Capítulo Nueve.

Solo seis semanas para hacerlo y no podía concentrarse ni un minuto.

No había podido quitarse aquel beso de la cabeza, ni el beso ni la enorme necesidad de sentirla cerca de él. Y no quería ni pensar en cuánto iba a echarlas de menos cuando fuera al dormitorio aquella noche.

¿Cómo iba a concentrarse sin saber si Inma y Emily se encontraban bien? ¿Qué ocurriría si había otra tormenta mientras ella todavía estaba limpiando el local de la tienda? ¿Qué pasaría si la cuadrilla de limpieza no conseguía llegar para ayudarla? Jamás se perdonaría no haber estado allí para protegerlas si algo les ocurriera.

Salió del despacho y se metió en el ascensor convenciéndose de que lo mejor era que fuera a comprobar que estaban bien. Les llevaría un teléfono para que pudieran ponerse en contacto con él siempre que lo necesitaran. Después se quedaría más relajado y podría trabajar.

◈◈♡◈◈

Al menos no hacía frío, pensó Inma mientras observaba lo sucia que estaba la casa. Iba a tardar al menos una semana en poner en orden todo aquello, y durante ese tiempo no tenían otro sitio donde quedarse porque el hotel estaba lleno.

No se le había ocurrido que el apartamento se encontrara en tal estado. Lo único que había pensado era que necesitaba alejarse del hombre que hacía que le temblaran las rodillas y que el corazón se le llenara de deseo. Quizá no era razón suficiente para salir corriendo, pero eso era exactamente lo que había hecho.

El doctor Pinta la había llevado al cementerio a ver la tumba de su padre, después a la tienda a proveerse de todo lo necesario y más tarde al apartamento. El pobre hombre no le había podido ofrecer otro sitio donde quedarse porque tenía una paciente en casa recuperándose de una caída.

Inma le había asegurado que no tenía por qué preocuparse puesto que varios amigos habían puesto sus casas a su disposición.

Pero le había mentido. Lo cierto era que todavía no había llamado a ninguno de sus viejos amigos de Fielding porque no se encontraba con fuerzas de ponerse a explicar todo lo sucedido en el pasado.

Cuando se mudó a Chicago, sus amigos la habían estado llamando durante meses, pero Rick había sido muy tajante al afirmar que debía cortar todos los lazos con el pasado. Entonces ella no se había preocupado porque su marido fuera tan controlador, solo había deseado que su matrimonio funcionara y se había esforzado por convencerse a sí misma que lo que él quería era empezar una nueva vida con ella. Pero el sueño no había tardado en desvanecerse.

Después de la muerte de Rick había pensado en ponerse en contacto con la gente de Fielding, pero le dio miedo que ellos no la perdonaran. Por eso había decidido que lo mejor era volver para explicar las cosas en persona, hablar con cada uno de ellos personalmente. Y, después de tanto tiempo, tenía muy claro que la manera de ponerse en contacto con ellos no era pedirles que la alojaran en su casa.

Tendría que salir de aquello ella sola.

—Parece que hubiera pasado un tornado.

Inma se dio la vuelta para encontrarse con Logan, de pie en el umbral de la puerta con aspecto de ejecutivo de Wall Street y el ceño fruncido. Justo en ese momento, Emily comenzó a protestar, lo que hizo que su gesto empeorara.

—Hola, princesa —la saludó y enseguida la tomó en brazos.

El corazón de Inma se llenó de luz. No esperaba volver a verlo tan pronto, creía que tendría tiempo de dejar de echarlo de menos antes de volver a encontrarse frente a él. El caso era que, solo con tenerlo allí, no le daba la impresión de tener tanto trabajo como un rato antes.

—¿Y qué haces por tierras tan alejadas? —le preguntó sin poder impedir que una enorme sonrisa se dibujara en sus labios.

—Quería ver si necesitabas ayuda —respondió acunando con maestría a Emily entre sus brazos—. Y parece que sí.

—No te preocupes. No tardaré nada en poner este sitio a punto.

—He oído que el hotel está al completo por la tormenta.

Aquello sonaba aún peor viniendo de su boca.

—Lo sé, pero he comprado el periódico y espero tener una habitación para alquilar antes de que acabe el día.

—¿Es que no te han enseñado que no se debe esperar nada?

—¿Ese estupendo consejo es todo lo que me vas a ofrecer como ayuda?

—No, también te ofrezco esto —le dijo tendiéndole unas llaves.

—¿Qué es eso?

—La habitación que necesitas —Inma lo miró en silencio—. Necesitáis un sitio donde quedaros hasta que arregles esto, ¿verdad?

—Sí —admitió Inma muy a su pesar porque sabía dónde iba a desembocar esa conversación.

—¿Por qué no volvéis a casa hasta que eso ocurra?

Inma se acercó a él y le quitó a la niña de los brazos. Era el instinto de protección, no quería que su hija se encariñara con él porque sabía perfectamente cuánto se sufría al perderlo.

—No, no podemos.

—¿Por qué no? Es un sitio acogedor.

Demasiado acogedor, ese era el problema. No podía volver a convivir con él porque empezaría otra vez a desear cosas que jamás tendría.

—Vamos, Inma. No creo que sea tan grave tener que pasar unos cuantos días más conmigo.

Seguramente no lo fuera para alguien con el corazón tan cerrado como una ostra. Sin embargo, tenía que admitir, al menos ante sí misma, que no tenía otra alternativa. No podía llamar a sus amigos y en el hotel no iba a surgir otra habitación por arte de magia.

—Te agradezco la oferta, Logan, pero no entiendo por qué lo haces. Dejaste muy claro que allí estorbábamos.

—¿Por qué dices eso? —le preguntó ofendido.

—Te has pasado los días escondiéndote, encerrándote a trabajar y saliendo sólo para darme las gracias por la comida.

—Tengo mucho trabajo —afirmó de manera distante—. Eso es lo más importante para mí.

—¿Ah, sí?

—¿Qué estás intentando decirme?

Inma soltó un resoplido.

—Es que últimamente me ha dado la sensación de que había otra cosa a la que le dabas mucha importancia. Me refiero a esa deuda que crees tener conmigo —lo miró a los ojos y le dijo lo que llevaba pensando desde el beso—. Bueno, pues ya has saldado esa deuda. Ya no tienes que hacer nada más por nosotras.

—Solo hago lo que creo que está bien —replicó encogiéndose de hombros—. ¿Y no crees que tú deberías hacer lo que fuera mejor para Emily?

Inma clavó los ojos en él con gesto de indignación.

—Siempre haré lo que sea mejor para mi hija.

—Me alegro de oír eso —asintió como si con su rabia acabara de obtener lo que estaba buscando. —Mañana te mandaré a mi ama de llaves para que te ayude a limpiar todo esto.

—No es necesario. Yo puedo perfectamente...

—Se llama Sara y es estupenda. He llevado tu coche al taller, así que mientras lo arreglan, puedes utilizar alguno de los míos. Y yo cuidaré a Emily cuando tú estés limpiando.

Aquel pequeño discurso la dejó boquiabierta.

—Logan, tú tienes mucho trabajo...

—Emily no da ningún problema.

Estuvo a punto de volver a protestar, pero se dio cuenta de que no merecía la pena. Logan estaba siendo amable con ella, se estaba comportando como un amigo y Emily y ella necesitaban su ayuda. No podía dejar que su orgullo perjudicara a su hija. Por ella sacrificaría cualquier cosa, incluyendo su corazón.

—¿De acuerdo?

Inma asintió lentamente.

—De acuerdo.

—Tengo el coche fuera... Con una silla para bebés.

—¿Y de dónde la has sacado?

—He hecho una paradita en casa de Thomas, que me ha dejado una en préstamo. Dice que podemos quedárnosla todo el tiempo que sea necesario.

«¿Podemos?»

El mero hecho de oírlo utilizar el plural hizo que a Inma le flaquearan las piernas, pero no iba a dejar que su cuerpo confundiera el mensaje de sus palabras. Tenía que tener muy claro sus intenciones, o más bien la falta de intenciones; si no, no podría soportar todo aquello.

—Estabas seguro de que diría que sí, ¿verdad?

—Sabía qué harías caso a tu sentido común.

—Es que resulta difícil llevarte la contraria.

—Estupendo, porque ahora nos vamos a ir los tres de compras a buscar algunas cosas que necesitáis.

—Eso no lo puedo aceptar —dijo Inma con la mirada fija en la pila de cosas que Logan había ido poniendo sobre el mostrador de la tienda. Había ropa, juguetes, sábanas y cualquier accesorio necesario en los primeros meses de vida de un bebé—. Ya nos has hecho demasiados favores: tú casa, tu coche, la ayuda de tu ama de llaves. Esto se lo compro yo a Emily.

—No se trata de ningún favor, es un regalo.

—¿Un regalo?

—Por supuesto, hoy cumple una semana.

No iba a dejarla ganar. Tenía muchísimo dinero y nada en lo que gastarlo. Además, aquella era la primera vez que disfrutaba realmente comprando algo.

—Es de mala educación rechazar un regalo, y tú no quieres comportarte como una maleducada, ¿verdad?

—Claro que no, pero....

—Estupendo, porque estaba empezando a sentirme ofendido —se tocó el pecho en el lugar donde se suponía que tenía el corazón—. He llegado a tener la sensación de que no me creías lo bastante bueno para hacerle un regalo a Emily.

Ante eso, Inma se echó a reír.

—Serías capaz de venderle hielo a un esquimal, ¿a que sí?

—Es posible.

—¿Está todo a tu gusto, Inma? —era Molly Homney, la propietaria de la tienda, que los miraba sin ocultar su curiosidad.

Logan estaba acostumbrado a que la gente de Fielding lo mirara de ese modo las pocas veces que se acercaba a la ciudad, pero él ni siquiera fingía ser amable. Al fin y al cabo, eran las mismas personas que habían sido crueles con él unos años antes, y eso incluía a Molly Homney. Pero claro, esa mujer había sido amiga de Inma en otro tiempo, por ella trataría de ser agradable.

◈◈◈◈◈♡◈◈◈◈◈

Yo digo que la única razón del por que quiere que regrese es por que siente algo por ella, a mi no me engañas Henderson.

Espero que les este gustando.

#FannyFrías

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top