CAPITULO 3

Foto de Mei

Trataba de escuchar las grabaciones de las clases, y poner las palabras en papel, pero cada vez que intentaba escribir algo, la imagen de Efraín viene a mis pensamientos.

Me levanto y me miro en el espejo, mi pijama es una bata casi traslúcida por las constantes lavadas y tiene algunos agujeros, Mei me ha dicho que la tire, pero no puedo, fue el último regalo que recibí de mi hermano antes de morir de leucemia hace tres años, acababa de cumplir veinticuatro, con un futuro prometedor, a diferencia de mí, popular y atractivo. A veces he llegado a pensar que soy adoptada, ya que él y yo no nos parecíamos en nada, incluso hice un examen de ADN a escondidas de mis padres, pero sí resulté ser su hija biológica. Me sentí un poco contrariada debo admitirlo, de seguro faltó amor a la hora de hacerme y por el contrario con mi hermano se desbordaron de pasión.

La imagen que veo no me gusta, cabello grasoso que, aunque lo lavo todos los días no hay forma que luzca brillante, cutis opaco, y bueno no soy agraciada, al grano. ¿Qué podría ver Efraín Lockwood en mí?

Odié a la persona que tenía en frente, me alejé unos pasos y tomando una taza que me regaló Mei para mi cumpleaños la lanzo contra el espejo.

-Wow ¿Qué pasó aquí? -Mei ingresa y ve el desastre.

-Nada, déjame sola. -Comienzo a llorar.

-Cariño cuando dices "nada". -Abre comillas con sus dedos. -Es algo.

-Sólo quiero estar sola. -Le pido.

-Ni loca que estuviera. -Sale regresando a los pocos minutos con una escoba y una pala plástica y comienza a recoger los pedazos de vidrio.

-Yo puedo hacerlo. -Me ofrezco. Mei levanta su dedo índice y me dice que no, me hace esos ojos de "no te metas" que conozco a la perfección. Cuando terminó, los envolvió en papel periódico colocándolos en una caja para luego cerrarla.

-Está bien, ahora tendremos una charla. -Se sienta sobre mi cama y con la mano me invita a hacer lo mismo. -Habla que tu sierva escucha y no te atrevas a decirme que no es nada o te juro que te haré comer cada pequeño fragmento de espejo.

-Soy una perdedora. -Empecé entre sollozos.

-Perdedora mmm, en la escuela siempre fuiste primer promedio, tienes premios estatales de concursos escolares, te graduaste con honores en la secundaria, obtienes las mejores notas en tu carrera, has sido cuadro de honor desde que ingresaste, pero, ¿Eres una perdedora? Perdona, pero no te comprendo el concepto.

-No me refiero a eso.

-Entonces. -Achica sus achinados ojos formando una línea, que casi me hace reír.

-Recuerdas al chico que dijiste que era un adonis.

-Como no recordarlo. - Se muerde el labio inferior.

-Bueno está en una clase conmigo.

- ¿Qué? - Su grito casi me deja sorda. - ¿Y cuándo pensabas decírmelo?

-Lo estoy haciendo, por si no lo notas.

-Sí, bueno. – Revolea los ojos. - ¿Qué hay con él?

Le conté todo con lujo de detalles, desde mi carrera olímpica, mi choque con Efraín y lo sucedido en el salón de clases, guardé silencio para ver su reacción.

- ¿Estás de broma? ¿Dime que de verdad no actuaste así?

Asentí con la cabeza avergonzada y bajé la mirada.

-Hay Tam. -Me toca el cabello con cariño, deja salir un suspiro.

-Por eso rompí el espejo, al mirarme contemplé mi reflejo y.... _Dejé la frase sin concluir.

- ¿Qué haré contigo? -Me cuestiona.

-Quererme mucho. -Le hago pucheros.

-Ya te quiero tonta. Y dime algo ¿Qué debía mi regalo de cumpleaños? Si no te gustó solo tenías que decírmelo.

-Oh Dios perdona. -Cubro mis ojos con mis manos. -Agarré lo primero que tuve a mano, lo lamento.

En realidad, amaba esa taza, nos tomamos una foto juntas haciendo muecas y Mei la llevó a un estudio fotográfico para que la pusieran en la jarra.

-No hay problema, conseguiremos otra. - Me abrazó por los hombros y me llevó a su lado, apoyando mi cabeza en la hendidura de su cuello, me besó en la cabeza.

-No sé qué haría sin ti. -Le digo sinceramente.

-Sí, lo sé. Pero dejémonos de cursilerías, ¿Quieres palomitas? Las compré dulces.

- ¿De verdad? -Agrego conmovida, ella las prefería saladas, extra mantequilla, pero yo amaba las de canela.

- ¿Qué me dices si nos preparamos chocolate con malvaviscos? consumamos azúcar hasta que nos dé un coma diabético y nos olvidamos de este día.

-Me parece perfecto. -Le sonreí.

-Bien, manos a la obra. -Nos dirigimos a la cocina.

Al día siguiente me bañé, lavé mi cabello y lo dejé suelto para que se secara. Llegué a la cocina y el olor a huevos me revolvió el estómago, sentí unas enormes ganas de vomitar, y no me hice esperar, apenas me dio tiempo de llegar al baño.

-Cariño ¿Qué sucede? -Mei toca la puerta, quiere entrar, pero la he cerrado con pestillo. -Tam déjame entrar.

Vuelvo a arquearme y vomito una mezcla de saliva y bilis, de verdad desagradable y deja en mi paladar un sabor amargo.

-Creo que después de todo no ha sido tan buena idea que comiéramos todo ese dulce anoche. -Luego de las palomitas y el chocolate, nos comimos un bote de helado de vainilla con jarabe de maple.

-Mejor quédate en casa. -Me aconseja.

-No puedo faltar empezando semestre.

-Estás enferma, hazme caso por una vez en tu vida. -Me regaña.

-No lo haré, ya estoy mejor. -Mentí me sentía mareada y con la vista borrosa.

-Como quieras, ya no eres una niña, tú sabrás.

Escucho sus pasos alejarse, de haber sabido lo que sucedería ese día, le hubiera hecho caso a mi amiga. Nota para mí misma, comprar una bola de cristal para adivinar el futuro.

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