Tres años después....

Un pequeño pelirrojo de apenas siete años se encontraba jugando junto a otro pequeño de cabellera dorada de tan sólo cuatro años.

Esperaban con ansias a sus padres quienes habían salido de viaje hace unas tres semanas hacia el reino donde estában sus tíos,  Marco y Jackie junto a su primo Charlie de cinco años, si no mal recordaban.

Desde el oscuro cielo del inframundo vieron a un carruaje quien reconocieron de inmediato. Además de que, extrañamente una paloma tan blanca que parecía el animal más puro y armonioso volaba entre las nubes. Lo extraño era que esos animales tan celestiales no habían en el inframundo. Y justo detrás del ave blanca, un cuervo.

Con entusiasmo se pusieron de pie y esperaron con una alegre sonrisa a sus queridos padres quienes no habían visto por un determinado tiempo.

Ambos se acercaron para resivir  a ambos mayores con un tierno abrazo. Sin embargo sólo lograron ver una sola figura dueña de una cabellera de color salmón.

-¿Y dónde esta mami?- preguntó el menor de los dos, Comet.

Tom miró a su hijo, aquel pelo rubio igual que el de su madre, tan brillante y claro como una estrella, o quizás como su mismo nombre lo dice, un cometa.

-Comet, tu mamá ya no va a volver. - sonrió con perversión mientras cargaba al pequeño entre sus brazos.

-¿Cómo que mamá no va a volver?- dijo algo brusco el pelirrojo menor sin entender bien a sus padre.

Comet también reaccionó de mala manera ante aquel comentario.

-Digamos que... - con una de sus manos tomó la muñeca de su otro hijo para así proseguir a caminar. -hice algo que no debí haber hecho.

-¿Qué le hiciste a mamá?- dijo Ricky mientras soltaba la mano de su padre quién lo miró con enojo.

-Ella ya no está. Pero les prometo que no dejaré que les pase algo ustedes.

Y se llevó a sus hijos dentro del castillo, donde haría falta la presencia de una reina.