Capítulo Siete.

Mini maratón 2-3.

Esa misma tarde Inma se había levantado para ir al baño cuando Logan entró en el dormitorio con una especie de carrito.

—¿Qué es eso? —preguntó ella sorprendida.

—La cama de Emily —respondió con total seriedad.

Inma se quedó boquiabierta unos segundos antes de detenerse a observar el carrito. Logan lo había construido para su hija. Aquel hombre dulce y sexy le había hecho una cuna a su pequeña.

Unas horas antes, después de llevarle el sándwich, había salido de allí inmediatamente con la excusa de que tenía mucho trabajo. Inma estaba convencida de que no volvería a aparecer por allí hasta el día siguiente, pero la sorprendió, cosa que había hecho a menudo en los últimos días.

—¿Cómo la has hecho?

—Es el carro de un ordenador y encima le he puesto una cesta de la colada. Después le he hecho el colchón con un par de almohadas —tras la explicación la miró en busca de su aprobación—. ¿Crees que estará cómoda?

Inma no pudo menos que sonreír. ¿Cómo no iba a estar cómoda? Lo que había hecho era sencillamente impresionante.

—Es estupenda. Muchas gracias.

—También he cortado más toallas para que las uses de pañales.

—Has pensado en todo.

—Solo intento que mis invitadas se encuentren a gusto en mi casa —respondió encogiéndose de hombros como restándole importancia.

—Pues lo has conseguido.

Se la quedó mirando fijamente, sus ojos iban de los de ella a su boca.

—Voy a preparar algo de cena —en el rostro de ella se volvió a reflejar la decepción—. Pero no te preocupes, no voy a hacer más sándwiches. Creo que esta noche te mereces una cena de verdad.

Ese detalle no hizo más que acrecentar el agradecimiento de Inma.

—¿Podrías cuidar a Emily unos minutos?

—¿Cuidar de ella?

—Sí, me gustaría darme una ducha caliente.

—Pero si yo no sé nada de niños. Inma, yo...

—No tendrás ningún problema —le aseguró sonriente—. Vamos, Logan, tú las has traído a este mundo. Confío en ti plenamente.

—Está bien, pero como se ponga a llorar, te la llevo. Me da igual si estás en la ducha o no.

Con solo imaginar la situación, Inma sintió que se le cortaba la respiración. Esperó unos segundo a ver si Logan añadía algo más o al menos matizaba sus palabras, pero nada de eso ocurrió.

—La cena estará lista en media hora.

Se, humedeció los labios con la lengua antes de contestar.

—De acuerdo.

Logan siguió tal movimiento con la mirada y, sin darse cuenta, resopló débilmente.

—Hasta dentro de media hora entonces —le dijo antes de salir de la habitación con Emily en brazos.

◈◈♡◈◈

Inma se quedó allí, sola y acalorada. ¿Qué demonios le ocurría? ¿Por qué actuaba como una colegiala en lugar de como una madre? Estaba claro que su encaprichamiento juvenil había vuelto a la carga y, si no salía pronto de aquella casa, estaría en serio peligro de que tal sentimiento se convirtiera en algo más fuerte.

Algo que no desaparecería en solo unos días, como la tormenta invernal que seguía demostrando su poder en el exterior.

Inma estuvo bajo el agua caliente durante al menos veinte minutos; después de secarse el pelo y ponerse una ropa de deporte que le había dejado Logan, salió del baño con fuerzas renovadas pero echando mucho de menos a Emily. Era curioso que en un solo día hubiera dejado de entender su vida sin la pequeña.

Ya desde el pasillo ovó que sonaba ópera en el piso de abajo y percibió un delicioso olor.

Cuando se asomó a la cocina encontró ante sí una imagen que la dejó embelesada. Allí estaba aquel guapísimo hombre de casi un metro ochenta, ataviado con un delantal rojo, bailando al ritmo de la música con la pequeña Emily entre sus brazos. La niña lo miraba extasiada. Inma sintió un fuerte impulso de unirse a tan bella imagen, pero no tardó en recordar que aquello no era una escena familiar y de nada servía que fingiera lo contrario.

—No sabía que hubieras asistido a clases de baile —comentó Inma para avisar de que ya estaba allí. Logan reaccionó inmediatamente poniéndose en tensión, de tal manera que la relajación que había demostrado mientras bailaba con Emily desapareció por completo.

—Es que estaba llorando y pensé que le gustaría que la acunara un poco —le explicó detalladamente—. Y no quería interrumpir tu ducha.

—Te lo agradezco —respondió Inma no demasiado convencida.

Le devolvió a la niña y se dirigió al fogón en el que se estaba calentando una cacerola de pollo asado. La cojera era más pronunciada que el día anterior, era obvio que la pierna le estaba dando problemas. Inma pensó en decirle que se sentara tranquilamente mientras ella se ocupaba de la cena, pero no quiso ofenderlo.

—Huele muy bien.

—Afortunadamente, el ama de llaves había dejado algunas cosas en el congelador. Esto es pollo asado.

—Mi preferido.

—Pensé que tu plato preferido era la sopa de letras.

—Y lo era —respondió Inma con una carcajada—. Pero cuando tenía trece años.

—Claro, ahora que eres adulta has elegido algo más sofisticado.

—Eso es.

Por un momento le pareció ver que Logan se estaba divirtiendo.

—Con ese delantal pareces todo un chef—le dijo al tiempo que dejaba a Emily en su nueva cuna.

—Pues tú... —hizo una pausa que hizo que Inma lo mirara intrigado y comprobara que tenía los ojos clavados en ella—. Estás preciosa con mi ropa.

Tuvo que bajar la cabeza para intentar evitar que se diera cuenta de que se había ruborizado.

—Gracias, pero sé con exactitud qué aspecto tengo.

—¿Y qué aspecto tienes según tú?

—El de alguien agotado que acaba de dar a luz.

—Escucha, Inma —le dijo con un tono tan serio que Inma lo miró a los ojos—. Creo que jamás había visto a una mujer más bella de lo que tú lo estás ahora mismo.

Se quedó mirándolo fijamente unos segundos y luego se echó a reír, no sin cierto nerviosismo.

—¡Qué mentiroso!

—Se me ocurren un par de métodos infalibles de convencerte.

De pronto Logan sintió cómo todo el desenfado desaparecía como si lo hubieran sorprendido riéndose en un funeral. Inma volvió a mirarlo fijamente con el rubor reflejado en aquellos maravillosos y sexys ojos azules. ¿Iba a preguntarle cuáles eran esos métodos? Y si lo hacía, ¿le diría la verdad?

Pero entonces Emily empezó a hacer ruido y la magia se rompió como una campaña de cristal.

Inma se dirigió hacia ella y Logan se dispuso a terminar la cena.

—¿Qué es esto que lleva por pañal? —preguntó ella unos minutos más tarde.

Logan ni siquiera se dio la vuelta para contestar.

—Es una camiseta, se la he puesto porque las toallas abultan demasiado.

—¿Y qué pone?

—«Los programadores saber cómo utilizar su material» —respondió con sequedad—. Mi ama de llaves me regala una todas las Navidades, debe pensar que son divertidas; a mí lo que me resulta divertido es que crea que me las voy a poner.

—Por eso has decidido convertirlas en pañales.

—Exacto, al menos así tienen una utilidad.

—Tienes toda la razón —dijo ella riendo justo cuando él le servía un plato de pollo asado y judías verdes en una mesa preparada para un solo comensal—. ¿Y tú no vas a comer conmigo?

—Yo no...

—Ya, ya sé que nunca comes con gente —interrumpió ella—. Lo recuerdo. Algún día te preguntaré el motivo.

—Y quizá ese día yo te lo cuente —replicó él sentándose frente a ella.

Después observó satisfecho cómo Inma se comía todo lo que había en el plato. Lo único que necesitaba era alimento y descanso y él se iba a asegurar de que tuviera ambas cosas.

—Se te da muy bien calentar la comida —bromeó ella cuando hubo terminado—. De hecho, has llevado a cabo dos grandes hazañas en el mismo día: cambiar pañales y hacer la cena.

—La verdad es que tengo que confesar que Emily ayudó mucho en la primera. Es una jovencita con mucha paciencia.

—A eso se le llama adular, pequeña —avisó Inma dirigiéndose a su hija—. Ten mucho cuidado cuando lo hagan los hombres.

—No hagas caso, princesa.

—¿Princesa?

—Es que con ese pelo rubio y los ojos azules parece toda una princesita —explicó Logan y, en el momento de hacerlo, se dio cuenta de que la descripción también habría podido referirse a Inma.

Ella también debió de pensar lo mismo porque se volvió a mirarlo estupefacta.

Seguramente porque las palabras de cariño no eran muy habituales en él y ya era la segunda en menos de una hora. De hecho, él ni siquiera solía charlar así como así, más bien hablaba de cosas en concreto, iba al grano directamente. Así era antes de que apareciera Inma.

—Bueno, cuéntame lo de la pastelería —le pidió en un esfuerzo por desviar la conversación y sus pensamientos hacia un terreno menos peligroso—. ¿Desde cuándo tienes ese plan?

—Hace unos cuatro años pensé hacerlo, pero entonces conocí a Rick.

Logan la escuchaba mientras movía el carrito de Emily después de que esta hubiera hecho el amago de echarse a llorar.

—¿Es que él no quería que trabajaras?

Inma respondió con una mirada de tristeza.

—Sin embargo cada vez que llevaba un postre a una cena, todo el mundo quedaba entusiasmado.

◈◈◈◈◈♡◈◈◈◈◈

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#FannyFrías

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