. -Eres lo que eres, un don nadie, él te ha dicho que te ama, yo me preocuparía de ser tú, si no es así. Pon atención, esta relación de fantasía no durará mucho, acuérdate de mis palabras.
La empujé y salí corriendo, sus palabras causaron efecto, en mí ya baja autoestima. Quise encerrarme en el cuarto del conserje para llorar mi mediocridad, pero estaba cerrada con llave.
-Tammy. -Una voz me hizo voltear. - ¿Todo bien?
Era Glenn, me miraba extrañado, llevaba unos libros imagino que para devolver a la biblioteca.
-Sí, jamás he estado mejor. -Terminé la frase llorando con desconsuelo.
Glenn puso los libros en el suelo, se acercó a mí y aparto el cabello de mi rostro.
- ¿Qué sucede? Shhhhh, ven acá. -Me abrazó, le correspondí de buen agrado.
No preguntó nada, dejó que me desahogara, olía bien como a hierbabuena.
- ¿Puedes llevarme a casa? -Sollocé.
- ¿Y Efraín?
-No, por favor. -Contesté más tranquila.
-Es por él que estás así ¿Cierto?
Me encojo de hombros, al tiempo que mi vista se pierde en los vacíos corredores.
-No tengo problema, solo debo llevar estos libros a la biblioteca ¿Me ayudas?
Asentí y me entregó dos volúmenes de Química Avanzada.
-Estoy llevando unos cursos libres. -Me sonríe, nos ponemos en camino.
- ¿Qué sabes de Mei? No me ha devuelto ninguna de las llamadas, creo que ya se hartó de mí.
Lo miré con tristeza, Mei estaba emocionalmente más inestable que yo.
-Dale espacio. -Me limité a decir.
-Será. -Suspira, mostrando una sonrisa solapada.
Luego de devolver los libros, llegamos al parqueo, por suerte Glenn parqueó al otro lado. Su auto es un Toyota de color azul, creo que de los 90's, no sé mucho de coches.
Me abrió la puerta y en absoluto silencio nos dirigimos al apartamento.
-Sabes qué, me puedes dejar en otro lugar. -Le pedí.
-Claro, ¿Dónde quieres ir?
-A casa de Gabriel.
-El primo de Mei.
-Sí, está en ruta.
-Como quieras.
¿Por qué ese nuevo destino?, ni yo lo sé. Mi celular comenzó a sonar, es Efraín.
Después de timbrar varias veces lo apagué.
-Lo que sea que haya sucedido entre ustedes, sin ánimos de interferir, deberían hablarlo. -Me recomienda.
-Quizás, pero ahora estoy demasiado molesta con él.
-Tú y yo deberíamos escaparnos por ahí, ¿Qué te parece?
Sé que Glenn quería hacerme sentir mejor, sus intenciones son buenas, pero por alguna razón quiero ver a Gabriel.
-Te lo agradezco, pero paso.
-Como gustes. -Se encoge de hombros. - ¿Tú amigo estará?
-Veremos.
El guarda de la entrada avisó sobre mi visita, no tuve que esperar tanto cuando vi a Gabo sonriente como siempre a mi encuentro.
-Cuídate Tammy. -Se despide mi nuevo amigo, porque ya lo consideraba de esa forma.
-Gracias por todo. -Lo despido con la mano.
-Tam que agradable sorpresa. -Gabriel me abraza.
Sonreí sin ganas ¿Qué hacía ahí? Quizás debí tomar la oferta de Glenn, pero es tarde para eso.
-Vamos. -Camino junto a él. Traía el cabello mojado, posiblemente viene saliendo de la ducha.
-Apenas me encontraste, estoy haciendo maletas. -Me informó.
- ¿Te vas? -Había cierto grado de decepción en mi voz.
-Sí, vine por mis padres y no coincidimos. -Se encoge de hombros. - ¿Deseas beber algo?
-No, gracias.
- ¿Me vas a contar qué tienes?
-Mal de amor, supongo.
- ¿Qué te hizo Efraín?
-Sabes qué, no ha sido buena idea venir, creo que me marcharé, perdón por el inconveniente.
-Pues de aquí no sale señorita. -Se atraviesa entre la puerta y yo.
-Gabriel, por favor.
-Tammy, viniste por una razón, nadie te obligó, y personalmente me alegro que lo hicieras. Preparé sushi ¿Te apetece?
Me brillaron los ojos, si hay algo que amo en este mundo es el sushi.
-Te odio. -Contesté rendida.
-Sé que no es así. -Me tomó de la mano para llevarme a la cocina. Los rollitos colocados en una bandeja me invitaban a devorarlos.
Gabo me pasó unos palillos chinos y puso en el centro una taza con salsa de soya. Sumergí el primero y me deleité al probarlo, exquisito.
- ¿Te gustó? -Me mira con expectativa.
-Tienes el don de Mei para cocinar.
-El sushi es pecado crudo. -Me recuerda. -No es tanta la ciencia de su preparación una vez que aprendes a prepararlo.
-Como sea, están buenísimos.
La tarde transcurrió remembrando nuestra infancia, con Gabriel me volvió el humor, y con sus anécdotas jocosas no paraba de reír, tanto que me dolía el estómago. Cuando me di cuenta anocheció.
-Es tarde, debería irme. -Señalé.
-Te llevo, es un milagro que mi prima no te esté llamando.
-No sé si lo hizo, apagué el celular.
-Oh, esa es la respuesta entonces, encontrarás a una personita muy enojada al llegar.
-Sí, mal por mí.
-Me voy el fin de semana, ¿Me acompañarías al aeropuerto?
-Claro, solo avísame.
-Es un trato.
Abandonamos su residencia, su presencia me estimula energía positiva, disfruté cada momento hoy.
Como imaginé, el coche de Efraín estaba parqueado afuera, o sea, me esperaba arriba.
- ¿Quieres que vaya contigo? -Se ofrece.
-No, debo conversar con él, aunque no quiera.
-Las parejas tienen siempre desavenencias, no sé por qué discutieron, pero dale la oportunidad de explicarse.
-Lo haré, muchas gracias Gabriel, es una pena que nos abandones tan pronto.
-Puedes ir a visitarme cuando quieras, tu tía me contó que te ha dicho infinidad de veces. Ve en navidad, un cambio de ambiente no hace daño a nadie.
-Lo pensaré.
Nos abrazamos y él se despide. Me quedo unos segundos de pie frente a la recepción, respiré varias bocanadas de aire, a enfrentar a Efraín, a ver que excusa me daría.
Haciendo acopló de todo mi valor, marqué el número de nuestro piso en el elevador, los noviazgos son un verdadero dolor de cabeza, por no decir que una mierda. Te lastiman, sufres por ese ser amado y no sabes cómo va a pagar tu entrega.
Las puertas del elevador se abren de par en par, el corazón va en maratón, muy bien señor Lockwood veamos qué tiene que decir en su defensa.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top