CAPITULO 13
Al día siguiente evité a Efraín. Por suerte solo coincidimos en la clase de profesor Harrison. La única hora en que lo vi ha sido en el almuerzo, estaba rodeado de sus amigos y por supuesto Kelly estaba con él, parecía un tatuaje pegado a su piel.
- ¿Te vas a comer eso? -Mei señala mi ensalada. Tengo cinco minutos de estar liquidando con la mirada a Kelly, si es que eso es posible.
Con la mano arrastré el plato hacia ella y con el tenedor comenzó a devorarlo. De todos modos, había perdido el apetito.
-Sabes, si la ves un poco más puede que a Kelly le salgan pelos en las orejas. -Expresó mi amiga con la boca llena.
-Puedo ver tu comida, cierra la boca cuando comas.
-Como sea. -Se toma dos tragos de su gaseosa. -No soy tonta, sientes celos porque Kelly está interesada en Efraín.
-Por favor. -Pongo los ojos en blanco. -Apenas están tal para cual, él es un adonis y ella su afrodita, son la pareja perfecta. -No me doy cuenta que retuerzo la servilleta que sostengo en mi mano.
-Ajá. -Contesta mi amiga achicando sus ojos.
- ¿Qué se supone significa ese ajá? -Consulto.
-Tammy, eres mi amiga y te quiero, pero a veces me dan unas tremendas ganas de abofetearte.
-De manera metafórica. -Replico.
-No Tam, de manera literal, y no me veas así, yo no soy la del complejo topo.
- ¿Complejo topo? ¿Qué se supone significa eso?
-Te escondes en las entrañas de la tierra cuando te sientes atemorizada por algo que consideras te lastimará. Escucha yo no soy la psicóloga aquí, pero tienes grandes problemas de autoestima y quién sabe cuántos más.
-Ah perdona, ahora eres experta en analizar personas.
-Sabemos donde comenzó todo. -Añadió cabizbaja.
-No te atrevas. -Espeté de verdad molesta.
-Por qué no lo admites, tú no eras así, cuando teníamos cuatro años eras alguien muy diferente.
-Ya dejamos atrás la niñez Mei, deberías de igual manera olvidar el pasado.
-Eso te digo yo. -Hizo la bandeja de comida a un lado.
-Hola chicas. -Glenn se sentó en nuestra mesa.
- ¿Y tú eres? -Mi amiga preguntó.
-Glenn -Respondió el aludido dando por un hecho que Mei lo sabía.
- ¿Quién? -Frunció el ceño.
Lo volví a ver como indicándole" Te lo dije"
- ¿De verdad no me recuerdas? -Lucía consternado.
-Oh sí. -Expresó ella como acordándose. Una chispa de esperanza vislumbró en el rostro de Glenn. -Eres el amigo de Tammy, el que nos atendió en el restaurante. -Pude notar como la expresión de alegría se fue de su cara.
-No, quiero decir sí, pero ¿Te acuerdas en el Club?
Fulminé a mi ex compañero de clase con la mirada, pero no pareció importarle.
- ¡Oh por Dios! Sí hice algo vergonzoso, ¿Es eso verdad? Sabía que me lo ocultabas. -Me recrimina.
- ¿Qué? -Interrogué contrariada.
- ¿Qué fue lo que hice dime? -Mira suplicante a Glenn.
-No nada. -Contesta él con cierto aire de decepción. -Bailamos juntos, es todo. Me dijiste que bailaba muy bien.
- ¿En serio? Qué pena, me dan grandes lagunas mentales cuando me excedo con la bebida.
-No te preocupes. -Se levanta y nos sonríe a medias.
-Que chico más extraño. -Susurra Mei en mi oído cuando Glenn se va.
-Es como yo. -Lo digo tan bajo que siento que es más para mí que para ella.
- ¿Iremos al juego mañana verdad?
-Tengo mucho que estudiar.
-No estamos en exámenes.
- ¿Y qué? Se aproximan, faltan dos semanas, tengo beca lo olvidas, no puedo darme el lujo de perderla por malas calificaciones.
-Es un pretexto muy pobre Pequeño Salta Montes.
- ¿Estás viendo otra vez Kung-Fu cierto?
-No yo, es Mike, está llevando clases de artes marciales así que ve la serie para estudiar los movimientos del protagonista.
-Te quedaste dormida cuando vimos El Tigre y el Dragón. -Hago la observación.
-Sí bueno, le estoy tomando el gusto.
No añadí nada más, mi amiga cuando se trataba de su novio era un caso perdido.
-Hola señoritas.
Esa voz activó la señal de alerta en mi organismo, el corazón comenzó a bombear con más fuerza.
-Hola Efraín hablábamos de ti. -Expresa Mei con total naturalidad.
-Ah sí ¿Y qué hablaban? -Inquiere.
-Conversábamos sobre el juego de basquetbol. -Ella sonríe a sus anchas.
Puedo ver de reojo a Kelly y la manera en que nos observa, me retuerce los ojos amenazantes. La ignoro, como acostumbro hacerlo.
- ¿Van a ir a apoyarnos verdad?
-Yo sí, por otro lado, Tammy tiene mucho que estudiar. -Lo dice para comprometerme y siento como mi cara toma un color escarlata.
-Ya no es un proyecto, sino estudiar. No te voy a obligar a ir, pero me gustaría que pudieras acompañarnos, sería muy importante para mí. -Dice Efraín metiendo sus manos en las bolsas de su jeans.
Lo miré directo a esos ojos turquesa que denotaban cierta decepción.
- ¿Para qué me quieres ahí?
-Prometí dedicarte cada bola que encestara.
-Lo pensaré. -Recogí mis cosas y me levanté sin darle oportunidad de agregar nada. Logré escuchar que Mei le decía: -Dale tiempo. Fue lo último que oí porque, como la topo que soy, me fui a esconder en mi madriguera.
Pasé de mal humor el resto del día, apenas e intercambié alguna palabra con Mei de regreso. Para colmo de males Mike llegó en la noche lo que aumentó mi disgusto, me encerré en mi recámara.
Me acomodé en la cama y saqué el viejo y desgastado álbum de fotos, recordando a mi hermano, lo extrañaba tanto. Él siempre cuidó de mí, fue el único que me creyó cuando....... lo cerré de golpe, lo lanzó con fuerza contra la pared y comencé a llorar sumergiéndome en la almohada para que no me oyeran.
Ese vacío en mi pecho se incrementó, el aire comenzó a faltarme. No, no por favor ahora no, respiraba acelerado tratando de oxigenar mis pulmones, pero era inútil. Todo el lugar empezó a dar vueltas, estaba teniendo una crisis.
Como pude me incorporé cayendo con rudeza al suelo, mis piernas no me sostenían, me arrastré hasta llegar a la puerta, me alegraba no haberla cerrado con llave.
-Mei. -La llamé saliendo mi voz en un susurro. -Mei. -Intenté de nuevo, logrando apenas articular la frase.
La puerta se abrió para mi alivio y una asiática con rostro descompuesto de preocupación me recibió.
-Tammy. –Se hinco sosteniendo mi cabeza sobre su regazo. -En el refrigerador hay jugo de naranja, tráeme un vaso. -Le indicó a Mike, que sin objetar corrió a cumplir la orden.
-Resiste. -Murmuró al tiempo que gritaba: -Date prisa.
Mike ingresó con el vaso en la mano y Mei lo colocó en mi boca. _Tómalo Tam.
Quería hacerlo, pero sentía náuseas y el estómago revuelto.
-Tammy Whitman traga el maldito jugo o lo empujaré con un embudo hasta que lo hagas.
No sé si fue su amenaza, pero el líquido comenzó a deslizarse en mi interior, poco a poco mis músculos se relajaron hasta que aquella horrible sensación desapareció por completo.
-Mike puedes dejarnos solas, te veré mañana.
- ¿Ella estará bien? Esta muy pálida.
-Padece de presión baja, cuando se descompensa sucede esto, un poco de dulce bien condensado y la tenemos de vuelta.
- ¿Segura que quieres que me vaya? -Su tono de voz denota angustia de su parte, lo que me sorprende.
-Sí, no es necesario que te quedes. -Responde, alegrándome que quedemos solas.
Mike por fin se va, y Mei me ayuda a recostarme sobre la cama. Levanta el álbum que está desparramado, se desprendieron varias páginas. Toma una foto que se ha salido y la observa poniéndose su vista cristalina.
-Mei. -La llamo, acercándome para notar que es la foto de mi hermano, de un viaje que hizo a Italia como mochilero, su sueño al cumplir los dieciocho. Se encontraba frente a la Torre de Pisa.
-Se ve tan feliz. -Unas traviesas lágrimas se resbalan por sus mejillas.
La rodeo con mis brazos por detrás y ella solloza pero no derrama una lágrima más.
-Le prometí a tu hermano que cuidaría de ti, pero no me la estás poniendo fácil.
-Lo lamento. -Confesé sintiéndome mal.
-La cena pronto estará lista. ¿Cómo te sientes?
-Mejor. -Contesté al tiempo que retiraba la foto de su mano.
Ella sonríe sin ganas y deja escapar un suspiro, mientras se va a la cocina.
Mi familia no fue la única que sufrió la muerte de Joseph mi hermano, Mei y él estaban juntos, a pesar de ser Jo mayor. Ella siempre estuvo enamorada de él, y cuando mi hermano la notó, enfermó y murió, creo que nunca lo superó, y desde entonces solo se involucra con perdedores.
-Tammy la cena está servida. -Escucho la voz de Mei avisándome. Guardo lo que quedó del álbum luego lo repararía, cierro la puerta del cuarto y me dirijo a la cocina.
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