CAPITULO XXI
Vlad la miro desconcertado apretando sus manos con fuerzas para luego correr y saltar al aire, sabía que estaba loco pero si no la alcanza y borraba aquella sonrisa de sus labios con un golpe enloquecería. Todo lo que le decía era verdad, cada noche soñaba con Charlotte e imaginar una vida lejos de su presencia era el peor infierno que podría enfrentar. Su garganta se negó a gritar cuando se encontró con la caída mortal y sus ojos se nublaron ante la realidad perdiendo la conciencia a falta de oxígeno, Edward por su lado rugió su nombre asustado por su reciente acción.
¿Que había hecho ese idiota?
El héroe salió del interior del palacio y corrió hasta el borde con la velocidad inhumana con la que era caracterizado, encontrándose con la terrible visión de que la arpía había capturado entre sus garras al joven en plena caída, salvándolo de la muerte que lo asediaba pero llevándolo consigo por el oscuro horizonte. En el exterior del castillo varios soldados intentaban atravesar aquel obstáculo pero ningún golpe parecía romper aquella muralla invisible a sus ojos, Radu elevo su mirada a lo alto en busca de una ayuda divina pero su respiración se vio cortada con la presencia de aquel feroz demonio, sus alas relucían con aquella luz de luna y entre sus uñas llevaba una persona con un traje costoso; para ser precisos, reconoció de inmediato el ropaje de su hermano pero tan pronto logro enfocarlos aquel ser demoníaco aleteo sin esfuerzo y desapareció por el oscuro follaje.
– ¡Oye Radu! Viste eso en el cie... –grito uno de los guardias pero al verlo dirigirse hasta los caballos que descansaban en un costado de los jardines se interrumpió a si mismo suponiendo lo que haría– ¿Eh? No, no, no... ¡¿No estás pensando seguirlos, verdad?!
Cuando el animal rechino y comenzó a correr el fuselaje de algo corriendo a máxima velocidad los alcanzo a todos sintiendo el escalofríos roerle carne y huesos para después ver al joven Radu desaparecer junto con el corcel.
– ¿Qué es lo que está pasando? Sigan ese caballo... –grito el general subiéndose a otro potro – Si algo le sucede a los príncipe nuestros cuellos estarán comprometidos. Equipo veintiséis síganme, los demás busquen una forma de entrar.
"– ¿Qué hace ese idiota?" –cuestiono el joven guerrero siguiendo las nuevas órdenes– "Todos aquí son unos imprudentes, aquello que vimos en el cielo era un monstruo como el que ataco a los viñedos, estoy seguro de eso."
La persecución del príncipe se convirtió en máxima prioridad, mientras atravesaban la maleza y los campos silvestres se dieron cuenta de que habían perdido el rastro del demonio volador pero lo que fuese que la estuviera siguiendo dejaba detrás un rastro de caos y destrucción que les señalaban el camino a seguir.
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Por otro lado, dentro del palacio se debatía la vida de los humanos presentes, todos estaban asustados y para añadirle sal a la herida aquellos demonios que habían ingresado eran duro de roer, Henry apenas podía con la mujer desquiciada y Helena seguía rompiendo la defensa de aquella energía que no los dejaba salir, no podía luchar con los demás.
–Por favor, tranquilícense todos –pidió Osiris en tono alto para aplacar los murmullos asustados de las personas, un poco de lucidez les ayudaría a la hora de mantenerlos a salvo– Ahora mismo estamos intentando ocuparnos de estos seres oscuros, Anubis y Henry son guerreros altamente capacitados. No se muevan de sus lugares y eviten entrar en la zona de ataque, debemos tener paciencia, Helena también está trabajando para romper la barrera, ella es una hechicera de alto prestigio...
–No es posible... –era difícil mantener la calma cuando la verdad estaba frente de ellos gruñendo con ferocidad y hambre–...llevan diciendo eso desde que comenzó todo.
– ¡Digamos por favor, ¿Qué está sucediendo?!
–Esto no puede ser real... –balbuceo Edmundo con el espanto muy enmarcado en su rostro, apretaba con fiereza la daga que sostenía en su mano aunque no parecía consciente de lo que hacía–...debí quedarme en casa, ser un músico... papá... quiero irme...
–Tengo miedo... quiero irme a casa... –al ver eso la princesa se aferró a su prometido, el príncipe Mehmed estaba tan asustado que ni siquiera recordaba que la tenía al lado.
– ¿Ahora qué hacemos? –pregunto el heredero algo distraído.
–Ojala supiera que hacer... –murmullo la chica escondiendo su rostro sobre el pecho del chico.
Sus padres estaban al lado de ellos y se arrepentían de no haber tomado enserio la sugerencia de la bruja hechicera.
–No hay mucho que hacer en una situación como está –hablo Helena, sentándose sobre el suelo sin dejar de iluminar con su aparente energía toda la zona, se veía cansada y el sudor comenzaba a pegar los cabellos danzantes sobre su piel.
–Señorita Helena, ¿Todo saldrá bien, verdad? –el Rey Murat se atrevió a preguntar.
Helena mordió sus labios dejando que la sangre comenzará a bajar por su boca, la risa siniestra de aquel ente que tenían amordazado con la energía de Osiris llamo nuevamente la atención.
–Pobre conejillos... ¿No ven acaso las puertas del más allá al final de todo esto? –tanto la voz de la chica como la del principado eran carentes de emoción, se divertía a cuesta del sufrimiento ajeno. Si, Helena conocía esa táctica, era llamada como terrorismo psicológico y solo los demonios la utilizaban con éxito– La muerte está cada vez más cerca de todos.
La demencia y el miedo solían estar vinculados en aquel tipo de estrategia, todos los presentes estaban comenzando a sentir un poco de ambas, el deseo de sobrevivir los haría ceder a la locura y entonces el miedo gobernaría todo el salón.
–Nada astuto... –dijo Helena con los ojos cerrado, podía sentir las fibras con las que habían creado aquel juego y le enojaba que la tomaran tan en menos– Su maniobra mediocre me produce asco. Le doy un 2 en habilidad técnica, se nota que está utilizando los mismo planes del holocausto de hace eones, ¿Acaso creen que un nuevo apocalipsis daría éxito? Los golpeare donde más le duele, tienen 0 en originalidad –poco a poco las luces comenzaron a encenderse y las ventaras dejaron filtrar los rayos de la luna– No se acerquen a las puertas y ventanas, estoy rompiendo su núcleo por lo que es inestable y los asesinaría sin lugar a duda –Todos hicieron caso y se reagruparon lejos de lo que ella acabada de nombrar, los demonios comenzaron a perder sincronización y la descoordinación ayudo mucho a sus combatientes para herirlos con menos desgaste físico– A ver, 3 en capacidad ofensiva y defensiva. Nota final 5, ni siquiera un humano promedio tendría tan bajo estatus a la hora de ir a la guerra. ¿Quién planeo todo esto? ¿Un niño?
La ninfa dejó de reír volteando su rostro hasta donde estaba conversando la bruja de cabellos rojos, sus ojos se iluminaron con el tono de la sangre y gruño como respuesta. Belial estaba enfadándose.
¿Acaso se estaba burlando de su poder?
–Mediocre... –dijo relamiendo sus labios al notar que había atraído su atención– Te quedan 15 minutos para fortalecer tus encantos o simplemente los romperé y me quedaría tiempo para un último vals contigo.
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Vlad iba sumido en un sueño bastante profundo aunque algunos sonidos estridentes comenzaban a dispersar aquella extraña sensación de nebulosa en la que se encontraba, eran golpes metálicos y explosiones corrosivas que hacían que su cuerpo ascendieran y descendieran como un simple muñeco de trapo, arrugo su frente y gruño incomodo recibiendo como respuesta una risita traviesa.
¿Qué estaba sucediendo?
Edward perseguía a Sytry con una diferencia de distancia muy pequeña lanzando poderosos golpes con su espada los cuales eran esquivados y respondidos con rayos centellantes que salían desde lo más profundo de la garganta del ave. Por supuesto, él los esquivaba dejando detrás las cenizas de sus demoledores ataques, algo que creyó conveniente porque había visto al príncipe Radu perseguirlos a lo lejos.
Muy a lo lejos.
Las alas de aquel demonio se batían con energía por el cielo y aunque prefería planear por la superficie e ir lento sabía que en cualquier momento debía perderlos o seria regañada por Mefistófeles. De un momento a otro se giró sin disminuir sus aleteos, observando con un gesto molesto al héroe errante, lo recordaba perfectamente de cuando lucho contra él para recuperar a la pequeña hija de su amo pero no pensó que les traería problemas en el futuro y vaya que hacia muchísimos años desde que pensó que era atractivo.
Lo peor del asunto es que seguía igual, sin canas ni arrugas.
– ¡Detente maldito espectro! Suelta al príncipe...
Pero claro, todo eso era posible porque él no era un humano.
– ¿Espectro? ¿Osas llamarme así cuando conoces mi origen? Soy yo, Sytry de las cenizas. ¡Ah, que tragedia que nos volvamos a ver mi pequeño semidiós! Puedo recordar tu aliento entrecortado mientras tus compañeros fallecían a tu lado sin poderlos defender. Estabas tan cansado y frustrado pero tu rostro... ese rostro juvenil que posees estaba lleno de sangre, ceniza y determinación... ¿Divertido no? Estabas lleno de mí, podía sentir tu agotamiento, tus jadeos, tus gemidos... me excitaba tanto tu voz.
El guerrero lanzo otra estocada dando un salto pero siendo ella dueña del espacio aéreo era complicado que un estacazo como ese fuera certero por lo que termino rompiendo la punta de su lustrosa espada con lo que fue el fragmento de una roca. Refunfuño al percatarse de su error pero no detuvo su ritmo, continuo siguiéndola, saltando entre los árboles, quebrando ramas y troncos.
– ¡Me encanta! Di mi nombre por una vez con ese tono que posees –sonrió maliciosa extendiendo al chico al frente como si lo fuese a soltar– Dilo... tu tono ardiente y primaveral podría recatarlo. Si lo haces lo liberare –apretó sus garras clavando varias de ella en el estómago de Vlad quien solo escupió sangre y un alarido de dolor pero continuo tan inconsciente como al comienzo– El mundo está lleno de vicio, no me interesa complacer a ninguna chiquilla hibrida. En cambio, sí transiges mi inmoralidad, yo te lo devolveré... ¿No te parece un buen trato? Solo debes darme tu cuerpo, entrar en lo más profundo de mí y permitir que sacie mi sed carnal de ti, solo eso pido hijo del pacto.
Con una mueca indescifrable ascendió y entro por una cueva que apenas había notado.
–El príncipe ha llegado, lo he traído tal como me pediste señor. He aquí la cárcel de tu padre... el inicio de todo.
Escucho sus gritos llenos de gozos sin comprender a que se refería, Edward se detuvo y trepo por la superficie rocosa de aquella montaña, rompiendo su piel con las rocas puntiagudas hasta que finalmente encontró un camino que lo llevo a lo alto.
Frente de aquella rustica entrada que parecía perderse en una profunda cueva sintió un escalofrío mortífero. Tenía un mal presentimiento y justo cuando cruzo corriendo el único ingreso una energía lo golpeo iluminando el cielo con colores brillantes y un rayo descendió golpeándolo como castigo por su osadía justo en el pecho lanzándolo hasta lado contrario, cayendo nuevamente al terreno por donde había subido.
Edward gimió del dolor tal y como Sytry se lo había pedido mientras que Vlad entreabría sus ojos presenciando todo lo que sucedía.
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Radu continuaba siguiendo el rastro de la batalla que iban dejando detrás aquellos seres inhumanos, la guardia que lo había acompañado estaba a su lado luego de alcanzarlo unos minutos después de su partida pero aunque intentaron persuadirlo para regresar él rechazo cada opinión sin evaluarla.
"–No abandonaré a mi hermano así deba morir por él." –su frente estaba comprimida en una mueca llena de enfado y preocupación– "Lo jure frente de la deidad..."
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El estruendoso sonido de aquel evento en la cueva llego a los oídos de Belial, quien sonrió satisfecho con lo logrado dejando de alimentar el núcleo de aquella barrera, ya no tenía por qué seguir fingiendo debilidad por lo que se dio la vuelta y desapareció en la penumbra de aquella noche.
Ahora todo quedaba en manos de aquella inútil ninfa.
Helena por su parte abrió los ojos y miro a los licántropos, ellos también lo habían sentido: un poder mayor había ascendido a la tierra y eso solo significaba una cosa.
Un dios había sido invocado.
La barrera se rompió en miles de trozos y cayó sobre todos los presentes como diminutas luces fragmentadas que más parecían chispas de fogata.
– ¿Abandono su intento de encerrarnos porque se dio cuenta de que no nos podría retener o qué? –pregunto con inocencia Anubis.
–Creo que está niña no presta mucha atención a los detalles –Henry estaba sudado pero ya había exterminado a la mujer zombie– ¿Helena, que dios se permite ser invocado por unos demonios?
–Ni los errantes se permiten tales cosas...
– ¿Y si no es un dios y lo estamos malinterpretando? Tal vez es una táctica para que salgamos del edificio –dijo Osiris viendo como las puertas y ventanas eran abiertas por el poder de Helena.
–O tal vez no tenían planificado la presencia de Helena –dijo Murat algo aliviado en cambio Mehmed abrazo a su futura esposa y apretó sus labios.
–Es todo o nada... –dijo el príncipe y todos lo voltearon a ver, muchos estaban intentando salir del sitio pero aún quedaba ese demonio sanguinario que no moría con ninguno de los asaltos de la rubia– No podemos salir, no tenemos garantía de que afuera no estén esperándonos otros como ellos.
Las personas controlaron el impulso de correr y se miraron los uno a los otros y no tardo mucho cuando sonidos de gruñidos se expandieron por los pasillos, dándole la razón al joven heredero de aquel reino, los guardias que habían muerto por los esbirros de los demonios comenzaron a levantarse con la misma sed de sangre que los primeros pero sin ningún tipo de raciocinio.
–Lo sabía... –murmuro Henry, había confirmado su teoría de que ellos estaban creando un ser capaz de reproducirse con una mordida, algo que él no obtuvo en su accidental transformación– Pero debemos caer en la trampa –aseguro el soldado observando a Helena por el rabillo de su ojo izquierdo– Sacaré a los invitados y los defenderé todo lo que pueda pero los reyes deben quedarse aquí dentro. Anubis...
– ¿Huh? –la chica golpeo con una patada a la bestia, alejándolo de la entrada por donde justo en ese instante ingresaban dos neófitos que por suerte fueron desgarrados con las mismas garras del vampiro.
–Vamos... –apremio Henry atacando con sus sables a los demonios que estaban en el exterior siendo secundado por Osiris quien alejaba de la zona a esos seres sin entendimiento.
Anubis continúo su enfrentamiento con el único ente inteligente, porque no podía negar que sabía lo que hacía el muy maldito, Helena por su lado se acercó a los reyes y les sonrió, sentándose sobre una silla para tomar entre sus dedos una copa de oro llena de vino.
–Yo los cuidaré... solo necesito reponer mis energías –le aseguro ella dando un sorbo a la bebida– Es tan rico...
De su nariz descendieron gotas de sangre que cayeron dentro de la copa, la mesa y parte de su escote, preocupando al instante al dueño del palacio.
–Señori...
–Oh, no se preocupen por esto. Les aseguro que no es nada, estoy atada a un demonio –la confianza con la que se refería a ese tema helo la sangre de los presentes– Esto no me asesinara... créame, su Alteza.
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Mefisto observo las luces en el cielo y sintió el peso de la nostalgia sobre su ser, hasta ese momento nunca pensó que algo así podría suceder y estuvo seguro de una sola cosa: había sido utilizado por Belial nuevamente. Atascado con el enojo que sentía extendió su mano al frente dejando caer sobre la sala festiva un diminuto frasco que al romperse esparció por los pasillos su mortífero contenido.
"–No puedo retrasarme más..."
– ¡¿Qué es eso?! –grito un soldado desde la planta inferior, a su lado habían otras personas que gritaron de miedo intentando huir del humo en el que se había convertido aquel contenido pero que de igual manera fueron alcanzados de forma rápida, aún no habían logrado salir con los guerreros y para su mala suerte se toparon con la desgracia– ¡Corran! Corrrg.... uhhh... hhh...
Helena quiso crear una barrera para defender a los monarcas pero estaba tan debilitada que hasta ella se vio envuelta con el vapor, los chillidos de la servidumbre, soldados y regentes llenaron los oídos de la hechicera quien al mirar al balcón pudo ver la sonrisa de aquel ser al que le había entregado su alma.
"– ¿Chicos, están bien? Por favcok... cok... grrr..."
Un ataque de tos debilito la voz de la licántropo quien pronto abandono su forma lobuna para retorcerse desnuda en el suelo, todo ese tiempo él estuvo dentro con ellos por lo tanto habían sido un simple señuelo pero... ¿Para qué?
Era lo que necesitaban saber.
Su visión se volvió borrosa y aunque sus latidos se aceleraron ante el hecho de que a su lado estaba una joven damisela con cabello oscuro no pudo dar un paso y tampoco pudo distinguir su apariencia con claridad, tantos años a la espera de tenerla y ahora un simple experimento la alejaría de su sueño.
¿Iba a morir de esa forma? ¿Mefistófeles había planeado la forma de asesinarla sin ningún tipo de escrúpulo?
No podía aceptarlo, él mismo le había dicho que cuando quisiera podría dejarla morir, estaba viva gracias a su voluntad, por su existencia... ¿Qué era él entonces?
Un simple demonio no podía tener ese tipo de poder.
¿O sí?
– ¿P-Porque...?
Balbuceo cuando cayó de rodillas al suelo, la sangre de su nariz comenzó a caer con más notoriedad, brotando de igual manera por sus ojos, oídos y labios. Dio un vistazo rápido al salón y todos estaban sufriendo de la misma manera, caían al suelo y se retorcían de dolor.
Incluso Anubis, una diosa infernal.
Una diosa...
Regreso su vista al demonio y sintió como su garganta se cerraba impidiéndole el paso del aire, él simplemente le sonrió antes de darle la espalda.
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Desde afuera Osiris se percató del silencio que se había formado en su mente y miro contrariado a Henry quien parecía estar pensando lo mismo.
– ¿Qué sucede? –pregunto Osiris pero no encontró el enlace de su hermana– ¿Anubis? ¡Hey...! ¿Qué está pasando? Oigan... ¿Helena? ¡Respondan! No, no, no, no...
–Malditos... –pronuncio Henry deteniendo al licántropo, observando como por las ventanas ascendía un humo oscuro y de dudosa procedencia– No entres, no sabemos lo que ha sucedido y debemos defender a estos mortales.
– ¡¿Cómo pudo pasar esto?!
Estuvo pensándolo por un breve instante y miro al moreno con interés.
– ¿Eres un dios del desierto, no?
– ¿Qué? –gruñó con gesto molesto– ¡¿Qué clase de dios crees que soy?! Solo fui un rey bienaventurado por los dioses, me entregaron un poder místico para salvar mi reinado y también el poder de multiplicar las cosechas. No tengo nada que ver con el desierto. Ese era el territorio de mi hermano que... ¡Agrrr...! Eso no importa, ¿Para qué preguntas algo así?
– Que aburrido eres, entonces ¿No podrías crear un flujo de aire que aislara aquel humo extraño?
– ¿Cómo un túnel de viento?
–No sé lo que sea un túnel de viento pero si aleja ese humo del gran salón seria de mucha ayuda.
–Creo que podría.
– ¡Entonces hazlo!
–Pero existe un riesgo aun mayor, podría dejarlo sin oxígeno y eso empeoraría su situación –el rostro inseguro del joven era notorio– En vez de ayudar podríamos matar a las personas que estén aun vivas.
Henry golpeo un demonio que se lanzó hacia ellos rompiéndolo en dos.
–No sabemos lo que sea ese humo, quizás ya estén muertos pero tu hermana podría regenerar sus células y salvarse al igual que Helena. Si no hacemos algo...
– ¿Estarías dispuestos a sacrificar a todos por ellas dos?
–Yo asumo la responsabilidad, no hay tiempo que perder. De todas formas ya están condenados a morir.
–Entendido.
El lobo sonrió arrodillándose en el sitio mientras colocaba las palmas de sus manos en el suelo, los que habían huido con ellos y los pocos soldados que intentaban defenderlos se quedaron mudos cuando brotaron raíces desde el interior de sus manos las cuales se sumergieron en el duro material del piso y en las paredes de mármol transformándose en ramas espinosas que absorbían todo el aire de su entorno y dejaban florecer las más hermosas y exóticas flores con tonos casi irreales.
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–T-Tú, mi... –la voz de la hechicera era débil–...C-Charlotte...
El interior del salón pronto se vio lleno de ramas que se tejían como enredaderas y las flores decoraron y consumieron todo el aire sucio que estaba en el sitio sin mucho esfuerzo, Charlotte soltó las ataduras de la ninfa y le indico al demonio que la cargará en brazos para sacarla del palacio, incluso Mefisto había desaparecido del sitio pero ella se quedó unos instantes más para observar el insólito fenómeno que ocurría, Helena no se había movido de su lugar pero seguía luchando consigo misma para no desfallecer.
–C-Charlo... –la mujer extendió su mano al frente buscando la calidez de aquella muchacha que reconocía como su hija, tanto su esencia como su presencia se lo hacían saber pero la joven en vez de acercarse simplemente le dio la espalda como su padre y se retiró dejándola caer al piso con el corazón destrozado.
"– ¿Ella es mi madre? No veo que tenga nada de especial, es una simple humana." –pensó la pelinegra al darse cuenta que no sentía nada por esa persona que decían que era su madre, no veía nada de especial en ella y no sentía ningún vínculo que las uniera, era un caso perdido tener interés o desear conocerla– "Que triste que solo tú guardes sentimientos por mí, bruja."
Los ojos de Helena se cerraron finalmente sin poder contener la abstracción por más tiempo.
"-Mi pequeña... mi pobre niña..."
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Los ojos de Edward se abrieron con pesadez, había recibido una fuerte descarga y ahora no sabía lo que había sucedido, al darse cuenta de que había perdido la consciencia se sentó con rapidez siendo atacado por un dolor agudo en su sien. Chillo y maldijo internamente todos los sucesos que lo habían llevado hasta ese estado.
– ¿Estas bien? –la voz de Radu lo despabilo.
– ¿Dónde está ese maldito pájaro?
–Ellos no han salido de esa cueva pero... –observo a los guardias que estaban en la entrada y se negaban a entrar por el miedo, incluso el príncipe parecía temblar–...no somos rivales para ellos. No podemos...
– ¿Ellos?
–Cuando llegamos estaban otros seres aquí, parecían tener cautivo a algo además de a mi hermano –el chico bajo el rostro apenado, se notaba la frustración de ser débil ante esas circunstancias– Por favor héroe errante, salva a Vlad.
–Eso intentaré.
Se levantó y miro lo profundo de la cueva notando una especie de energía que lo trasladaría a otro lugar, fue cuando logro una idea coherente de lo sucedido.
Aquel escenario no era más que una entrada oficial hacia la muerte.
– ¿Cuántos eran?
–Además de la mujer voladora, había un hombre con cabello rubio y otro con piel azulada pero al vernos simplemente desaparecieron.
– ¿Solo ellos?
Entre todos se miraron los rostros y asintieron algo dudosos.
–Bien, así no tengo que preocuparme por los daños –dijo el soldado tomando entre sus manos aquella espada rota, la evaluó con profundidad y suspiro con pesar– Esto no me servirá... ¡Tu, el del escudo! Dame tu espada –el señalado salto por el asombro y se acercó temeroso a él entregando su arma, el híbrido la hizo brillar en sus dedos y pronto fue trasformada en una especie de lanza– Ni se les ocurra entrar. De hecho, regresen al palacio y sirvan de apoyo por allá.
–Pero no podrás... –Radu quiso intervenir pero fue interrumpido.
– ¿Qué podrías hacer tu contra ellos? –ninguno dijo nada– La fiesta solo fue un engaño, lo hicieron para crear caos y terror, una simple táctica para ganar tiempo y escapar con su verdadero objetivo.
– ¿Vlad era el objetivo?
–Aun no lo sé pero... creo que tiene algo que ver con todo este embrollo.
– ¿Por qué lo crees?
–Eres tan simple, Radu. La ninfa es alguien fácil de manipular, ni siquiera tenía un poder propio con el cual enfrentarnos, es una joven inmadura.
– ¿Quieres decir que ella también fue manipulada con la estética superficial de aquel supuesto plan?
–Es una forma de verlo pero yo no le llamaría estética... –Edward se acercó al portal que estaba oculto en la oscuridad del sitio, los humanos no podían ver lo que había más allá de la penumbra– Es una forma de llamar la atención, obviamente ella no deseaba su propia muerte, solo quería más poder y para eso cumplía una serie de órdenes. Retorcerse de dolor en su agonía y morir lentamente no estaba en sus planes, ¿Crees que hubiera aceptado si su plan original era transformar a todos allí adentro?
– ¿Entonces para qué quieres que regresemos al palacio?
–Tranquilos, ahora mismo deben estar necesitando personal para mover a las víctimas de su atractivo plan –los soldados no dejaban de mirarse entre ellos sin comprenden a donde quería llegar con sus palabras– Es cierto que crearon unos seres que nunca antes habíamos visto pero su plan inicial era lanzar un químico capaz de dormir a todos para huir con el protagonista de sus ideas torcidas.
–Mi hermano... él es...
–Una mente brillante está capacitada para ocultar sus objetivos en medio de todo un caos, siendo capaz de abrir un ligero ciclo de locura que los beneficie al final.
"–No encontraremos la repuesta en la superficie." –pensó el semidiós atravesando aquel portal que habían dejado abierto– "La repuesta siempre está oculta."
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