🌼2-Hay que huirle al amor.🌼
—¡Vamos, Olivia! No seas así.
Blanqueo los ojos como por sexta vez y le doy la última mordida a mi sándwich.
—Que no, Chiara. No insistas. —respondo aún con el sándwich dentro de mi boca.
—¡No hables con la boca llena! —me reprende— ¡Cochina!
Rio a carcajadas y me encojo de hombros restándole importancia a su comentario. Tomo el plato entre mis manos y lo llevo hasta el fregadero, dejándolo ahí junto con otra pila de platos y ollas.
¡Dios! Si tan solo ayer fregué todo lo que había sucio, y en esta casa tan solo vivimos dos chicas, no un ejercito completo de hombres.
—Es un buen chico, además tiene un gran currículum como hombre fiel, amoroso y cariñoso. —insiste— Dylan es un hombre que ha estado soltero por más de tres años y ahora por fin decide abrirle de nuevo las puertas al amor y está en busca de esa chica especial. Deberías intentarlo.
—Por algo ha estado soltero por tanto tiempo, ¿no crees?
Ella bufa en respuesta, cruzándose de brazos.
—Porque simplemente había decidido enfocarse en sí mismo, pero ahora quiere conocer a una chica que lo haga salir de su zona de confort. Es tu oportunidad, chica.
—Ya te dije que no. —vuelvo a negarme. Realmente no siento la necesidad de conocer a alguien y pasar por un sufrimiento nuevamente.
Tomo una garrafa de jugo de la nevera y me la sirvo en un vaso para bebérmela.
—¿Por qué no? Es tu oportunidad de volver a amar. Ya te dije, Olivia. Él es un gran chico. —repite con monotonía. Al parecer ese fue el diálogo que más se pudo aprender.
—Si es tan buen chico como dices. ¿Por qué no sales tú con él?
Mi comentario la hace arrugar su cara.
—Porque lo conozco desde que éramos unos críos, es como mi hermano mayor.
—Pero no lo es. —la corrijo.
—Pero es como si lo fuera —afirma— Lo vi crecer y pensar tan solo en salir con él me produce unas enormes náuseas. Por eso pensé en que tú, Olivia Jiménez, mi mejor amiga, saliera con él chico que es casi un hermano para mí. —sonríe dulcemente, como si esa falsa sonrisa siquiera seria capaz de convencerme.
—Pues pensaste muy mal. —su sonrisa se borra rápidamente— No pienso salir ni con él ni con ningún otro chico, ¿queda claro?
Ella bufa más que decepcionada por mis palabras.
—¡Listo! Me rindo, ya no puedo contigo.
Sonrío de alegría.
—¡Por fin! Seria justicia. Llevas cuatro meses intentando hacerme salir con alguien.
—Y aún no lo logro. —responde con una fingida tristeza— Cupido estaría decepcionado de mí, así como yo lo estoy de ti.
Lástima por ambos.
Destapo una lata de pescado y se la sirvo a mi gato.
—¡Señor Scrooge! —lo llamo— ¡Hora de comer!
El felino sale de mi habitación no sin antes estirarse y desperezarse mientras toma una pequeña pausa para rascarse detrás de las orejas antes de seguir su camino embelesado hasta su plato de comida.
—No puedo creer que sigas consintiendo de esa manera a ese gato.
Miro incrédula a mi amiga.
—Tan solo le estoy dando de comer, Chiara. No pretendas que lo deje morirse de hambre, ¿cierto?
Ella rueda los ojos y se coloca a observar distraída al felino.
—Sabes que no me refiero a eso. —responde, sin dejar de observarlo— Ese gato vive mejor que tú y yo juntas, parece un príncipe engreído.
—¿Qué esperabas? Es mi bebé, obviamente tiene que vivir bien.
—Malcrías a tú bebé y lo sabes.
—Él es feliz, yo soy feliz, ¿Qué hay de malo en eso?
—No puedo contigo, Olivia Jiménez. —refunfuña dándose por vencida.
—Nunca has podido conmigo. —sonrío— Por algo somos amigas.
—Ignorare lo que dijiste. —Chiara se agacha hasta quedar casi a la altura de mi gato y comienza a observarlo de nuevo fascinada— Te crees un gato aristocrático, Scrooge. Aunque no te juzgo, tu dueña te trata como tal.
El felino deja de comer y comienza a gruñirle enojado, realmente enojado. Mi amiga se asusta y se levanta de un salto, colocando varios metros de distancia entre ella y mi gato. Yo solo puedo ver la escena divertida.
—Olivia, haz algo. Tu gato me quiere matar —chilla, espantada. Mirando del gato hasta mi y viceversa— ¡Que hagas algo, mujer!. —grita cuando el señor Scrooge comienza a caminar lento hacía ella.
—Yo no puedo hacer nada, Chiara. —le respondo, tranquila, intentando no echarme a reír por la escena.
—¡¿Cómo que no?! —los ojos de mi amiga se abren cada vez más por el miedo de ser rasguñada por mi gato.
—Sabes que él odia que lo llamen solo por su nombre sin siquiera decirle señor. Así que adelante, llámalo como señor Scrooge y te dejará tranquila.
—¿Qué? ¡¿Estas loca?! ¿Cómo voy a llamar a un gato por señor?
—Así igual como yo lo llamo.
Ella me lanza una mirada asesina que es reemplazada por el miedo cuando se da cuenta de que tan solo la separan dos pasos de distancia de mi gato, y ella esta acorralada en la pared, no tiene escapatoria. El felino comienza a gruñir y maullar a la vez que ambos sonidos se escuchan aterradores, como si estuviese siendo poseído.
Ya he visto muchísimas veces esa faceta de él, por lo que ahora solo me causa gracia y más cuando observo lo asustada que sigue Chiara.
—¡Ok, ok! —vuelve a darse por vencida— ¡Lo lamento, señor Scrooge! Prometo no volver a llamarte solo por tu nombre, siempre te diré señor Scrooge pero ya aléjate de mí y deja de gruñir.
El gato se detiene, la observa por unos segundos antes de darse media vuelta y seguir disfrutando de su comida.
Yo solo puedo echarme a reír a carcajadas al ver la cara de miedo, incredulidad y estupefacción que tiene Chiara. Jamás en mi vida había disfrutado viendo a alguien asustado por culpa de mi gato.
—¡Deja de reírte! —se queja— Tienes que llevar a ese gato a donde un sacerdote a que le eche agua bendita. ¡Tu gato está endemoniado, Olivia! —exagera hasta el punto de agarrar dos cuchillos y unirlos para convertirlos en una cruz— Te juro que si tu gato se me vuelve a acercar le pondré la cruz, es más iré a buscar ahora mismo agua bendita. No podré dormir sabiendo que hay un gato endemoniado en este departamento.
Intento calmar mi risa para así poder ponerle los pies sobre la tierra a mi amiga.
—Deja la exageración, Chiara. El señor Scrooge no está endemoniado, tan solo se enojó porque lo llamaste solo por Scrooge.
—Olivia, esa no es razón suficiente para que ese gato se comporte así. ¡Iba a matarme!
¡Dios! Que exagerada.
—¿Podrías dejar tu drama por favor?
Me acerco hasta el señor Scrooge quién dejó ya de comer y lo cargo entre mis brazos par darle un beso encima de su cabeza y darle unas pequeñas caricias antes de irme.
Sonrío y me volteo hacia Chiara quién sigue con los dos cuchillos en sus manos. Llego hasta ella y le acerco el gato hasta dejarlo a centímetros de su rostro.
—¡Olivia! —grita, asustada— Aleja ese gato endemoniado de mí.
Ella se agacha y comienza a gatear hasta que llega a la sala y se pone en pie rápidamente, limpiando el polvo de sus pantalones. Lo que me hace darme cuenta de que este departamento necesita una limpieza muy exhaustiva.
—Eres una dramática, Chiara. —no puedo parar de reír al ver como observa con temor y desprecio a mi gato.
—Iré ya mismo a buscar a un sacerdote. Está dicho.
Chiara toma rápidamente su bolso y abrigo y se dispone a irse, esta chica definitivamente esta chiflada.
—Chiara, ¿olvidas que tenemos que ir a trabajar? —mis palabras la hacen detenerse— No puedes ir a buscar un sacerdote precisamente ahorita, al menos que quieras llegar tarde.
Mis palabras surten el efecto deseado, Chiara odia llegar tarde al trabajo, y odia más ser regañada por nuestra jefa por llegar tan siquiera cinco minutos después de la hora de entrada. Esa señora suele ser demasiado intensa y gruñona.
—¡Bien! —accede sin tener más opción— Pero cuando vengamos de regreso juro que pasaré por la iglesia del centro y hablaré con el cura de ese lugar.
A esta chica no se le irá ese bendito tema por más que trate de hacerla olvidar.
—Como quieras.
Tomo mi abrigo y mi bolso y vuelvo a darle un pequeño beso al señor Scrooge antes de salir a trabajar.
°°°
Chiara y yo nos conocemos desde que estábamos en primero de preparatoria. Debo decir que un principio ninguna de las dos nos tolerábamos, ella era esa clase de chica popular que siempre sonreía y yo era como la contrincante, la chica con la que peleaba por tener el puesto de la más popular y bonita de toda la escuela. Sí, cuando recuerdo esos tiempos lo único que puedo hacer es reírme de mi yo adolescente que era muy inmadura y tonta. A veces suelo avergonzarme de muchas cosas que hice en mi adolescencia.
En ese entonces, ella y yo vivíamos en una constante riña por saber quién era la mejor. Todo esto me recuerda a esas películas clichés de institutos, ¡Dios! ¡Que horror! Definitivamente Chiara y yo fuimos demasiado tontas.
Fuimos realmente enemigas, o una palabra que se le pueda asemejar ya que en ese entonces ninguna de las dos sabia lo que hacía, tan solo nos dejábamos llevar por la presión social de ser la mejor. Pero todo cambió en nuestro tercer año cuando a ambas nos gustó el mismo chico, por lo que comenzamos a hacer de todo para llamar la atención de ese idiota y ser la persona que por fin él eligiera, pero hubo un problema, uno que nos uniría a nosotras dos después de dos años de riñas infantiles.
El chico comenzó a jugar con nosotras, creyendo que su mentira y jueguitos le iba a durar toda la vida, pero es que el destino mismo se encarga de alinear todo y que las cosas malas que hiciste vuelvan a regresar a ti.
Peter, como se llama ese ser, con ese típico nombre cliché de chico popular que está más guapo que Zac Efron en su época de High School Musical, logró hacer que Chiara y yo cayéramos rendidas a sus pies con unos encantos peores que el de los príncipes de los cuentos, que ahora me pongo a pensar y me pregunto que fue lo que la Olivia adolescente vio en ese joven andrajoso. Chiara y yo fuimos sus juguetes, dos chicas a las que podía manejar a su antojo sin que ambas se dieran cuenta, él dudaba de nuestra capacidad intelectual y creyó que nunca lo descubriríamos pero ambas comenzamos a sospechar desde el día en que nos dimos cuenta que él no era para nada original porque nos regaló dos pulseras exactamente iguales, días después nos enteramos que lo había comprado en una piñatería en una parte que vendían accesorios como regalos para fiestas de cumpleaños. Así que Chiara decidió vengarse de él pero para eso necesitaba de mi ayuda, por lo que luego de nuestra pequeña venganza y el júbilo que teníamos de habernos librado de semejante patán, comenzamos a coincidir en muchos lugares, tanto así que incluso empezamos a salir juntas hasta volvernos lo que somos hoy en día: dos chicas mejores amigas que intentan mejorar sus vidas.
Luego de tantos años conociéndonos nuestra amistad creció, porque por ahí siempre dicen que de el odio al amor solo hay una línea muy fina dividiéndolos y eso es completamente cierto, Chiara y yo cruzamos esa línea para convertimos en grandes amigas.
—¡Oli! —escucho el siseo de Chiara seguido por un intento de susurro al decir de nuevo mi nombre— ¡Oye, Liv! —dejo de colgar por un segundo una prenda y me giro para observarla enarcando mi ceja.
—¿Qué quieres? —le pregunto de vuelta igual en un susurro.
—¿Si te das cuenta de que el chico de la tienda de en frente se te queda observando mucho?
Instintivamente dirijo mi vista hacía la vitrina principal que da justo al pasillo y a la tienda de en frente y efectivamente uno de los chicos que trabaja ahí esta de pie en la puerta de la tienda, con sus brazos cruzados encima de su pecho y una pierna descansado de manera relajada en la otra mientras observa atentamente hacía la tienda donde trabajo.
—Quizás solo esta viendo algo que le llame la atención.
Le resto importancia a su comentario, puede que ese chico solo esté observando la tienda porque alguna prenda le debió de gustar.
—Sí, claro y eso que le llamó la atención fuiste tú. —responde con una ligera sonrisa picara en su rostro— ¿Si recuerdas que trabajamos en una tienda de ropa para damas? Y al menos que a ese chico se le moje la canoa no hallo otra forma de comprender por qué mira tan embelesado este lugar. No creo que sea por las luces, ni mucho menos por las prendas.
—¿Quién sabe? —la contradigo— Quizás va hacerle un regalo a su madre o a su novia. No lo sé.
Me encojo de hombros y sigo ordenando unas prendas en sus ganchos y colgándolas en el perchero antes de que nuestra jefa nos consiga hablando.
—Que va, Oli. Ese chico tiene rato mirándote, que te lo digo yo. —susurra sin dejar de observar hacía afuera de las vitrinas— Además, no es la primera vez que lo hace y tú lo sabes muy bien.
Quizás Chiara tenga un poco de razón. En varias oportunidades encontraba al mismo chico observando embelesado hacia la tienda, siempre creí que era porque había amado alguna prenda y quería comprársela a su novia pero últimamente eso de observar sin un ápice de vergüenza por ser descubierto mientras mira hacia nuestro lugar se volvió algo rutinario, así que dejé de darle realmente importancia hasta hoy.
—¡Chicas! Iré a comprar algo para almorzar, las dejo encargadas de la tienda solo por un par de minutos —comenta nuestra jefa saliendo detrás del mostrador mientras revisa que todo este en orden en su bolso de mano— Y no se preocupen que les traeré algo de comer. —puede que Mónica sea una señora estricta en cuanto al horario de trabajo, pero fuera de eso es una mujer realmente dulce y agradable— Y por cierto, no me destruyan la tienda por favor, no tardaré.
A mi amiga y a mi no nos dio tiempo de responder cuando la mujer ya había desaparecido por la puerta. Sonreí, la tienda ahora se sentía más tranquila y relajada ahora que solo estábamos Chiara y yo, ni siquiera había entrado algún cliente en los últimos veinte minutos.
—¡Oh! ¡Oh! —Chiara llega a mi lado y comienza a jalarme del brazo.
—¡Oye! ¿Qué te sucede? —logro zafarme de su agarre no sin antes de que ella me de una sonrisa pícara para luego pronunciar:
—Chico guapo a las doce.
—¿Uh?
No comprendí sus palabras hasta que fue tarde. Un carraspeo a mis espaldas llamó mi atención, giré rápidamente en mi sitio y justo en toda la entrada se encontraba el chico de la tienda de en frente. Su piel blanca resaltaba por la luces que daban directamente en él, sus cabellos están perfectamente peinados con algún tipo de gel, solo una pequeña hebra rebelde cae por el medio de su frente, sus ojos café me miran directamente haciendo que mi mi corazón lata a un ritmo elevado, su ropa es totalmente negra, haciendo que esa sonrisa dulce que surca en sus labios parezca más bien algo pícara, sus manos están entre los bolsillos de su pantalón y descansa su espalda en el marco de la entrada.
—¡Buenas! ¿Dime en qué puedo ayudarte? —es Chiara quien decide tomar la batuta al ver que yo no puedo hacer nada más que quedarme embelesada viendo al chico de linda sonrisa y ojos color chocolate.
—Amm... —él se traba pero carraspea un poco para poder hablar— Solo quería saber el precio de los jeans. —responde en un tono suave que hace que la piel se me erice.
—Oh, claro. ¿Es para alguien en específico?
Sí, su novia.
No sé ni siquiera por qué pensé eso.
—Eh, sí. —el chico se rasca la parte posterior de su cabeza y sonríe mostrando una dentadura perfectamente blanca y alineada. Ahora sí puedo decir con total seguridad que tiene una hermosa sonrisa— Es para mi hermana.
Oír esa respuesta hizo que sintiera un pequeño alivio al igual que unas raras sensaciones dentro de mi cuerpo.
Chiara se acerca hasta él y comienza a darle los diferentes preciosos de los diversos modelos de jeans que hay. Yo intento mantener mi concentración de nuevo en colgar las prendas en el perchero.
¡Es fácil, Olivia! Tan solo agarras la prenda, la colocas en un gancho y luego ella va directo al perchero. Realmente fácil, entonces ¿por qué si es tan fácil a mi se me hace imposible poder concentrarme en esta simple labor?
No sé con exactitud cuanto tiempo pasó pero lo único que mi cerebro pudo comprender fue cuando él ya se estaba despidiendo por lo que las ordenes de mi cerebro fueron la de hacer mover todo mi cuerpo y mirarlo por última vez antes de que desapareciera en la tienda de en frente.
—¡Gracias por tu ayuda, Chiara! —le dice animosamente. Mi amiga sonríe y le hace un gesto con las manos de que no es nada.— Bueno, ahora sí tengo que ir a seguir trabajando.
—¡Adiós, señorito!
¿Señorito? Me quedo sorprendida por el apelativo que eligió mi amiga para llamarlo, ¿a caso ese "señorito" no tiene nombre?
—¡Adiós, señorita! —responde con una sonrisa de oreja a oreja.
¡Jum! Así que a quién observabas todo el tiempo era a mi amiga. Ja, y la ilusa de ella creía que era conmigo.
—¡Hasta luego...! —dejó la frase en el aire y es cuando comprendí que se dirigía a mí.
Me quedé observándolo sin saber que decir o hacer. ¿A caso los ratones me habían comido la lengua o se me había olvidado hablar?
¿Dónde esta esa Olivia Jiménez que no se queda callada por nada?
Tan sólo desaparece cundo uno más la necesita.
—Olivia... —responde Chiara por mí— Ella es mi amiga Olivia Jiménez. —me señala como si estuviese presentando a una celebridad y ella se sintiera orgullosa de ser quién la de a conocer.
—Olivia. —murmura realmente bajo. Tanto que me fue casi imposible escucharlo pero gracias a Dios puede al menos comprobar como se escuchaba mi nombre en sus labios y como tantas sensaciones floraron en mi con algo tan simple.— Un gusto señorita Olivia Jiménez. —hace énfasis en mi nombre.— Soy Jayden... Jayden Villalba.
¡Uh! Hermoso nombre, para un hermoso chico.
—El gusto es mío, Jayden Villalba. —mi voz por fin encontró su rumbo.
Él sonríe satisfecho y victorioso al escucharme por primera vez decir algo.
—¡Adiós, chicas! —se despide de manera coquetea no sin antes guiñarme un ojo y sonreír como un mismísimo ángel.
—¡Uff! Amiga, ¿a caso no me dirás que ese hombre calienta más que el sol de verano?
Sus palabras me hacen reír. Aunque no negaré que tiene mucha razón.
—Es mejor que sigamos trabajando, holgazana. —intento cambiar de conversación porque sé que si le doy la razón ella no me dejará jamás tranquila.
—¿Y sabes que es lo mejor? —pregunta dejándome un poco aturdida— Que él te estaba mirando a ti.
Bufo y ruedo los ojos nuevamente, ya esta mujer comenzará con su intensidad de nuevo.
—¡Oye! Que es verdad —intenta defenderse como si yo la estuviese culpando de algo— Pero esta bien. No diré nada, tú sola te darás cuenta en su debido momento.
Y así sería, a su debido momento ella se daría cuenta de que él en realidad a quién miraba era a ella misma.
🌼🌼🌼
¡Hola, Florecitas! (AMO ESE APODO)
Volví, con un capítulo recién salido del horno.
Espero y les guste.
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L@s quiero.
~Girle.
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