1.15 | Pesquisa


Rob.

—Gracias por cuidarla anoche, Señora Vanilla.

—No me agradezcas, Rob, no fue nada. Amy es muy tranquila. Además —emplazó su mano a su vientre—, me viene bien comenzar a practicar.

La señora Vanilla es una ciudadana de Central City, una de los ambientes urbanos más grandes y atractivos de todo Mobius. Venía a Mercia en un viaje turístico acompañada de su esposo. Sin embargo, no consiguió abandonar el reino antes de los percances con Robotnik.

Lamentablemente, su marido no logró escaparse de Ivo. Vanilla se separó de él durante el primer ataque. Aún tiene esperanza de que se encuentre perdido, deambulando por todo el Reino de Mercia; aunque después de lo sucedido con mi tío, dudo mucho que alguno de los desaparecidos realmente lo estén.

—¿Rob o'the Hedge? ¿Mari-An? —Ambos nos giramos hacia la voz. Era un hombre de mediana edad vistiendo un uniforme militar— Síganme.

Choqué la mirada con los ojos afables de Vanilla, ella asintió con la cabeza mientras dibujaba una sonrisa y tomó la mano de Amy.

—Yo la cuido.

Le sonreí, mi prima gesticuló una mueca de confusión notoriamente pueril. Mari-An y yo caminamos detrás del soldado perteneciente al ejército de Mercia. No nos comentó nada más, solo nos guió silente entre la maleza que brotaba de la tierra húmeda.

Con su porte intacto, frenó y permaneció con la frente en alto a la espera de nuevas órdenes. Delante de nosotros se hallaba un grupo militar integrado por los miembros del servicio secreto de Acorn, tres soldados mercianos, la princesa Sally y la tan mencionada, Bunnie "Rabbot"; siempre he tenido curiosidad de cómo luce, es bueno poder verla en persona.

—Rob —saludó el zorrillo.

—Geoffrey —asentí con la cabeza.

Sin duda, en la mayoría de mis peores experiencias aquí, lo tienen a él como protagonista. Un, literalmente, niñato malcriado. Es insoportablemente arrogante.

—Supongo que esto es por lo de anoche —enuncié suspirando agobiado—, creí haber sido lo suficientemente claro en mi reporte. Espero sea rápido, no se ofendan, pero tengo que trabajar de padre adoptivo.

—La princesa está solicitando tu apoyo, ten la decencia de mostrar un poco de educación —articuló cascarrabias.

—Geoffrey para —pidió ella, dibujando un gesto de enfado—. Disculpen las molestias, no estaba enterada de su situación.

Entonó caminando hacia mi pareja y yo, dejé escapar una diminuta risa divertido por su rapidez y efectividad en cerrarle la boca al impúber.

—Deberías de aprender un par de cosas de ella —mofé.

—Rob —regañó Mari-An, ambos nos fruncimos el entrecejo a causa del mutuo desagrado. Ya sea para bien o para mal, los dos teníamos a alguien que nos detuviera la lengua antes de insultarnos con desdén—.  ¿Qué necesita, princesa?

—Ustedes afirman haber visto a un mobian robotizado, que por cierto, se creía desaparecido.

—Es, bueno, era mi tío. No lo creíamos desaparecido, lo creíamos muerto —compartí cruzándome de brazos.

—¿Cómo dice? —Insistió.

—No pertenecemos a los subrefugios que trasladaron aquí por prevención, nosotros huimos del primer ataque de Robotnik. A Richard, mi tío, lo alcanzó bala. No soy doctor, pero sé que una herida como la que le provocaron puede matar a alguien si no recibe atención médica de inmediato —la princesa observó el suelo cabizbaja, arrugó la frente.

—La robotización es un tema delicado para tratar con las masas, crea pánico. Ustedes son de los pocos que saben de esto, no queremos a nadie más involucrado —aclaró elevando el rostro—. Geoffrey me ha mencionado que ambos muestran grandes habilidades para el combate, además, después de ver que vienen con un arco y flechas —rio—, ya no tengo motivos para no creerle.

—Insisto princesa —coloqué mis manos en la cadera sonriéndole—, ¿en qué podemos ayudarla?

—Los necesito a los dos en una expedición. Creemos que Robotnik tiene una planta aquí, mientras más rápido la encontremos, menos robotizados habrá —concluyó.

—No suena que sea una habitación pequeña ¿cómo escondes a toda una fábrica sin ser descubierto?

—No lo sabemos, después de todo sigue siendo una especulación, pero de lo contrario no habría modo de haber robotizado a los mobians desaparecidos, mucho menos a uno en estado crítico —pausó—. Nos dividiremos en grupos de cuatro, debemos cubrir lo más posible.

[...]

Intercambiaba la posición de cada pie en intervalos medianamente rápidos. Podía sentir cómo las pequeñas piedrecillas se acomodaban entre sí en cuanto asentaba mi planta.

Dos soldados mercianos caminaban delante de Mari-An y yo, durante toda la expedición no habían cruzado palabra alguna con nosotros. Resultando en un trayecto muy incómodo, siendo amortiguado únicamente por el crujido de la gravilla al ser pisada.

Levanté la vista del suelo, ambos militares continuaban avanzando sin siquiera voltear a comprobar si nosotros seguíamos detrás de ellos. Me giré, Mari-An andaba a paso lento.

—Acelera un poco o nos dejarán —avisé frenándome para esperarla. No respondió, solo respondió asintiendo con la cabeza—. ¿Estás bien? Te noto un poco vahída.

—Lo de tu prima me ha tenido pensando por unas cuántas noches —paramos a conversar.

—Sé que te preocupa, pero ahora mismo necesitamos concentrarnos en esto.

—Nunca está de más prever para el futuro —discursó—. Últimamente he tenido un pensamiento que no deja de dar vueltas en mi mente —ladeé la cabeza, atendiendo—, te sonará irracional, o quizás hasta como algo monstruoso de mi parte; pero ni tú ni yo podemos cuidar de ella.

—La adopción es una buena solución hasta que ves las cifras —negué seguido de un suspiro—, jamás la sentenciaría a pasar toda su infancia y adolescencia en un orfanato.

El herbaje de delante de nosotros comenzó a agitarse, ambos nos giramos alertas. Uno de los soldados del Reino de Mercia emergió de entre la grama, relajé mis hombros y suspiré con calma.

—No se queden parados, otro grupo encontró algo, debemos irnos.

________________________________

     Amy yacía acostada en el suelo polvoso. Vanilla la observaba intrigada por su carácter poco usual. La coneja había crecido con las imágenes de niñas pasando ratos de diversión acompañadas de sus muñecas o un conjunto de trastes hechos de plástico.

     Lejos de molestarle, le agradaba la sensación que sus juegos desencadenaban en ella, la eriza le despertaba curiosidad con cada acción que realizaba. Después de todo, las lantanas eran las flores más raras, pero también las más bellas que decoraban su jardín.

—¿A qué estás jugando? —Cuestionó.

—No estoy jugando, estoy intentando comprobar si lo que decía mi papá es verdad —frunció el entrecejo, mirando con atención un hilo de hormigas acarreando su comida—. Son súper fuertes ¿sabía usted que pueden cargar cincuenta veces su peso? Me pregunto  cuánto pesará para ellas esa pequeña hojita —inquirió sin dejar de observar a uno de los insectos llevar un diminuto trozo de una glauca hoja—. También me dijo que pueden vivir muchos años.

—¿Las hormigas? —Cuestionó poco crédula.

—Síp, tal vez lleva años intentando matar a la misma hormiga —planteó, provocando una duda genuina en la coneja.

—¿Tu padre era entomólogo o algo así?

—No tengo idea de qué es eso, pero era maestro de ciencias.

     Vanilla enterneció su semblante, Amy era una niña inocente y con una notoria pureza diáfana. Ladeó su cabeza y soltó, entristecida por su situación:

—Oh, pequeña. Debes de extrañarlo muchísimo.

—Mamá decía que cuando morimos, nos transformarnos en estrellas. Los dos eran tan puros que estoy segura que una estrella se les queda corta... Quisiera saber si sus galaxias están juntas.

[...]

     Sally, Bunnie, un soldado merciano y un miembro del servicio secreto llegaron a la zona corriendo. El resto ya yacía allí, esperándolos. Geoffrey y su grupo habían hallado lo que sospechaban, la ubicación de la base de Robotnik.

     Apenas llegar, la ardilla escrutó los alrededores. Lo único que notó fue la frondosa vegetación que cubría el desnivelado terreno.

—¿Y dónde está? —Interrogó Rabbot.

—No encontramos ninguna entrada, pero sí un punto vulnerable —St. John señaló un viejo tronco de árbol—. Cada cierto tiempo, de ahí emana algo semejante a vapor. Podemos intentar abrir una pequeña entrada para asegurarnos —Alicia asintió.

     Los agentes del servicio secreto se acercaron al tronco notoriamente seco, comenzando a desnudar la madera, quitando su corteza. No obstante, se percataron de una segunda capa de acero.

—Háganse a un lado —demandó Rob.

     El erizo asió una de sus flechas con su mano diestra, mientras que sostenía su longbow con la contraria. Posó el astil de la flecha en un costado del arco, colocó tres dedos en la cuerda, retrajo sus omóplatos y disparó.

     La punta de la flecha penetró el metal para posteriormente detonar, consiguiendo causar una abertura en el material a causa del gran doblez.

     Sally separó sus párpados con asombro, observó a Geoffrey y señaló sutilmente a Rob.

—Parece que no eres el único con flechas explosivas —compartió con un atisbo divertido.

—Él me lo copió a mí —aclaró el erizo.

     Bunnie abrió aún más el hueco causado por Rob, se giró hacia Sally, quien decidió acompañarla. Ambas fueron las primeras en internarse en la red de tubos.

     En cuanto la ardilla encendió su linterna, su boca se expandió completamente pasmada. Esperaba lo mismo que había notado en las misiones de Maurice, un pasillo angosto rodeado con demás bifurcaciones que estaban enraizadas a él. En su lugar, lo primero que sus ojos captaron fue una mole infraestructura cubierta de lámina, tan gigantesca que la luz de su lámpara no alcanzaba a iluminar el fondo.

—¿Y Geoffrey cree que esto solo es la ventilación? —Cuestionó Bunnie, sin creer lo que ambas presenciaban.

—Es su fábrica más grande —enunció preocupada—... Hay que reunir a los Freedom Fighters, tenemos una última misión.

Escrito: 28/04/2020.
Publicado: 26/12/2020.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top