11 - 💋TOMAS VALMORI💋
Yo era un hombre de palabra, sí. Muy poca gente, por no decir ninguna, podía decir que no he cumplido con un trato o negocio. Esa mañana me había encargado de robar el cargamento. Tal vez hubo una que otra baja, pero todo tendría su recompensa.
Ese día vería a Sofía. ¿Qué habrá pasado de ella? Hace mes y medio no la veía y podría decirse que, a pesar de ser un enorme riesgo, cumplir con el trato era la única excusa para poder verla de nuevo. Claro, debía ir a la hora indicada y entrar de forma en que los Centinelas de Marte no sospecharan de mi nave.
Estaba esa mañana (o por lo menos sería de mañana en el Domo Central) en un bar situado en una de las lunas de Marte. Era la luna Deimos, que no tenía gran cantidad de gente porque decían que era un lugar de mala muerte. Solo había bares, cabarets y moteles. Tenía también un puesto de recarga para las naves con Motores de Pulso. Era por la única razón por la cual volvía una persona.
—Moviliza a los chicos, Duncan —dije recostado en la barra, totalmente alcoholizado—. Zarpamos en quince. Este puto asteroide me aburre. El que se queda dormido...
—¿Lo abandonamos? —sugirió el oficial de cubierta, Duncan.
—¡Los despiertas! —rugí confundido—. No queremos perder hombres. Ya perdimos suficientes.
Duncan, de aspecto robusto y con la pierna coja, asintió a las órdenes de su capitán (o sea yo) y se fue a despertar a los tripulantes, que dormían en los asientos del bar o jugaban en la maquinita de apuestas puesta al lado de la puerta. Justo detrás de la barra había una televisión antigua, de esas de 75 pulgadas y planas, que mostraba una noticia. «Piratas espaciales roban un cargamento de Farmanautica Unity. Describieron a los ladrones como violentos jóvenes en una nave grafiteada.»
—¡Apaga esa puta televisión, Charly, que tengo resaca! —ordené al dueño del bar.
Charly apagó la televisión y se acercó a la barra para hablarme. Se tomaba muchas libertades conmigo porque en el pasado me había ayudado bastante; sin embargo, nadie tenía derecho de molestarme cuando tenía resaca además de él.
—¿Crees que no se darían cuenta, Tom? —preguntó el hombretón. Era un anciano comparado conmigo. Tenía un brazo con una prótesis cacera y un par de dientes eran de cobre.
Solté un gruñido y bebí otro trago. A pesar de mis 11 años marcianos, me veía más intimidante con mi tupida barba castaña. Por sus hombros caían dos mechones castaños y su gabardina oscura tenía un par de manchas de vino... o sangre.
Charly negó con la cabeza, no iba a servirme más tragos, así que me pasó una pastilla.
—No debiste pintarrajear esa nave: es una preciosidad y ahora será más fácil encontrarlos —dijo el viejo con voz gastada—. Yo nunca los delataría, obviamente, son mis únicos clientes y hasta ya estoy pagando un colegio privado para mi hija gracias a ustedes. Pero no quiero arriesgarme.
—¿Tienes alguna solución para eso, amigo? —pregunté, tomando la pastilla y luego echándome otro trago de whisky.
—Te costará bastante —contestó Charly, pasándome una pequeña caja de 15 x 15—, pero prometo que te estoy haciendo un favor enorme. Lo he conseguido con un amigo que vivía en el Tercer Domo. El domo de los científicos aficionados lo llamábamos.
—¿Es un Embellecedor Holográfico?
—No, esa cosa cuesta un ojo de la cara. Es un disolvente acelerado que solo afecta a la pintura metálica. Le pasas esto una vez y tendrás a Eolo como nuevo. Tu nave se llamaba así, ¿no?
—Así mismo.
—Es un nombre de mierda, sinceramente.
—Lo es —convine.
—¿Entonces por qué se lo pusiste?
Me levanté de la barra al fin y me puse unos lentes oscuros para al menos disimular las ojeras.
—Se la puso mi no... —Me atraganté con mi saliva por un momento—. Mi ex novia. Es un dios griego o algo así. El dios del viento si no me equivoco.
—Esa ex novia ha de ser muy importante —dijo el anciano con tono jocoso.
—Ya he hablado mucho, anciano —le dije, sacando el teléfono camaleón y pagándole unos pins a su cuenta de martpins—. Será mejor que me vaya apurando.
Salí del bar un segundo después.
Más tarde, había reunido a toda mi tripulación en el estacionamiento espacial presurizado del Puesto de Recargas. Por suerte, mi nave no iba a pagar el estacionamiento ya que tenía amenazado al dueño, igual que tenía bajo mi poder a la mayoría de negocios pequeños de Deimos. La luna era prácticamente mía.
Pero mía debe ser Sofía, pensé.
Mientras algunos se colocaban los trajes espaciales, otros cargaban una manguera dispensadora con el disolvente. Ya se estaba haciendo tarde; solo faltaban un par de horas para llegar a las Llanuras lejanas del parque temático en las afueras del Domo Central.
Iba a ver de nuevo a Sofía. ¿Estará tan hermosa como siempre? Yo llevaba mi anillo todavía, ese que nos dimos cuando éramos novios.
Duncan se acercó por detrás con medio traje puesto. A su lado, un hombre llevaba unas cuantas cajas presurizadas de plástico sobre una mesa de transporte. Se detuvieron a mi lado. Los encargados de la limpieza ya comenzaron a sacar la pintura de la nave Eolo. La tinta metálica comenzó a escurrirse junto con el óxido y la suciedad espacial. El encubrimiento de la nave era color plateado plomizo y brillaba como si lo estuvieran puliendo. Yo no recordaba que Eolo fuera tan hermoso. Sin esos grafitis la policía ya no sospecharía de nosotros. Éramos simplemente unos cargueros de menos rango con una licencia del U.T.E.
—¿Le daremos medio cargamento a esa niñata de nuevo, Tomas? —me preguntó Duncan.
—No le llames así, Duncan.
—Es lo que es. —Me miró con sus ojos oscuros y una sonrisa chueca—. Y tú también lo eres. Traes dinero pero pierdes a nuestros hombres.
—Pero traigo dinero. —Busqué algo en mis bolsillos con bastante insistencia.
—El asalto al carguero de Farmaceutica Unity fue un riesgo enorme, Tomas. Lo sabes.
—Lo sé —convine.
—No haces esto por dinero, chico —dijo él—. Lo haces por cogértela. La he visto: es hermosa sin duda. Pero hay un montón de Sofías en el puto Sistema Solar. Puedes tener tres, seis o treinta de ellas en la cama. Esta chica solo logrará que nos matemos.
—Te equivocas —le dije—. Solo hay una como ella. Paga bastante bien, nos consigue Violeta al mejor precio y está un poco mal de la cabeza.
Al recordar eso, Duncan guardó silencio. Fuera de los Domos la gente consigue violeta al doble del precio que dentro. Es una locura.
De sus bolsillos saqué una bolsita con diez gramos de polvo Violeta. La levanté y la mostré a Duncan. Él asintió. Entonces coloqué un pequeño porcentaje del polvo violeta sobre una de las cajas de plástico y me la aspiré completamente. Mis ojos se volvieron violeta oscuro y lagrimeaban con el mismo color, mis sentidos se volvieron más agudos y solté un grito de euforia cuando sentí el efecto rápido.
—Saca los tubos de pastillas de las cajas y las guardara en los bolsos dentro de la nave —ordené a Duncan.
—Enseguida, capitán —dijo él.
Obedeció y los tripulantes comenzaron a subir.
Me metí un poco más de Violeta y subí a la nave luego de colocarme el traje espacial.
Comencé a consumir Violeta desde que Sofía se mudó al Domo central y me conseguía cierta cantidad y dinero a cambio de los cargamentos de pastillas. Aún no sabía para qué necesitaba las pastillas. Según ella las vendía a ciertos adictos interesados, pero a mi me parecía una locura. Sin embargo, comprendía que la gente tuviera más dinero para pastillas que para la Violeta.
Media hora más tarde, cuando ya toda la tripulación de Eolo se encontraba dentro y en sus posiciones, las compuertas de la estación de recarga se abrieron. Los motores se encendieron y Eolo se elevó ligeramente para luego salir de la estación con lentitud. Era una nave de carga promedio que usan las empresas pequeñas para hacer sus envíos. La nave tenía la forma de una máquina de afeitar gigante, de cuarenta metros de longitud y ocho metros de alto.
Entramosa la muy escasa atmosfera marciana. Aquel proyecto de terraformar Marte tardabaun montón, quizá tardaría más ya que la República Marciana frenó la creación delas esferas magnéticas artificiales hace un año por una supuesta falla. Todo elmundo decía lo mismo: creían que al frenar ese avance en realidad tendríanmayor control sobre los habitantes ya que estarían dependiendo de los Domos.Eso era un tema político y filosófico que yo prefería evitar, pues no meinteresaba. Yo ya era libre y no dependía de ningún puto Domo.
NOTA: holis. ¿Que tal te está pareciendo la historia?
¿Te cae bien el ex de Sofía?
¿Qué tal te llevas con tu ex? Ah, re chismoso jajajs
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