CAPITULO 25
Al despertar, a regañadientes me arrastré fuera de la cama, cuando vi la hora casi me dan tres infartos seguidos, era tardísimo. Me alisté a la velocidad de la luz, salí y vi a Mei sosteniendo su taza de café.
-Mei no has visto la hora. -Le señalo el reloj de pared. Ella perezosamente levanta la vista y bosteza.
-Sí, ¿Y? -Su mano reposa bajo su mentón.
-Universidad, clases, llegada tardía. -Le señalo como algo obvio.
-01 de mayo, Día del Trabajador, feriado, ¿A qué te suena eso? -Vuelve a bostezar.
- ¿Es primero de mayo? -Consulto con alivio.
-Todo el día. -Termina su bebida y se levanta para lavar la taza. -¿Verás a Efraín hoy? -Consulta.
-No lo creo. -Recuerdo todo lo ocurrido anoche y las ganas de llorar regresan.
- ¿Qué hiciste Tammy? -Me fulmina con la mirada.
-Creo que anoche Efraín me terminó. -Sollocé.
- ¿Y por qué haría eso? Que yo sepa no hay motivos ¿O sí?
-No me regañes por favor.
- ¡Carajo! -Exclama malhumorada. - ¿Qué pasó?
Le conté lo sucedido paso por paso, escuchaba atenta, sabía que no me libraría de una reprimenda.
-No puedo más contigo, de verdad que no. -Levanta los brazos dejando salir el aire, poniendo los ojos en blanco. -Sí quieres ponerte como la víctima, hazlo, compadécete, enciérrate en esa burbuja tuya, siéntete miserable, porque sabes qué, te lo mereces.
Sin más, se fue a su habitación y yo me quedé helada, asimilando la información recibida. Todo lo dicho es cierto, ¿Qué está mal conmigo?
Tomé el celular y busqué su número, nada más debía tocar sobre su nombre y era todo. Mi tembloroso dedo quedó a centímetros de la pantalla. No puedes tener miedo toda la vida, me reproché a mí misma.
Lo llamé, el primer ring sonó, el segundo y luego el tercero. No me contestaría, estaba a punto de colgar cuando su voz resonó al otro lado, el corazón amenazó con salirse de mi boca.
-Hola. -Lo saludé con la voz entrecortada.
-Hola. -Contestó cortante.
-Gracias por atender mi llamada.
- ¿Qué necesitas Tammy?
-Hablar. -Su frialdad dolió.
Guardó silencio unos segundos.
-Efraín por favor. -Se me quebró la voz odiándome por ser tal débil.
-Ya sabes lo que pienso. -Dejó ir en un suspiro.
- ¿Puedes venir? -Esperaba que dijera que sí.
-Sí. -El color volvió a mi rostro.
-Le diré a Mei que cocine arroz cantones.
Era su preferido, lo oí sonreír y me alegré de suavizar un poco las cosas.
-Tengo que atender unos asuntos antes, llegaré en la tarde, como a la 1:00 p.m.
-Te espero.
Cuando terminó la conversación me dirigí a la recámara de Mei, abrí la puerta y la encontré tendida sobre su cama.
- ¿Qué quieres? -Coloca la almohada sobre su cabeza.
-Efraín vendrá, le dije que harías arroz cantones.
- ¡Estás loca! -Se sienta sobre la cama. -La alacena está vacía, hay que ir de compras ¿A qué hora viene?
-Tipo 1:00 p.m.
- ¡Demonios! -Se lanzó de la cama y empezó a mudarse en tiempo récord, tomó su bolso y después de darse un último vistazo al espejo me dijo: -Te toca ordenar un poco el apartamento y por lo que más quieras, no la cagues con Efraín.
Salió apresurada, me quedé unos momentos pensando en su advertencia. Debía superar mis temores, era eso o perderlo, y la segunda opción no me gustó.
Recogí las cosas dispersas, sacudí por encima, acomodé aquello fuera de lugar, arreglé la cama de Mei y traté de ordenar un poco su cuarto, pero necesitaría al menos un mes para lograr este cometido, preferí cerrar la puerta. Cuando terminé, me senté en el sillón y el celular de Mei comenzó a sonar, la muy despistada lo olvidó. Me acerqué y vi el nombre de Mike en la pantalla. No contesté, idiota, no se daba por vencido, por qué no la dejaba en paz de una buena vez.
Alguien tocando la puerta me exaltó, me asomé por el lente de la puerta y retrocedí al comprobar de quién se trataba.
-Abre Mei. -Golpeaba con rudeza.
-Vete. -Le grité, tapando mi boca de inmediato, tonta Tam.
-Tammy, abre, solo quiero hablar con Mei, lamento lo del otro día.
-Ella no está. -Ahora sí tendría una charla con el gerente del edifico, el portero nuevamente no nos consultaba sobre nuestro visitante.
-Sé que está ahí, abre. -Forcejea con la perilla.
-Se fue temprano, no sé a qué hora regresa.
-Mentirosa. -Golpea la puerta y me petrifico, repite la acción, escucho la puerta rechinar, no resistirá.
-Llamare a la policía. -Le indico, sujeto el celular y marco el 911.
-911 ¿Cuál es su emergencia? -Me responden.
La puerta se abre y un furioso Mike se lanza contra mí quitándome el celular e impactándolo sobre la pared.
- ¿Qué intentabas hacer perra? -Me abofetea con tanta rudeza que caigo sentada. -Mei. -La llama, al no encontrarla, su cara se descompone.
-Te dije que no estaba.
Se aproximó a mí y tomándome del cabello, me levantó.
- ¿Dónde está? -Me exige.
Yo solo lloraba horrorizada, no podía contestar.
-Déjala. -La voz de Mei nos hizo voltear a ambos. -Suéltala Mike ahora.
Coloca las bolsas en el desayunador, su mirada es asesina.
-Ahí estás. -Afloja su agarre, pero pierdo el equilibrio y el suelo me recibe de nuevo.
- ¿Te drogaste verdad? Tienes los ojos vidriosos. Sal de aquí Mike, ahora. -Eleva el tono de voz.
-No hasta que me escuches, lo de Verónica no significó nada.
-Mira si eres cínico. -Me vuelve a ver. - ¿Estás bien cariño? -Me consulta. -Yo asiento sin atreverme a mover.
-Contaré hasta tres y si no te has ido te patearé el trasero, sabes que lo haré, a mí no me intimidas, maldito acosador.
Mei se le planta con los brazos cruzados, mirándolo fijo, puedo ver su labio temblar, pero es de la ira que trata de controlar.
-A mí no me hablas así. -Le gritó Mike.
-Ah sí ¿Y qué harás al respecto? -Lo amenaza.
Mike intenta golpearla, pero ella lo esquiva con agilidad, el hombre se abalanza en su contra, Mei lo recibe con un certero golpe en el abdomen sacándolo el aire.
-Tengo dos hermanos mayores imbécil, me enseñaron a defenderme en caso de que cretinos como tú intentarán propasarse. Me das asco.
El intercomunicador suena y ella atiende.
-Sí claro, déjalos pasar. Si así fueras de eficiente siempre. -Le cuelga. -La policía está aquí, a ver que les dices.
Mike se enderezó aun sosteniendo su estómago, mirando a mi amiga de una manera que no me agradó.
Dos oficiales ingresaron, uno me ayudó a levantarme y el otro averiguó qué ocurría. Agradecía a la operadora de emergencias por enviar a corroborar, aunque la llamada se cortó.
¿A ver cómo se libraba Mike de esta? el tipo no era de mi agrado, pero ni en mis sueños más locos, imaginé que, además, era maniático depresivo y agresor.
Los vecinos se aglomeraban en la puerta, ahora sí aparecían, brillaron por su ausencia cuando se les necesitó.
Los oficiales tomaban nuestra declaración. A Mike lo tenían es un rincón esposado, mi mundo se iluminó cuando lo vi entrar. Efraín analizó el panorama y su ceño se frunció. Mi novio estaba conmigo y por alguna razón extraña, me sentí segura.
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