🌼3-Un café, unos brownies y un pastel helado, por favor.🌼

La semana ha transcurrido con lo que supone ser una normalidad que involucra un gato aristocrático y una amiga maniática con complejos de exorcista, sin contar con una jefa malhumorada y un chico de ojos café con unos intereses un tanto extraños.

Sí, se podría decir que mi semana fue lo que se podría decir relativamente normal, con algunos percances y contratiempos propios de la vida.

—¿Crees que ese está bien? —me pregunta el hombre barbudo y fortachon de casi dos metros, señalando el conjunto que tengo en mis manos.

Asiento convencida y coloco mi mejor sonrisa de mujer vendedora que quiere que el cliente se lleve la prenda.

—Es más que perfecto. Según lo que me ha dicho de su esposa, es una mujer que ama la moda y verse bien, es por eso que este conjunto no solo realzara su belleza y feminismo sino que también la hará sentirse a gusto. —Levanto un poco el conjunto para que él pueda detallarlo y así mis palabras surtan el efecto deseado— Sin contar con el hecho de que este conjunto es uno de los últimos modelos más hermosos y buscados, es una suerte que aún nos quedara este y tengo la seguridad de que no lo habíamos podido vender porque era exclusivamente para su esposa.

Creo que debería dejar de ver tantos programas de moda.

Juntarme con hombres desde que era una niña me ha servido de algo, aprendí a convencer a la gente con palabras bonitas. Mis amigos y hermanos tienen mucha fluidez y soltura a la hora de hablar con las personas, y poco a poco tuve que ir aprendiendo a ser un poco más como ellos.

El hombre soltó un gran carcajada y me miró con sus grandes y profundos ojos oscuros. Me siento ahora como una tonta.

—No sé si sea cierto lo que me dijiste pero debo decir que me convenciste —su sonrisa fue realmente contagiosa— ¡Me lo llevaré!

¡Bien! Un punto para mí.

—¡Perfecto! Entonces pase por la caja registradora por favor.

Llevo el conjunto hasta el mostrador y suelto las prendas de los ganchos para poder doblarlas.

—¡Buenas tardes, Señor! —habla mi jefa de forma muy animada. Al parecer si tendrá su cita hoy en la noche porque toda la mañana la pasó con una cara igual o peor a la del grinch.

—¡Buenas tardes! —responde el hombre sonriendo.

—¿Decidió por fin llevarse uno de los últimos conjuntos que nos queda de la nueva colección? —le pregunta.

—Sí. —asiente— pero debo decir que todo fue gracias a su empleada. —me mira de reojo y yo sonrío— Esta mujer usa palabras que saben convencer a cualquier cliente.

Mi jefa sonríe complacida por las adulaciones de este hombre. Ella ama que sus clientes se sientan bien atendidos y aún más el recibir buenas críticas con respecto a sus dos trabajadoras.

Dejé las cosas en el mostrador y me alejé, dejando que mi jefa se encargara del cobro y todo lo demás. Chiara estaba atendiendo a unos clientes así que me tocó a mi ser quién desmontaba unas prendas de un maniquí para montar unas nuevas.

En todo el rato que estuve armando y desarmando los maniquí, Chiara se encargó de atender de manera rápida y estratégica a cada clienta que llegaba, por eso, cuando terminé mi trabajo mi jefa se dirigió a mí siendo la única que estaba desocupada en ese momento.

—Olivia, querida. —llamó mi atención. Suspire y caminé hacia el lado del mostrador donde ella se encontraba— Necesito que por favor vayas al nivel feria y compres unos doscientos gramos de los recortes de brownie que venden en Cookie Shop... Ah, y tres cafés con leche por favor, necesitamos algo de azúcar en nuestro organismo para seguir aguantando la tarde que nos espera.

Asentí tomando su tarjeta y los datos que me tendió. Salí de la tienda y caminé hacia las escaleras mecánicas para ir al piso de abajo en busca de la orden de la señora Mónica.

Chiara y yo llevamos tan solo un año trabajando para Mónica, y aunque esa mujer de vez en cuando parezca ser la reencarnación humana de la esposa de Chucky, otras veces suele ser muy paciente y quizás un poco cariñosa. Tanto mi amiga como yo nos acostumbramos a sus inestables cambios de humor que ya sabemos manejarla cuando está de mal humor y a llevarla cuando esta de muy pero muy buen humor, que resulta ser aún más intensa que en sus peores días.

Gruño internamente al darme cuenta de que hay una gran fila para comprar en Cookie Shop. Me coloco al final de la misma y saco el celular de mi bolsillo para tomar una foto y enviársela a mi jefa como prueba del por qué me voy a tardar demasiado en esta tienda así ya luego no tendré que escuchar unos de sus regaños o sermones. Ella tan solo me responde con el sticker de una manito con el pulgar arriba y yo respiro aliviada. Esta mujer en serio quiere comer brownie para no colocarse realmente molesta, o en realidad creo que algo bueno por fin le sucedió hoy.

Cookie Shop es una de las pocas tiendas del centro comercial en el que hacen los mejores brownies y pastel de helado que pueda existir, sin contar con que sus cafés con leches tienen un sabor impresionante, yo aún me sigo preguntando cual será su secreto, porque es que para mí todos los café con leche siempre me sabían igual hasta que vine y probé los de acá, desde ese día ya no pude pensar igual.

Abro la aplicación de juegos de mi celular y elijo el de A pensar, ese juego tan solo decidí descargarlo hace dos días y ya me tiene completamente enganchada. Observo las cuatro imágenes que me presenta el nivel y trato de hacer funcionar cada una de mis neuronas para intentar acertar la palabra.

¿Qué tendrán en común el mapa de estados unidos hecho con agua, unos cubos de hielo, unas fotografías de una ecografía y el agua evaporándose en el lago?

¿Qué significarán esas cuatro imágenes?

Puedo ver como los engranajes de mi cerebro comienzan a moverse con más rapidez intentando encontrar la palabra adecuada.

Miro una y otra vez cada imagen con detalle para no perderme de nada.

Mis neuronas están echando humo.

Cuatro imágenes, una palabra.
¿Cuál será?, ¿Cuál será?

—Estado. —pegué un pequeño brinco del susto.

Giré mi rostro aún asustada y me quedé estática al darme cuenta de quién fue el intruso que me asustó.

—¿Perdón? —creo que hasta acabo de parecer una completa tonta.

—Estado. —vuelve a repetir y yo lo miro sin saber a qué se refiere. Él sonríe al ver mi gesto de no que no entiendo absolutamente nada y señala mi celular— La respuesta es estado.

Miro mi celular y luego hacia él.

—¿No se supone que nunca debes fisgonear el celular de alguien más? Podría haber estado teniendo mensajes hot con mi novio y tú pudiste haberlos leído. —me quejo como si de verdad tuviese novio y hubiese hecho algo así.

Él se encoje de hombros un poco apenado y es aquí donde quiero darme de bruces contra la primera pared que encuentre.

—¡Lo siento! —se disculpa y yo tan solo quiero morir de vergüenza— Es solo que estabas tan distraída que llegaste a mencionar dos veces cuál sería la respuesta y yo solo tuve curiosidad.

—¿Dije eso en voz alta?

Él asiente.

—Dijiste: ¿Cuál será? ¿Cuál será? Así que yo decidí ver de qué hablabas.

¡Dios! Trágame tierra y olvídate de escupirme por favor.

—¡Oh!

Muerdo mi labio ligeramente y escribo la palabra "estado" en el juego y efectivamente sí es la palabra correspondiente.

—¡Gracias! —le digo a Jayden quién me observa sonriendo— Sí era estado. —menciono señalando el teléfono.

Él asiente y mete sus manos en los bolsillos delantero de su pantalón.

—Lo sé. Te lo dije. —comenta muy seguro y sobrado.

Bufo y ruedo los ojos incrédula.

Me enfoco en el juego y esta vez los siguientes tres niveles son más fáciles de acertar. La cola avanza poco a poco y cuando no logro descifrar la próxima palabra salgo frustrada del juego y comienzo a revisar los mensajes de whatsapp para no terminar estresándome, odio tener que hacer cola por algo y que esta no avance para nada.

—Ahora si creo que vas a enviarle mensajes hot a tu novio. —me susurra al oído sobresaltándome por segunda vez en menos de veinte minutos.

Lo miro de reojo antes de bloquear mi celular y colocar toda mi atención en él.

—Definitivamente necesitas dejar de fisgonear en el celular de alguien más. —coloco una mano en mi cadera y con la otra lo señalo aún con mi móvil en mano— Es de mala educación, ¿lo sabías?

Él sonríe mostrando una perfecta y alineada dentadura completamente blanca. Un pequeño hoyuelo aparece en el lado izquierdo de su mejilla, no lo había detallado hasta ahora.

Debo decir que su sonrisa es realmente atrayente, supongo que debe de ser su más hermosa cualidad.

—No me arrepiento. —responde encogiéndose de hombros— Debo decir que es muy gratificante y divertido ver como pones toda tu concentración en un juego o arrugas tu frente cuando lees algún mensaje.

—¿Estas espiándome? —pregunto, incrédula— Porque si es así podría denunciarte por acoso a la privacidad.

Jayden suelta una risa ronca que hace que los vellos de mi cuerpo se ericen de una buena manera.

—Soy inocente de cualquier cargo del que se me quiera inculpar —responde colocando una hermosa sonrisa ladina— A menos que seas tú quién me arreste, entonces podría quizás hacerme culpable de cualquier cargo, incluso de los que no soy responsable. —su voz tomó un ligero toque de sensualismo al final que fui capaz de percibir con mucha facilidad.

Enarco una ceja y sonrío provocativamente.

—Señorito Jayden, ¿usted está coqueteando conmigo?

¡Miércoles! ¿Dónde se supone que quedó mi prudencia en estos casos?

Jayden sonríe haciendo que mis ojos vaguen inconscientemente hacía su boca, vislumbrando esas dos líneas gruesas y rosadas, imaginándome como sería besarlas y... ¡Dios, no! No vayas por ahí, Liv.

—Puedes tomarlo como tú quieras.

¡Oh! ¡Santo Cielo!

Me dispongo a responder cuando escucho el "siguiente" de la chica que atiende en Cookie Shop y me doy cuenta de que ya es mi turno. Reacciono lentamente y camino hacía el mostrador. Observo los diferentes dulces y galletas que tienen en la vidriera.

—¿Podrías por favor darme doscientos gramos de los recortes de brownie y tres cafés con leche? —llevo mi vista hacia la chica esperando que tome mi pedido pero está totalmente distraída en algo más, ignorándome completamente.— ¡Hey! —intento captar su atención— ¿Podrías tomar mi pedido? —esperaba que al menos se disculpara y me prestara atención pero su concentración estaba en algo detrás de mí.

Enfadada giro mi cuerpo para saber que cosa estaba haciendo que me ignoraran peor que mi crush de la escuela y es cuando me doy cuenta de que en realidad no era algo sino alguien que se llevaba toda la atención.

Blanqueo los ojos y me cruzo de brazos, esperando que él se diera cuenta de mi mal humor.

—¿Sucede algo? —me pregunta cuando ve que ya no estoy haciendo el intento de pedir algo sino que toda mi atención está en él, así como el de la cajera y el de cada chica que pasa por su lado.

—Sucede que tu estúpida sonrisa y tu arrogancia están haciendo que cada chica de este centro comercial se quede embobada mirándote inclusive la cajera. —señalo detrás de mí y es por fin cuando la chica reacciona y susurra una leve disculpa.

—¿Y eso supone un gran problema para ti? —cuestiona algo divertido.

—Sí porque intento pedir algo y la chica me ignora. ¡Jamás me había sentido tan ignorada en mi vida como hoy! —gruño frustrada, levantando las manos en el acto.

Puede que esté armando todo un drama por nada pero ya el estrés es notorio en mi, y el que me ignoren por estar viendo a alguien más hizo que mi enojo fuese en aumento.

Jayden asiente comprendiendo el asunto y me pasa por un lado sin decir nada. Giro y observo como de manera seductora coloca sus codos sobre el mostrador haciendo que la chica vuelva a mirarlo, obteniendo toda su atención.

¿Es que todo lo que este chico hace tiene que verse seductor?

—¡Hola, linda! —adopta un tono de voz ronca que lo hace verse más sensual. Si fuera mi tipo de chico ideal ya estuviese botando ahora mismo la baba por él.

—¡Hola! —responde sin vacilar la chica, mostrando una sonrisa coqueta.

Blanqueo los ojos y me cruzo de brazos esperando a ver que hará el idiota este.

—Tengo un pequeño problema. —murmura sin dejar ese tono ronco y profundo que hace erizar los vellos del cuerpo de cualquier mujer.

—¿Cuál? —le pregunta la chica, muy curiosa.

Él sonríe y se inclina ligeramente en mi dirección para señalarme.

—Mi novia intenta pedir desde hace varios minutos pero al parecer la estas ignorando.

Mi boca se abre sorpresivamente. Lo miro incrédula sin saber que decir, las palabras quedaron atoradas en mi garganta.

¿Mi novia? ¿Y este qué se cree?

Intento refutar sus palabras, dejar en claro que ni él ni yo somos novios, nunca lo seré de alguien completamente desconocido para mí pero la chica se adelanta, imposibilitando cualquier intento de que yo hable.

—¡Oh! —responde igual de sorprendida que yo, o incluso peor— Lo lamento, eso no volverá a pasar. —se disculpa realmente apenada.

¿En serio? ¿Tuvo que venir él para que por fin me prestaran atención?

—¡Bien! —su tono de voz se volvió serio y cortante en tan solo un segundo.— No me gustaría tener que hablar con el gerente de este lugar sobre los pésimos modales y malos tratos de sus empleadas.

Mi boca se abre y se cierra como un pez, sin poder creer realmente todo eso que está diciendo. La chica asiente muy apenada y comienza a anotar unas cosas en la pantalla que tiene en frente.

—¡Lo siento mucho! —se dirige por primera vez a mí— Prometo que no volverá a suceder —me dice aunque sé que en realidad las palabras van dirigidas a Jayden— Y para compensarlos por todo, la casa invitará lo que desean ordenar.

¿En serio? ¿Lo vale? ¿Debería aceptar?

Jayden me ve vacilar y se acerca con una leve sonrisa en su rostro.

—Sígueme la corriente. —susurra en mi oído— No es la primera vez que he oído sobre las malas quejas hacía esta chica así que espero que esto le de un pequeño susto y le sirva de experiencia para que atienda mejor a los clientes de ahora en adelante. —termina, colocando una mano en lo bajo de mi espalda para darme un ligero empujón hacia el mostrador.— Pídeme por favor un café, un pastel helado y galletas de chocolate. Necesito aprovechar que la casa invita. —esto último se aseguró de decirlo en voz alta para que la chica lo escuchara.

Quise abrir un hueco ahí mismo y enterrarme pero eso era demasiado difícil, por no decir casi que imposible así que solo asentí e hice lo que él me pidió. Quizás me sentiría mal después por todo esto, pero por ahora solo aprovecharía esta oportunidad, no todos los días un Jayden Villalba está para meterle psicoterror a los empleados y que ellos para intentar remediar alguna situación te den tu orden gratis.

Sin vacilar me dirijo hasta la chica y pido mi orden de tres cafés con leche, los brownies y lo que Jayden pidió. Por un segundo me dio tanto pesar al ver como la chica agrandaban los ojos al ver que nuestro pedido no se trató solo de dos cosas. Cuando estuve a punto de decirle que iba a pagar al menos por la mitad de lo que pedimos Jayden se me adelantó, tomándome de la mano y alejándome del mostrador, un claro ejemplo de que pudo leerme la mente y supo a ciencia cierta lo que me disponía hacer.

La chica colocó la orden en sus respectivas bolsas de comida y porta cafés. Jayden se apresuró y tomó todo él solo antes de que yo me retractara. Le sonreí ligeramente a la chica y salí disparada detrás del idiota, que ya llevaba la mitad de camino recorrido.

—¡Espera! —le grito pero él me ignora completamente— ¡Cavernícola, espera! —esta vez se detuvo y se giró rápidamente hacia mi dirección.

—¿Me llamaste cavernícola? —mis ojos se abrieron en sorpresa, creyendo que se había molestado pero él solo sonrió y negó con la cabeza— ¿No tienes un mejor insulto que ese?

Claro que lo tengo. Pero no quiero parecer una chica sin modales si te los digo. Evito responderle así que solo me encojo de hombros al tiempo que estiro mis manos frente a él. Jayden observa mis manos con simpleza y una fingida curiosidad.

—¿Qué? —inquiere. Sus ojos van de mis manos hasta mi rostro y viceversa.

—Quiero mis cafés y mis brownies. —le digo siendo más que obvia.

—No me los comeré si eso piensas, Olivia.

Tres.

Tan solo tres veces ha pronunciado mi nombre y aún así podría acostumbrarme al sonido de su voz pronunciándolo cada vez que él quiera.

—No he dicho eso. Simplemente quiero mi pedido.

—¡No! —pronuncia de manera fuerte y clara.

—¡Es mío! —me quejo.

—¿Y? Simplemente lo llevaré yo hasta la tienda.

No me dejó responderle porque se dio media vuelta y retomó su camino.

—¡Jayden! —lo llamo mientras intento alcanzarlo por segunda vez en menos de diez minutos— ¡Jayden! —me ignora y comienza a caminar más rápido— ¡Idiota! —vuelve a ignorarme— ¡Cavernícola! —tan solo sigue caminando y me ignora peor que el señor Scrooge cuando no anda de ánimos— Ni mi crush me ha ignorado tan feo en mi vida como este idiota. —me quejo por lo bajo

Subo las escaleras mecánicas y en lo que menos me doy cuenta el cavernícola ya está en la entrada de la tienda.

Este hombre definitivamente se metió un cohete en los pies porque se me hizo realmente difícil alcanzarlo. Y sigo sin entender por qué ya qué él tan alto que digamos no es.

—¡Señorito! —chilla feliz mi amiga cuando lo ve entrar seguido después de mí. Su mirada viaja entre él y yo sin comprender nada pero imaginando cualquier cosa loca que se le cruce por esa mente.— ¿A qué viene tu dichosa visita?

—Supe que había una orden en esta tienda de tres cafés y unos recortes de brownies, así que decidí ser yo mismo quién les entregaría la orden.

—¿Comenzaste a trabajar en Cookie Shop a medio tiempo? —le preguntó mi jefa realmente curiosa, uniéndose a Chiara a inspeccionar-chismosear.

Jayden suelta un pequeña risa y niega.

—No, solo me encontré a Olivia en la fila y decidí acompañarla.

—¡Ay! Que considerado. —mi amiga extiende una sonrisa pícara y me dice un silencioso "Lo apruebo" cuando Jayden no la observa. Blanqueo los ojos y suelto el aire exasperada.

—¡Que chico tan amable! —mi jefa se acerca y toma el pedido que él le tiende— ¡Muchas gracias, guapo! —le guiña un ojo y se da media vuelta, pavoneándose hasta el mostrador, mostrando sus atributos traseros con su caminar.

Esta señora no sabe lo que es la vergüenza. Pero no me quejo, así es ella y la verdad es que a veces su forma de ser nos ha salvado muchas veces.

—¡Bueno! Tengo que ir a trabajar, así que... Hasta luego señoritas —se inclina levemente, haciendo una pequeña reverencia de despedida antes de retomar su camino hasta su tienda.

—¡Adiós, guapo! —le grita mi jefa— Puedes venir a visitar a Olivia cuando quieras. Yo no me molesto.

Mis mejillas y orejas se sintieron calientes en el segundo que sentí como el sonrojo cubría la mayor parte de estas. Jayden se dio cuenta de mi sonrojo pero solo sonrió e hizo como si no lo hubiese notado, cosa que agradecí porque ya estaba más que apenada.

—¡Lo tomaré en cuenta! —le grita de vuelta antes de guiñarle un ojo.— ¡Adiós, señorita! —le dice a mi amiga y luego sus ojos me recorren por un segundo— ¡Adiós, Chewbacca!

No reaccioné a tiempo, ni siquiera entendí con exactitud lo que dijo hasta que Chiara lo especificó.

—¿Qué dijo? —a veces mi ignorancia e inocencia no tenía limites.

—Chewbacca. —repitió la palabra intentando por todos los medios no reírse.

—¿Chewbacca? —seguía sin entender.

—Sí, es el personaje de la guerra de las galaxias que a ti tanto te parece tierno.

En mi cerebro se encendió una bombilla al unir por fin el nombre con la imagen del personaje al que me llamó.

—¡Oh! Me llamó Chewbacca. —sonreí como tonta hasta que caí en cuenta de algo— ¡Espera! ¿Me llamó Chewbacca? —mi sonrisa se borró rápidamente.

—Sí. —Chiara terminó por echarse a reír— ¡Ay, amiga! A veces eres tan lenta e inocente para algunas cosas.

La miré mal.

—El cavernícola me dijo Chewbacca y ¿tú solo me recuerdas lo lenta que soy? —me cruzo de brazos, indignada.

—Es que sí lo eres. —afirma con mucha seguridad— Es por eso que aún sigues sin darte cuenta de que ese chico tiene cierto interés en ti.

—No lo tiene. —la contradigo— Si fuera así no me hubiese llamado Chewbacca sino más bien de una forma más linda.

—Llamarte Chewbacca es sinónimo de coqueteo, Oli.

Arrugo mi frente confundida.

—Tú y él definitivamente tienen un concepto muy errado de como se debe coquetear.

—Él es hombre ¿Qué esperabas?

—Sí pero tú eres mujer.

—Y no intento ligar contigo como él.

¡Buen punto!

—Que él no intenta ligar conmigo. —refuto.

—Que sí.

—Que no.

—¡QUE SÍ!

—¡QUE NO!

—¿Podrían callarse las dos y mejor continúan trabajando?

Chiara y yo nos miramos asustadas, habíamos olvidado que estábamos en el trabajo.

—Sí, jefa. —decimos al mismo tiempo.

—Tómense los cafés y luego toman sus tareas laborales, no quiero más chismes. No hasta que sea la hora de cerrar, mira que quiero la información completa con respecto a ese chico, Olivia.

¡Oh Dios! ¡Ten piedad de mí!

Porque de esta si no salgo libre. 





🌼🌼🌼

¡Hola, florecitas! He aquí un nuevo capítulo. Espero lo disfruten. 

(Los estoy subiendo nuevamente con ligeras modificaciones)


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top