🌼Prefacio🌼
Mis pies dolían, sentí como mis zapatillas rozaban la piel, de seguro obtendría unos cuantos callos el amanecer. Pero eso, realmente me importaba poco, era la menor de mis preocupaciones ahora. Tan solo quería abrir un gran hueco en el suelo y enterrarme, o que la tierra simplemente me tragara y olvidara escupirme, así dejaría de existir, y quizás, solo quizás dejaría de pensar y sentir.
Subo el cierre de mi suéter hasta el cuello e introduzco mis manos en los bolsillos para entrar en calor. Expulso el aire y retomo mi caminar por el centro de la ciudad.
Las cosas a mi alrededor dejan de tener sentido cuando mi mente vuelve a recordarme lo que pasó horas antes. Mis ojos escuezan pero me prohíbo soltar una lágrima más, no puedo seguir haciéndolo, llorar por alguien no hará que regrese y mucho menos necesito llorar por alguien que no lo vale.
Aprieto mis manos y estrujó la tela del suéter en el acto, camino un par de calles más hasta alejarme de cualquier transeúnte curioso. Giro en una esquina y entro en un pequeño callejón sin salida, recuesto mi espalda de la pared y dejo que las lágrimas salgan sin control.
Soy una estúpida, una insensata, me prometí no volver a llorar y es lo que estoy haciendo. No tengo el valor para dejar el dolor a un lado, ni la fuerza necesaria para acabar con todo esto y seguir con mi vida.
El dolor no se va, sigue persistente ahí en mi pecho e incluso, con cada segundo que pasa incrementa más, presionando y asfixiándome, sin poder dejarme respirar con normalidad, lo único que puedo hacer para soportar ese dolor es llorar, es la única manera que encuentro de poder dejarlo salir y mantenerme a flote aunque parezca que en cualquier momento me derrumbare.
Subo una de mis manos hasta mi boca e intento acallar los sonidos de dolor, frustración y desesperación que quieren salir de mí. Cierro mis ojos y presiono con fuerza esperando que las lágrimas cesen pero pasa todo lo contrario, es como si mi presión solo sirvió para hacerlas aparecer aún más.
¡Soy una estúpida!
¡Soy una estúpida!
¡Soy una estúpida!
Me repito constantemente, quizás mientras más lo haga en algún momento mi cuerpo reaccionara y dejará de llorar al darse cuenta de que lo que estoy haciendo solo me esta haciendo ver como una estúpida que está arrepentida de sus decisiones.
Recuesto mi cabeza también de la pared y me coloco a observar el inmenso cielo repleto de estrellas, lo que fue un grave error porque nuevas lágrimas deciden volver a invadir todo mi rostro sin piedad. El dolor se hace más intenso, como si estuviesen desgarrando poco a poco mi corazón hasta hacerlo sangrar, dejándolo totalmente herido, destrozado y sin ganas de seguir latiendo. Eso último sería lo mejor, que mi corazón dejara de latir, me produciría una muerte quizás dolorosa pero rápida, así no tendría que seguir sufriendo, no tendría que hacerlo nunca más.
No sé cuantos minutos pasaron cuando sentí mi rostro enfriarse y secarse, ni sabía con exactitud la hora que era, mi celular se había quedado sin batería hace un par de horas atrás, estuve caminando sin rumbo fijo por un largo rato, tanto que mis pies dolían y mis ojos ardían por tanto llorar, mañana tendría que usar más maquillaje para poder tapar toda la hinchazón y las ojeras que sé con seguridad harán acto de presencia.
Paso la manga de mi suéter por mi rostro y sorbo por la nariz antes de decidir retomar el camino. Las calles están empezando a quedar desoladas, claro indicio de que es demasiado tarde para seguir vagando por las calles en plena noche. Tomo el camino con dirección a mi departamento e intento ordenar un poco el revoltijo de pensamientos que me atosigan con cada segundo que pasa.
El departamento que alquile queda realmente céntrico, así que no debo de preocuparme en agarrar un taxi porque tan solo camino otro par de cuadras y en lo que menos canta un gallo estaré en mi solitaria habitación, ahogándome de nuevo en el dolor y la desdicha.
Saco las llaves del departamento y cuando estoy apunto de subir las escaleras de la entrada mis piernas se detienen por si solas, provocándome un ligero tambaleo del que logro recuperarme rápidamente.
Mis ojos viajan por la persona frente a mí, recorriendo cada una de sus facciones, detallando perfectamente sus ángulos, cerciorándose de que lo que estoy viendo no solo es producto de mi imaginación.
Doy un paso al frente, él aún no se ha percatado de mi presencia, tan solo mira distraído sus manos mientras las retuerce sin parar. Me permito observarlo un poco más, mi corazón comienza a latir frenéticamente, tanto que puedo sentir que en cualquier momento saldría de mi pecho en busca de su amor.
—¿Qué haces aquí? —mi voz sonó más dura de lo que creí.
Él suelta un respingo, confundido dirige su mirada hasta mí, recorre con parsimonia mi rostro y cuerpo, como si necesitara cerciorarse de que estoy bien.
—¿Qué haces aquí? —vuelvo a preguntar al no obtener respuesta de su parte.
Él me observa con pesar, sus ojos están rojos y el marrón de sus pupilas ya no tiene ese brillo hermoso de felicidad que lo caracteriza. Se levanta de las escaleras y sin dejar de observarme ni por un segundo responde finalmente.
—Yo... Yo estoy esperando por ti. —su voz suena apagada, carente de alguna emoción. Como si ya nada tuviera sentido para él— Necesitaba saber que estabas bien.
Verlo de esa manera, tan triste y desesperado me hizo darme cuenta de que en realidad no era la única que estaba sufriendo con todo esto. Tuve que recoger el poco valor que me quedaba para no lanzarme a sus brazos y terminar perdiendo la poca dignidad que me queda.
—Estoy bien así que ya puedes irte. —paso por su lado e intento subir los escalones pero él rápidamente me detiene.
Cierro los ojos y suspiro, mi cuerpo reacciona voluntariamente como cada vez que él me toca, una corriente recorre desde mi brazo hasta extenderse por todo mi cuerpo, me suelto de su agarre y tomo distancia porque sé que no podré soportar tanta cercanía ni mucho menos soportare uno de sus toques.
—Oliv...
—¡NO! —respondo rotunda.
Necesitó alejarme, necesito estar lejos de él o todo empeorará. Sé que él encontrará la manera de hacerme cambiar de opinión y no quiero caer, no puedo darme el lujo de correr nuevamente hacía sus brazos porque todo estaría perdido, yo estaría perdida y no habría marcha atrás.
—Sabes que necesitamos hablar.
Lo sé, pero por ahora no quiero. No estoy preparada. Ya es más que doloroso para mi tener que decirnos adiós.
—Este no es el mejor momento para eso.
Él supo entender mis palabras porque asintió sin decir nada más y se alejó. Terminé de subir los escalones y antes de entrar al portal su voz me detuvo nuevamente.
—Lamento que todo haya terminado de esa forma, Olivia. Pero sabes que te amo y siempre te amaré.
Una lágrima rebelde recorre mi mejilla, la limpio rápidamente, no puedo darme el lujo de que él me vea llorando, no puedo permitirlo, ni mucho menos flaquear ante esas palabras.
—¡Adiós, Liv!
Suspiro y entro sin mirar atrás, no hago amago de llamar el ascensor, tan solo subo corriendo las escaleras hasta el tercer piso, abro como puedo la puerta de mi departamento y la cierro recostándome en ella.
—¡Adiós, Jayden! —susurro a la nada.
Las lágrimas vuelven a aparecer y esta vez no intento contenerlas, solo las dejo ser libres, necesito llorar hasta más no poder, hasta quedarme sin una sola lágrima más, hasta ya no sentir más dolor. Porque duele demasiado, y sé que seguirá doliendo por mucho tiempo.
Amar puede ser doloroso, pero más doloroso es decirle adiós a la persona que más amas.
🌼🌼🌼
¡Hola! No olviden guardar esta historia en sus bibliotecas si les llamó la atención... Los quiero.
Besos con sabor a nuevos sueños.
~Girle.
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