🌼14-Los cambios son necesarios.🌼

Mi celular comenzó a vibrar en mi mano, nerviosa observé la pantalla, el nombre de Nathaniel titilaba en la misma. Tragué grueso, dejando que la llamada llegara a su fin hasta que por decima vez volvía a vibrar en mi palma.

Había decidido terminar con Nathaniel en la mañana, ¿mi error? Haberlo hecho por mensaje, ahora llevaba llamando todo el día cada dos por tres y yo solo ignoraba sus llamadas, tenía miedo de contestarle, de escucharlo o de verlo, no sabía cómo podía reaccionar y eso era lo que más miedo me daba de él, así que prefería esperar a que su molestia pasara para poder hablar tranquilos. 

Que equivocada estuve.

Me sobresalté al escuchar como alguien golpeaba de manera brusca la puerta de mi antiguo departamento. Instintivamente coloqué mi mano en el pecho, sintiendo debajo de mi palma como los latidos de mi corazón iban en aumento por el miedo, no necesitaba ver a la persona al otro lado de la puerta porque ya sabia quien era, mi cuerpo reaccionó de manera involuntaria, podía sentirlo sin siquiera verlo u oírlo.

¡ABRE LA PUERTA, OLIVIA! —escuché la voz fúrica de Nathaniel al otro lado— Se que estás ahí, mujer. ¡ABRE LA ESTÚPIDA PUERTA O TE JURO QUE LA TIRO! —otros golpes aún más bruscos sonaron contra la puerta— NO ME PUEDES TERMINAR, ¡¿QUIÉN TE CREES QUE ERES?! NO PUEDES HACERLO Y MUCHO MENOS POR MENSAJE.

Asustada vi como la puerta timbraba cada vez que Nathaniel la golpeaba fuera de sí. El miedo estaba acrecentando dentro de mí, no podía escapar y sentía que en cualquier momento la puerta cedería y se vendría abajo, revelándole a él una Olivia muy asustada.

Los golpes cesaron por unos segundos, segundos en los que Nathaniel uso para volver a llamarme, mi pecho subía y bajaba, agradecí internamente al hecho de haber colocado el móvil en vibración.

—Olivia por favor —su voz se dulcificó— Abre la puerta, cariño. Necesitamos hablar, sabes que lo eres todo para mí, no puedo vivir sin ti.

Nathaniel sabía perfectamente que métodos usar para hacerme caer, en muchas ocasiones las había usado contra mi y yo caía una y otra vez y todo se volvía a repetir. Pero por primera vez no le creí, su tono suave y dócil solo era para lograr su cometido: que yo le abriera la puerta y de esta manera enfrentarnos frente a frente, ya lo había vivido innumerables veces, pero en esta no caería. Tan solo quería que él se fuera, necesitaba que me dejara en paz. Ya no tenia casi fuerzas para seguir peleando.

—Si no abres la puerta te juro que... se quedó en silencio. Sabia que estaba batallando con sus palabras. Intentaba mostrarme su lado dócil, aunque solo fuese un engaño, pero no podía mentir por mucho antes de que su verdadera cara saliera a flote— ¡¡¡OLIVIA!!! —gritó, volviendo a golpear la puerta con más fuerza. — ¡NO ME HAGAS QUEDAR COMO EL MALO QUE NO SOY! Todo es tu culpa por dejarme, yo solo te amo y quiero lo mejor para ti, pero tú no lo ves, y siempre me haces parecer el malo de la película cuando aquí la villana eres tú. ¿No ves que me haces sufrir? Mi corazón duele, Olivia.

Y ahí iba otra vez a victimizarse, era otro método que siempre usaba conmigo y siempre le creía, llegaba a reprocharme una y otra vez por hacerlo sufrir cuando él solo estaba interesado en mi bienestar, él quería verme feliz. Era lo que me repetía cuando creía fielmente en sus palabras sin darme cuenta que solo me usaba hasta el punto de que cada cosa que me dijera yo las aceptaba sin rechistar porque pensaba que él tenía razón.

Que tonta fui.

Con el cuerpo temblándome del miedo, me senté en la pared contraria a la puerta, subí mis piernas y las rodeé con mis brazos, esperando a que él se cansara y terminara yéndose antes de que lograra abrir la puerta del departamento.

—Estaré todo el día y toda la noche si es necesario, Olivia, pero no me iré de aquí hasta que hablemos y dejes la estúpida idea de abandonarme.

Los golpes no cesaron, al contrario, aumentaron conforme pasaban los segundos, podía ver como claramente la puerta iba cediendo con cada nuevo golpe.

Tenía mucho miedo.

Espesas lagrimas bañaron mis mejillas, no sabia cuanto tiempo llevaba llorando, no podía pensar con claridad, solo deseaba que todo terminara y mis suplicas por un instante fueron escuchadas.

Escuché voces en el pasillo, ya no solo era la de Nathaniel sino de varias personas más a las que aún no descifraba quienes eran.

Me levanté como pude y con extremo cuidado me acerqué a la puerta, dejando una pequeña distancia de por medio.

—Necesitamos que desaloje el lugar. —dijo una voz femenina a la que reconocí inmediatamente. Era la cacera del departamento.

—No lo haré. —le respondió Nathaniel.

—Si no lo hace me temo que será llevado a la comisaria —informó una voz gruesa. Al parecer la cacera había logrado llamar a la policía.

—No estoy haciendo nada grave, por lo tanto, no pueden llevarme a ningún lugar.

—Esto que usted está haciendo se considera un acto de hostigamiento, así como también puede ser acusado de perturbar la paz.

—¿Hostigamiento? ¿Perturbar la paz? Esas son sandeces, yo solo estoy aquí para hablar con mi novia porque...

—Su novia no está. —lo interrumpió la cacera— Y en caso de que esté, dudo mucho que quiera hablar con usted.

Oí como él seguía reprochando y contradiciendo lo que la cacera y las autoridades decían hasta que finalmente el pasillo quedó en completo silencio.

—Cariño. —oí la dulce voz de la cacera al otro lado de la puerta— Ya se fue, todo ha acabado por hoy, pero sabes que tienes que arreglar esta situación antes de que todo empeore.

Asentí a pesar de que ella no podía verme.

—Tengo que irme, si necesitas algo no dudes en llamarme.

—Gracias... —susurré, era lo que único que podía decir.

—Para eso estamos y si necesitas ir a denunciarlo o algo, yo podría acompañarte. Él no se quedará de brazos cruzados.

Y ella no estaba equivocada. En los siguientes dos días no supe nada de él, creí que iba a tomar distancia, pero no fue así. Volvió a llamarme, regresó al apartamento. Tuve que irme unos días a casa de mis padres, aún así, hasta allá llegó a ir. Mamá me acompañó a denunciarlo y a pedir una orden de restricción, tenia miedo de que llegara a hacerme daño por el simple hecho de haber terminado nuestra relación.

Duré un mes aproximado en casa de mis padres antes de volver. Después de eso no supe más nada de él hasta la actualidad...

Regresé de mis pensamientos cuando sentí una ligera presión en mi brazo, observé el lugar de donde provenía mi dolor y vi unos dedos apretando mi piel. Enojada dirigí mi vista a la persona que había decidido pellizcarme sin razón alguna.

—¿Estas loca o le tiras piedra a los aviones?

La inepta de mi amiga comenzó a reírse sin parar.

—Lo siento, Oli, pero tienes media hora mirando tu plato de comida, ¿no tienes hambre o no te apetece lo que pediste?

Bajé mi vista hasta mi comida y deje de jugar con ella, si mi mamá me viera como mínimo obtendría un buen regaño de su parte del por qué no se debe de jugar con la comida en primer lugar.

En silencio comencé a comer, llevando una cucharada tras otra hasta que mi estomago no pudo más. Recogí mis cosas en completo silencio y me dispuse a irme cuando Chiara me detuvo tomándome del brazo.

—¡Oye, chica! ¿Estas bien? Has estado muy callada el ultimo par de horas. —la curiosidad en ella se hizo muy notable.

Es muy raro que yo me quede en silencio por un largo rato y es aún más raro que no tenga nada para decirle mientras estamos comiendo, es el único momento del día en que estamos lejos de algún cliente.

Suelto un suspiro y me siento nuevamente, muerdo mi labio inferior sin saber muy bien que decir o por donde empezar.

Tenía tantas cosas por decir, pero también otras que simplemente tengo que ocultar, como por ejemplo, el hecho de que últimamente recuerdo muy seguido cosas de mi relaciones pasadas.  

Chiara tomo mis manos entre las suyas, en ese gesto consolador que siempre me daba para decirme sin palabras que aquí estaría ella para escucharme, abrazarme en caso de necesitarlo e incluso de esperar si yo no estaba lista para hablar y contarle lo que me sucedía. Ella y yo no necesitábamos de tantas palabras vagas para demostrar nuestro apoyo, con un simple gesto o mirada podíamos transmitirle un mensaje a la otra e incluso de saber perfectamente lo que cada una pensaba de algún hecho o situación.

Apreté nuestro agarre y solté el aire de mis pulmones que ni siquiera sabía que estaba conteniendo y me dispuse a soltarle lo que desde hace dos días rondaba por mi cabeza.

—Es sobre Jayden. —solté finalmente las palabras que estaba conteniendo— Hay algo que no te conté sobre nuestra cita del domingo.

Luego de mi cita con Jayden esperaba al menos un intento de disculpa o de explicación, aunque una parte de mi sabe que no tengo que exigirle nada, sin embargo, dadas las condiciones en la que nos despedimos ese día, albergaba una ligera esperanza de que él me buscaría para arreglar las cosas, pero no fue así. Tan solo me escribió un simple mensaje de buenas noches y luego, ayer volvió a escribir deseándome un buen día, por  lo que simplemente decidí ignorar ambos mensajes. Emocionalmente no me sentía tan bien como quería aparentar y Chiara era la primera en darse cuenta.

—¿Por qué no me sorprende? —inquiere en voz alta, soltando un suspiro— Me di cuenta de que algo había sucedido, pero no quería preguntar, esperaba a que estuvieses lista para contarme sin tener que presionarte. —mordí ligeramente mi labio y observé mis manos por varios segundos, buscando las palabras exactas para contarle todo, incluso como me sentía— Cuéntame, sé que quieres soltarlo todo.

No falto que mi amiga siguiera hablando, esas simples palabras fueron la llave que abrió el candado que había decidido colocar en mi boca para no contar nada, pero no podía seguir callando más, necesitaba desahogarme y contarle como me sentía o terminaría volviéndome loca con tantos pensamientos y emociones juntas.

Le conté todo, sin saltarme ningún detalle. Le conté desde el momento en que llegamos al lugar de nuestra cita, hasta nuestro beso, incluida la canción que me hizo cantar junto a él, hasta el momento de la llamada y nuestra despedida.

—Y ya. Eso fue lo que sucedió. —termine por decir luego de parlotear sin descanso. Chiara me observó por largos segundos, podía ver como los engranajes de su cabeza trabajaban sin parar para poder encontrar una respuesta a lo que le conté.

—Algo verdaderamente malo tuvo que haber pasado para que él cambiara de actitud tan drásticamente —expresó, colocando una mano en su mentón de forma pensativa— No sabemos si fue algo grave o no, pero... —dejó la oración en el aire. Mi mente comenzó a buscar miles de situaciones, pero ninguna llegaba a darme una buena conclusión— Ashhh. —gruñó, frustrada— Jayden necesita darte una buena explicación porque aún no le encuentro una respuesta a todo esto.

Ya éramos dos, amiga mía.

Y si le agregamos el hecho de que en dos días no hemos hablado porque decidí ignorar sus mensajes, eso complica más la situación. Nunca imagine que nuestra primera cita terminaría de esta manera y que, en vez de acercarnos más para conocernos, está sucediendo todo lo contrario.

—OLIII. —la voz preocupada de Chiara hace que todos mis sentidos se coloquen alerta al instante.

—¿Qué sucede? —pregunto al no obtener más respuesta de ella.

Chiara me observa con sus ojos abiertos y una expresión de miedo y preocupación en su rostro. Levanta su móvil y lo deja frente a mis ojos, observo las quince llamadas perdidas que tiene de la Señora Mónica. Mi corazón comienza a latir apresuradamente.

Tomo mi celular y me doy cuenta de que también tengo unas dieciséis llamadas perdidas de nuestra jefa.

Trago grueso.

—Llevamos 20 minutos de retraso, Oli.

¡Oh no! Dios, por favor apiádate de nosotras dos.

Ambas recogemos nuestras cosas rápidamente y corremos dirección a la tienda donde trabajamos. Mónica querrá estrangularnos. Si llegamos a salir ilesas de esto, estaremos eternamente agradecidas con Dios por eso.

***

Mis piernas duelen, mis pies piden un descanso de dos días seguidos sin hacer absolutamente nada, salvo respirar y estar todo el día en la cama.

Cierro la puerta detrás de mi y me acuesto en la alfombra de peluche que tenemos en la sala, mientras Chiara cae como un saco de papas en el sofá.

Gruño internamente al sentir como un dolor se instala en mis hombros y baja por toda mi columna hasta lo bajo de mi espalda.

Necesito un baño caliente seguido de un masaje relajante.

—Creo que puedo dormir aquí sin ningún problema. —murmura mi amiga. Sin moverse un centímetro de su posición. Yo asiento ligeramente, concordando con ella.

—Voy a necesitar que me remolquen hasta mi habitación e incluso hasta el baño.

Suspiro y cierro mis ojos agotada.

No sé cuánto tiempo pasó, pero cuando decidí levantarme del suelo mi cuerpo dolía. Me senté y moví mi cuello de un lado a otro para estirar los músculos. Me levanto como puedo y es cuando me doy cuenta de que Chiara está profundamente dormida en el sofá. La dejo dormir un rato más y me voy hasta mi habitación para cambiarme.

Luego de habernos ausentado por más de veinte minutos en la tienda después de nuestra hora estipulada de almuerzo, la señora Mónica estaba tan furiosa, aunque lo estaba era por el hecho de no haberle contestado las llamadas, en su enojo pensó que algo malo nos había pasado a Chiara y a mi mientras almorzábamos. Por eso, nuestro castigo fue ayudar cargando todas las cajas que llegaron con la mercancía nueva, y hasta que no estuvo la ultima caja en el almacén no pudimos salir.

Por tal motivo, llegamos más tarde de lo acostumbrado y mucho más cansadas que cuando trabajamos semanas seguidas sin un día de descanso.

Me cambio la ropa como puedo y envuelvo la toalla de baño a mi alrededor, salgo a la sala y despierto a Chiara para que vaya a su habitación a cambiarse y bañarse antes de dormir. Mi amiga se levanta (más dormida que despierta) y se encierra en su cuarto.

Yo, en cambio, voy hasta el baño y me meto dentro de la ducha. Sintiendo como el agua fría relaja por un momento mis adoloridos músculos, me quedo debajo del agua un largo tiempo, tanto que mi cuerpo empieza a temblar del frio y los dedos de mi mano a arrugarse por el agua.

Lavo mi cabello y enjabono mi cuerpo, protestando internamente cuanto todo mi cuerpo comienza a doler por cada movimiento que hago. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que habíamos llegado tan pero tan agotadas del trabajo. Esto solo me enseña una nueva lección: Nunca hacer enojar y preocupar a la señora Mónica al mismo tiempo.

Salgo del baño, con la poca fuerza que me queda y me cambio una ve que entro a mi habitación. Con mi cómodo y ligero pijama me recuesto en la cama, tomando el edredón y llevándolo hasta mi cuello para entrar en calor. Cierro los ojos para intentar dormir, pero miles de pensamientos se agolpan en mi cerebro, haciéndome imposible la tarea de finalmente descansar.

Doy vueltas en mi cama, mientras la hora avanza y los pensamientos siguen aumentando.

Una ligera presión se instala en mi pecho al recordar a Jayden, hoy ni siquiera pude verlo al menos a la distancia y aún seguimos sin hablar luego de lo de nuestra cita. Suspiro y me quedo mirando al techo de mi habitación.

Estas son las cosas que precisamente estaba tratando de alejar de mí, no quería volver a interesarme en alguien porque sé que cuando alguien se instala en mi corazón y pensamientos no hay vuelta atrás.

Soy una persona que siempre ha sentido todo de manera tan fuerte. Si algo me duele, todo mi cuerpo lo refleja, si algo me coloca feliz, esa felicidad en mi logra contagiar a otros y, si me enamoro, amo y siento con todo lo que hay en mí. Doy lo mejor de mi cuando alguien se vuelve especial e importante para mí, supongo que por eso no me fue tan bien en mis otras relaciones, por querer dar todo de mi sin esperar nada, sin tener expectativas y por conformarme con lo que me daban.

Simplemente no soy alguien de dar poco, de que mis sentimientos solo se demuestren a media, solo soy alguien que ama y siente mucho, por ello, después de lo de Nathaniel y lo de Emmett ya no quería volver a experimentar de nuevo sentimientos por alguien porque sé lo intenso que suelen ser mis emociones.

Y ahora, con Jayden, no es la excepción.

Aquí estoy, acostada en mi cama, pensando en él y en lo mal que me he sentido estos días porque no hemos hablado y no he obtenido una explicación o al menos no he visto su interés de querer conversar y definir todo lo que sucedió ese día.

Mi celular vibró indicándome que tenía una notificación de WhatsApp, estiré mi brazo hasta la mesita de noche y lo tomé para ver de quien era el mensaje.

Como si mis pensamientos lo llamaran, el nombre de Jayden se reflejó en la pantalla. Con el corazón latiéndome a mil por horas, abrí el mensaje y leí lo que decía:

¡Hola, Chewbacca! Espero no haber interrumpido tus sueños.

No puedo seguir estando distanciado de ti de esta manera. No después de todo lo que sucedió en nuestra primera cita.

Necesitamos hablar, sé que quieres una respuesta a todo, y aún no estoy seguro de poder dar las respuestas a todas esas dudas que están formadas dentro de tu cabeza, pero al menos déjame hablar contigo y poder disculparme por lo idiota que fui ese día, es lo mínimo que mereces después de mi comportamiento.

Espero puedas permitirme hablar contigo, lo necesito y lo deseo. Más que nada, deseo verte.

¡Buenas noches! Descansa. 



🌼🌼🌼

¡Hola, florecitas hermosas!

¿Hay alguien aquí con vida?

Porque yo sí, y estoy intentando volver...

Volver a retomar mis historias ya sea poco a poco. 

Con algo se vuelve a empezar.

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