Indecisión.
Una palabra que describe la mayor parte de nuestras vidas.
Aunque no queramos, las etapas que como personas vivimos están llenas en su mayoría de muchas de esas indecisiones que tenemos a lo largo de la vida.
Quizás unos están indecisos por no saber a qué universidad aplicar o que carrera estudiar. Otros quizás, tienen la indecisión de a qué trabajo aspirar o incluso a que empresa postular.
Unos, experimentan indecisiones en sus corazones al no saber muy bien a qué sentimientos corresponder, incluso muchos no están seguros de tomar una decisión por no conocer muy bien sus emociones y no siguen lo que les dicta el corazón.
Sea como sea, nuestra vida está definida por todas y cada una de las decisiones que debemos de tomar, y muchas de esas decisiones en un principio fueron indecisiones por no estar seguros de lo que queríamos, de tener miedo a experimentar lo nuevo o de tomar la decisión equivocada y que eso trajera una gran consecuencia.
Por eso, siempre analizamos cada pequeña alternativa, visualizamos los pros y los contras antes de tomar cualquier decisión, sea de gran importancia o no. Porque toda situación en nuestras vidas, sea grande o pequeña, llega para darnos una nueva perspectiva y para cambiar algo de nosotros.
En mi caso, la indecisión ha venido a formar parte constante de mi vida luego de haber experimentado situaciones en mis relaciones pasadas que me hicieron preguntarme una y otra vez si la decisión que había tomado en un principio de haberlos dejado entrar a mi vida había sido la correcta y como pudo haber terminado las cosas si mi decisión final hubiese sido otra.
Pero cada una de esas situaciones, sean buenas o malas, dejarán una gran enseñanza, cada circunstancia nos llena de aprendizaje y nos vuelve más sabios a la hora de tomar decisiones, para no hacerlo con la misma ligereza que anteriormente hacíamos.
Y aunque no quiera admitirlo, en estos momentos de mi vida la indecisión vuelve a estar presente para decirme una vez más que tengo que tomar todo con calma, pensando cada acción que tomaré delante de la situación.
¿Por qué pienso todo esto? Porque por primera vez no quiero volver a cometer los mismos errores que cometí en el pasado por tonta e ilusa, y mucho menos quiero arrepentirme por tomar una mala decisión e incluso por no tomarla.
Estuve casi que toda la noche en vela, mis ojeras de mapache pueden notarse de aquí a la esquina y eso que me apliqué mucho maquillaje, mis músculos siguen contraídos, la mayor parte de mi cuerpo duele como si una gandola y una manada de elefantes hubiesen pasado encima de mí.
Termino de prepararme café y lo bebo sin importar que mi lengua y garganta rechistaran por lo caliente del mismo. No soy amante de esta bebida, pero en momentos como este mi cuerpo lo pedía a gritos.
—¿Lista? —la voz de Chiara hace que gire en su dirección, aún con la taza de café en mis manos. Asiento y sin mucha fuerza me recuesto del mesón de la cocina. — ¡Mi alma!, pero, ¿a ti qué te pasó? —pregunta acercándose a mi para inspeccionar mi rostro.
—No me siento bien.
Ni física, ni sentimentalmente.
—Sigues adolorida después de ayer, ¿no? —asiento porque no tengo ánimos siquiera de responder— Pero creo que eso no es todo. —inquiere sin dejar de mirar mi rostro— Por las impresionantes ojeras que tienes y el café que estás tomando puedo deducir que no pegaste un ojo en toda la noche.
Qué comes que adivinas, amiga mía.
Asentí nuevamente, tomando otro poco de café.
—¿Algo que quieras contarme? ¿Algo que tenga que ver con Jayden?
Definitivamente para Chiara soy un libro abierto, ella puede leer cada uno de mis gestos, no es necesario que lo diga en voz alta para ella darse cuenta de que algo sucede y siempre intuye el trasfondo de todo.
—Anoche me escribió. —confieso.
—¿Y...? —me anima con sus manos a que continue.
—Y su mensaje me dejó pensativa, casi no pude dormir por estar dando vueltas toda la noche.
Saqué mi teléfono del bolsillo de mi chaqueta y busqué su mensaje para mostrárselo a mi amiga. Ella lo leyó rápidamente y me miró incrédula.
—¿Jayden te vuelve a escribir y tú simplemente lo ignoras? —me reprocha— ¡Dios, Lii! Al menos debiste responderle con un simple sí o con un sticker, no ignorarlo y dejarlo en visto.
Me encogí de hombros, avergonzada.
Sabía que debía responderle, era lo que quería, me quejé porque no me escribía y cuando lo hace simplemente termino ignorándolo. Pero es aquí donde la indecisión volvió a aparecer, no estaba segura de lo que debía responderle o de si debía hacerlo, me debatía mentalmente en que era lo que debía hacer y no hacer y en lo que debía responder que pasé toda la noche pensando en que hacer y al final no hice nada, me acobarde, dejé que las horas pasaran y ahora me siento aún más cobarde para responder.
—Ya pensaremos en algo. —me dice, al ver las batallas que estaba librando internamente con mis pensamientos. — Por ahora debemos de irnos si no queremos llegar tarde y que la señora Mónica nos de un castigo como el de ayer.
Sonreí dejando la taza en el fregadero y tomando mis cosas para salir.
Mis dudas seguían dentro de mí. Al menos espero que Jayden no este enojado conmigo por haberlo ignorado varias veces.
***
—¿Algo más? —pregunto con delicadeza a la mujer de unos cuarenta años.
—No, nada más. —responde, dulcemente— No por ahora. —exclama en modo confidencial a lo que yo solo sonrío.
Dejo las prendas en el mostrador y me voy, dejando que la señora Mónica se encargue de los demás.
Atiendo a un par de clientes más hasta que le pido a Chiara que me cubra unos segundos mientras voy por un vaso de agua, mi garganta se siente reseca, mi cuerpo aún sigue adolorido y si a eso le agregamos el hecho de que la mañana a estado totalmente ajetreada con tantos clientes entrando y saliendo de la tienda, no hemos tenido ni un momento de descanso, aunque en días así no me quejo, es gratificante estar todo el día ocupada para que así mi mente no comience a trabajar sin parar, pero hoy simplemente no me siento al cien por ciento para darlo todo en el trabajo.
Tomo el agua, notando como mi garganta arde al instante. Carraspeo y vuelvo a tomar un poco de agua rogando internamente que el dolor no sea por gripe.
Voy hacia donde Chiara y la ayudo a atender a varios clientes, unos nos compran con toda la alegría y calma del mundo, mientras otros se quejan de hasta el precio del IVA, y otros en cambio, solo preguntan y luego siguen de largo como si nada.
Si, siempre nos encontraremos con diversas clases de clientes a la hora de atenderlos. Pero por favor, tratemos de ser siempre los amables y comprensivos con los trabajadores, no saben lo agradable que es sentirse bien cuando se atiende a una persona que es tan amable y bondadosa. Muchas personas han mejorado mi día con una simple sonrisa o con un gracias tan genuino, luego de haber estado pasándola fatal por mis propios problemas.
A la hora del almuerzo fui a cerrar la puerta de la tienda cuando una figura masculina se cruzó en mi campo de visión.
Sus ojos marrones inspeccionaron los míos antes de recorrer su vista por todo mi cuerpo. Mi garganta se sintió seca, las palmas de mis manos comenzaron a sudar, mi corazón comenzó a bombardear con más fuerza. Me sentí pequeña a su lado, tan avergonzada por haberlo ignorado, con miedo por no saber qué cosas pasaban por su mente y feliz por volver a verlo.
—Jayden... —susurré. Coloqué una mano en la puerta, buscando donde apoyarme. Con él, ahora en frente de mí, no sabía cómo reaccionar.
—Olivia... —los vellos de mi cuerpo se erizaron al oírlo pronunciar mi nombre.
—Jayden, yo... —no supe qué decir— Yo, yo lo...
Me quedé en silencio cuando Jayden me tomó por los hombros acercándome a su cuerpo, con sus brazos rodeó mi pequeño y delgado cuerpo y me atrajo a él, eliminando la distancia que había entre los dos.
—¡Lo siento, Olivia! —susurró en lo alto de mi cabeza. — Sé que no debí irme así, ni ser tan idiota contigo, tu no tienes la culpa de nada, todo fue por mí.
Sus palabras calentaron lo más profundo de mi corazón.
Por un segundo recordé las peleas y discusiones con Nathaniel, para él todo era mi culpa, siempre lo era, por eso llegué a creer que algo andaba mal conmigo porque creí en sus palabras aún cuando no eran verdad. Nathaniel nunca se disculpaba primero, siempre era yo la que tenia que hacerlo, la que daba su brazo a torcer para que luego él pudiera bajar la guardia y calmarse y de esta manera decirme un lo siento que hasta el sol de hoy nunca supe si eran genuinos o no.
Ahora, Jayden hace todo lo contrario y algo dentro de mi comienza a renacer, quizás una esperanza, o quizás simplemente sea el hecho de que después de Nat no había intentado salir con alguien hasta ahora, y cada miedo e inseguridad están esperando el momento exacto para poder salir a flote.
Negué repetidas veces cuando él siguió disculpándose sin parar.
—Está bien, Jayden. No hay nada por lo que disculparse.
Y era verdad, la Olivia del domingo probablemente le hubiera exigido una explicación, pero la Olivia de hoy no. Tan solo me sentía feliz y a gusto a su lado, lo demás no me importaba. Todos cometemos errores, además sé que él sus motivos tendrá para reaccionar de esa manera luego de esa llamada, no lo justifico, pero puedo entenderlo.
—Si que lo hay, preciosa. —respondió. Pude sentir al instante como mis mejillas se calentaban al oírlo decirme preciosa— Nada tiene justificación para comportarme como un idiota ese día luego de que todo estaba yendo tan bien. Sé que termine arruinando toda nuestra cita. Lamento eso.
Me separé solo un poco para poder verlo directamente. Sus ojos no tenían ese brillo que tanto me encantaba ver en ellos, no sonreía, al contrario, no había que ser adivino para saber lo mal que se sentía por dentro, sus ojos reflejaban todas las emociones que estaba conteniendo.
Subí una de mis manos lentamente hasta posarla en su mejilla, él presionó su rostro en ella y cerró los ojos por varios segundos, disfrutando del tacto de mi piel en su mejilla. Suspiró un par de veces hasta volver a abrir los ojos, esta vez, ya no se veían tantas dudas dentro de él.
—Todo está bien. —susurré sin alejar mi mano— sé que tus motivos tuviste.
Jayden dejó un casto beso en mi palma.
—No me esperaba esa llamada —admitió luego de varios segundos—ni la noticia que me dieron a través de ella, por eso no supe como reaccionar y solo descargue mi rabia y frustración contigo. Lo siento.
Si seguíamos así, el pasaría todo el día disculpándose y ya no quería que lo hiciera. Ya lo había perdonado.
—Esta bien. —repetí— Deja ya de disculparte, Cavernícola. Me haces sentir mal por eso. —sonreí dándole a entender que bromeaba con él.
Jayden sonrió ligeramente, tomando mis manos y entrelazándolas con la suya.
¿Eso quiere decir que me has perdonado?
Hice que lo pensaba por varios segundos antes de sonreír completamente.
—No hay nada que perdonar —repetí— Estamos bien.
Esta vez él sonrió feliz antes de darme un corto beso en los labios.
—¡Jayden! —mi voz salió mucho más sorprendida de lo que quería. Mire a mi alrededor y respire tranquilamente al darme cuenta de que no había nadie viéndonos.
—Tengo que aprovechar el momento —dijo, seguido de un guiño— Tengo que irme a trabajar, pero te prometo que recompensaré lo de nuestra cita... Y gracias, Olivia.
No me dejó responder cuando sus labios se juntaron con los míos, tardé un segundo en corresponderle el beso. Mi piel hormigueo repentinamente y mi corazón comenzó a brincar de felicidad al sentir nuevamente sus labios sobre los míos.
—Me voy —dice riendo antes de volver a besarme— Eres. —beso— Una. —beso— Distracción —otro beso— Para mi —finalizó con un último beso.
Subí mi mano hasta mis labios, con una sonrisa tonta en mi rostro mientras observaba como se alejaba. Suspiré y mordí ligeramente mi labio inferior.
Había olvidado lo bien que se sentía cuando te gustaba alguien y tus sentimientos eran correspondidos.
—¡Que viva el amor!... —gritó mi amiga.
—¡A todo color! —la siguió mi jefa.
Giré en mi sitio y coloqué mi dedo en mi boca haciendo un gesto de silencio. No puedo creer que estas dos mujeres sean así de imprudentes. Las arrastré hasta el mostrador de la tienda y me crucé de brazos.
—No nos mires así. —me reprochó mi jefa— Nos debes una explicación.
Sabía que no me podía librar fácilmente de ellas dos.
—Tenemos que trabajar —quise cambiar de conversación.
—Hay que almorzar —me corrigió Chiara— Hora perfecta para que nos cuentes absolutamente todo.
Y así fue como fui arrastrada por mi jefa y mi gran amiga al piso de arriba para ser obligada por ellas a contarles todo sin perderme de ningún detalle.
***
—Eso fue todo. —finalizo.
Chiara y mi jefa me observan por varios segundos sin decir nada.
Llevamos como una hora en esto, entre el almuerzo y yo siendo presionada a dar la información requerida sobre Jayden, la hora se nos ha pasado rápido, pero a mi jefa eso parece importarle poco, por los vientos que sopla no tiene mucho ánimo de trabajar, busca cualquier excusa para descansar y yo no me quejo, mi cuerpo ha estado sufriendo las ultimas horas. Estoy tan cansada y agotada físicamente que podría pasar una semana entera descansando y no sería suficiente.
—Espera, espera, espera... ¿Así que eso fue todo?
Asiento, observando a mi jefa sin entender muy bien a que se refiere.
—Esperaba algo más. —dijo, decepcionada.
Miro a Chiara quien se encoge de hombros sin comprender nada como yo.
—¿Algo más como qué? —inquiero
—Como una explicación más detallada de su parte por su comportamiento tan nefasto al final de la cita, y como una declaración de amor más bonita. —suspira y me mira— Ustedes los jóvenes de hoy en día solo están pendientes de besar al chico o a la chica que les gusta y no le dan importancia a la declaración de amor, las flores, los chocolates, los detalles. Ahora se saltan esa parte y van de una vez a los besos.
Chiara y yo reímos al percatarnos de su frustración y decepción porque lo mío con Jayden se estaba dando de la manera en que ella menos pensaba.
—Estamos en pleno siglo XXI, señora Mónica. Es normal que las cosas resulten así.
Asentí dándole la razón a mi amiga.
Mi jefa negó repetidas veces. —Sé que es normal que los jóvenes piensen en el primer beso con la persona que te gusta, pero también es importante los detalles a la hora de declararse. —comentó— Aún recuerdo la primera vez que se me declararon. El chico llegó hasta la entrada del colegio donde estudiaba con un ramo de rosas rojas, una caja de bombones y una pequeña caja de terciopelo con un collar en él. Fue tan romántico —expresó con nostalgia— luego de ahí paso como un mes para que nos diéramos nuestro primer beso. Quería probar que su amor era sincero.
—¿Y lo fue? —pregunté, curiosa.
Ella asintió con pesar en sus ojos.
—Lo fue mientras duró.
El amor resulta ser tan impredecible en nuestras vidas.
Cuando menos lo esperamos conocemos a alguien que nos saca de nuestra zona de confort, alguien que sin pensarlo se vuelve tan importante, y es gracias a esa persona que llegamos a comprender el significado del amor o al menos parte de él. Tenemos la firme creencia de que será nuestro gran amor, la persona diseñada exclusivamente para ti pero resulta que al final, aunque su amor sea puro y sincero quizás no lo es todo, no es capaz de aguantar y soportar todo lo que se avecina en el futuro y es ahí cuando comprendes que no importa que tan fuerte sean los sentimientos, ni cuanto tiempo duren, si realmente esa persona no está diseñada para ti, todo acabara por más que te aferres, por más que busquen soluciones, inclusive por más ganas que tengan de intentarlo una y otra vez.
Cuando no es para ti, simplemente no será duradero por mucho que los sentimientos sean reales.
—El punto es... —continuó mi jefa— que ambos se gustan, pero no han definido aún su relación, ¿o sí? —niego— Lo ves, entonces están en esa faceta de somos amigos que se gustan y además se besan.
Están reforzando la amistad.
—¡Chiara!
Mi jefa y ella no pudieron contener su risa. No puedo creer que tengo a dos mujeres tan increíblemente alocadas a mi lado, una como mi jefa y la otra como mi mejor amiga.
—Ustedes no tienen remedio. —negué y me levanté, decidida a dejar por zanjada la conversación y seguir trabajando.
El resto de la tarde fue más ajetreada de lo que pensábamos, así que no tuvimos ningún otro tiempo a solas para que ellas sacaran a relucir de nuevo mi tema con Jayden. Aún había muchas cosas que tenía que pensar y de las cuales hablar con él, pero ya eso lo dejaba para otro día, no quería forzar nada, solo dejarme llevar por esta vez y ver como resultaba todo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top