Capítulo Veintidós | Últimos Capítulos.

Notó un extraño pinchazo en el corazón. Se había perdido casi dos semanas de su vida.

—¿Y Inma?

—El negocio le va muy bien y tiene muchos amigos a su alrededor. Emily y ella vienen a cenar a casa mañana. Mi mujer va a preparar pavo con su famoso relleno de salvia y cebolla. Kyle y Derek también vienen —entonces lo miró con picardía—. ¿Sabes? Creo que a mi hijo mayor le gusta Inma.

Logan frunció el ceño.

—¿Qué?

—Fue él quien la llamó para invitarla —le informó como si fuera lo más normal del mundo.

Una oleada de ira se apoderó de él. ¿Por qué demonios había aceptado la invitación de Derek? Vamos, acababa de tener una hija, todavía no estaba preparada para... Además, Derek Pinta era... era... Bueno, era exactamente el tipo de hombre que él no era, íntegro, social, popular, un auténtico ciudadano del mundo.

Dios. No tenía ningún derecho sobre Inma, pero la idea de que estuviera con otro hombre lo volvía loco, y que ese hombre se convirtiera en el padre de su... Tenía que parar aquello. No era el marido de Inma y Emily no era su hija. Daba igual que deseara que fuese diferente. Las dos merecían algo mejor que un animal derrotado con una pierna herida y un corazón enjaulado.

◈◈♡◈◈

Inma puso el cartel de "Madre e Hija se han ido a casa. Hasta mañana." Había vendido todos los hombrecillos de jengibre, las campanillas de chocolate y los renos con nariz de frambuesa, así que ya iba siendo hora de tomarse un descanso.

Aquellas dos últimas semanas no le había resultado difícil aguantar las largas jornadas de trabajo combinadas con los cuidados de Emily. Toda esa actividad había sido la única manera que había encontrado de mantener la mente ocupada y no pensar en Logan Henderson.

Parecía que el trabajo era la cura de todo mal. Por las noches estaba tan rendida que caía en la cama ya dormida, y por la mañana salía de casa con tal energía que ni siquiera se daba cuenta del mundo que existía a su alrededor.

Los momentos que pasaba con Emily eran mágicos, aunque entonces sí se acordaba de Logan. Otra cosa habría resultado imposible puesto que la mayoría de las cosas de su hija habían sido regalos suyos. No podía dejar de preguntarse qué estaría haciendo o si alguna vez pensaría en ella, cuando volvería o si volvería. Y era como si una mano fuerte le estrujara el corazón y tuviera que luchar para salvarlo. Tenía que luchar, aunque solo fuera por la niña, no podía dejarse llevar por la tristeza y la añoranza.

A veces tenía la sensación de que jamás lo olvidaría, nunca llegaría a recuperarse de su pérdida. No obstante, no dejaría de intentarlo.

Esa noche sus amigas iban a ir a verla para celebrar una reunión de chicas y tendría que dibujar la sonrisa, volver a decirle a Molly que no sabía dónde estaba Logan y cambiar de tema. Lo que desde luego no iba a hacer era contarles la verdad. No podía decirles que le había pedido que se marchara, y no porque no lo amara, sino porque lo amaba demasiado para fingir que le bastaba con ser su amiga, y que por un momento habían sido algo más.

Habían sido una familia.

◈◈♡◈◈

—Tenemos que darnos prisa —le pidió Thomas al apagar el motor del coche—. Está a punto de hacerse de noche.

Logan abrió la puerta preguntándose qué debía hacer. Había sido idea suya parar en el cementerio, pero no sabía exactamente para qué.

Thomas le puso una mano en el hombro.

—¿Quieres que vaya contigo?

—No. Ni siquiera sé qué hago aquí.

—Claro que lo sabes —le dijo con ternura—. Quieres desearle Feliz Navidad a Emmett y preguntarle si te cree digno de su hija.

—Ya sé que no lo soy.

—¿Por qué piensas eso?

—No quiero... Es que... —¿qué? ¿Por qué no podía ponerle nombre a lo que sentía? ¿Por qué demonios le daba tanto miedo?

—La amas.

—Sí —la respuesta salió de su boca sin ayuda y tuvo que quedarse pensando cómo le sería posible amar a un hombre como él. Y sin embargo era cierto, la amaba. La amaba tanto que le dolía. Sobre todo ahora que ya era demasiado tarde—. La quiero, Thomas. Es exactamente por eso por lo que no puedo estar con ella.

—Perdona que te lo diga así, pero eso es una estupidez.

—Sabes cómo soy, Thomas. Yo no puedo pertenecer a esta ciudad, no puedo. No se me da bien.

—Más estupideces.

Logan dio un puñetazo en el capó del coche para liberar su frustración.

—Ellas necesitan a alguien que se relacione con la gente, que tenga amigos y que sonría a los vecinos —entonces soltó una carcajada llena de amargura—. Vamos, si yo apenas sé sonreír.

—Mírame, Logan—le pidió Thomas enérgicamente—. ¿Tú quieres a Inma y a Emily? ¿Quieres que ellas sean tu familia?

—Sí.

—Entonces aprenderás a sonreír. Así de simple. La mayoría de la gente de esta ciudad está deseando darte una oportunidad y acogerte con los brazos abiertos —lo miró con cariño antes de añadir—: Es lógico que te dé miedo después de todo lo que has pasado. Pero algún día tendrás que acabar con esas dudas.

Logan le dio la espalda y perdió la vista en el cementerio.

—Es que no sé si puedo.

—Logan —le dijo poniéndole una mano en el hombro—. Si las quieres, es hora de que acabes con todos tus demonios.

Tenía que admitirlo, al menos ante sí mismo. No había nada que deseara más en el mundo que estar con Inma y con Emily. Nada. Las quería muchísimo a las dos y acabaría con mil demonios con tal de tener la oportunidad de demostrarles su amor. Si todavía lo aceptaba.

Caminó hacia el cementerio dejando atrás a Thomas y, cuando llegó a la tumba de Emmett, pronunció las palabras que iban a cambiar su vida para siempre:

—Amo a tu hija.

◈◈♡◈◈

—¿Por qué Wendy puede montar las guirnaldas de palomitas de maíz mientras yo estoy aquí con el confeti? —preguntó Molly con tono de niña pequeña.

—Porque nadie se fía de ti cuando tienes una aguja en la mano —dijo Connie.

—Ni con unas tijeras —intervino April y todas se echaron a reír, incluyendo a Molly.

Lejos de sus maridos, hijos y novios, a las cinco amigas les había resultado natural volver a las costumbres del instituto: las bromas, las charlas y las risas. Era divertido y muy agradable, pero Inma tenía la cabeza en otro sitio. Menos mal que la conversación no había desembocado en el tema de Logan Henderson y ella se lo agradecía de todo corazón.

—Voy a preparar más ponche —sugirió Inma, pero antes de que llegara a la cocina, alguien llamó a la puerta.

—¿Habéis invitado a algún hombre? —preguntó Connie con una risita picara.

—Pues he oído que Ronnie Mills está por ti. Además acaban de quitarle el aparato de la cara —intervino Wendy fingiendo ser una colegiala.

Inma se echó a reír y fue hacia la puerta.

Pero no era Ronnie Mills.

Con un suéter negro, unos elegantes pantalones grises y con un aspecto más imponente que nunca, Logan Henderson esperaba al otro lado de la puerta.

—Hola, Inma —saludó sonriente.

La casa entera se quedó en silencio de repente, lo único que podía oír era los latidos de su corazón golpeándole contra el pecho. Parecía que no lo hubiera visto durante años.

—Has vuelto a casa —murmuró justo antes de notar que se le sonrojaban las mejillas—. Quiero decir que has regresado de California.

Su mirada se paseó por toda ella, como si intentara abarcarla entera, y eso la puso aún más nerviosa.

—No podía estar más tiempo lejos de Fielding ni de...

—¿Tu casa de cristal? —interrumpió ella con malévola amargura. ¿Por qué se había presentado allí a torturarla?

—¿Puedo entrar?

Tuvo que utilizar todo su auto control para responder:

—Tengo visitas, mejor en otro momento...

Pero él hizo caso omiso y pasó.

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¡Ay Logan más te vale hacer las cosas bien esta vez! Tarado... perdón, me aleteré jajaj

#FannyFrías

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