Capítulo Catorce.
Inma tragó saliva, pero no consiguió que le saliera la voz. Quería besarlo. Solo una vez, después se marcharía feliz. Pero, ¿a quién quería engañar? Un beso nunca le parecería suficiente. Aunque al menos sería un comienzo.
Logan pareció tomarse su silencio como un rechazo.
—Lo siento.
—¿Qué es lo que sientes? —intentó que su voz pareciera relajada—. ¿Decirme cosas agradables?
Logan tenía los ojos cerrados y el rostro en tensión.
—Es que te habrá parecido que estaba intentando ligar contigo.
—¿Y tú jamás intentarías algo así?
—Escucha, Inma, tú mereces mucho más que...
Inma lo detuvo levantando una mano.
—Tengo muchas cosas que hacer, Logan —no tenía el menor interés en oír sus excusas para no tocarla, le daba igual lo nobles o sensatas que estas fueran. Después del desastre de matrimonio que había tenido, solo quería algo de verdad. Quería un hombre que la deseara y que no tuviera miedo de admitirlo—. Si me perdonas —añadió separándose de él.
—Está bien. Me voy —contestó con tristeza—. Pero te veré luego.
Sí, la vería después en la cama, se tumbaría a su lado sólo con la intención de protegerla mientras hacía que las hormonas la martirizaran y que su cuerpo entero se muriera de deseo por algo que no podía tener.
Tenía que marcharse de allí cuanto antes, porque lo que había empezado como una fantasía se estaba convirtiendo en una verdadera tortura.
◈◈♡◈◈
Logan se quedó unos minutos a la puerta de casa de los Pinta con unas flores en una mano y una botella de la sidra que tanto le gustaba a Inma en la otra. Sara le había preparado un pavo relleno antes de marcharse a celebrarlo con su familia, pero él lo había metido en el frigorífico y se había ido de casa.
Había intentado convencerse a sí mismo de que estaba allí porque se lo debía a Inma, las ideas que le había dado con tanta facilidad tenían tanta fuerza que iban a hacer de su proyecto un auténtico éxito. Sin embargo, había una vocecilla dentro de él que le decía algo muy diferente: ya no podía seguir comiendo solo, o más bien era que ya no podía comer sin ella. En cualquier caso, estaba claro que estaba metido en un lío.
Al abrirse la puerta, se encontró con Thomas al otro lado.
—Has venido —le dijo con una enorme sonrisa.
—No me lo restriegues —gruñó Logan.
El doctor Pinta no dejó de reír mientras acompañaba a su invitado al interior de la casa. La primera parada fue la cocina, donde pudo darle las flores a Ruth y conocer a Kyle, su hijo pequeño. Logan les dio las gracias por invitarlo y prosiguió su camino hacia el cuarto de estar. Allí estaba Inma, más bella que nunca con el pelo suelto y ligeramente maquillada, hablando con Derek, el otro hijo de los Pinta. Ambos muchachos habían sido buenos atletas durante el instituto y no se habían dedicado a meterse con Logan como el resto.
Derek llevaba varios años trabajando como abogado en Minneapolis y desde luego tenía aspecto de dedicarse a lo que se dedicaba: traje informal pero carísimo. Logan comprobó con cierta rabia que tenía en brazos a la pequeña Emily, que no dejaba de gimotear. Además, los dos adultos parecían estar muy a gusto juntos. Sabía que cabía la posibilidad de que algún día Inma encontrara a otro hombre y que este acabara convirtiéndose el padre de Emily, pero desde luego ese día todavía no había llegado. Mientras siguieran viviendo en su casa, él no permitiría que eso sucediera.
—¡Qué sorpresa! —exclamó Inma al tiempo que Derek y ella se ponían en pie para saludarlo.
—Teníamos un trato, ¿no? —contestó Logan sin poder dejar de mirarla.
Solo había pasado un mes y ya había recuperado su figura por completo. ¿Acaso no podía haber tenido un poco de compasión con él?
—No estaba del todo segura.
La niña continuaba gimoteando y, cuando pasó a brazos de su madre, los gimoteos se convirtieron en un llanto desesperado.
—Déjame a mí —le pidió Logan.
La niña permaneció en sus brazos satisfecha a lo largo de toda la cena. De vez en cuando Inma se ofreció a relevarle pero su excusa fue siempre la misma: Emily estaba muy a gusto donde estaba.
Nadie hizo el menor comentario sobre la sorprendente aparición de Logan en una reunión social, y él se sintió como si fuera algo que hiciera todos los días. Odiaba admitirlo, pero lo cierto era que se trataba de una gente estupenda sin intenciones ocultas. Durante la cena charlaron de todo tipo de ternas e incluso contaron chistes. Pero con el postre llegó el cinismo de Logan.
—Antes de probar el delicioso pastel de Inma —comenzó a decir el anfitrión—, cada uno tiene que decir por qué está agradecido. Es la tradición —añadió como explicación para Logan.
—Por mi salud —comenzó Ruth.
—Yo estoy enormemente agradecida por mi hija —continuó diciendo Inma.
—Por el relleno de cebolla y salvia que le ha puesto mamá al pavo —dijo el pequeño de los Pinta.
—Por que estéis aquí todos vosotros —afirmó Thomas mirando a todos y cada uno de los reunidos.
—Por las demandas colectivas —dijo Derek sin inmutarse.
Todos estallaron en una gran carcajada durante la cual Logan deseó con todas sus fuerzas que se hubieran olvidado de él, pero de pronto se dio cuenta de que las miradas estaban fijas en él.
—Vamos, muchacho —le pidió Thomas todavía riendo—. Date prisa, que me muero de ganas de probar este pastel.
En los últimos quince años, siempre había sabido dar la respuesta más inteligente hasta a las preguntas más comprometedoras, pero delante de esas personas le resultaba muy difícil mentir.
—Si no os importa, preferiría no contestar —nadie dijo nada, simplemente lo observaron mientras que él le lanzaba a Inma una mirada que era una petición de auxilio.
—Está bien —dijo ella por fin—. Pero el año que viene tendrás que darnos una respuesta.
Todos quedaron satisfechos y se dispusieron a disfrutar del postre, todos menos Logan, que no podía dejar de mirar a su ángel de la guarda. Lo había vuelto a hacer, había vuelto a salvarlo sin el menor esfuerzo aparente. Fue entonces cuando se dio cuenta de que jamás podría pagarle todo lo que había hecho por él. Era una deuda que nunca podría saldar.
◈◈♡◈◈
Cuando hubo dado de mamar y acostado a Emily, Inma agarró el intercomunicador y se dirigió hacia el ascensor por el que había subido Logan hacía unas horas, nada más llegar de la cena. Había sido una sorpresa muy agradable verlo aparecer en casa de los Pinta, pero sobre todo se había alegrado de que diera un paso más en su vida.
Eso hacía que lo que iba a decirle resultara un poco más fácil. Pero solo un poco.
Oyó la música ya antes de que se abriera la puerta del ascensor. Ante sus ojos se encontró a Logan, ataviado sólo con un pantalón de deporte, tumbado en un banco de ejercicios y levantando pesas.
—¿Quieres público? —le dijo acercándose hasta él.
—No, no eso precisamente lo que quiero —respondió sin dejar de subir y bajar las enormes pesas.
Inma notó cómo todo su cuerpo se acaloraba por efecto de sus palabras. No podía dejar de observarlo: abdominales marcados, brazos fuertes y el sudor recorriéndole la piel. Como no podía dar rienda suelta al deseo que sentía en aquel momento, pensó que lo mejor era decirle lo que había ido a decir.
—Pues tú te lo pierdes, Henderson. Esta es la última noche que vas a poder tenerme como público.
—¿Tú última noche? —repitió él dejando las pesas en su sitio e incorporándose para hablar con ella.
—Sí. Emily y yo nos iremos mañana.
—¿Ya está listo el apartamento? —le dio la sensación de que le temblaba ligeramente la voz.
—En realidad está listo desde hace ya unos días, pero...
Logan se puso en pie y se limpió el sudor de la cara y del pecho con una toalla.
—¿Pero qué?
Inma siguió el movimiento de la toalla con ojos envidiosos. No volvería a tener oportunidad de mirarlo tan libremente. No había ningún motivo para decirle que se había quedado más de lo necesario solo por estar con él un poco más. Tenía que dejar de perder el tiempo y buscar un amor de verdad.
—Bueno, creo que me voy a la cama —dijo cambiando de tema con tristeza en la voz—. Estoy muy cansada.
—Yo también, Inma... Estoy realmente cansado —contestó él con tal expresión en los ojos que ella no pudo hacer otra cosa que seguir mirándolo.
—Será por las pesas.
—No, no es por eso.
—Habrá sido la cena entonces.
—Estoy cansado de fingir que no te deseo —admitió agarrándola del brazo y acercándola a él—. Inma...
—¿Qué? —su voz estaba cargada de deseo y ansiedad.
Estaba siendo tan injusto. ¿No se daba cuenta de lo débil que era ante él? ¿De lo fácil que le resultaría hacerle daño?
Tenía el rostro demasiado cerca de ella, su mirada era demasiado profunda. Inma aguantó la respiración mientras notaba cómo el calor procedente de su pecho le traspasaba la ropa.
—Estoy agradecido por ese día de octubre en el que una tormenta de nieve se hizo interminable —afirmó acercándose a ella y besándole la boca suavemente—. Estoy agradecido porque me dejaras traer a Emily al mundo —sus ojos no se apartaban de los de ella, pero sus dedos se fueron deslizando por el cuello hasta llegar a los botones de la blusa, que empezó a desabrochar uno a uno.
◈◈◈◈◈♡◈◈◈◈◈
¡Al fin! ¡Pinshes bipolares! ¡Tanto ella como él! Pero weno ya se viene el encuentro de estos dos jajaja
Espero les este gustando.
#FannyFrías
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